Parasitosis intestinal: un tema para tener en cuenta en gastroenterología
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Martín Alonso Gómez Zuleta ¹
, Gilberto Jaramillo ²
Resumen
Las parasitosis intestinales se encuentran entre las enfermedades
más comunes del mundo y, aunque
afecta a los adultos, compromete especialmente a los niños.
Generalmente son transmitidas por el consumo de agua o alimentos
contaminados con materia fecal, penetración larvaria intradérmica desde
el
suelo, trasmisión persona a persona o de animales al hombre y
constituyen un grave problema de salud
pública. Se relaciona con factores sociales como la pobreza, condición
geográfica, infraestructura de
los servicios sanitarios, educación y estilo de vida, por lo que
representa un desafío para la medicina
contemporánea y la salud pública. En este artículo se presentan las
principales enfermedades parasitarias, así como aspectos relacionados
con su diagnóstico y tratamiento
Key words: :
Parasitosis; transmisión; contaminación; materia fecal; diagnóstico; tratamiento.
Intestinal parasitosis: a topic to consider in gastroenterology
Abstract
Intestinal parasites are among the most common diseases in the
world and although they affect adults, they especially affect children,
they are generally transmitted by the consumption
of water or food contaminated with fecal matter, intradermal larval
penetration from the soil,
person-to-person transmission person or from animals to man and
constitute a serious public
health problem. It is related to social factors such as poverty,
geographical condition, infrastructure of health services, education
and lifestyle, which is why it represents a challenge for
contemporary medicine and public health. This article presents the main
parasitic diseases,
as well as aspects related to their diagnosis and treatment.
Key words: Parasitosis; transmission; contamination; fecal matter; diagnosis; treatment.
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¹ MD., Internista, gastroenterólogo, profesor asociado, coordinador de la Unidad de Gastroenterología, Universidad Nacional de
Colombia. Hospital Universitario Nacional de Colombia Bogotá́ (Colombia).
² Internista, gastroenterólogo, Universidad Nacional de Colombia, Hospital San Rafael, Facatativa (Colombia).
Introducción
Los parásitos intestinales son muy frecuentes en los
países en vías de desarrollo como el nuestro, produciendo múltiples
infecciones en el adulto, pero especialmente en los niños, en quienes
puede ser endémica. Como entidades patológicas, estas infecciones se
encuentran entre las más comunes; la mayor parte
son transmitidas por el consumo de agua o alimentos
contaminados con materia fecal, penetración larvaria
intradérmica desde el suelo, trasmisión persona a persona o de animales
al hombre (1), constituyendo un
grave problema de salud pública, tanto por su ocurrencia como por su
transmisión y endemicidad. Actualmente los avances en investigación
biológica, médica
y epidemiológica han permitido el reconocimiento de
un amplio espectro de agentes y enfermedades relacionadas, entre ellas
giardiasis, oxiuriasis, ascaridiasis.
No obstante, hay que añadir a estos hallazgos un incremento en el
número de casos y de nuevos tipos de
parasitación por patógenos menos frecuentes.
Al respecto, además de las condiciones puramente infecciosas de su
ámbito etiológico, la literatura actual
considera como determinantes aquellos factores sociales que incluyen,
entre otros aspectos la pobreza, condición geográfica, infraestructura
de los servicios sanitarios, educación y el estilo de vida (2). El
desarrollo y
empleo de nuevas rutas y procesos de flujo migratorios
también ha favorecido el incremento en las cifras de
niños procedentes de áreas endémicas. Este escenario
representa un desafío para la medicina contemporánea
y la salud pública, lo que hace prioritario especialmente en entornos
de recursos limitados, avanzar en el conocimiento epidemiológico,
microbiológico y clínico
adecuado para enfrentar la situación y disponer de las
opciones de diagnóstico y terapéutica relevantes para
el correcto manejo de estos pacientes.
Este artículo describe los principales diagnósticos y
agentes patógenos propios del fenómeno de la parasitosis intestinal y aspectos relevantes de su actualidad
epidemiológica y clínica.
