Cambios gastrointestinales en el envejecimiento: impacto sobre la alimentación y el estado nutricional.
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David López ¹
, Cristina Posada Álvarez ²
, Patricia Savino Lloreda ³
Resumen
Durante el envejecimiento se presentan una serie de cambios
biológicos y psicológicos que tienen un
impacto social y económico en la población a medida que avanza su edad.
Uno de los sistemas con
cambios fisiológicos que guarda una estrecha relación con el estado
nutricional es el tracto gastrointestinal. Cada una de sus secciones
presenta modificaciones que alteran, en una u otra medida, la
motilidad, la digestión o la absorción de la energía y nutrientes, con
efectos deletéreos como la pérdida de la masa musculoesquelética, la
disminución en la funcionalidad y la alteración en la calidad
de vida, que finalmente contribuye al aumento de la incidencia de
desnutrición proteico calórica y
sarcopenia. La vejez es una etapa en la que la presencia de
enfermedades crónicas incrementa los problemas nutricionales debido al
impacto propio de las patologías, sus efectos gastrointestinales, el
uso
de medicamentos y la inadecuada indicación de dietas restrictivas, que
sin la apropiada orientación
de un profesional en nutrición y dietética, pueden favorecer y
exacerbar la desnutrición. Esta revisión
describe los cambios en la función gastrointestinal que ocurren durante
el envejecimiento y los efectos
sobre el estado nutricional, y expone las consecuencias de las
modificaciones en términos del perfil,
contenido de nutrientes y consistencia de la alimentación del adulto
mayor.
Key words: Envejecimiento; tracto gastrointestinal; estado nutricional; enfermedad crónica; dietoterapia.
Gastrointestinal changes in aging: Impact on diet and nutritional status
Abstract
During aging, a series of biological and psychological changes occur
that have a social and
economic impact on the population as they age. One of the systems with
physiological changes that is closely related to nutritional status is
the gastrointestinal tract. Each of its sections
presents modifications that alter, in one way or another, motility,
digestion or absorption of energy and nutrients, with deleterious
effects such as loss of musculoskeletal mass, decreased
functionality and alteration in quality of life, which ultimately
contributes to the increased incidence of protein-calorie malnutrition
and sarcopenia. In addition to the above, old age is
a stage where the presence of chronic diseases increases nutritional
problems, due to the
impact of pathologies, their gastrointestinal effects, the use of
medications and the inadequate
indication of restrictive diets, which without the appropriate guidance
of a professional in nutrition and dietetics, can favor and exacerbate
malnutrition. This review describes the changes
in gastrointestinal function that occur during aging and the effects on
nutritional status, as well
as the consequences of changes in terms of profile, nutrient content,
and consistency in the
diet of the elderly.
Key words: Aging; gastrointestinal tract; nutritional status; chronic disease; diet therapy.
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¹ Nutricionista Dietista, Especialista en epidemiología clínica. Centro Latinoamericano de Nutrición (CELAN).
² Nutricionista Dietista, Especialista en bioquímica clínica. Centro Latinoamericano de Nutrición (CELAN).
³ Nutricionista Dietista, MBA en salud. Centro Latinoamericano de Nutrición (CELAN).
Introducción
De acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección
y Social de Colombia, el envejecimiento humano se
define como “un proceso multidimensional de los seres
humanos que se caracteriza por ser heterogéneo, intrínseco e
irreversible; inicia con la concepción, se desarrolla durante el
curso de vida y termina con la muerte. Es un proceso complejo de cambios biológicos y psicológicos de los individuos
en interacción continua con la vida social, económica, cultural y ecológica de las comunidades, durante el transcurso del
tiempo” (1). En el caso de Colombia, se considera que
una persona es adulto mayor cuando cumple 60 años
o más, y se estimó para 2020 que 6.808.451 personas
pertenecerían a este grupo, siendo aproximadamente
el 14 % de la población total (2).
La desnutrición es una condición común observada
en los adultos mayores. Según la encuesta SABE 2015
(Salud, Bienestar y Envejecimiento) realizada por el
Ministerio de Salud y Protección Social, el 38,6 %
de la población colombiana adulta mayor tiene desnutrición o se encuentra en riesgo de desarrollarla. Se
presenta con mayor frecuencia cuando se conjugan las
siguientes variables: origen rural, sexo femenino, nivel
socioeconómico bajo y se tienen más de tres enfermedades crónicas (3).
Existe una asociación positiva entre un inadecuado estado nutricional y
el riesgo de caídas (OR 1,8 IC95 %:
1,09 a 3,18) (4), situación que contribuye a la presencia
de otras comorbilidades (5). Además, se ha identificado que la
mortalidad debida a desnutrición proteico-calórica se incrementa a
medida que aumenta la edad.
Según el estudio de Rodríguez y Sichacá (6), se observó en el año 2015
que la proporción de mortalidad fue
4,3 % en el grupo de 65 a 69 años, 6,2 % en el grupo
de 70 a 74 años, 10,3 % en el grupo de 75 a 79 años y
44,8 % en el grupo de mayores de 80 años.
