Hígado graso: una epidemia silente
..................
Jhon Edison Prieto Ortiz ¹
Resumen
El hígado graso o NAFLD afecta aproximadamente al 25% de la
población mundial y es una de las
primeras causas de consulta en los servicios de hepatología y de
especialistas clínicos, por lo cual el
objetivo de esta revisión es dar un enfoque actual, que llegue al mayor
número de médicos en nuestro
país. La entidad se define como la presencia de esteatosis hepática en
una prueba de imagen o una
biopsia hepática, más la ausencia de causas secundarias. La génesis del
hígado graso es el resultado
de la interacción de múltiples factores, entre los que predominan los
genéticos, el acúmulo de grasas
hepáticas, la resistencia a la insulina y la microbiota intestinal, que
llevan a un daño hepatocelular a
través de la formación de radicales libres de oxígeno y la posterior
activación de la fibrogénesis hepática. El tratamiento se basa
fundamentalmente en la pérdida de peso con dieta y ejercicio,
continuando
con medidas farmacológicas, no farmacológicas y procedimientos
quirúrgicos.
Key words: Hígado graso; fisiopatología; tratamiento; enfoque.
Fatty liver: a silent epidemic
Abstract
The fatty liver or NAFLD impacts 25% of the world population
approximately and is one of
the main causes of hepatology and clinical specialists’ consultation
services, so the objective of this review is to give a current
approach, that reaches the largest number of doctors in
our country. The entity is defined as the presence of liver steatosis
in an image test or a liver
biopsy, plus the absence of secondary causes. The genesis of fatty
liver is the result of the
interaction of multiple factors where predominate, genetic ones, the
accumulation of liver fats,
insulin resistance and intestinal microbiota, which lead to
hepatocellular damage through the
formation of free oxygen radicals and subsequent activation of liver
fibrogenesis. The treatment is based primarily on weight loss with diet
and exercise, continuing with pharmacological, non -pharmacological
measures and surgical procedures.
Key words: fatty liver; NAFLD; pathophysiology; treatment; approach.
..............
¹ Especialista en Hepatología. Centro de Enfermedades Hepáticas y Digestívas (CEHYD).
Introducción
El hígado graso o NAFLD (Non-alcoholic fatty liver
disease, sigla que traduce enfermedad hepática grasa
no alcohólica), fue descrito por primera vez por Zelman en 1952, en
pacientes obesos con enfermedad
hepática (1). Ludwig en 1980 acuña el término de esteatohepatitis no
alcohólica (del inglés NASH, Non
Alcoholic Steato-Hepatitis), al observar cambios histológicos similares
a los encontrados en hepatitis alcohólica, pero con consumo de alcohol
insignificante (2).
El hígado graso es una de las primeras causas de consulta en los
servicios de hepatología y en consultas de
especialistas clínicos, a donde son referidos por hallazgos ocasionales
de “un hígado graso” en una imagen
(usualmente ecografía) o unas transaminasas elevadas
en pacientes asintomáticos. Por ello, el objetivo de esta
revisión es dar un enfoque actual, que llegue al mayor
número de médicos en nuestro país.
Definición y diagnóstico
El hígado graso o NAFLD, se define como la presencia de esteatosis
hepática en una prueba de imagen o
una biopsia hepática, más la ausencia de causas secundarias: consumo de
alcohol mayor a 20 g/día para hombres y 10 g/día para mujeres, ingesta
de medicamentos
hepatotóxicos en los últimos 6 meses, virus de la hepatitis B y C,
hemocromatosis, autoinmunidad y otras
causas de hepatopatía crónica. El concepto de hígado
graso abarca un espectro que va desde la etapa inicial, la
esteatosis simple sin inflamación y fibrosis, pasando por
la esteatohepatitis (NASH) con inflamación y fibrosis
y culminando en la etapa más avanzada, la cirrosis (3).
Recientemente se ha propuesto el término de MAFLD
(del inglés, Metabolic-Associated Fatty Liver Disease)
para asociar las alteraciones metabólicas asociadas con
hígado graso (4), definición que surge por el hecho de
que el hígado graso es una enfermedad heterogénea,
con múltiples subgrupos, y buscando un mayor entendimiento en su
fisiopatología y un mejor acercamiento al
tratamiento. Se debe esperar un consenso con respecto
a esta nueva definición. El hígado graso se diagnostica ante la
presencia de esteatosis hepática en cualquier
imagen o en una biopsia hepática en el 5 % o más del
tejido examinado (3).
