CAMBIO CLIMÁTICO Y CONTAMINACIÓN. RESEÑA DE CASO,
A PROPÓSITO DEL RÍO SINÚ
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Remberto Burgos de la Espriella ¹
Cuando se busca en un explorador de archivos tipo
Google “contaminación Rio Sinú” arroja estos resultados: 623.000 referencias en 0.53 segundos. Si en este
mismo navegador colocamos como criterio de búsqueda “descontaminación Rio Sinú” registra 83.000
en 0.52 segundos. Esta apreciación cuántica indica a
grandes rasgos que es mucho lo que se ha estudiado
e investigado y poco las acciones ejecutadas. El papel
aguanta todo y como las palabras y sus intenciones se
las lleva la brisa. En cambio, las acciones y ejecuciones resisten todos los climas y los hechos ejecutados
son realidades inamovibles. Nuestra arteria fluvial, la
aorta sinuana, que nace en el Nudo del Paramillo y recorre de sur a norte nuestro departamento con sus 420
kilómetros de extensión, en el olvido. De nada sirven
los recados frescos enviado a diario a los 16 municipios en sus orillas y han quedado las mayorías de sus
acciones en espumas. Solo una perpetua: la azul de
Miguel Emiro Naranjo.
Ninguno de sus tres segmentos escapa de la profanación. Alto, Medio y
Bajo Sinú, entornos y ambientes,
están influenciados por el grado de contaminación.
Hay reconocidas centros de investigación regional,
como la Universidad de Córdoba, con publicaciones
de hondo impacto que han pasado desapercibas y no
están en la narrativa de los cordobeses (Toro Núñez y
Reza Reza). Veamos un ejemplo, la detección de los
metales pesados en el Alto y Bajo Sinú. Me refiere a
una neurotoxina, el mercurio. Tiene la ecuación bioquímica que termina
en el metilmercurio y produce
en el sistema nervioso cualquier manifestación clínica
que lo podríamos denominar, como antes calificábamos a la sífilis, “el
gran simulador. Se describe deterioro en los procesos cognitivos y
encefalopatía hasta
estado demencial, patología en la medula espinal, signos de
degeneración muscular y neuropatías periféricas. Han descrito
malformaciones congénitas. In útero
el cerebro en formación bebe es altamente susceptible:
anulamos su capacidad de pensar y decidir cuando
adulto. Las fuentes del contagio es la ingesta de pescado contaminado y
su cadena alimenticia. El origen
es la aleación que produce. Hace unos años en una
sensible crónica Juan Gossain habla de la intoxicación
crónica de los alcatraces (trabajo de Caballero). Qué
dirá nuestro escritor si se enterara que los bocachicos
y moncholos desaparecieron y el pescado que nuestros a ribereños
alimentan, desde el Paramillo hasta la
Ciénaga Grande del Bajo Sinú tiene concentraciones
toxicas de metilmercurio. Que daño nos hace la minería ilegal y, los
vientos que, desde el San Jorge y su
cuenca, soplan como fuentes de contaminación externas. La “deposición
atmosférica” y la nula conciencia
ambiental son los grandes contribuyentes.
Pero hay poblaciones en el recorrido del Sinú que más
que pueblos son vertederos que enturbian la calidad de
su agua. La carga orgánica de Montería, quien además
de un penoso alcantarillado, tiene una sumatoria periférica que son los
pesticidas y plaguicidas de nuestra riqueza agropecuaria y ganadera.
Este tema tiene cerca
de una década de tratamiento mediático y hay informe
de todos los organismos del Ministerio Publico sobre
esta espinosa realidad (desde el 2014). Nada ha pasado
y Corporaciones Ambientales y las Autoridades Regionales han preferido
darle espalda a esta situación.
Son cómplices sociales de esta irresponsabilidad ambiental.
Cuando en septiembre de 1948 se estaba buscando
nombre para el Departamento de Córdoba, se sugirió
Entrerríos, pues el maravilloso valle quedaría custodiado entre las cuencas del Sinú y San Jorge. Esto no
se incorporó en el ADN de los oriundos y más bien
en este nuevo departamento, que por antonomasia es
anfibio, se cambió el uso por el abuso de esta riqueza
hidráulica que hoy estamos perdiendo.
El Rio Sinú no tiene dolientes, la institucionalidad se
ha quedado rezagada a su cauce y su historia. Debemos acudir a una acción popular para elevarlo a sujeto
de derecho
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¹ Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina.
Recibido: 5 de Mayo de 2022
Aceptado: 13 de Junio de 2022
Correspondencia:
Remberto Burgos de la Espriella
rembertoburgos@hotmail.com