Definición y clasificación
Formalmente, las parasitosis intestinales son infecciones que pueden
producirse por la ingestión de quistes
de protozoos, huevos o larvas de gusanos o por la penetración de larvas
por vía transcutánea desde el suelo
(1). Estos agentes realizan una ruta de recorrido específica a través
del huésped afectando diferencialmente
los órganos por donde pasa. De lo anterior se deduce
que a partir del tipo de afectación y el conjunto de sistemas
implicados es posible clasificar el origen patológico y tipo de
enfermedad derivada según el tipo de
parásito y la afectación que provoquen en los distintos
órganos y sistemas (
tabla 1).
Tabla 1. Clasificación de las principales parasitosis intestinales.
Fuente: (1).
Giardiasis
Etiopatogenia
Se trata de una de las parasitosis intestinales más comunes a nivel mundial, con distribución alrededor de
todo el globo. Tras la ingesta de quistes del protozoo,
éstos dan lugar a trofozoítos en el intestino delgado
(ID), que permanecen fijados a la mucosa hasta que se
produce su bipartición, en la que se forman quistes que
caen a la luz intestinal y son eliminados con las heces
(3). La capacidad infectiva de los quistes es mayor, así
como su viabilidad biológica, por lo que estos, luego
de permanecer periodos largos de tiempo en suelos y
aguas contaminadas, pueden ser ingeridos de nuevo.
Es una patología principalmente frecuente en niños de
zonas endémicas y en adultos provenientes o visitantes
de dichas zonas (4).
Clínica
Cuenta con un amplio conjunto de signos y síntomas
entre los que están diferentes manifestaciones de la
enfermedad, incluyendo pacientes completamente
asintomáticos, siendo este fenómeno más frecuente
en niños de áreas endémicas (5). En aquellas personas con manifestaciones perceptibles de enfermedad,
es común durante la infección aguda la diarrea acuosa
que puede cambiar a esteatorrea con distensión abdominal, dolor y pérdida de peso. En la fase crónica, la
sintomatología subaguda se asocia con signos de malabsorción, deshidratación, desnutrición, anemia y, en
algunos casos manifestaciones cutáneas (6).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
El mayor esfuerzo en el área diagnóstica se centra en la
identificación de quistes en las heces o de trofozoítos
en el cuadro agudo durante el periodo de deposiciones
acuosas. Clínicamente es recomendable obtener las
muestras en días espaciados o alternos, en tanto que
la eliminación es de ritmo irregular por lo que dicho
procedimiento puede mejorar la capacidad diagnóstica. Para pacientes con sintomatología persistente, pero
resultados negativos en los análisis de materia fecal, el
estudio mediante la técnica ELISA es recomendado (7).
Puesto que el porcentaje de infecciones resistentes a
metronidazol es creciente a nivel global, los esfuerzos
para su prevención se concentran en el desarrollo de
estrategias que incluyen, entre otras, la advertencia explícita a
viajeros a lugares endémicos y el mejoramiento de los sistemas de
saneamiento de aguas y de control de producción y comercialización de
alimentos.
El tratamiento de elección es con los imidazoles como
el metronidazol o el secnidazol (2 g dosis única).
Amebiasis (Entamoeba histolytica/dispar)
Etiopatogenia
Luego de ingerir quistes contenidos en alimentos y
aguas infestadas o debido a deficiencias en la higiene
en manos o en su lavado, los trofozoítos eclosionan en
la luz intestinal y colónica, y pueden permanecer en
ese lugar o invadir la pared intestinal formando nuevos
quistes tras bipartición, mismos que son eliminados al
exterior a través de las heces y logran volver a contaminar agua,
tierra y alimentos (1). Mientras que los parásitos logran invadir la
mucosa y submucosa intestinal,
afectan el tubo intestinal produciendo ulceraciones
que son culpables de la mayor parte de la sintomatología propia de la
enfermedad, así como la posibilidad
de diseminación a distancia y la afectación de otros
órganos, como el absceso hepático (8).
Clínica
Se observan desde pacientes asintomáticos hasta cuadros fulminantes de rápida letalidad. En general su
distribución es:
- Asintomática: representa el 90 % del total.
- Intestinal invasora aguda o colitis amebiana disentérica: gran
número de deposiciones con contenido mucoso y hemático, tenesmo franco,
con
volumen de la deposición muy abundante en un
principio y casi inexistente posteriormente, dolor
abdominal importante, tipo cólico. En casos de
pacientes desnutridos o inmunodeprimidos pueden presentarse casos de
colitis amebiana fulminante, perforación y formación de amebomas con
cuadros de obstrucción intestinal asociados.