Epidemiología
Se calcula una prevalencia mundial global cercana
al 25 %, con variaciones según la región del mundo,
siendo el medio oriente y Suramérica las regiones con
mayor prevalencia, 32 y 31 % respectivamente, norte
América 24 %, Europa 23 % y Africa 13 % (5). Otros
estudios informan prevalencias de NAFLD en Estados
Unidos del 10 al 46 % (6,7) y en Latinoamérica entre
14,3 % y 45 % (8,9).
El hígado graso usualmente se diagnostica entre los 40
y 50 años (10), y presenta variaciones según el sexo:
en unos estudios predomina en las mujeres (2,11), en
otros en los hombres (12-13). Parece haber diferencias
étnicas en la prevalencia de NAFLD (12,13), afectando más a la población hispana (12), hecho explicado
por mayor prevalencia de obesidad.
El hígado graso y principalmente el NASH se asocia
con uno o más componentes del síndrome metabólico
(SM) (3,14): Obesidad, hipertensión sistémica, dislipidemia y
resistencia a la insulina o diabetes manifiesta, con un mayor riesgo de
fibrosis grave y de enfermedad cardiovascular en forma independiente
(15).
Es frecuente en niños y adolescentes obesos, con una
prevalencia del hígado graso entre 7,6 % y 34 % (3,16-
17). El hígado graso es la indicación de más rápido
crecimiento para el trasplante de hígado por cirrosis
descompensada o HCC (18).
Fisiopatología
La génesis del hígado graso es el resultado de la interacción de
múltiples factores; predominan los factores genéticos, el acúmulo de
grasas hepáticas, la resistencia a la insulina y la microbiota
intestinal, que llevan
a daño hepatocelular a través de la formación de radicales libres de
oxígeno y la posterior activación de la
fibrogénesis hepática.
Factores genéticos: Se han identificado variantes genéticas relacionadas con el desarrollo y progresión de
la fibrosis mediante efectos en la acumulación de grasa hepática, las más importantes son
PNPLA3, TM6SF2, MBOAT7 (PRS-HFC), GCKR, HSD17B13
(PRS-5) (3,14,19). La resistencia a la insulina en
NASH se ha asociado con polimorfismos en los genes
de la apolipoproteína C3, interleucina-6 (IL-6) y adiponutrina (20-22).
Acúmulo excesivo de lípidos en el hígado:
Puede
ocurrir por depósito excesivo de triglicéridos, ácidos
grasos libres (AGL), ceramidas y colesterol libre; también por
importación excesiva de AGL del tejido adiposo, disminución de la
exportación hepática de AGL
o una alteración de la beta-oxidación (23).
Resistencia a la insulina: Se presenta en la mayoría
de los pacientes obesos y diabéticos, aunque se puede
encontrar también en pacientes delgados no diabéticos
(3,24). Desencadena un aumento en la lipólisis periférica y en la síntesis de triglicéridos, mayor captación
hepática de AGL y por todo lo anterior acumulación
de triglicéridos en los hepatocitos (23-26).
Microbiota intestinal: Se ha
asociado con injuria directa e indirecta de la célula hepática mediante
varios
mecanismos que producen lipotoxicidad, daño oxidativo y fibrosis
secundaria, entre ellos: cambios de la
microbiota normal con sobrecrecimiento bacteriano
en el intestino delgado o en la composición de la microbiota
intestinal, aumento de la permeabilidad intestinal, mayor producción de
endotoxinas y productos
tóxicos como el alcohol y acetaldehído endógenos a
nivel colónico por bacterias y levaduras (27-29).
Daño hepatocelular: Se produce por la formación de
radicales libres generados por:
- Inducción de lipoxigenasas microsomales del citocromo p-450, a partir de los AGL.
- El cambio a beta-oxidación de los AGL, asociado
a defectos preexistentes en la fosforilación oxidativa mitocondrial (3,24).
