RECORDANDO AL PROFESOR JOSÉ FÉLIX PATIÑO RESTREPO


José Félix Patiño Restrepo: Un mentor de vida

Paola Agudelo-Orjuela, PhD.1 Diana Carolina Parrado Jiménez, MD., MBA., MPH.2


 

1. Psicologa, PhD. Investigadora asociada instituto universitario de Neurociencia, IUNE. Universidad de la Laguna, Tenerife- España. Profesora programa de psicología, Université Catholique de l’Ouest, Campus Niort, France

 

2. Médico, MBA, Magister en Salud Pública. Especialista en asuntos médicos de la industria farmacéutica, Vicepresidente de la Junta Directiva capítulo de egresados Andinos MD

 


Correspondencia:

digirasol@gmail.com


DOI: 10.56050/01205498.2250



Escribimos este artículo casi tres años después de su partida. Podríamos hablar de cada una de nuestras experiencias como alumnas, desde el primer día de clases de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes hasta la última charla que tuvimos con él, pero ni el tiempo ni la memoria nos hacen justicia en tal emprendimiento. Para iniciar la tarea plasmamos varias experiencias de cada una en una hoja por separado y al final nos dimos cuenta de que, aunque discursos distintos y en diferentes momentos, concluyen casi en lo mismo, el orgullo y felicidad del profe de haber podido dejar huella en sus estudiantes.


Este artículo se haría eterno si escribiéramos todas sus enseñanzas. Todo se forjó gracias a su pensamiento alrededor de las humanidades y la cultura. Estas siempre tuvieron un lugar importante, tanto así que, en 1965, época en la que fue rector de la Universidad Nacional, con la llamada Reforma Patiño implantó un programa de estudios con el fin de que los estudiantes tuvieran bases sólidas de cultura general. Retomando una de sus frases: “La universidad no puede ser solamente un sitio donde se cumpla con un currículo, como un derrotero, para llegar a un diploma. Tiene que ser una vivencia en un ambiente de cultura y de creación de conocimiento”. Sin saberlo, nos cambió la vida a todos.


Las humanidades y su enseñanza en la universidad permiten al estudiante interpretar el mundo de manera objetiva, permiten desarrollar y ejercer su profesión de acuerdo con un contexto social determinado. Gracias a la enseñanza de las humanidades que el profe defendió, el estudiante puede ver el mundo no sólo de manera técnica desde su disciplina, sino también filosófica y cultural; en resumen, integral. De esta forma, el objetivo principal del Dr. Patiño como profesor universitario fue primero formar personas antes que profesionales. Como estudiantes pudimos observar que este objetivo se vio permeado en todas sus cátedras. Sabíamos que aprenderíamos medicina, pero ante todo aprenderíamos a ser personas con capacidad de análisis, personas capaces de transformar sociedades en un país con distintas realidades como es el nuestro, Colombia.


El doctor Patiño influyó de diferentes maneras en sus estudiantes de medicina, pero también en aquellos de otras carreras. En algunos tuvo una fuerte influencia en la decisión de ser profesores. Nos transmitió su amor por la educación, su amor por compartir conocimientos. Para los que son profesores estamos seguras que se identifican con nosotras al expresar que gracias a él aprendimos a preocuparnos por los estudiantes, por su alcance, sus logros y su desarrollo individual.

Por otro lado, nos inculcó el placer por la lectura, los libros y la comunicación escrita a todos. Su admiración por los libros era contagiosa. Nosotras especialmente, compartimos el amor por la literatura de Gabriel García Márquez, pero también la curiosidad sobre los libros antiguos. De las experiencias valiosas que tuvimos fue sentarnos a admirar el mueble reservado para los libros de GABO que cubría de piso a techo dos de las paredes del estudio que quedaba a la entrada de su casa. También sembró la semilla de la curiosidad por la música clásica, especialmente la ópera en algunos de nosotros; era común en él perderse una semana en enero, pues volaba a Cartagena al HAY Festival para volver a contarnos todas sus experiencias con personas extraordinarias.

La colección de libros antiguos que donó a la Universidad Nacional era su tesoro más preciado. Encontrar este tipo de documentos no era tan fácil. Por ejemplo, uno de los viajes fuera del país de una de nosotras le abrió la posibilidad de inscribirse en un catálogo de venta internacional de libros antiguos. De hecho, la última vez que se vieron, fue para entregarle varios de los catálogos que permanecieron en casa de una de nosotras mientras pasaba la convalescencia de una de sus hospitalizaciones. Aunque fue un detalle menor, qué orgullo poder haberle retribuido en parte todo lo que hizo por todos.

Si nos adentramos en las clases que tuvimos con él, Historia de la Medicina fue sin duda el capítulo más valioso de la historia que compartimos. Fue una clase que se desplegó a lo largo de uno o varios semestres según el plan de estudios de cada uno. Abarcaba entre 2 y 4 horas a la semana en el caso de la Universidad de Los Andes. Y a pesar de no tener mucho que ver con la parte clínica, la mayoría la disfrutamos. En resumen, esta clase se convirtió en la oportunidad del profe de presentarnos las aventuras más valiosas de cada personaje histórico que él admiró. En el salón, expresaba y discutía con orgullo y emoción cada hazaña de estos galenos que pasaron a la historia. De hecho, fue gracias a esta clase que la mayoría de sus alumnos terminamos siendo invitados a conocer su casa y su envidiable colección de joyas académicas y literarias. Sin embargo, también revisamos junto a él materias como ciencias básicas, nutrición y por supuesto cirugía.

En nuestro caso, ninguna siguió la especialidad del profe; de hecho, ninguna siguió los pasos de la clínica. Y aunque ambas cursamos el currículum estándar de medicina, incursionando por básicas, ciencias clínicas integradas y demás, los valores que nos inculcó el profe como personas valiosas para la sociedad, nos permitieron construir nuestras carreras para servir a la sociedad lejos de la clínica.

Solo nos queda agradecer al universo por permitirnos conocer este gran ser humano. Y a usted profe donde quiera que esté: gracias por su consejo, por su apoyo, su cariño y su liderazgo. Gracias por ser nuestro mentor.

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3. (Malagón, S. (25 de febrero de 2017). La biblioteca Patiño, el hombre que donó 13.500 libros a la Nacional. Revista Semana. https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/donacion-biblioteca-universidad-nacional-por-jose-felix-patino/516794/