::::: MUSEO DE HISTORIA DE LA
MEDICINA
DEL CHAMANISMO
AL GALENISMO:
un acercamiento a la curaduría de la nueva sala
permanente del museo de la Academia
Nacional de Medicina
María
Fernanda Mora del Rio ¹, Nelson A. Rojas ², Paula Ramírez-Buriticá ³
DOI:10.56050/01205498.2221
.........................................................
¹ Artista plástica, Mg. Historia del Arte, Curadora de arte.
² Historiador, Mg. en historia, Candidato a PhD en historia.
³ MD, Profesora de Historia de la Medicina, FUCS (Fundación
Universitaria
de Ciencias de la Salud).
“¡Oh, Santo Dios!
¡Cuánto tiempo y constancia se necesitan
para ir descubriendo los arcanos de la naturaleza!”
José Celestino Mutis, 1780
Palabras clave: Paleopatología,
botánica, galenismo, chamanismo, medicina
ancestral, historia de la medicina, museo, curaduría.
La
nueva sala ‘Del Chamanismo Al
Galenismo’ del Museo Ricardo Rueda González inaugurada en
noviembre del año 2022, da inicio al museo con el fin de narrar una
historia de la medicina desde el contexto
local. Aquí se evidencia la experiencia humana compartida del
sufrimiento y la esperanza entendidas como enfermedad y tratamiento que
fue representada en el mundo prehispánico, durante la colonia y el en
siglo XIX.
A continuación se
presentan los discursos del presidente saliente y del presidente electo:
Figura 1. Inauguración
de la sala permanente
‘Del Chamanismo al
Galenismo’, en orden de
izquierda a derecha, Dr.
Hugo Sotomayor Tribín
(Curador del Museo),
Dra. Paula Ramírez-Buriticá (co-curadora de sala),
Nelson A. Rojas (co-curador de sala), María Fernanda Mora (co-curadora
de sala).
Fotografía tomada por:
Liliana Parra.
Esta sala del museo contiene la propuesta museográfica y curatorial
realizada por María Fernanda
Mora, Nelson A. Rojas y Paula Ramírez-Buriticá,
donde se plantea un diálogo entre la medicina tradicional prehispánica
y la medicina galénica europea. Este puente está sugerido a través de
las piezas
escultóricas, algunos objetos propios de las culturas indígenas, una
infografía que ubica geográficamente estos pueblos y piezas gráficas
botánicas.
De esta manera el guión museográfico se presenta
ante el visitante del museo como una narrativa de
la transición de los saberes ancestrales hacia la medicina positivista
puesto que la mezcla de estos saberes permitió a la botánica europea y
a la farmacia
acceder a nuevos horizontes y nuevas herramientas
de tratamiento.
La mayoría de la sala está compuesta por una colección de piezas de
cerámica, única en el país tanto
por su número como por su singularidad, que fue
reunida y donada por el académico ejemplar Dr.
Hugo Sotomayor Tribín. Quien en una labor de
arqueología de rescate y con una prolífica producción académica
multidisciplinar ha condensado la literatura y la investigación de la
paleopatología ⁴ en
el mundo prehispánico.
Figura 2. Vitrina
con piezas de cerámicas
de cabezas con representaciones patológicas o culturales. Enfocada se
observa cabeza con patología dental de
la cultura Tumaco-La Tolita.
Fotografía tomada por: Liliana Parra.
El ejercicio del coleccionismo de este tema específico es escaso
y, por lo tanto, valioso como evidencia de primera mano para
la historia de la medicina y del arte en Colombia.
La representación de las enfermedades en la historia del arte se ha
dado desde tiempos remotos en la
humanidad. Estas esculturas condensan la estética
del dolor en la América Antigua, perteneciendo a
variadas culturas indígenas: Momil, Bahía, Malagana, Tulato, Sinú,
Nariño, Jama Coaque y Yotoco. Hay una amplia variedad de afecciones
relativas
a la patología que la colección exhibe, entre ellas:
genéticas, congénitas, endocrinológicas, neurológicas, dermatológicas,
infectocontagiosas, oftalmológicas, ginecológicas, hasta la
gesticulación del
dolor. Así como, de determinantes sociales de la
salud general, como las deformaciones culturales,
las etapas de vida, los rituales de paso, como el paso
a la muerte. Exaltando así, lo que Humberto Eco se
preguntaba en la historia de la fealdad:
Figura 3. Vitrina con piezas de cerámicas de
cabezas con representaciones patológicas o culturales.
