CARTA AL EDITOR

Mirada de una joven a la longevidad

Sofia Ramírez Isaza1, Roberto Ramírez Marmolejo2, Susan Lizeth Delgado Contreras3, Brigitte Alexi Moncayo Hernández.4

  1. Estudiante de medicina, Pontificia Universidad Javeriana Cali, Colombia.


  2. Médico internista nefrólogo, administrador de salud, educador sexual y bioeticista, profesor Asistente de post grado de nefrología, medicina interna y geriatría universidad del Valle. Cali, Colombia. Coordinador del comité nacional de nefrogeriatría (Asociación Colombiana de Nefrología y Sociedad Colombiana de Gerontología y Geriatría).


  3. Médica, residente de Geriatría, universidad del Valle, Cali, Colombia.


  4. Médica, geriatra, profesora de postgrado de Geriatría, Universidad del Valle, pregrado medicina Universidad Javeriana, Cali, Colombia.


Recibido:

  1. de marzo de 2024

    Aceptado:

  2. de marzo de 2024

Correspondencia:

isazaasofia@gmail.com

DOI: 10.56050/01205498.2352



Desde la mirada de un joven, una persona adulta mayor debe ser considerada como una imagen de experiencia, conocimiento y ternura. El simple hecho de observar a una persona y probablemente no conocer ni comprender qué ha ocurrido a lo largo de su vida, qué dificultades y aprendizajes ha debido superar para llegar a donde hoy se encuentra, debe incentivar a tener más empatía con este grupo poblacional, y por ende reconocer que estas personas pueden tener necesidades especiales , entre las cuales el apoyo tanto familiar como social y la compañía de un ser querido son un pilar fundamental para mantener su salud y bienestar.


El ser humano es un ser integral y el área social hace parte de esta integralidad. Nosotros como sociedad tenemos la responsabilidad de velar por el bienestar de este grupo poblacional entre los cuales se pueden encontrar personas que no tienen las condiciones motrices o cognitivas para ejecutar tareas básicas en su vida diaria y/o que no tienen el apoyo familiar o el sustento económico necesario para suplir sus propias necesidades, o pueden verse cumpliendo roles que por grupo de edad ya no les corresponde como tener la responsabilidad de alguien más en sus manos, incluso de otra persona adulta mayor y muchas veces en graves situaciones económicas, lo que los pone en riesgo social y de su estado de salud. Historias como estas dan a entender lo importante que es velar y empatizar con el otro, y lo importante que puede ser un momento de escucha o un rato de compañía para alguien que en su día a día se siente solo. Además, las personas adultas mayores tienen riesgo de sufrir más discriminación social e incluso laboral comparados con otros grupos de edad menor y es por todas estas razones que este grupo poblacional es considerado vulnerable, como lo describe la Agenda del Desarrollo Sostenible para el año 2030 y por lo que debemos velar por sus derechos y asegurar su protección.


Es importante comprender que nuestro compromiso como sociedad abarca el ámbito familiar, social y político. El ámbito familiar debe ser la principal fuente de amor y apoyo. Se debe sensibilizar a las generaciones más jóvenes desde edades muy tempranas sobre su responsabilidad en el cuidado de sus padres y abuelos, para ello planteamos dentro de la cátedra colegial de ciencias sociales la discusión obligatoria de los conceptos de gerontología social; para que se comprenda que la primera línea en el cuidado de la persona mayor siempre será su núcleo familiar o su familia extendida. En su defecto, si estas líneas no estén presentes la sociedad tiene el papel de velar por su bienestar y su salud, por tanto, se deben instaurar en las entidades prestadoras de salud pautas claras del manejo integral de los adultos mayores; considerando que su atención tiene particularidades importantes que hace que su manejo sea diferente al instaurado en otros grupos etáreos. En el ámbito político deben aplicarse las leyes que protegen los derechos de los adultos mayores, garantizándoles una calidad de vida digna.


Cabe mencionar que interactuar con una persona adulta mayor puede ser visto como una relación bidireccional, en la que ambas partes se benefician. Por un lado, el acompañamiento, la escucha, la comprensión puede ser más útil para esta persona que muchos procedimientos médicos. Y por otro lado, esta interacción debería ser considerada como un momento sumamente valioso, un momento en el que se le puede aportar en la vida de esa persona más de lo que uno cree para nuestro crecimiento personal, por ejemplo, el simple hecho de escucharlos cuando desean contar sus historias o realizar actividades que les hacen sentir bien, recíprocamente podemos viajar en el tiempo y nos pueden iluminar con sus experiencias de vida e increíbles historias que para nosotros pueden ser solo posibles usando nuestra imaginación.


Considerando la vejez como el último paso del camino, se puede decir que es el momento más importante para dejar una huella en la vida de otra persona; ese es el momento en el que las personas adultas mayores agradecen el hecho de sentirse útiles, escuchados y acompañados.