- Amebiasis intestinal invasora crónica.
- Colitis amebiana no disentérica: dolor abdominal
tipo cólico con cambio del ritmo intestinal, intercalando periodos de
estreñimiento con deposiciones diarreicas, tenesmo leve, sensación de
plenitud
posprandial, náuseas, distensión abdominal, meteorismo y borborigmos
(1).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
El diagnóstico se hace usualmente mediante la observación de quistes en
materia fecal o de trofozoítos en
cuadro agudo con deposiciones acuosas. Para diferenciar entre
subgéneros del parásito es necesario el uso
de técnicas de PCR debido a su sensibilidad y especificidad en el
diagnóstico de la infección y por la detección y capacidad para
diferenciar las 4 especies: dispar,
moshkovskii y acienteí son morfológicamente idénticas
a la Entamoeba histolytica que es la única patógena. La
aplicación de estas técnicas es factible principalmente
en países industrializados, donde la amebiasis afecta
especialmente algunos grupos de alto riesgo. En los
países con escasos recursos, estas técnicas han sido
poco utilizadas por su complejidad, costo y desconocimiento (9). Acerca
del tratamiento, el paciente
asintomático tiene un papel fundamental en la perpetuación de la
endemia; la amebiasis intestinal tiene,
además, tendencia familiar y predominio en grupos
hacinados, marginados, pobres y de acceso limitado
a recursos de saneamiento, por lo que resulta fundamental extremar las
medidas de higiene personal y comunitarias, incluyendo planes masivos
de educación y
cuidado (10).
El tratamiento de elección es el metronidazol 500 mg
cada 12 horas si es intestinal y cada 8 horas si se trata
de un absceso hepático. También se puede usar secnidazol (2 g).
Criptosporidiasis (Cryptosporidium)
Etiopatogenia
Distribuidos de forma generalizada alrededor del mundo, son
coccidios protozoarios capaces de infectar animales y personas. La infección se produce por ingesta de
oocitos procedentes de alimentos y aguas contaminadas y son comunes en áreas como piscinas, parques
acuáticos, lagos y zonas de diversión con agua; también por vía fecal-oral por lo que es considerada una
infección común en resguardos infantiles, colegios y
zonas de cuidado infantil (11). Luego del consumo de
oocitos provenientes de fuentes contaminadas, ocurre
la liberación de esporozoítos capaces de unirse a los
bordes en cepillo de las células epiteliales intestinales,
lugar donde es factible su reproducción asexual o sexual; luego son desechados a través de la materia fecal
provocando la perpetuidad del proceso infeccioso en
otros huéspedes (12).
Clínica
Al igual que otras infecciones propias del tubo intestinal, conlleva
desde la presentación de pacientes asintomáticos hasta cuadros
intestinales de deposiciones diarreicas acuosas con dolor abdominal,
fiebre, náuseas,
vómitos y signos de deshidratación. En algunos casos,
dependiendo el estado basal del individuo, pérdida de
peso. Puede ser más prolongado y grave en pacientes
con inmunodepresión. Algunos pacientes experimentan formas
extraintestinales de la enfermedad, en particular pacientes con
infección por VIH, específicamente afectación de sistema respiratorio,
hepatitis,
artritis reactivas y afectación ocular (13).
Diagnóstico tratamiento y prevención
Su diagnóstico se realiza a través de visualización de
oocitos en materia fecal. En zonas donde está disponible, se usan técnicas de EIA en muestra fecal con alta
sensibilidad y especificidad.
Medidas de soporte: hidratación y reposición de líquidos
y electrolitos y, en casos graves, fluidoterapia intravenosa
y/o terapias nutricionales. En pacientes inmunodeprimidos se asocia tratamiento antibiótico. En pacientes con
SIDA, la terapia antirretroviral consigue mejoría en el
estado inmune y acorta la sintomatología (1). Al igual
que, en otras condiciones del tubo intestinal, el ejercicio
preventivo se basa en la promoción de medidas de higiene para evitar la transmisión fecal-oral. Es fundamental
limitar el uso de piscinas en pacientes con diarrea.