Figura 4. Vitrina con piezas de cerámicas con
representaciones patológicas o culturales. Enfocada se observa mujer en estado de gestación en
el momento del parto de la cultura Tumaco-La
Tolita.
Fotografía tomada por: Liliana Parra.
“Y hasta qué punto, tenían razón las brujas
que en el primer acto de Macbeth gritan: «lo
bello es feo y lo feo es bello…»” (1)
Estas cerámicas son el testimonio de la presencia de
la enfermedad y su manejo empírico y religioso en
las culturas precolombinas, representan al enfermo
y al hombre-medicina (o chamán), hoy interpretadas
desde la paleopatología. Desde esta perspectiva las esculturas prehispánicas y las plantas nativas son una
fuente interminable de investigación; de ahí la importancia que hagan parte de un museo de historia de la
medicina en Colombia. Es una invitación directa al
observador a recrear cómo pudo ser la vivencia de la
enfermedad, la curación o tratamiento, la salud y la
cotidianidad involucrada en estos procesos. A través
de estos testimonios arqueológicos, la sala busca impulsar debates académicos interdisciplinares.
La selección de imágenes y láminas alude a los conocimientos indígenas botánicos y la forma en que
estos fueron apropiados por la farmacia europea.
De esta manera, se crea un hilo conductor entre el mundo prehispánico, sus técnicas curativas y
la medicina occidental. Las imágenes que acompañan la sala son un conjunto de ilustraciones
pertenecientes a La Real Expedición Botánica del
Nuevo Reino de Granada que tuvo lugar durante dos periodos, 1783-1808 y 1812-1816, dirigida
por José Celestino Mutis. Este inventario científico y pictórico condensa la clasificación de veinte
mil especies vegetales y siete mil especies animales
encontradas en Colombia. El trabajo taxonómico
realizado por Mutis y su equipo de pintores, tomó
treinta años y se ejecutó en diferentes lugares del
territorio colombiano. Es así como las plantas nativas entran en protagonismo para los chamanes y
los botánicos europeos, siendo el alimento para el
cuerpo, la mente y el alma son el pilar de los tratamientos tradicionales precolombinos que poco a
poco permearon la farmacia occidental. El científico Mutis y su comisión de 62 artistas, tejieron un
puente entre la ciencia y el arte.
La Expedición Botánica no sólo fue importante
en lo que a los avances médicos y científicos concierne, si no, que fungió como una de las primeras
escuelas de pintura pues las artes en Colombia se
vieron influenciadas por las ideas de la ilustración.
La historiadora del arte Beatriz González señala
que la biblioteca de Mutis contenía temas variados
entre ellos la botánica.
“Poseía los libros de Jackin, quien estuvo en
Cartagena ; de María Sybilla Merian, que
había dibujado la flora y fauna de Surinam;
de Linneo padre e hijo; y del abate Antonio
José Cavanilles.” (2)
Posiblemente, los pintores de la expedición botánica se basaron en los modelos estéticos propuestos
por la entomóloga María Sybilla Merian para realizar las ilustraciones de plantas exhibiendo todas las
etapas del ciclo de vida de cada una de las especies
vegetales representadas. Así, en una misma lámina
es posible observar el detalle de cada fase como por
ejemplo: la flor, el fruto, el tallo, la raíz, la hoja, etc.
al mismo tiempo. Lo que las dota de importantes
características didácticas y taxonómicas.
Figura 5. Tabaco (grupo: estimulantes). Ilustración de la Real Expedición Botánica, Nicotiana tabacum,
DIV. III A-1538. Real Jardín Botánico de Madrid.
Adicionalmente, las láminas seleccionadas responden a una clasificación de las plantas según los usos
que se le daban a estas en los pueblos indígenas. El
primer grupo corresponde a las plantas alimenticias
donde se encuentran la papa y el maíz. El segundo
grupo de plantas corresponde a las plantas medicinales como: la quina utilizada como febrífugo; la
zarzaparrilla utilizada como pesticida, tratamiento
para la gripe, la dermatitis, la gota y el reumatismo;
el guaco utilizado como analgésico, para tratar la
disentería y los males estomacales; la ipecacuana
cuyo jarabe tiene efectos eméticos y expectorantes.