Adicional a los factores previamente descritos asociados con la
desnutrición, el envejecimiento por
sí mismo causa degeneración de tejidos y órganos,
que a su vez generan el deterioro de las funciones
fisiológicas. Es así como las funciones del sistema
digestivo también se encuentran afectadas; sin embargo, es difícil
determinar cuáles son los cambios
derivados por el propio envejecimiento y cuáles son
consecuencia de algunas enfermedades como diabetes, tumores malignos y
el uso crónico de medicamentos. La cantidad y calidad de la
alimentación
también es un factor clave que ayuda a mantener
adecuados estados de salud y bienestar. La ingesta
en los adultos mayores está influenciada por factores internos y
externos, incluidos las ‘9 Ds’ (por sus
iniciales en inglés): dentición, disgeusia, disfagia,
diarrea, depresión, enfermedad, demencia, disfunción y medicamentos
(7).
El objetivo de esta revisión narrativa es describir los
cambios en la función gastrointestinal que ocurren con
el envejecimiento y sus posibles efectos sobre el estado nutricional, así como exponer las consecuencias de
las modificaciones en términos del perfil, contenido
de nutrientes y consistencia en la alimentación en el
adulto mayor.
Alteraciones gastrointestinales y su
efecto nutricional
Cavidad oral
Durante el proceso de envejecimiento se presentan
cambios fisiológicos en el sistema estomatológico
relacionados con la disminución en el olfato y el
sabor, lo que facilita la disgeusia, condición poco
evaluada en los adultos mayores, que afecta el consumo de alimentos y,
por ende, el estado nutricional.
Se observa en personas con enfermedades crónicas,
hospitalizados o que viven en hogares de cuidado,
así como en aquellas que utilizan medicamentos
comunes en esta edad como los inhibidores de la
enzima convertidora de angiotensina (captopril o
ramipril), estatinas (atorvastatina o simvastatina),
inhibidores de la bomba de protones, tratamientos
para la gota (colchichina o alopurinol) y corticosteroides entre otros
(8). Correia y colaboradores encontraron que hasta el 74 % de los
adultos mayores
tenían alteraciones en el gusto y 22 % en el olfato
(9), mientras que Ahmed y Haboubi reportaron que
más del 60 % de las personas entre 65 y 80 años
y el 80 % de los mayores de 80 años presentaban
disminución del gusto y el olfato (10). El deterioro
del gusto aumenta 2,5 veces y la disfagia 5 veces el
riesgo de desnutrición (11).
Adicionalmente, los antecedentes de enfermedad periodontal y el
inadecuado cuidado oral, pueden provocar la disminución en el número de
piezas dentales, lo
que se asocia con pérdida de peso (12-14). Estas se relacionan con
enfermedades crónicas y el uso continuo
de medicamentos o polifarmacia (18). La xerostomía
se asocia con baja ingesta de nutrientes como vitamina
E, ácido fólico, flúor y ácidos grasos omega 3, y un
bajo consumo de agua (19).
Esófago
La prevalencia de las enfermedades del tracto gastrointestinal superior
se incrementan a medida que la persona envejece; existe una disminución
en la inervación
del sistema nervioso entérico durante el envejecimiento que conlleva a
la reducción de la motilidad a lo largo del tracto gastrointestinal que
lo afecta de diferente
forma e intensidad (20).
La disfagia se considera más una consecuencia a diferentes patologías
que al mismo proceso de envejecimiento. La prevalencia de disfagia en
los adultos
mayores puede variar entre 13 y 59 %, dependiendo
del método de evaluación (21). Esta puede ocurrir en
el adulto mayor, secundario a los accidentes cerebrovasculares,
cirugías de cabeza y cuello y enfermedades
neurológicas progresivas; puede ser de origen orofaríngeo o esofágico
dependiendo de la enfermedad de
base; y algunas pueden ser tratadas y reversibles (
cuadro 1).
Cuadro 1. Causas de disfagia según patología. Fuente:
modificado de la referencia (22).
a. Disfagia orofaríngea
La aparición de disfagia orofaríngea es frecuente en el
adulto mayor y se asocia con alteraciones faríngeas y
disfunciones del esfínter esofágico superior (EES). Se
relaciona con la presencia de desórdenes neuromusculares o enfermedades
del sistema nervioso central,
tales como el accidente cerebrovascular (ACV), la enfermedad de
Parkinson, la esclerosis múltiple, el divertículo de Zenker y los
osteofitos cervicales. Sus síntomas incluyen reflujo o salida de
líquidos por la nariz,
tos persistente, ronquera húmeda, atragantamiento y
necesidad constante de aclarar la garganta. Los signos
clínicos incluyen desgaste progresivo, deshidratación,
y bronquitis recurrente.
La disfagia hacia sólidos podría indicar estrechez anatómica y podría
llevar a intolerancia a los líquidos si
la estrechez empeora. La disfagia mixta para sólidos
y líquidos puede producirse tanto por alteraciones de
la motilidad esofágica como por lesiones neurológicas.