Estas dos vías llevan conjuntamente a daño hepatocelular y fibrosis
mediante activación de múltiples procesos como la activación del factor
nuclear kappa-beta,
aumento en la producción de citocinas, la activación
del factor de necrosis tumoral alfa, el sistema del complemento, la
mieloperoxidasa plasmática, y las células
asesinas naturales (24,30). La formación de radicales
libres de oxígeno y la peroxidación lipídica pueden
agotar las enzimas antioxidantes como el glutatión, la
vitamina E, el betacaroteno y la vitamina C, tornando al hepatocito más
susceptible a la lesión oxidativa
(3,31).
Historia natural: Aproximadamente 20 % de los casos
de esteatosis simple progresan a NASH y de ellos, otro
20% progresan a cirrosis (3-32). En la actualidad se
reconoce que la NASH es la principal causa de cirrosis criptogénica (33). En una revisión sistemática de
pacientes con hígado graso, el riesgo de hepatocarcinoma o carcinoma hepatocelular (CHC) en cirróticos
osciló entre el 2,4 % en siete años y 12,8 % en tres
años. Entre los que no tenían cirrosis, el riesgo de mortalidad por CHC era del 0 al 3 % después de períodos
de seguimiento de hasta 20 años (14).
Clinica y laboratorio: Los
pacientes son casi siempre
asintomáticos como en la mayoría de las enfermedades hepáticas,
ocasionalmente refieren astenia, adinamia o dolor en hipocondrio
derecho, en etapas avanzadas los signos y síntomas son los de la
hipertensión
portal o cirrosis (3). Las transaminasas se elevan frecuentemente de
forma leve a moderada, sin embargo, resultados normales no excluyen el
diagnóstico. Otros
hallazgos de laboratorio incluyen la elevación de la
fosfatasa alcalina (FA) más de 3 veces su valor normal
y la elevación de la ferritina. La albúmina, bilirrubinas
y tiempos de coagulación solamente se alteran en la
cirrosis avanzada (34-36).
Diagnóstico radiológico
El método más utilizado es la ecografía. La esteatosis
se manifiesta como un aumento difuso de ecogenicidad del parénquima
hepático (3). Un metaanálisis evidenció una sensibilidad y
especificidad de la ecografía
del 85 y el 94 % respectivamente, cuando se utilizó la
biopsia hepática como estándar de oro (37); sin embargo, la
sensibilidad parece estar disminuida en pacientes obesos (38).
La tomografía computadorizada (TC) tiene una
sensibilidad de 82 % y una especificidad de 100 % para
diagnosticar esteatosis hepática cuando el contenido
de grasa es ≥ 30 % (39), pero con contenidos menores
se reducen respectivamente a 50 % y 83 % (43). La
resonancia nuclear magnética (RNM) es más sensible
(81 %) y específica (100 %) en el diagnóstico de esteatosis
hepática independiente del contenido graso, con buena
correlación de los hallazgos histológicos detectando
esteatosis con solo 3 % de contenido graso (40).
La resonancia magnética por espectroscopia (RMS) tiene la mayor
precisión diagnóstica, alcanzando una exactitud cercana al 100 % (41).
Es una prueba cuantitativa
que determina la cantidad de grasa hepática y puede ser
especialmente útil en pacientes con poca esteatosis (41-
42). Como desventajas se encuentran el elevado costo y
la baja disponibilidad de la prueba en muchos sitios.
Biopsia hepática: Es la prueba
de oro para el diagnóstico de hígado graso y diferenciar con certeza
entre esteatosis simple, esteatohepatitis e incluso cirrosis, con
implicaciones pronósticas, de tratamiento y de cambio
en el estilo de vida (3,43). La esteatosis se clasifica de
acuerdo con el porcentaje de grasa encontrado: leve
(5-33 %), moderada (34-66 %) o severa (>66 %) (44).
La esteatosis simple se puede distinguir de la NASH
según los hallazgos histológicos:
La esteatosis simple
puede presentarse aisladamente, con inflamación lobulillar o portal pero sin baloning de los hepatocitos, o
con baloning pero sin inflamación.
La esteatohepatitis (NASH) requiere la presencia de
esteatosis hepática combinada con baloning de los hepatocitos e
inflamación lobulillar hepática (típicamente en la zona acinar 3)
(3,43,45), la fibrosis no es una
característica de diagnóstico necesaria, pero puede
observarse. Cuando la fibrosis progresa a cirrosis, la
esteatosis y la inflamación pueden desaparecer dando
lugar al diagnóstico de cirrosis “criptogénica” (3,43).