Oxiuriasis (Enterobius vermicularis)
Etiopatogenia
La infección ocurre cuando la hembra del parásito se
ubica en la zona perianal, especialmente durante la noche. En dicha
localización anatómica el agente deposita sus huevos, altamente
infecciosos y estos, dada su
morfología y particular capacidad de fijación, quedan
adheridos a la ropa y piel del huésped. El prurito resultante, debido a
los huevos en la piel, hacen que el rascado sea el método de
transmisión fecal-oral, en tanto
que dichos huevecillos se ubican bajo las uñas (14).
Clínica
Al igual que otras parasitosis, la oxiuriasis es más frecuente en niños
que en adultos. Aunque en buena parte
de los pacientes es asintomática, en quienes se presentan
manifestaciones clínicas y subclínicas es debido
principalmente a la acción mecánica como prurito o
sensación de cuerpo extraño, invasión genital (vulvovaginitis),
despertares nocturnos, sobreinfección secundaria a excoriaciones y
lesiones cutáneas por el rascado,
dolor abdominal que en ocasiones puede ser recurrente,
localizarse en FID y suele confundirse con apendicitis
aguda. La evidencia es limitada respecto a síntomas
como bruxismo, enuresis nocturna o prurito nasal (15).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Test de Graham: por medio de cinta adhesiva transparente por la mañana
antes de defecación o del duchazo. Funciona a través de la
visualización de los huevos
depositados por la hembra en zona perianal.
Visualización directa del gusano adulto en la exploración anal o vaginal. Particularmente útil en pacientes
con pruritos agudos.
En cualquier caso, debe tomarse en cuenta que los huevos son
extremadamente resistentes si persiste adecuado
nivel de humedad, razón por la que pueden permanecer por largo tiempo
en la ropa, siempre que esta no se
higienice adecuadamente y se permita su secado completo. En los
entornos de pacientes infectados es fundamental extremar las medidas de
aseo de retretes, manos
y uñas, así como lavar con agua caliente y cloro (lejía) la
ropa de cama, pijamas y toallas. Siempre es conveniente el tratamiento
de todos los miembros de la familia o
personas en contacto con el afectado, ante la posibilidad
de perpetuación de la infección (16). Los medicamentos
a utilizar son el albendazol o la nitazoxanida.
Tricocefalosis (Trichuris trichiura)
Etiopatogenia
Es una
geohelmintiasis
transmitida a través de la ingesta
de huevos embrionados que provienen de alimentos, objetos, tierra o
agua contaminada. Debido a las fases
de desarrollo infantil en las que la exploración bucal
es frecuente, esta parasitosis es común en niños durante sus primeros
años y en algunos casos hasta la
adolescencia. Es mucho más común en países en vías
de desarrollo. Las larvas del agente usualmente maduran en el ciego y
el colon ascendente, donde permanecen aferrados a la mucosa, producen
lesión mecánica
y traumática con inflamación localizada, y desde allí
reproducen con nuevos huevos fértiles que son eliminados por materia
fecal, repitiendo el ciclo (17).
Clínica
Correlacionada con el grado de infestación parasitaria. Puede variar
desde asintomática, pasando por
dolor cólico y deposiciones ocasionales con diarrea,
hasta cuadros de disentería con deposiciones de mucosidades y sangre
(en particular en pacientes inmunodeprimidos); ocasionalmente, prolapso
rectal (18).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Usualmente es suficiente con la identificación de huevos
en las heces. En algunos casos, en particular aquellos
de gravedad, es conveniente el diagnóstico diferencial
frente a amebiasis, disentería bacilar y colitis ulcerosa.
En todos los casos es necesario extremar medidas de
higiene personal. Por tratarse de una enfermedad propia de las personas en condición de hacinamiento y
marginalidad, las medidas preventivas son la adecuada
eliminación de excretas, utilización de agua potable o
purificación de esta mediante métodos convencionales y mejorar las actividades y técnicas para el lavado
de alimentos. Lugares como los parques infantiles que
incluyen juegos arena, las zonas comunes de infantes
(colegios, piscinas, áreas de juego) suelen ser focos de
transmisión de niños infectados a niños sanos (19).
El tratamiento de elección -al igual que en todos los
helmintos- es el albendazol a razón de 200 mg cada 12
horas por 3 días o la nitazoxanida.