Los pacientes que la padecen tienen mayor intolerancia a los líquidos
claros y mayor riesgo de broncoaspiración. La regurgitación de
alimentos sólidos puede
ser de origen orofaríngeo o esofágico. La regurgitación
tardía puede ser causada por el divertículo de Zenker,
la acalasia, o pseudoacalasia (22).
En los pacientes con ACV se presentan diferentes
signos y síntomas, dependiendo del sitio de la lesión.
Aquellos con ACV del hemisferio izquierdo tienen
apraxia verbal y oral, compensan de manera espontánea con deglución, tienen riesgo de aspiración y 1 de
cada 20 pacientes requieren nutrición enteral (22). Los
ACV del hemisferio derecho no compensan con deglución espontánea, el riesgo de aspiración es frecuente y
1 de cada 3 pacientes requieren nutrición enteral. En
el ACV troncoencefálico existe un alto riesgo de presentar disfagia, razón por la que casi la totalidad de los
pacientes requieren nutrición enteral (23-25).
El tratamiento de la disfagia en los pacientes con ACV
incluye modificaciones posturales y de alimentación.
Inicialmente se evitan los líquidos y los alimentos que
requieren masticación, se recomienda la inclinación
de la cabeza en un ángulo de 45 o porque facilita el
mantenimiento vallecular del material hasta que la
fase de la contracción de la faringe se inicie. El bolo
alimenticio no debe exceder los 2 ml. Los pacientes
que no obedecen órdenes requieren técnicas involuntarias de alimentación (22).
b. Disfagia esofágica
Este tipo de disfagia se atribuye al “presbioesófago”,
desorden que resulta de los cambios endógenos de
la función esofágica. En un inicio por falta de exámenes diagnósticos
esta alteración se atribuyó al envejecimiento, sin embargo, con la
disponibilidad de
mejores métodos diagnósticos y tecnología más sofisticada para medir la
peristalsis esofágica (como la
manometría esofágica), se aclaró que la función del
esfínter esofágico inferior tiene una alteración sutil en
el adulto mayor en comparación con adultos jóvenes,
aun cuando no se presentan síntomas (26,27). Entre
otros trastornos motores encontrados en adultos mayores están la
acalasia, el espasmo esofágico difuso y
la aperistalsis, etc.
Una causa común de la disfagia esofágica en el adulto
mayor es el uso crónico de medicamentos (esofagitis
por píldora) tales como tetraciclina, quinidina, alendronato,
medicamentos antiinflamatorios no esteroidales y cloruro de potasio,
debido a disminución en la
motilidad esofágica y aclaramiento (28), que afectan la
eficacia y seguridad de la deglución (29). Su diagnóstico usualmente es
clínico y puede complementarse con
estudio endoscópico alto.
Otros medicamentos que llegan a influir en la aparición de la disfagia
son los opioides, narcóticos, antidepresivos, anticolinérgicos,
benzodiazepinas y medicamentos antiepilépticos, que pueden modificar el
estado de alertamiento e inducir alteraciones en la
motilidad esofágica (30).
Con el propósito de establecer definiciones estandarizadas acerca de la modificación en consistencia de
alimentos y bebidas para personas con diagnóstico de
disfagia, en el año 2013 se desarrolló la
International
Dysphagia Diet Standardisation Initiative, (IDDSI por su
sigla en inglés). Esta iniciativa consiste en 8 niveles de
consistencias (0 a 7). Los líquidos espesos se miden de
los niveles 0 a 4 y los alimentos sólidos se miden de los
niveles 5 a 7 (figura 1) (31).
La selección en la consistencia debe hacerse con la fonoaudióloga
especialista en deglución y con las ayudas
diagnósticas requeridas; su manejo debe ser integral,
uniendo el concepto médico, el del profesional en nutrición y el
responsable en la preparación de alimentos. Debido a que la disfagia
puede ser cambiante, se
requieren evaluaciones periódicas del avance o retroceso en el proceso
de deglución, la tolerancia de los
alimentos y la evaluación del estado nutricional, para
modificar la alimentación de acuerdo con las necesidades específicas
del paciente y recordar que algunas
disfagias se producen por estados de deficiencia proteica que
disminuyen la masa muscular y debilitan los
músculos de la deglución.
Estómago
El vaciamiento gástrico depende de la actividad motora coordinada entre
el estómago proximal, distal y
el duodeno, que está controlada por señales neurales
y humorales generadas por la interacción de los nutrientes con el
intestino delgado (32). El envejecimiento se asocia con una disminución
en el vaciamiento
gástrico, un ejemplo de ello lo reporta el estudio de
Watson y colaboradores, en el cual se encontró que
la velocidad de vaciamiento gástrico osciló entre 2,2
y 3,9 kcal/min en jóvenes, y entre 1,6 y 3,3 kcal/min
en sujetos mayores (33). Un estudio reciente encontró
que, aunque la motilidad gástrica no se asocia con la
presencia de sarcopenia (34), la fragilidad si está relacionada con
alteraciones de la motilidad gástrica y de
la vesícula biliar (35).