El tercer grupo está compuesto por las plantas del
conocimiento, utilizadas por los indígenas en ceremonias, rituales y curaciones como: la ayahuasca,
el borrachero, el yopo. El cuarto grupo está conformado por las plantas estimulantes como el tabaco
y la coca.
Sobre las poblaciones indígenas que se encuentran
en la sala es posible afirmar que al tener alfarería,
ya presentaban un desarrollo tecnológico lo que
demuestra que estos pueblos eran semi-nómadas o
sedentarios. Estos asentamientos son concomitantes al desarrollo de métodos de agricultura.
Específicamente, de los alimentos nativos utilizados por las
comunidades pre-hispánicas se pueden
dividir en los siguientes grupos, con sus respectivos
ejemplos: 1) Origen vegetal: a) cereales (maíz), b)
pseudo-cereales (quinua, amaranto), c) leguminosas
(fríjol, habas, maní), d) tubérculos (papa, arracacha, ulluco, ibias,
cubios, achira, sagú, yuca, batata, ñame), e) hortalizas (tomate, ají,
berro, guascas,
lengua de vaca, amarantáceas, entre otras), f) Frutos
nativos (la guayaba, la guanábana, el anón, la papaya,
el zapote, el lulo, el aguacate, la piña, la curuba, la
granadilla, la guatila, las guamas, la mora, el balú o
chachafruto, el cachipay y chontaduro, las chupas, a pitahaya, el
tomate de árbol, los nísperos, entre las
más conocidas); 2) origen animal; a) mamíferos (venados, curí,
armadillo, puma, osos, entre otros), b)
reptiles (tortuga, caimán), c) peces (capitán, guapucha, entre otros),
d) aves (pava, pato, loro), e) invertebrados (moluscos, cangrejos), f)
insectos (hormigas)
(
3). Esta variedad alimenticia dista de la impresión
de algunos cronistas españoles de la conquista de
los siglos XVI y XVII, quienes sugerían que la dieta autóctona prehispánica estaba basada en grandes
porciones de carbohidratos con una limitada cantidad de proteína, aludiendo a una dieta hipercalórica
hipoproteica (
3), creencia que perduró hasta inicios
del siglo XX.
Figura 6. Quina (grupo: medicinales). Ilustración de la Real Expedición
Botánica, Chinchona Lanceifolia,
DIV. III A-2860. Real Jardín Botánico
de Madrid.
Figura 7. Borrachero (grupo: del
conocimiento). Ilustración de la
Real Expedición Botánica, Datura
Innoxia (Brugmansia arbórea), DIV.
III A-1540. Real Jardín Botánico de
Madrid.
A pesar de los prejuicios hacia los alimentos de origen americano, estos no impidieron que algunos
de ellos se convirtieran en la base de la sustentación alimenticia en territorio europeo. Sobre la papa,
Bonet afirma en su artículo de 2019:
“En Europa, para algunos, era un alimento
“silvestre”, propio de los leprosorios y bueno
para los cerdos, y también que era comida de
indios y de pobres, propia de los presidiarios
y
leprosos.” (4)
Sin embargo, la papa tiene gran impacto en momentos clave del viejo continente como la Gran
Hambruna de Irlanda o su introducción en países
con fuertes temporadas de invierno como los escandinavos o el imperio ruso (
3, 4).
Actualmente, es una realidad la adaptación de este tubérculo
como producto universal y su gran impacto incluso en el mercado de las
comidas rápidas. Casos
como el de la papa son un ejemplo de la redistribución y la demanda
mundial de los productos americanos como también ha ocurrido con el
aguacate, la quinua, el maíz; lo que evidencia el gran legado
que prevalece del mundo prehispánico concerniente a la alimentación.
Figura 8. Papa (grupo: alimenticias).
Ilustración de la Real Expedición
Botánica, Solanum colombianum,
DIV. III A-1551. Real Jardín Botánico
de Madrid.
La observación cuidadosa y empírica facilitó el
moldeado de las piezas, así como, el conocer las posibilidades de tratamiento (incluida la nutrición)
que fueron dirigidas en todos los tipos de medicina
dependientes de los recursos en el propio territorio. La observación une conceptos amplios como
el
chamanismo y el
galenismo, pero cercanos en su
objetivo y sus métodos, que en su convergencia fomentaron el avance del saber médico.
