Ensayo, Medicina, Ciencia y Humanismo.

Autores/as

  • Efraim Otero Ruiz Academia Nacional de Medicina

Palabras clave:

medicina, ciencia, humanismo, ciencias biomédicas

Resumen

Cuando las Directivas de esta Asociación Médica Colombo-Estadounidense (USCMA) me señalaron con el distinguido honor de ser, junto con los profesores Rodolfo Llinás y Edmond Yunis, uno de los conferencistas magistrales de este Simposio decidí, por insinuación de mi amigo y colega José Félix Patiño -quien, por muchos más merecimientos, debería ocupar hoy esta cátedra-, traer ante ustedes el tema de “Medicina, ciencia y humanismo”. Quiero aclarar que con el término “humanismo” no me refiero tanto al trajinado aspecto de nuestras relaciones con el paciente como ente social ( y que abarca la atención en salud, el cuidado médico, la empatía, la compasión, la dignidad del ser humano y las relaciones con la comunidad y el ambiente) tal como el término suele expresar con más frecuencia en el idioma inglés. Subrayando, de entrada, que ese humanismo (para otros “humanitarismo”) constituye la esencia bioética de nuestra profesión y es condición esencial para el ejercicio de la misma. Me referiré, en cambio, al humanismo en el sentido de las lenguas romances y en particular del español, definido como el cultivo y conocimiento de las humanidades. O sea, una actitud mental que otorga primordial importancia a los seres humanos y sus valores, tal como fue el aspecto central de la civilización del Renacimiento. Siendo las humanidades aquellas ramas del conocimiento que se ocupan del hombre y de su cultura, o de aquellos métodos inquisitivos de análisis y crítica que se derivan de la verdadera apreciación de los valores humanos, así como de la singular capacidad que tiene su espíritu para expresarse. Se originan en la educación general o paideia de los griegos clásicos que en el siglo V a.C. preparaba a los jóvenes para que llegaran a ser ciudadanos activos de la polis o ciudad-estado, cuna de lo que hoy llamamos la civilización occidental y que se resumió en las ideas de Pitágoras, que señalaba al hombre como la medida de todas las cosas1 . La definición se extiende para incluir el estudio de todas las literaturas y todas las lenguas, las artes y la filosofía y hacer la distinción, tanto en contenido como en método, entre ese grupo de disciplinas educativas (las llamadas ciencias sociales, humanas o ciencias “blandas”) y las ciencias físicas, químicas, matemáticas y biológicas, llamadas “ciencias duras”. Es una distinción que efectivamente se acentuó con el positivismo, a partir de finales del siglo XIX, que sostuvo como uno de los postulados de las ciencias físicas la demostración objetiva y experimental y llevó a los neo-kantianos, con Rickert a la cabeza, a caracterizar las ciencias físicas como aquellas cuya finalidad es ir de los ejemplos u observaciones particulares a las leyes generales. Todo ello se ha cumplido, inclusive con la transición, en el siglo XX, de la física newtoniana a la física cuántica y persiste en los esfuerzos, desde Einstein hasta nuestros días, de encontrar leyes o principios unificados que rijan el universo. En cambio, las ciencias humanas están dedicadas a los valores únicos y particulares dentro del contexto cultural y humano y por lo mismo no pretenden enunciar leyes generales. Como se ha podido apreciar en este Simposio, y probablemente también en los 24 que lo han precedido, a medida que se avanza en el nuevo milenio se lucha por hacer de la medicina una profesión cada vez más científica y más conectada con las otras ciencias básicas, al punto que hoy se habla más bien de las “ciencias biomédicas”, enfoque cientificista que se trata de inculcar desde muy temprano en la formación profesional. Por eso en los nuevos modelos curriculares se pretende separar el arte o ejercicio de la medicina como profesión, de las objetivas ciencias básicas, argumentando que los futuros investigadores bien poco necesitarán de formarse en semiología o en clínica o en obstetricia u oftalmología y más bien deberán aprovechar sus años creativos para lograr las verdaderas revoluciones en el conocimiento biomédico, que es lo que en últimas podrá hacer más efectiva la medicina.

Biografía del autor/a

Efraim Otero Ruiz, Academia Nacional de Medicina

Conferencia pronunciada en la conmemoración de los 25 años de la Asociación Médica Colombo-Estadounidense (USCMA)-Miami, Florida, Julio 31, 2005.

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Cómo citar

[1]
Otero Ruiz, E. 2007. Ensayo, Medicina, Ciencia y Humanismo. Medicina. 29, 1 (mar. 2007), 40–45.

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Publicado

2007-03-24