Ascaridiasis (Ascaris lumbricoides)
Etiopatogenia
Es la helmintiasis más frecuente y con mayor distribución a nivel
mundial. Luego de la ingesta de material
contaminado, las larvas salen del huevo en ID, logran
cruzar la pared intestinal, se incorporan al sistema portal y llegan
nivel pulmonar donde penetran en los alvéolos y escalan consiguiendo
ascender a las vías respiratorias altas. Allí, como respuesta a la tos
y a la eventual
deglución, retornan a ID, teniendo la oportunidad de
convertirse en adultos. El ciclo se reinicia a nivel interno
y los parásitos producen nuevos huevos, mismos que se
eliminan por medio de la materia fecal y quedan disponibles para
infectar otros huéspedes (20).
Clínica
Dada la posibilidad de afectación multiorgánica, la
clínica de la ascariosis es también diversa. A nivel
digestivo suele presentarse dolor abdominal debido a
la disfunción mecánica y con menor frecuencia meteorismo, vómitos y diarrea. En el ámbito del sistema
respiratorio, es frecuente la presentación de cuadros
de sintomatología inespecífica hasta síndrome de
Löeffler (cuadro respiratorio agudo con fiebre y tos
de varios días, expectoración abundante y signos de
condensación pulmonar transitoria, consecuencia del
paso pulmonar de las larvas y una respuesta de hipersensibilidad asociada) (20). También se han reportado
pacientes con anorexia, desnutrición e incluso obstrucción intestinal y absceso hepático (1).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Usualmente se realiza a través de la localización de
huevos en las heces o bien de larvas en el esputo o
material gástrico si es evidente la ocurrencia de fase
pulmonar. Las medidas de cuidado y tratamiento coinciden con las usadas para tricocefalosis (20).
Anquilostomiasis o uncinariasis
(Ancylostoma duodenale y Necator
americanus)
Etiopatogenia
Patología causada por infección por nemátodos. Es
común y frecuente en las zonas húmedas subtropicales y tropicales,
particularmente en América central,
Sudamérica y África. En los países en desarrollo, la
enfermedad lleva a la muerte de muchos niños al incrementar su riesgo
de infecciones, que sus cuerpos
normalmente controlarían. Afecta el intestino delgado
y los pulmones. Su mecanismo de acción se basa en
la eliminación de los huevos del agente por medio de
materia fecal; una vez allí, estos eclosionan en un terreno que por sus
condiciones de humedad y calor dan
lugar a un tipo de larva que precisa una nueva modificación para
obtener capacidad infectante mediante penetración por la piel (en A.
duodenale también puede
provocar infección por ingestión vía oral). Cruzada la
barrera cutánea, las larvas se movilizan al sistema venoso o linfático
para llegar al sistema cardiaco derecho
y de circulación pulmonar, anidando en los alvéolos,
madurando en dicha ubicación anatómica y escalando
a través de las vías respiratorias altas para ser deglutidas y alcanzar
duodeno y yeyuno, donde se fijan y
comienzan a producir nuevos huevos fecundados. Al
fijarse en ID, los gusanos adultos causan una lesión
mecánica que provoca pérdida sanguínea progresiva,
grave y crónica (21).
Clínica
Sus principales manifestaciones clínicas implican la
piel, en la que es común el “síndrome de Larva Migrans Cutánea”:
dermatitis pruriginosa, transitoria y
reincidente en pies y zonas interdigitales, pues allí se
ubican y desplazan las larvas hasta alcanzar el sistema
circulatorio. A nivel respiratorio, los pacientes experimentan desde
síntomas inespecíficos hasta el síndrome de Löeffler (ver
ascaridiasis). Acerca del sistema
digestivo, los afectados padecen dolor epigástrico,
náuseas, pirosis, diarrea y, además, síndrome anémico (22).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
El diagnóstico se realiza a través de la identificación de
huevos del parásito en materia fecal. A nivel clínico es
conveniente conjuntar los factores que, aunados, pueden indicar mayor
posibilidad de infección, es decir: origen de un área endémica,
síntomas cutáneos y pulmonares, anemia y actividades de contacto con
tierra (1).
Además del cuidado de la enfermedad en sí misma, los
pacientes deben ser tratados para el síndrome anémico
en la medida en que dicha condición puede llegar a ser
muy severa. Las medidas preventivas son comunes con
las usadas para tricocefalosis, aunque en las últimas décadas se ha
optado por el desarrollo de iniciativas educativas y preventivas en
zonas de alta endemicidad (23).