Vale la pena recordar que el
galenismo de los médicos europeos tenía características medievales,
concebía el cuerpo a través de la teoría humoral y
tenía la dietética como método principal de intervención. Así, utilizaban prácticas como la purga
(que solía hacerse en primavera), para reestablecer
el equilibrio de los humores; y se prescribían los
alimentos según los principios
contrarii contraria
y de transferencia:
“las plantas amarillas (como el azafrán [...]
y el rábano) curaban la ictericia y provocaban
fuertes reacciones diuréticas. Asímismo, las
plantas y tubérculos rojizos como la sanguinaria,
eran buenos para las hemorragias, lo mismo
que la cura roja [...] combatía la viruela
(erupción rojiza)”. (5)
Por otro lado, el
chamanismo
busca abarcar todos
los conocimientos botánicos y las técnicas curativas de los pueblos
indígenas, basados en gran medida en un conocimiento experimental y en
las tradiciones propias de cada región, como lo observó
Humboldt:
“El habitante de estas regiones conoce
todas las formas vegetales que la naturaleza ha colocado en su favorecido país, y la tierra ostenta a sus
ojos un espectáculo tan variado como el que presenta
la bóveda del firmamento en el que no hay constelación que se le oculte”(6). Todos estos conocimientos
fueron incorporados a la
materia médica entre los
siglos XVI y XIX, enriquecieron el arsenal terapéutico en Europa y finalmente fueron utilizados
en muchos medicamentos cotidianos:
“[...] muchos de nuestros medicamentos
oficinales más empleados, no se debe al
hombre de
ciencia, sino a humildes e
ignorados hijos de
la selva, del llano o de
la montaña”. (6)
Se establece así como el empirismo marca profundamente la medicina. El
grueso de la historia
de esta última está colmada de ejemplos donde la
humanidad, sin importar su procedencia, llegó a
conclusiones útiles a través de la observación, experimentación e
interacción con su entorno. Tanto la
medicina galénica europea como la medicina tradicional indígena se
basaron en estos conocimientos durante siglos antes de trascender a
métodos y
pensamientos más refinados como el anatomofisiológico,
anatomopatológico o etiopatológico, los
cuales en una comparación en el tiempo con la anterior variante de
pensamiento lógico, podrían ser
clasificadas como recientes.
Haciendo mención de lo dicho por el Dr. Sotomayor en su último libro
publicado también en 2022,
‘Salud pública en Colombia: una mirada panóptica. Antología’: el
pensamiento empírico y los sistemas médicos han estado presentes en
todas las sociedades (
7), se teje el puente entre el
chamanismo
y el
galenismo presentes en la sala. Distando así, de
la idea que estos puedan verse como irreconciliables sino dándole lugar y tributo a cada uno de los
aspectos que nos han favorecido en la construcción
universal y local del conocimiento, ya sea desde la
observación cuidadosa para la semiología médica y
la representación talentosa de la enfermedad que
trasciende hasta al arte, hasta el método científico
que se esforzó por encontrar clasificaciones, representaciones y explicaciones más allá del evidente
éxito para llegar al saber técnico.
Referencias
1. Eco U. Historia de la Fealdad / On Ugliness. Debolsillo; 2a
Ed. Barcelona: España; 2013.
2. Gozález Aranda, Beatriz; Hanabergh Uribe Verónica.
Manual de arte del siglo XIX en Colombia: aportes paralelos sobre el arte europeo. Bogotá, Colombia: Ediciones
Uniandes; 2013.
3. Rodriguez, J. V. Las Enfermedades En Las Condiciones de
Vida Prehispánica de Colombia. UNAL; 2006.
4. Bonnett Vélez, D. “Resurgencia’ y recolonización de la
papa. Del mundo andino al escenario alimentario mundial, siglos xvi-
xx”. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura.
2019;46(1):27-57.
5. Lindemann, M. Medicina y sociedad en la Europa Moderna, 1500-1800. Madrid: Siglo XXI, 2001. p.12.
6. Cignoli, F. “De cómo se enriqueció la terapéutica por
el descubrimiento de América”. Revista Universidad.
1948;20:199-212.
7. Sotomayor Tribín, H; Villamil Jiménez, L.C. Salud pública en
Colombia: una mirada panóptica. Antología. Sociedad Colombiana de
Historia de la Medicina, Universidad de la Salle, Bogotá.2022.