A quienes realizar una biopsia: no existe un consenso
claro sobre qué pacientes requieren una biopsia de hígado (46), pero se sugiere en:
- Pacientes mayores de 45 años con obesidad o diabetes asociadas.
- Sospecha de hígado graso no claro después de
laboratorio, imágenes o seguimiento prudencial
usuales.
- Paciente con mayor riesgo de fibrosis o cirrosis
avanzada, obesidad, diabetes, dislipidemia o ferritina sérica >1,5 veces el límite superior de lo
normal.
- Sospecha de enfermedad hepática avanzada asociada con hígado graso, estigmas periféricos de
cronicidad o cirrosis, esplenomegalia o citopenias.
Determinación no invasiva de la
fibrosis hepática
Cualquier lesión hepática crónica puede llevar con el
tiempo a fibrosis hepática, a través de un proceso paulatino de colapso
de los lobulillos hepáticos, formación de septos fibrosos, regeneración
de los hepatocitos y formación de nódulos cirróticos. Las pruebas
no invasivas determinan en qué etapa de la fibrogénesis (F0-F4) se
encuentra el paciente y son una alternativa a la biopsia hepática. Se
considera una fibrosis significativa si la fibrosis es ≥ F2, y avanzada
≥ F3 (3,43).
Existen dos categorías de pruebas no invasivas: pruebas serológicas y
pruebas basadas en imágenes. La tendencia actual es una combinación de
ellas de acuerdo
con la disponibilidad local en cada sitio, buscando menos pacientes con
una puntuación de fibrosis indeterminada y una mayor especificidad.
Pruebas serológicas: Varios productos comerciales de
marcadores séricos han sido validados.
APRI o relación entre AST y plaquetas: Un metaanálisis encontró que para predecir una fibrosis significativa
(F2 a F4), un punto de corte APRI de 0,7 tenía una
sensibilidad del 77 % y una especificidad del 72 %, y
para predecir la cirrosis (F4), un punto de corte APRI
de 1,0 tenía una sensibilidad del 76 % y una especificidad del 72 % (47).
El FIB-4 combina el recuento de plaquetas, ALT y
AST y la edad es útil para predecir la fibrosis avanzada
en pacientes con NAFLD (48).
La puntuación para fibrosis en hígado graso (NFS) tiene en cuenta la edad del paciente, el índice de masa
corporal (IMC), los niveles de glucosa en sangre, los
niveles de aminotransferasas, el recuento de plaquetas
y la albúmina. En un estudio de validación, un valor
de corte alto en la NFS > 0,676 se asoció con un valor
predictivo positivo para fibrosis avanzada (F3 a F4) del
82 % (sensibilidad 43 %, especificidad 96 %) y un valor
de corte bajo < -1,455 se asoció con un valor predictivo negativo del 88 % (77 % de sensibilidad, 71 % de
especificidad) (49).
Estas tres pruebas se calculan fácilmente con los datos
de las pruebas de laboratorio de rutina y no implican
costos, tienen una buena capacidad para diferenciar
a los pacientes con fibrosis significativa (F2 a F4) de
aquellos sin fibrosis significativa (F0 a F1) (50-51),
pero con la desventaja de no poder diferenciar confiablemente entre las diferentes etapas de la fibrosis y con
resultados indeterminados hasta en un 65 % (51).
En otras pruebas como FibroTest/FibroSure (disponible en Colombia),
Hepascore, FibroSpect, la puntuación ELF (panel del Grupo Europeo de
Estudio de
Fibrosis Hepática) implica un costo.
Pruebas basadas en imágenes: Determinan la rigidez
hepática al aplicar ondas mecánicas y miden la velocidad
de propagación a través del tejido mediante imágenes
(52,53). Estas pruebas se conocen como elastografía, la
mayoría se basan en la ecografía e incluyen la elastografia transitoria (ET) o fibroscan (53,54), la elastografía en
tiempo real o de onda bidimensional (2D-SWE) conocida en nuestro medio como Supersonic (53,55-58), la
elastografía por impulso de fuerza de radiación acústica
(ARFI) (53,59) y elastografía por resonancia magnética
(ERM) (53,60); 2D-SWE y ERM combinan la elastografia con imágenes morfológicas hepáticas convencionales
en la misma sesión (53,56,61). Las pruebas basadas en
ecografía son muy buenas para predecir hígado sano,
fibrosis avanzada o cirrosis. En los estadios intermedios
deben analizarse con cautela (43,53,61).