Estrongiloidiasis (Strongyloides
stercoralis)
Etiopatogenia
Esta geohelmintiasis presenta un ciclo vital con distintas posibilidades (1):
Ciclo directo: Cuando la larva, que se encuentra en el suelo, se modifica para penetrar cruzando la piel hacia el
sistema circulatorio, donde alcanza el sistema cardiaco
derecho y circulación pulmonar, asciende por las vías
respiratorias hasta ser tragada de nuevo y se dirige a la
mucosa del ID. En dicha ubicación anatómica se transforma en hembra infecciosa, pone nuevos huevos que
eclosionan y se dirigen a la luz intestinal, desde donde
son eliminados al exterior mediante la materia fecal.
Ciclo indirecto: Cuando una o varias generaciones de
larvas en vida libre, es decir, sin afectación humana o sin contacto humano efectivo que provoque infección.
El ciclo se mantiene hasta que se produce la modificación genética que da lugar a la larva infecciosa para el
hombre.
Ciclo de autoinfección: Los cambios de modificación
larvaria se originan en la luz intestinal en lugar del
exterior; posteriormente ocurre la penetración en el
sistema circulatorio repitiendo el recorrido del ciclo
directo. Es lo que se denomina síndrome de hiperinfección por
S. stercoralis, y es la situación que da lugar
a parasitosis persistente sin reinfecciones externas, así
como el daño a otros órganos como hígado, pulmón,
SNC y sistema ganglionar.
Clínica
A nivel de afectación, su duración y gravedad dependen del estado basal
inmunitario del paciente (ver
QR). A nivel cutáneo se observa el “síndrome de
Larva Currens”: dermatitis pruriginosa por el paso
transcutáneo de la larva y el recorrido realizado hasta
llegar a la circulación sistémica. En el ámbito respiratorio es
frecuente sintomatología como tos y expectoración, aunque se observan
con frecuencias cercanas
al 10 % de neumonitis y síndrome de Löeffler. Las
vías digestivas se afectan de acuerdo con el grado de
infestación por la parasitosis, pero es común el dolor
epigástrico, los vómitos, la anorexia y los períodos de
diarrea que se alternan con estreñimiento. Ante la posibilidad de
hiperinfestación (en particular en pacientes VIH+), los síntomas
anteriores se expresan con
mayor gravedad, al punto de comprometer la vida del
sujeto (24).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Puede presentarse eosinofilia severa. La identificación
del parásito a través de las heces es simple, pero dada
la irregularidad de las deposiciones en pacientes infectados, el proceso puede ser impreciso. El sistema de
diagnóstico convencional es dependiente del operador
y usualmente se logra mediante personal de microbiología experto. La serología mediante EIA confiere una
sensibilidad mayor al 90 %, pero es reactiva de forma
cruzada con filarias y otros nematodos. Siempre persiste la posibilidad de autoinfección y la curación debe
ser verificada. Las medidas preventivas poblacionales
son comunes a tricocefalosis (25).
Himenolepiasis (Hymenolepis nana)
Etiopatogenia
Dentro de los agentes etiológicos de estas infecciones se encuentran los helmintos, que se clasifican de
acuerdo con su forma en planos o cilíndricos. Los
planos a su vez se dividen en los que tienen aspecto
foliáceo (trematodos) y los que tienen forma de cinta
(cestodos). Dentro de los cestodos, las tenias son un
grupo frecuente, que a su vez se dividen en gigantes
y enanas. En el grupo de las tenias enanas destaca el
género
Hymenolepis con sus dos especies que pueden
afectar al hombre:
H. nana y H. diminuta, causando
himenolepiosis. La primera es más frecuente y es el
cestodo más pequeño que parasita al hombre en diversas áreas de América (26).
El ciclo de vida y transmisión es generalmente monoxénico, con
transmisión de hombre a hombre mediante la ingestión de huevos
embrionados. Puede
haber autoinfección interna o externa. Se ha descrito un ciclo
indirecto con la intervención de artrópodos como huéspedes
intermediarios, pero este
es infrecuente y se considera el ciclo evolutivo más
primitivo (27).
