Discinesias y la agresividad del paciente subnormal, refractarias al tratamiento, pueden aliviarse con la estimulación cerebral profunda.

Autores/as

  • Jaime Weisner Durán Academia Nacional de Medicina

Palabras clave:

neurología, neurocirugía, distonia, discinesias, estimulación cerebral profunda

Resumen

El tratamiento de la distonía, especialmente el de la forma focal, es muy efectivo por varios meses (3 a 6 meses) mediante la denervación química con la inyección de toxina botulínica tipo A, o si esta cesa de ser efectiva, tras su repetido uso, con la tipo B inyectada en el músculo distónico (Cardoso F. 2003; Marks WJ. 2005). Para los distónicos severos y refractarios al tratamiento usual, y para los casos generalizados deformatorios, la estimulación cerebral profunda (marcapaso de los ganglios basales) es el tratamiento quirúrgico preferido por su buen resultado para la mencionada distonía; el Parkinson; la inmotivada conducta violenta agresiva y auto lesiva del paciente subnormal intratable conservadoramente (Franzini A., y col. 2005); el síndrome de las piernas inquietas (síndrome de Ekbom), o acatisia: la urgente necesidad de mover las piernas al yacer, estar sentado, o al estar a pie quedo vertical, se calma con el movimiento (caminar) el desasosiego que se siente en ellas al tenerlas en reposo largo tiempo, y que no cede al propranolol (un conocido antihipertensivo) 10-20 mg 4/d; y para el temblor esencial. (Kuehler y col. 2003; Earley CJ. 2003; Marks WJ. 2005; Sharma A y col. 2005). Es realmente asombroso, por lo contradictorio, el vuelco completo que se le ha dado al tratamiento neuro-quirúrgico de los “Desordenes involuntarios del movimiento”2, de los tiempos del pionero neurocirujano Cooper, (autor del libro antes mencionado); en esa época, hace más de cuarenta años, el procedimiento aliviador de las discinesias extrapiramidales fue lograr mediante una lesión destructiva, permanente e irreversible de cierto núcleo de los ganglios basales (“quimopalidectomía”: inyección de una pizca de alcohol absoluto en el globo pálido), una gran disminución de los movimientos anormales, la cual Cooper consiguió en la mayoría de los casos. Hoy ese es el mismo efecto benéfi co que se logra con la estimulación del exactamente el idéntico núcleo que ayer se destruía. ¡Vaya paradoja!. Esto demuestra nuestra gigantesca ignorancia sobre el enredadísimo funcionamiento de los ganglios basales entre sí, con el tálamo, la amígdala y la corteza cerebral y de su influencia sobre los otros determinantes de la motilidad voluntaria: cerebelo, vías piramidal y vestibular, y el sistema reticular activador, entre otros. Hoy no somos destructores sino estimuladores de la productividad neurotrasmisora deficitaria y restablecedora del equilibrio neuronal perdido al lograr estimular a los núcleos deficitarios a producir suficientemente. Todo lo contrario de lo empleado en aquel entonces. O eso creemos. La estimulación cerebral profunda, iniciada por el celebérrimo José M.R. Delgado3, en 1952 (Horgan, 2005), es muy ventajosa, no provoca sino mínima destrucción porque la lesión introductora del microelectrodo es también mínima, es reversible, todo el instrumento foráneo se puede extraer, la estimulación provista es ajustable y el microelectrodo es implantado estereotáxicamente (con enorme exactitud o precisión) en el núcleo deficiente, el cual esta conectado a un neuro-estimulador graduador que provee la estimulación eléctrica deseada a uno de los núcleos cerebrales profundos, unilateral o bilateralmente...

Biografía del autor/a

Jaime Weisner Durán, Academia Nacional de Medicina

Académico. Miembro de la Academia Nacional de Medicina de Colombia

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Cómo citar

[1]
Weisner Durán, J. 2007. Discinesias y la agresividad del paciente subnormal, refractarias al tratamiento, pueden aliviarse con la estimulación cerebral profunda. Medicina. 29, 2 (jun. 2007), 120–124.

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2007-06-23

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