Es posible que la disminución del vaciamiento gástrico
genere alteraciones en la regulación del apetito, lo que
acentúa la “anorexia del envejecimiento”, común en
este grupo de edad (36), por lo que es probable que
promueva la pérdida de peso, afectando particularmente al sistema músculo esquelético. Lo anterior se suma
a la baja ingesta de energía y proteínas, propias de la
edad.
Figura 1. Categorías de las texturas de alimentos y espesamiento de líquidos según The International Dysphagia Diet
Standardisation Initiative (2019). The International Dysphagia Diet Standardisation Initiative (IDDSI por su sigla en
inglés) fue creada en el 2013 con el objetivo de desarrollar nueva terminología y definiciones globales estandarizadas
que describan los alimentos con textura modificada y bebidas espesas utilizadas para individuos disfágicos de todas
las edades, entornos sanitarios y culturas. El marco y los descriptores de la IDDSI están autorizados bajo la licencia
Creative Commons Attribution---Sharealike 4.0 International License https://creativecommons.org/licenses/by---sa/4.0/
10 octubre, 2016. (traducido al español por Natalia Badilla Ibarra). Fuente: tomado de la referencia (31).
La secreción de pepsina se reduce alrededor del 40 %
y se acompaña de la disminución de la secreción de
ácido gástrico, lo que genera aumento en la prevalencia de infección por
Helicobacter pylori, gastritis atrófica
crónica (37) y deficiencia de vitamina B12. La gastritis
atrófica comúnmente encontrada en esta población
lleva a disminución en la secreción de ácido gástrico,
pepsina y factor intrínseco, que a su vez lleva a deficiencia de nutrientes como la vitamina B12. El estudio
de Porter identificó deficiencia de esta vitamina en el
38 y el 21 % de los adultos mayores con gastritis atrófica y en las personas que utilizan inhibidores de bomba
de protones, respectivamente (38).
La dispepsia puede asociarse con causas orgánicas
como cáncer, reflujo gastroesofágico (RGE) y enfermedad úlcero-péptica.
La alta prevalencia de RGE se encuentra relacionada
con alteraciones esofágicas (disminución de la función
del esfínter esofágico inferior), disminución de la peristalsis, hernia hiatal y el empleo de medicamentos
inherentes a la edad. El RGE en este grupo poblacional puede ser asintomático durante muchos años hasta
que el daño que se produce a nivel esofágico sea severo
(39).
Los requerimientos nutricionales se modifican de manera sustancial en
RGE solo en los casos en que existe
anemia por deficiencia de hierro y en aquellos que hay
estrés metabólico secundario a las infecciones pulmonares recurrentes
por broncoaspiración. Algunas recomendaciones nutricionales pueden
evitar o disminuir el
reflujo tales como la disminución en el consumo de
alimentos grasosos, chocolate, café cafeínado o descafeínado, alcohol,
jugos cítricos y alimentos a base de
tomate o salsa de tomate. Las medidas más importantes que ayudan a
disminuir la sintomatología del
RGE son: evitar comidas copiosas cerca del momento de dormir (incluye
siestas) e incluso la ingesta de
comidas pequeñas a lo largo del día, la cena debe ser
por lo menos tres horas antes de acostarse, se debe
elevar la cabecera de la cama y disminuir el consumo
de líquidos durante las comidas. Una alimentación
baja en grasa, seca y fraccionada durante el día contribuye a disminuir
la sintomatología causada por el
RGE.
Gastroparesia
Un estómago normal usualmente se vacía entre 2 y 2,5
horas después de una comida mixta y sólida. Por medio de una
gammagrafía de vaciamiento para sólidos
se pueden medir alteraciones en el vaciamiento gástrico hasta las 4
horas; si existe un retraso más allá de
este rango se denomina gastroparesia. Esta patología
es más frecuente en personas con diabetes tipo 1 o 2
y se presenta con mayor frecuencia en personas con
más edad, en comparación con la idiopática que ocurre en adultos de
edad mediana o menores. El manejo
de la sintomatología es médico y nutricional. La intervención dietética
se enfoca en las modificaciones de la
cantidad, composición y textura de los alimentos. Un
tratamiento estándar se basa en fraccionar la alimentación entre 4 y 6
comidas pequeñas, bajas en grasa y fibra. Los alimentos blandos,
húmedos y líquidos se toleran mejor debido a que abandonan el estómago
más
rápido por su consistencia, al menor tamaño de sus
partículas y a que el estómago prioriza la evacuación
de líquidos, cuando los sólidos y líquidos se consumen
en forma simultánea. Algunos pacientes toleran más
las grasas líquidas que las sólidas, por lo que agregar
aceite de oliva o emplear suplementos nutricionales
orales, puede contribuir con un aporte de calorías en
un volumen menor. Es fundamental que los alimentos
estén partidos o cortados en trozos pequeños, que se
mastiquen bien antes de deglutirlos para disminuir el
tamaño de la partícula. La ingesta de alcohol se debe
reducir ya que altera la motilidad gastrointestinal.
