LA DELUSIÓN MÉDICA: ¿CURACIÓN POR FE EN UN DIOS O POR
UNA PRÁCTICA MÉDICA APROPIADA?
..................
Jorge Eduardo Duque Parra ¹,², John Barco Ríos ¹
, Natalia Duque Quintero²
Resumen
El objetivo del presente trabajo fue analizar los elementos
objetivos y subjetivos presentados en la
historia de la medicina, sobre la curación o mejora de la salud,
asociados a creencias religiosas y antagonismo con las consideraciones
científicas que se realizan en la medicina, como resultado exitoso o
fallido en los procedimientos médico-quirúrgicos durante el trabajo de
estos profesionales de la salud.
En la actualidad, se fomenta la intervención de las deidades como
elementos manipuladores en la
conservación de la salud y se reivindica el acto científico humanístico
como antítesis de la tradición
que vincula el acto médico por la acción de las deidades. Se concluye
que ya no se realizan en el campo
médico invocaciones de entidades sobrenaturales como dios, dioses o
santos para la mejora de los pacientes, pero si se vuelve más objetivo
con el apoyo del conocimiento científico que permite interpretar
más objetivamente al paciente y guiar la terapia adecuada.
Palabras clave: Salud; medicina; mito; religión; enfermedad.
..............
¹ Programa de Medicina. Universidad de Caldas. Departamento de Ciencias Básicas para la Salud. Academia Nacional de Medicina.
² Programa de Medicina. Universidad de Manizales. Departamento de Ciencias Biomédicas. Academia Nacional de Medicina.
MEDICAL DELUSION: HEALING BY FAITH IN A GOD OR BY
PROPER MEDICAL PRACTICE?
Abstract
The objective of the present work was to analyze the objective and
subjective elements presented in the history of Medicine, on healing or
improvement in health, associated with religious beliefs and antagonism
with the scientific considerations that are made in the Medicine,
as a successful result or a failure in the medical-surgical procedures
during the work of these
health professionals. At present, the intervention of deities as
manipulative elements in the
conservation of health is encouraged and the humanistic scientific act
it is claimed, as an
antithesis of the tradition that links the medical act by the action of
deities. It is concluded that
they are no longer performed in the medical field, invocations of
supernatural entities such as
god, gods or saints, for the improvement of patients, but if it becomes
more objective with the
support of scientific knowledge that allows interpreting more
objectively the patient and guide
the appropriate therapy.
Key words: Health; medicine; myth; religion; disease.
Introducción
La medicina tiene grandes misterios que se pierden en
los tiempos y en el origen de la humanidad. Los seres
humanos han tenido miedo a lo desconocido y, debido
a su incapacidad para explicarse los acontecimientos
biológicos en épocas antiguas -entre ellos los relacionados con la
salud y la enfermedad-, se vieron obligados a recurrir a la magia (1),
mas, con la invención
de la escritura, los seres humanos comenzaron a dejar
plasmada su historia a través de los tiempos, hecho que
sirvió para reconocer los errores del pasado. Gracias a
esa historia escrita es que se han podido desentrañar
y conocer las vicisitudes y proezas que afrontaron los
seres humanos en los distintos campos del conocimiento, contrario de lo
que sucedió cuando la historia cultural de los pueblos pasaba de una
generación a
otra a través de narraciones orales, lo que provocó en
muchos casos que los acontecimientos narrados sufrieran graves
tergiversaciones (2), como los relacionados
con el campo médico y el quirúrgico. En los tiempos
de la medicina pretécnica, que se extendió desde los
orígenes de la humanidad hasta los griegos del siglo V
a. C., se creía que la enfermedad tenía un origen sobrenatural asociado
con espíritus malignos que entraban
al cuerpo a través de algunos forámenes craneales y se
apoderaban del enfermo (3). Consecuente con esta falta de conocimientos
médico-farmacológicos, los sanadores de la época abordaban los
tratamientos con una
mezcla de empirismo y magia desde lo físico, mediante la administración
de plantas, sangre de animales,
aplicación de calor o frio. También lo hacían desde el
campo espiritual mediante ritos mágicos, hechizos, comunicación con
dioses (4), incluso con trepanaciones
craneales practicadas desde hace miles de años, con
evidencias en casi todo el mundo, que tenían como
propósito dejar salir los demonios que provocaban las
enfermedades (5).