Tratamiento
Se sustenta en cuatro etapas progresivas: la primera es
fundamental, la pérdida de peso con dieta y ejercicio,
continuando con medidas farmacológicas, luego medidas no farmacológicas y terminando con procedimientos quirúrgicos.
Pérdida de peso y ejercicio: Es el tratamiento básico y
más importante, indicado para todos los pacientes con sobrepeso (índice de masa corporal (IMC) > 25 kg /
m2
) u obesidad (IMC > 30 kg/m2
), buscando mejoría
en las pruebas de función hepática, en la histología,
niveles de insulina sérica y en la calidad de vida de los
pacientes. Para los pacientes con esteatosis simple se
recomienda una pérdida de peso con base en la dieta
y el ejercicio, entre 5-7 % del peso corporal, a una tasa
ideal de 0,5 a 1,0 kg cada 2 semanas. Para los pacientes con NASH sospechada o comprobada por biopsia,
el objetivo de pérdida de peso es mayor, 7 a 10 % del
peso corporal. Si una vez logrado el objetivo de pérdida de peso, el nivel sérico de alanino-aminotransferasa
(ALT) no se normaliza (ALT < 20 para mujeres y < 30
para hombres), se requiere una pérdida de peso adicional hasta su normalización (3,43,62-63).
Manejo con medicamentos: Está indicado para los pacientes que no logran sus objetivos de pérdida de peso
con dieta y ejercicio, y que tienen NASH comprobada por
biopsia con fibrosis en estadio ≥2. El enfoque también depende de si el paciente tiene diabetes mellitus o no.
Pacientes con NASH sin diabetes: Vitamina E (dosis
de 800 UI/día). Algunos estudios sugieren mejoría en
la esteatosis y la inflamación (3,43,64-65). Se cree que
el beneficio potencial está relacionado con las propiedades antioxidantes de esta vitamina (3).
Pacientes con NASH y diabetes: Metformina: Es la
terapia inicial para la diabetes mellitus tipo 2, sin embargo, no mejora la histología hepática (3,66-67). Las
tiazolidinedionas, y específicamente la pioglitazona,
mejoran los parámetros bioquímicos e histológicos del
hígado en pacientes con NASH (64,69-71).
Agonistas del receptor de GLP-1: Liraglutida y Semaglutida mejoran la
histología del NASH al mejorar el metabolismo de la glucosa y los
lípidos, reducen el contenido
de grasa hepática y mejoran las enzimas hepáticas (72-75).
Procedimientos endoscópicos: Se reservan para los
pacientes que no pierden peso con dieta, ejercicio y
medicamentos, y además tienen alto riesgo de progresión de la fibrosis. Los procedimientos endoscópicos
bariátricos proporcionan porcentajes más altos de pérdida de peso de una manera sostenida. Con regresión
de la esteatosis hepática, la esteatohepatitis y la fibrosis en el 30 % de los pacientes (76-77).
Figura 1. Algoritmo de manejo: Modificado de referencia 81
Cirugía bariátrica: Indicada para pacientes con
NASH o fibrosis avanzada sin cirrosis descompensada, que no cumplen con sus objetivos de pérdida de
peso. Después de un adecuado seguimiento, se ha observado una mejoría histológica posoperatoriamente
(78-79). En una revisión sistemática, se informó una
mejoría de la esteatosis en 18 estudios, disminución de
la inflamación en 11 estudios, mejoría en la puntuación de fibrosis en 6 estudios (80). Sin embargo, cuatro
estudios presentaron empeoramiento de la fibrosis, por
lo tanto, todos los pacientes deben someterse a un seguimiento posoperatorio adecuado.
Conflictos de interés
El autor declara no tener conflictos de interés con respecto a la publicación de esta revisión.
Agradecimientos
El autor expresa agradecimiento a sus pacientes, motivo de actualización permanente.
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Recibido: 22 de Abril de 2022
Aceptado: 08 de
Septiembre
de 2022
Correspondencia:
John Edison Prieto Ortiz
jhonprieto@hotmail.com