Las recomendaciones nutricionales deben ser individualizadas con el
objeto de lograr una alimentación
balanceada, variada y nutritiva, teniendo en cuenta
que se pueden presentar deficiencias de algunas vitaminas como la A, B6
, C y K y de minerales como el
hierro, potasio y zinc. La suplementación de estos micronutrientes en
forma de pastillas es mal tolerada y
puede causar obstrucción por masas de medicamentos
no digeridas, denominados farmacobezoares; por lo
tanto, se recomiendan suplementos de vitaminas o minerales en forma
líquida, masticable o sublingual. En
gastroparesia severa, la nutrición puede estar tan comprometida que
existe una pérdida de peso continua
con compromiso del estado nutricional. En estos casos
se necesita un diagnóstico e intervención nutricional
temprana, a fin de evitar una complicación mayor. En
algunas situaciones la intolerancia a la alimentación,
combinada con una continua pérdida de peso y con el
deterioro del estado nutricional, hacen necesario la implementación de
nutrición enteral distal por sonda (yeyuno) con fórmulas poliméricas
libres de FODMAPs
(acrónimo por sus siglas en inglés), de oligosacáridos
fermentables, disacáridos (lactosa), oligosacáridos,
disacáridos (lactosa), monosacáridos (fructosa) y polioles (azúcares de
alcoholes como xilitol y maltitol)).
Los casos más severos requieren administración distal
de fórmulas oligoméricas e incluso nutrición parenteral total o
suplementaria (39).
Páncreas, hígado y vesícula biliar
Las secreciones del páncreas, de la vesícula biliar y la función
hepática disminuyen con la edad, probablemente como resultado de los
cambios regulatorios del tracto gastrointestinal y de enfermedades
que afectan los órganos
per se.
La disminución de la
función de estos órganos puede tener efectos profundos en la digestión
y absorción tanto de macronutrientes como de micronutrientes,
induciendo a estados de
desnutrición importantes. Por ejemplo, las alteraciones
en la utilización de las grasas puede resultar en aportes calóricos
inadecuados, malabsorción de vitaminas
liposolubles y esteatorrea. En el caso del hígado, la
edad disminuye su tamaño y el flujo sanguíneo, lo que
influye en el metabolismo de los medicamentos que el
paciente tiene prescritos, los cuales son múltiples en el
adulto mayor (39).
Intestino delgado
En el intestino delgado es donde se completa la digestión de proteínas, grasas y casi la totalidad de los
carbohidratos, y donde la mayoría de los nutrientes se
absorbe. La presencia de enfermedades y alteraciones
que afectan el intestino delgado puede influir sobre la
capacidad de absorción, lo que genera un efecto profundo en el estado nutricional (22,39).
La absorción intestinal en individuos sanos se ve poco
afectada por la edad, y las células epiteliales que se encuentran a lo largo del borde del cepillo de la mucosa
del intestino delgado mantienen su función. El tipo y
la cantidad de secreciones en respuesta a la presencia y
composición del quimo en el intestino delgado pueden
cambiar como resultado de alteraciones en los sistemas
reguladores secretores. El intestino delgado actúa como
una barrera que bloquea agentes infecciosos y tóxicos,
evitando que generen procesos nocivos sistémicos. Las
alteraciones de la integridad de la mucosa intestinal
pueden afectar la absorción de nutrientes y permitir el
paso de sustancias nocivas hacia la circulación.
Las alteraciones de la función inmune, del microbioma intestinal y la
disminución en la respuesta a las infecciones pueden ocurrir con el
transcurso de los años.
La enfermedad celíaca o inducida por medicamentos,
la enteritis infecciosa, la insuficiencia mesentérica vascular y la
obstrucción linfática (40), asimismo, la disminución de la secreción de
ácido gástrico puede provocar un sobrecrecimiento bacteriano en el
intestino
delgado con posterior malabsorción, pérdida de peso y
deficiencia de algunos nutrientes (41).
La deficiencia de la disacaridasa lactasa es el desorden
más común presente en la digestión de carbohidratos.
Los adultos mantienen entre 10 y 30 % de la actividad
intestinal de la lactasa y desarrollan sintomatología
cuando la ingesta de lactosa supera la producción de
lactasa. Es más, el diagnóstico es realizado por el mismo individuo
quien presenta distensión, calambres,
gases, flatulencia y algunas veces diarrea. Esta sintomatología se
produce debido al efecto osmótico de la
lactosa no hidrolizada y sin absorber, que atrae líquido
hacia el lumen intestinal, resultando en un paso rápido de contenido
hacia el intestino delgado y posteriormente al colon. Las bacterias
colónicas hidrolizan la
lactosa hacia el ácido láctico y ácidos grasos de cadena
corta, disminuyendo el pH de la materia fecal. La deficiencia de
lactasa en el adulto mayor es importante
debido a que la disminución en la ingesta de lácteos
genera un potencial déficit, tanto de proteínas como
de calcio (39,42,43). En estos casos, la recomendación
es el consumo de productos lácteos totalmente deslactosados o bajos en
lactosa. Es necesario agregar, que
los quesos en general son bajos en lactosa al igual que
muchos de los productos lácteos fermentados (
tabla 1).
