La Nutrición: Ciencia Básica y las bases de la Nutrición

Autores/as

  • Oscar Jaramillo Robledo Asociación Colombiana de Nutrición Clínica
  • Efraim Otero Ruiz Academia Nacional de Medicina

Palabras clave:

Nutrición, células, genética, ciencias básicas

Resumen

El problema de la respiración externa, captación del oxígeno y eliminación del anhídrido carbónico, estaba resuelto en los seres unicelulares suspendidos en el mar primitivo. La solución había sido la simple difusión por diferencia de concentraciones entre el ser vivo y el medio que lo rodeaba.

Aparecería más tarde la muy complicada membrana celular que se encargó del transporte activo y de mantener diferencia de concentraciones de algunas sustancias en el interior de la célula, todo mediado por un trabajo intenso, con consumo de energía. En el caldo primigenio la diferencia de presiones y de concentraciones entre el ser vivo y su medio era condición esencial.

El imaginarse una única célula no plantearía ningún tipo de problema para asegurar su existencia. Pero enormes poblaciones que se comportaban como un gigantesco animal viviente ocupando una buena parte de la extensión de los océanos, sí exigían algunas condiciones para permitir los permanentes recambios necesarios para mantener vivos cada uno de los componentes de ésta primitiva biosfera.

Es una hipótesis pensar que las mareas renovaban en forma continua los ambientes líquidos saturados, moviendo grandes masas de aguas fresca y que los vientos recambiaban las atmósferas enrarecidas. Cuando los primeros animales abandonaron el mar ya habían hecho múltiples ensayos para adaptarse al nuevo medio.

El reciente animal terrestre, provisto de esqueleto para vencer la gravedad, estaba perdiendo la visión que tan largos y tan complejos esfuerzos le habían costado en el transcurso de la evolución. La córnea, siempre bañada por agua oceánica, se resecaba en su contacto con el aire y perdía todas las características de transparencia necesarias para su función. Sin remedio los animales se quedarían ciegos. Para resolver tal problema se le ocurrió a la naturaleza una hermosa solución: una glándula productora de agua de mar, mantendría húmedo el ojo de manera constante. Por esto las lágrimas son saladas. Saben a agua de mar y son agua de mar.

Toda tristeza y toda alegría nos evoca el océano primitivo y unas gotas de agua de mar vuelven a nosotros. Ya el animal había arrastrado consigo un buen trozo de mar, nuestros líquidos corporales, donde habitarían cada una de las células. ¿Pero como mantener las refrescantes mareas y como acer que cada una de las células mantuviera su contacto con la atmósfera primitiva? ¿Cómo simular éstos grandes movimientos de agua y de aire?.Se hicieron entonces necesarias las mareas internas y se convirtieron en irremplazables los vientos. Pero no existía la influencia lunar para mantener activas las aguas del mar ni los cambios de temperatura de las masas de aire para mantenerlas en perpetuo movimiento. Do grandes bombas deberían asegurar ésta actividad en el medio interno.

El devenir de las crestas marinas se vio replicado por la sístole y la diástole. El barrido del viento sobre las superficies marinas se tradujo en inspiración y espiración. Aparecen la bomba de los vientos, el sistema respiratorio y la bomba de las mareas, el sistema cardiovascular. Se aseguró a cada pequeño ser viviente, a cada célula flotante en las aguas interiores, atmósfera renovada y agua fresca. Se aseguró así la vida de los seres multicelulares.

El mar tranquilo no es bueno para la célula, el viento en calma detiene el viaje.

La parálisis de las bombas es incompatible con la vida...

Biografía del autor/a

Oscar Jaramillo Robledo, Asociación Colombiana de Nutrición Clínica

Cirujano del Torax. Presidente Academia de Medicina de Caldas y de la Asociación Colombiana de Nutrición Clínica

Efraim Otero Ruiz, Academia Nacional de Medicina

Especialista en Medicina Nuclear y Endocrinología en las universidades de Columbia (NYC), California y el Instituto de Oak Ridge, TN,
Estados Unidos.

Cómo citar

[1]
Jaramillo Robledo, O. y Otero Ruiz, E. 2001. La Nutrición: Ciencia Básica y las bases de la Nutrición. Medicina. 23, 2 (ago. 2001), 95–99.

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Publicado

2001-08-03

Número

Sección

Artículo Científico