Puesto que la hegemonía del conocimiento médico era
controlada por los que fungían al tiempo como sacerdotes, estos
recomendaban hacer ofrendas a los dioses curativos con el fin de lograr
la cura esperada (6).
Por ejemplo, en la civilización mesopotámica del IV
milenio a. C., los curanderos estaban estrechamente
integrados con la poderosa fraternidad sacerdotal que
estaba conformada por tres clases: videntes, expertos
en adivinación y exorcistas, y sacerdotes curadores
(7). Así pues, la enfermedad era vista como un castigo enviado por
dioses o por espíritus malignos como
retribución por los pecados cometidos; mientras que
el tratamiento giraba en torno a la identificación del
poder sobrenatural ofensivo o al apaciguamiento de
los dioses enojados, lo cual se conseguía mediante
ofrendas o encantamientos o el exorcismo de tales espíritus malignos.
Esta práctica médico-religiosa estaba
rígidamente codificada, como el código de Hammurabi del siglo XVIII a.
C. y que persistió hasta finales del
primer milenio a.n.e. En algunas obras de ese tiempo
se describe la racionalidad de la medicina mesopotámica, basada
predominantemente en conceptos sobrenaturales, aunque también se pueden
discernir algunos
rastros rudimentarios de medicina empírica (7). Por
otro lado, en Grecia se hacían ofrendas para mitigar
la enfermedad, práctica que se inició desde la época
prehistórica de Creta y continuó conectada principalmente con la deidad
Asclepio (6). Dichas ofrendas
eran depositadas en los templos como agradecimiento
por el beneficio curativo, costumbre que fue asimilada posteriormente
por los cristianos ortodoxos y que
continúa siendo una práctica común en nuestros días.
Con el desarrollo lento y progresivo del conocimiento
se fue avanzando hacia una medicina más técnica y
científica, en la que el médico que trataba a su paciente
ya sabía lo que hacía y por qué lo hacía, preguntándose lo que en sí
mismo son el remedio, la enfermedad
y el ser humano (3). Por tanto, la medicina comienza
a desligarse poco a poco de la magia, la superstición y
de la supuesta influencia en un dios que interviene en
el acto médico y quirúrgico. Sin embargo, era evidente la escasa
preocupación por los problemas médicos
y, consecuentemente, la escasa investigación sobre las
causas de las enfermedades, porque se aceptaba que
el origen de ellas era por voluntad de una deidad, tanto así, que ya en
la Ilíada de Homero se describe una
plaga enviada a los griegos por Apolo (8) y a finales
del silgo XX existía la creencia en las aldeas del sur
de la India, que las epidemias se deben a los espíritus malignos que
rodean dichas aldeas, en las que la
propiciación de dioses y diosas lleva a deshacerse de
ellas (9). También se discuten las tradiciones cristianas
y musulmanas para curar las enfermedades mediante la práctica de la
religión. Los únicos medios para
contrarrestar pestes y epidemias, por ejemplo, para los
cristianos era disponer de la santidad religiosa, por lo
que realizaban procesiones y rogativas y los predicadores hablaban a
los fieles de que había llegado la hora de
mejorar las costumbres, conseguir la virtud perdida y
alcanzar la gracia divina, para que nos les tocaran las
pestilencias. Se habló de estas como si tuviesen origen
divino, para castigo de culpas, aspecto aún presente en
los creyentes de la actualidad, a razón de la pandemia
por el virus SARS CoV-2 que genera la COVID-19
-que afecta múltiples sistemas orgánicos entre ellos el
sistema nervioso central- (10), ya que sus esperanzas
para la curación se ligan a la voluntad de un dios (Si
dios lo quiere). La creencia religiosa dominaba la patogenia, la
terapéutica y la sanidad, separándose de toda
norma señalada por la medicina de la época (11).