Las carnes no contienen muy poca lactosa, solo se encuentra en aquellos que en su elaboración o preparación
se les adiciona productos lácteos, como los embutidos.
Es posible que los productos a base de leche, como la
margarina y la mantequilla puedan contener una baja
cantidad de lactosa.
La prohibición generalizada de los lácteos en la población por parte de
los profesionales de la salud sin un conocimiento adecuado del
contenido de lactosa en
los alimentos impacta de manera importante el estado
nutricional (42). No es apropiado la recomendación de
las bebidas vegetales como soya y almendra, ya que
estas no ofrecen la cantidad ni la calidad proteica que
aporta la leche de vaca, y carecen de cantidades apropiadas de otros
nutrientes como vitamina A, D, calcio
y fósforo (44,45).
Tabla 1. Contenido de lactosa en alimentos comúnmente disponibles. Fuente: elaboración a partir de la información de la
referencia (73) y de una industria de alimentos en Colombia.
Intestino grueso
En los adultos mayores se observa una degeneración
de los mecanismos neurales en el sistema nervioso
entérico que puede facilitar un tránsito colónico retrasado y promover
el estreñimiento crónico funcional (46). Es la condición más común
presente en el
adulto mayor y se atribuye a varios factores, principalmente al tipo de
alimentación, al comportamiento y la
inactividad física. La prevalencia de estreñimiento funcional en
adultos mayores se encuentra alrededor del
19,8 % (47), sin embargo, esta cifra puede aumentar a
26,8 % cuando se presenta fragilidad, siendo mayor en
mujeres (32,4 %) que en hombres (21,8 %) (48).
Al parecer, la composición de la microbiota es diferente en los adultos
mayores que presentan estreñimiento. El estudio de Guo y colaboradores
indica que el
estreñimiento se asocia con menor concentración de
Firmicutes y Proteobacteria, pero que a su vez se observa abundancia de especies como
Bacteroides, Prevotella,
Lactococcus, Ruminococcus y Butyricimonas, siendo este
comportamiento similar en la población evaluada (49).
La deshidratación, la demencia, las limitaciones funcionales, las enfermedades crónicas, las enfermedades
neurológicas como la esclerosis múltiple y el Parkinson son factores que pueden desencadenar el estreñimiento en adultos (39).
Existen algunos medicamentos que favorecen esta
condición, uno de los más frecuentes es el empleo de
opioides; alrededor del 12,6 % de los pacientes que los
usan presentan estreñimiento (50). De igual manera,
se ha observado que el estreñimiento se asocia con sarcopenia y una marcha lenta (51).
El manejo del estreñimiento crónico requiere un diagnóstico cuidadoso
de sus causas y consecuencias. El
tratamiento nutricional demanda mantener una ingesta diaria entre 25 y
40 g/d en la alimentación diaria, y
suplementación de más de 10 g/d fibra (52). Para esto
se debe adecuar la alimentación ajustando el consumo
de frutas, verduras, nueces y leguminosas entre 5 y 8
porciones en el día, incremento del consumo de líquidos entre 30 y 35
ml/kg/d (salvo en aquellas condiciones en las que es necesaria la
restricción de líquidos)
y seleccionar cereales y panes integrales. Es necesario
tener en cuenta que el incremento en el consumo de
fibra debe acompañarse de aumento en la ingesta de
líquidos para evitar la impactación fecal, ya que muchas veces el
estreñimiento se presenta por volúmenes
de líquidos insuficientes. El incremento súbito en el
consumo de fibra o la selección de algunos alimentos
puede producir gases, distención y malestar, por lo que
se recomienda incrementar paulatinamente la fibra y
evaluar la tolerancia a los FODMAPs, seleccionando
aquellos alimentos libres o bajos en FODMAPs. El
tratamiento del estreñimiento es integral; se recomienda que además del
manejo médico y nutricional, la
persona tenga una rutina disciplinada para hacer deposición, vaya al
baño cuando tenga necesidad y realice ejercicio físico diario. Cuando
el consumo de fibra
por diferentes razones es limitado, se recomienda el
consumo diario de 2 a 4 cucharadas de linaza en 200
ml de agua, con suficiente ingesta de líquidos.
Otros
La anorexia del envejecimiento es un síndrome geriátrico altamente
prevalente, que describe los cambios
relacionados con la edad que reducen el consumo de
energía y aumentan la probabilidad de desnutrición,
sarcopenia y fragilidad en el adulto mayor, convirtiéndose también en
un predictor de morbilidad y mortalidad (7,53,54). Además, una
disminución de las hormonas gastrointestinales (p. ej. Grelina), con
cambios
adversos concomitantes en la señalización anoréxica
(p. ej., neuropéptido Y, péptido YY (PYY), orexina A,
leptina, colecistoquinina (CCK)), conducen a la alteración de la
regulación del apetito. Si bien la grelina es el
único péptido que aumenta el apetito, otras hormonas
-como CCK y PYY-, se reconocen como mediadores
relevantes en la saciedad (55). En la figura 2 se resume
la relación entre las alteraciones gastrointestinales y la
desnutrición en adultos mayores.
