OBITUARIO

Académico de Número GABRIEL TORO GONZÁLEZ

(1932-2024)


Por el Académico: Alfredo Jácome Roca



Conocí al doctor Toro González en 1964, tras mi fugaz paso de cuatro meses por el Departamento de Patología del Hospital San Juan de Dios de Bogotá, fundado y dirigido por el famoso patólogo Egon Lichtenberger, de grata recordación. Dicho Departamento, vinculado como el Hospital, a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional, contaba con un importante grupo de especialistas, de lo mejor de la especialidad en Colombia. Recuerdo entre otros a José Yunis Turbay (psicoanalista, además), Alfonso Méndez-Lemaitre, el patólogo (y luego forense) Dr. Isaza, el citólogo Armando Santamaria, Gladys Calderón de Toro, el hermano de esta (patólogo y también psicoanalista) y también su esposo, Gabriel Toro González, recién llegado de Bucarest, donde había adelantado estudios de neuropatología. La mayoría de estos “profes” eran de orientación política socialistas, por lo que al Departamento lo llamaban el “Kremlim”. El único godo era el monteriano Alfonso Méndez Lemaitre, de quien dicen que se volvió calvo, rodeado de tantos “rojos”.





Académico de Número GABRIEL TORO GONZÁLEZ



El Departamento cumplía un gran servicio, ya que cubría los hospitales de La Hortua (el San Juan de Dios mismo), el Materno-Infantil y el Instituto Nacional de Cancerología, representado por el admirado onco-patólogo español, Francisco (Paco) Martin, el fumador de puros. Se realizaban más de 1.100 autopsias anuales (el Dr. Lichtemberger no permitía que ningún muerto del Hospital quedara sin su correspondiente necropsia). En estadísticas en patología igualaba al famoso Roswell Park Memorial Institute de Buffalo, uno de los más reconocidos de los Estados Unidos. Además, casi todos los residentes que pasaron por allí terminaron siendo importantes patólogos e investigadores colombianos.


Gabriel Toro pronto nos deslumbró por sus conocimientos, y su capacidad investigativa. Cuando exponía, sus palabras doctas las acompañaba de una cierta risita característica, que completaba con su muy antioqueña muletilla ¿Cierto? Era pues médico paisa, nacido en Concordia, Antioquia. Toro González estuvo ligado toda la vida a la Universidad Nacional, donde estudió medicina; fue especialista en anatomía patológica de la misma Universidad, con adiestramiento especial en Neuropatología en la Universidad Carlos de Praga, que le otorgó el doctorado en Ciencias Médicas. Su tesis se tituló Anoxia del sistema nervioso central.


Su larga hoja de vida fue un listado de logros científicos que pocos han conseguido. Fue docente, profesor Emérito y Honorario de la Universidad Nacional (1958-1990), investigador científico y emérito del Instituto Nacional de Salud, donde también fue director de Publicaciones; dirigió el departamento de Patología y la cátedra de la facultad de medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. También se desempeñó como consultor del Centro Médico de los Andes.


Recibió múltiples condecoraciones y premios, entre ellos el Premio Gustavo Montejo, el premio Ramón Ayala, la Medalla Samper Martínez. Publicó más de 200 trabajos científicos (artículos, libros). Por sus importantes contribuciones académicas fue candidatizado a los premios Príncipe de Asturias, Carlos Finlay, y Abraham Horwitz. Perteneció a sociedades científicas nacionales e internacionales, presidió la Sociedad Colombiana de Patología. A la Academia Nacional de Medicina ingresó en 1970 como Miembro Correspondiente, y en 1980 ascendió a Miembro de Número.


A fuer de volverme cansón, debo decir que el académico Toro perteneció a los consejos editoriales de las más importantes revistas médicas, como Antioquia Médica, Acta Médica Colombiana, Biomédica, Patología y, a nivel internacional, la revista Tropical & Geographical Neurology. Fue miembro de numerosas sociedades y academias científicas: miembro fundador de la Sociedad de Patología de Bogotá, la Sociedad Colombiana de Patología, la Sociedad Neurológica de Colombia, la Asociación Colombiana de Medicina Interna, la Asociación Colombiana de Neurología (miembro honorario), la Sociedad Colombiana de Parasitología y Medicina, miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina; miembro de número de la Academia Nacional de Medicina desde 1971; de la Academia de Medicina de Medellín, de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de la Sociedad Colombiana de Neurobiología; Profesor Emérito del Hospital Militar Central. Miembro de la Sociedad Internacional de Neuropatología, y miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York. Sobre neuropatología, anatomía patológica y medicina interna publicó cientos de artículos (más de una veintena de ellos en medios internacionales) y varios libros. Revisando su lista de publicaciones, vemos que no hubo tema que no estudiara, era igualmente apreciado dentro de los neurólogos y de los patólogos. Fue experto en encefalopatía espongiforme, tema que por un tiempo fue prioritario ante la posibilidad de expansión mundial, más allá de Inglaterra, y describió el primero (y único) caso de la “enfermedad de las vacas locas”, un virus lento causante de dicha patología. En el tema de la Enfermedad de Kuru, trabajo con su descubridor, el Nobel de Medicina D. Carleton Gajdusek, medico húngaro americano.


Como el Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina más antiguo, residente en Bogotá, era a veces convocado para que con su autoridad y sencillez presentara a algún candidato a presidente de la Corporación. Su legado en neuropatología fue de talla internacional.