Clínica
De índole leve y relacionada con el aparato digestivo,
en particular dolor abdominal, meteorismo, diarrea, y
bajo peso si la infección se hace crónica (27).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Puede cursar la infección sin eosinofilia, pero esta es
frecuente. El diagnóstico más eficiente es la observación de huevos en
materia fecal, siendo su número indicador directo del grado de
infestación. En general,
es una tenia más resistente por la presencia de cisticercoides en la
mucosa intestinal, por lo que el ciclo
de tratamiento debe ser repetido entre 7 y 10 días (1).
Teniasis (Taenia saginata y solium)
Etiopatogenia
La teniasis por
Taenia solium prevalece en países de
África, Asia y América Latina, especialmente en áreas
urbanas y rurales que carecen de infraestructura sanitaria adecuada, de medios económicos, de higiene
eficiente, y donde los cerdos tienen acceso libre a la
materia fecal humana. Su ciclo de vida requiere de un
huésped intermediario -el cerdo- para la forma quística o cisticerco y un huésped definitivo -el humano- en
su forma adulta. Los porcinos son la fuente para la
teniasis humana, enfermedad producida por la ingesta
de carne cruda o mal cocida contaminada por cisticercos. El ciclo de vida es mantenido cuando los cerdos
tienen acceso a las heces que contienen huevos de
Taenia solium, dando origen a la cisticercosis porcina. Los
humanos también pueden actuar como huéspedes intermediarios por la ingestión de huevos, ocasionando
en ellos la cisticercosis (28).
Clínica
Variada y leve. Particularmente de tipo irritación mecánica e
inespecífica que incluye meteorismos, náuseas y dolor abdominal. Ocurre
la salida frecuente de
proglótides a nivel anal con molestia y prurito; así mismo, la
observación del deslizamiento de estas por los
MMII dejando un líquido lechoso muy pruriginoso y
muy rico en huevos (29).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Es fundamental la visualización de proglótides en heces. De igual modo,
la determinación de coproantígenos por EIA (aunque presenta reactividad
cruzada con
otros cestodos), útil para la comprobación de la efectividad del
tratamiento.
La principal forma de prevenir la enfermedad es el tratamiento de las carnes de cerdo desde el proceso de
sacrificio y cultivo, hasta la adecuada cocción o congelación prolongada. La adecuada eliminación de las
excretas resulta también fundamental. Se usa como
criterio de curación el hallazgo del escólex en materia
fecal tras el tratamiento. Dicha verificación implica el
examen de las heces con resultado negativo, mínimo
tres meses siguientes al tratamiento; además, la negativización de coproantígenos (30).
Cisticercosis (Taenia solium)
Etiopatogenia
Es la afectación tisular de la larva de la
T. solium.
El
hombre ingiere huevos de este subtipo de tenia y al
llegar al ID, atraviesan la pared intestinal logrando
avanzar hasta el sistema circulatorio, pulmones y el corazón izquierdo;
desde allí se distribuyen arterialmente a otros lugares del organismo,
especialmente SNC,
tejido celular subcutáneo, músculos y ojos, en los que
consolidan quistes o cisticercos, que pueden permanecer durante años y
que al morir producen infecciones
severas acompañadas de reacciones inmunitarias graves (30).
Clínica
Principalmente neurocisticercosis con epilepsia de
aparición tardía, cefalea y signos de HTIC, síndrome
psicótico, meningitis aséptica, síndrome de los pares
craneales y síndrome medular. A nivel cutáneo se presentan nódulos subcutáneos y musculares blandos y
no dolorosos. Adicionalmente, afectación oftálmica
con frecuencia única y unilateral. Si la larva muere,
puede producir importante reacción inflamatoria y
provocar importante reacción uveal, desprendimiento
de retina y ceguera (1).
Diagnóstico, tratamiento y prevención
Imagenológica mediante TC cerebral o RNM en paciente originario o visitante de zonas endémicas con
sintomatología neurológica. Inmunodiagnóstico con
Inmunoblot. Suelen añadirse al tratamiento corticoides, antiepilépticos y cirugía si aparecen signos
de HTIC. Los controles son requeridos desde los 3
y hasta los 6 meses (mínimo) después de concluir el
tratamiento. La crianza tecnificada e higiénica de los
cerdos y la adecuada cocción de los alimentos siguen
siendo las principales medidas de prevención contra la
enfermedad (31).
Tabla 2. Tratamiento de los parásitos intestinales más frecuentes. Fuente: (1)
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