La anorexia en el adulto mayor puede ocurrir como resultado de
diferentes factores relacionados con el proceso de envejecimiento, los
cuales deben determinarse
para poder realizar un tratamiento efectivo. Las dietas
restrictivas, bajas o libres de sal y azúcar, consumir comidas
abundantes y la dificultad en la adquisición y
preparación de alimentos, pueden ser factores modificables. El manejo
inicial básico que ayuda a contrarrestar el problema de malnutrición
más severo incluye
comidas pequeñas, fraccionadas entre 4 y 6 por día, de
agradable sabor y comer acompañado. Se recomienda
inicialmente la fortificación de alimentos con módulos
de proteínas y/o grasas antes de sustituir los alimentos
por suplementos nutricionales completos.
Envejecimiento, estado nutricional y
dietas restrictivas
En la literatura científica se ha descrito la asociación
entre los cambios en el estado nutricional que se presentan durante el
envejecimiento, la gran mayoría de ellos relacionados o secundarios a
comorbilidades. El
estado nutricional en el adulto mayor no debe reducirse a la
interpretación del índice de masa corporal
derivado de la evaluación del peso y la talla, sino al
análisis de otros marcadores como la ingesta de alimentos, los
perímetros corporales, la masa muscular,
la funcionalidad y el examen físico, todo lo anterior
sin olvidar el componente social y económico de este
grupo de edad. El metaanálisis de Besora-Moreno
y colaboradores (46) indicó que la desnutrición o el
riesgo de presentarla en adultos mayores se asocia con
tener un bajo nivel educativo (OR 1,48 IC95 % 1,33
a 1,64), vivir solo (OR 1,92 IC95 % 1,73 a 2,14), ser
soltero, separado o divorciado (OR 1,73 IC95 % 1,57
a 1,90), y un bajo nivel económico (OR 2,69 IC95 %
2,35 a 3,08) (56).
Figura 2. Relación entre las alteraciones gastrointestinales frecuentes en el envejecimiento y la desnutrición.
Fuente: elaboración a partir de la referencia (79)
La disminución en la capacidad de digestión y absorción, la menor
liberación de pepsina y la anorexia por
envejecimiento, contribuyen a que la proteína ingerida
a través de los alimentos sea absorbida en menor cantidad. De la misma
forma, se ha reportado que entre
el 14 y 30 % de los adultos mayores tienen una ingesta
de proteína por debajo del límite inferior a la recomendación general
(0,8 g/kg/día) (57), sin embargo, la Sociedad Europea de Nutrición
Enteral y Parenteral (ESPEN, por su sigla en inglés) desde 2014
recomienda un
aporte de proteína en adultos mayores sanos entre 1,0
y 1,2 g/kg/d, mientras que en adultos mayores con enfermedades agudas o
crónicas indica 1,2 a 1,5 g/kg/d
(58). El aporte de proteína es esencial en el adulto mayor, en especial
la proteína de origen animal, debido
a que esta tiene un mejor perfil de aminoácidos que
promueven la síntesis de masa muscular, y en mayor
medida, cuando se realiza actividad física. Algunos estudios recientes
indican que el empleo de una mayor
proporción de proteína de fuente vegetal se asocia con
menor mortalidad (59-61), lo cual es un desenlace en salud apropiado en
los adultos mayores. No obstante,
estos estudios no tienen en cuenta el estado nutricional
de base o la ingesta total de energía y nutrientes. Por
lo anterior, es necesario ser cauteloso en el momento
de indicar dietas modificadas en la fuente de proteína,
sin el acompañamiento de un profesional en nutrición.
La biodisponibilidad limitada de la proteína, unida a
la presencia de enfermedades crónicas, producen cambios en la
composición corporal, que incluyen pérdida
de agua corporal, masa ósea y magra (62). Cuando hay
pérdida en la cantidad y función de la masa muscular
se conoce como sarcopenia (63), que puede ser primaria o secundaria a
enfermedades (64). Un reciente metaanálisis de revisión tipo sombrilla
identificó que la
presencia de sarcopenia en adultos mayores tiene una
asociación con diferentes desenlaces en salud (tabla 2)
(65). De igual manera, a medida que la masa muscular
disminuye también lo hace el contenido de agua, lo
cual aumenta el riesgo de deshidratación. Esta última
es más común cuando se envejece, ya que la respuesta
a la sed y la función renal disminuyen (62).
La multimorbilidad, definida como la presencia de
dos o más enfermedades en una persona, es otra situación crítica durante el envejecimiento. Un ejemplo
de ello es el estudio de Melo y colaboradores en Brasil, que identificó que el 53 % de los adultos mayores
presentaban dos o más enfermedades (66), siendo los
grupos más comunes las enfermedades cardíacas, las
demencias y deficiencias sensoriales; las enfermedades
cardíacas, respiratorias y psiquiátricas; la diabetes, enfermedades musculoesqueléticas y vasculares (67), por
lo que es lógico pensar que el tratamiento de estas condiciones requieren el uso de varios fármacos a la vez.
La Encuesta de Salud de España en 2017, reveló que
el 27,3 % de los adultos mayores usan 5 o más medicamentos al día, y 0,9 % utilizan 10 o más medicamentos
(68). Se ha descrito interacción entre medicamentos y
nutrientes o los efectos secundarios de estos, como la
anorexia, las náuseas, el vómito y las pérdidas sensoriale que afectan la ingesta de alimentos con posterior
efecto deletéreo sobre el estado nutricional (53,69).
En la tabla 3 se describen los efectos secundarios de
medicamentos sobre algunos aspectos del estado nutricional.
Dado que la prevalencia de patologías crónicas en el
adulto mayor es elevada, para varias de ellas el manejo nutricional es parte integral del tratamiento. Una
prioridad para muchos adultos mayores es consumir
suficientes alimentos para prevenir la pérdida no intencional de peso y la desnutrición. En este sentido
las restricciones alimentarias que están diseñadas con
el objetivo de mejorar la salud, pueden tener el efecto
contrario, ya que tienen poca variedad y palatabilidad,
que reduce el placer de comer y genera una disminución en la ingesta de alimentos (53).
Tabla 2. Efectos de la presencia de sarcopenia sobre diferentes desenlaces en salud en adultos mayores (≥ 65 años). Fuente:
elaboración propia a partir de la información de la referencia (65)
OR: odds ratio; IC95%: intervalo de confianza al 95 %. * Mayores de 60 años.
Cuadro 2. Restricciones injustificadas para el adulto mayor. Fuente: tomado de la referencia (70).
Tabla 3. Efectos secundarios de medicamentos sobre algunos aspectos del estado nutricional. Fuente: Modificado de la
referencia (74).
GEB: Gasto energético basal; GE: Gasto energético; ARA-II: Antagonistas de los receptores de la angiotensina II.
Tabla 4. Modificaciones o restricciones alimentarias indicadas en adultos mayores. Fuente: elaboración propia a partir de la
información de la referencia (70,71).
Tabla 5. Modificaciones o restricciones alimentarias utilizadas, pero no indicadas en adultos mayores. Fuente: elaboración
propia a partir de la información de la referencia (70,71)
El plan de alimentación de una persona debe determinarse de acuerdo con sus elecciones informadas, metas
y preferencias, en lugar de basarse exclusivamente en el
diagnóstico (53). En caso de prescribir una restricción
dietética, se debe evaluar la relación riesgo/beneficio
(generalmente los beneficios de una alimentación menos restrictiva superan los riesgos), realizar evaluación
nutricional y periódicamente evaluar la indicación, ya
que los adultos mayores pueden sufrir cambios en la
condición física rápidamente. En el caso de personas
con deterioro funcional, se recomienda adicionalmente la valoración por geriatría (70). En el cuadro 2 se
encuentran dietas injustificadas y/o tradicionales que
no presentan un beneficio real para los pacientes.
Muchos adultos mayores tienen comorbilidades, por
lo cual reciben múltiples restricciones orientadas al
manejo de cada enfermedad. Según la guía de nutrición hospitalaria de ESPEN, no se recomienda la
combinación de dietas terapéuticas, ya que aumenta
el riesgo de una ingesta insuficiente de alimentos y
desnutrición (71). En las tablas 4 y 5 se muestran las
restricciones más frecuentes y las condiciones para las
cuales estarían indicadas con seguimiento y ajuste en
caso de ser necesario y aquellas en las cuales no hay
indicación.
Conclusiones
Los adultos mayores son una población altamente susceptible a problemas de salud, independientemente si
su envejecimiento es saludable o no. Los cambios de
las estructuras y la fisiología del tracto gastrointestinal
debido al avance de la edad, pueden facilitar la incidencia de la desnutrición, y con mayor magnitud, si
se presenta una o más enfermedades, sumado al efecto
iatrogénico de los tratamientos médicos. En Colombia
existe una baja frecuencia en la atención de servicio
en nutrición en este grupo poblacional (15,1 % según
SABE 2015) (72). Por tal motivo, la implementación
de la atención nutricional más el uso de programas de
actividad física puede ayudar a reducir los efectos negativos de la vejez y contribuir a mantener o mejorar el
estado de salud y la calidad de vida. Las restricciones
nutricionales no se recomiendan en el adulto mayor
y se deben limitar a las estrictamente necesarias para
evitar la pérdida de peso y el camino hacia la malnutrición. La polifarmacia es un factor importante para
la falta de apetito, las alteraciones del tracto gastrointestinal y la disminución de algunos micronutrientes.
Una terapia nutricional médica asesorada por un profesional en nutrición y dietética contribuye a un mejor
cuidado integral del adulto mayor.
Financiación
Los autores manifiestan que la financiación para la
elaboración de este texto proviene de recursos propios
del Centro Latinoamericano de Nutrición (CELAN).
Conflicto de interés
Los autores manifiestan que no presentan ningún tipo
de conflicto de interés con el contenido del artículo.
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