A partir de la era cristiana comienza a darse otro fenómeno curioso, la
elevación al estatus de semidioses
a ciertos personajes que dejaron una huella indeleble
para la humanidad por determinadas características o
virtudes. Por ejemplo, en el siglo II algunos médicos
que comenzaron a rendirle culto y veneración a Galeno de Pérgamo
(130-210) fueron acusados por sus
colegas de venerar otra deidad en lugar de elevar plegarias al único
dios cristiano para obtener la curación
de sus enfermos (11). Mientras, en el siglo III a dos
hermanos médicos, Cosme y Damián, se les invocaba para aliviar la
peste, pero principalmente contra el
muermo, la inflamación de las glándulas, la tiña, las
afecciones renales, los cálculos, las inflamaciones de
vientre y la incontinencia urinaria infantil. De ahí que
a estos dos hermanos se les reconozca como los patronos de los médicos,
cirujanos, boticarios y barberos,
creándose incluso algunas cofradías en nombre de san
Cosme (12). Aunque aparentemente estas costumbres
eran bien vistas en un pasado lejano, aún se practican
en distintas regiones del planeta, donde un sector de la
población ha elevado a la categoría de santos paganos
a ciertos individuos que en vida fueron buenos médicos, rindiéndoles
culto y elevándoles plegarias por la
sanación de sus enfermedades, como sucede con el
médico español Antonio María Zacarías (1503-1539),
los italianos Gabriel de la Magdalena (1567-1632),
Giuseppe Moscati (1880-1927) y Gianna Beretta Molla (1922-1962) y el
venezolano José Gregorio Hernández (1864-1919) (13,14) recientemente
beatificado y
para el que se reconoció el supuesto milagro concedido a la niña Yaxury
Solórzano Ortega de 10 años,
que en marzo de 2017 recibió un disparo en la cabeza
durante un asalto mientras se encontraba con su padre,
y los médicos que la atendieron la desahuciaron. También se nota un
aumento enorme en la religiosidad
en el campo de la medicina (15), y aunque personas
comunes y corrientes que practicaron en vida ciertas
virtudes cristianas y quedaron marcadas en la memoria colectiva, se les
atribuyen sanaciones milagrosas,
aspecto manifiesto al visualizar en múltiples centros
hospitalarios, imágenes religiosas –sagrados corazón
de Jesús, vírgenes, niño Jesús de Praga, crucifijos entre
otros- en la entrada, o los nombres dados a dichas instituciones de
salud, como invocando acción de santos
pero no de los médicos. Esto se evoca en los nombres
de múltiples hospitales y clínicas de varios municipios
del departamento de Caldas (Colombia) entre ellos:
Hospital San Marcos (Palestina), Hospital san Vicente de Paúl (Anserma
y Aranzazu), Hospital san José
(Neira), Hospital Santa Sofía (Manizales), Hospital
Santa Teresita (Pácora), clínica Santa Ana (Manizales), clínica San
Juan de Dios (Manizales), clínica San
Marcel (Manizales).
Discusión
Parafraseando a Carl Sagan: si por dios o dioses se
quiere reconocer los procesos naturales que gobiernan
la salud y la enfermedad, entonces claramente existen
esas deidades, pero, no tendría mucho sentido orar a las
divisiones mitóticas incontroladas que se asocian con el
desarrollo del cáncer (16), u orar a las diversas enzimas
caspasas que activan el proceso de la apoptosis (17) en
variados estados patológicos, ni orar al ion calcio (Ca+2)
para que se mantenga adherido a la matriz ósea y evitar
su resorción en la osteoporosis (18) que afecta a millones de mujeres posmenopáusicas. Sin embargo, algunos
médicos de nuestro tiempo muestran delusión, es decir
una persistente falsa creencia que el control de la salud
es ejercida por un dios, idea que es mantenida en contraposición con los grandes logros que se han obtenido
mediante el desarrollo de las ciencias médicas.
Estos médicos, inmersos en una fe religiosa, parecen
desconocer que su trabajo lo realizan sobre individuos
reales, a quienes aplican sus conocimientos en técnicas
quirúrgicas para reparar estructuras corporales sin perjuicios
funcionales, como sucede por ejemplo con las
hernias inguinales, un tratamiento muy frecuente que
un especialista en cirugía general realiza, por lo que
debe estar capacitado para dominar las técnicas herniorráficas clásicas
y aplicarlas en la reparación primaria (3). Igualmente, los
ortopedistas realizan reparaciones de meniscos mediante técnicas
artroscópicas (19)
para mejorar la motricidad de los miembros inferiores,
mientras que los cirujanos vasculares realizan procedimientos para
reparar las rupturas de arterias, como las
meníngeas medias debido a traumas de craneales (20)
que pueden poner en riesgo la vida del paciente. Aun
así, muchos de estos médicos creen que su labor es la
de actuar como instrumentos guiados por una mano
divina para proveer la sanación requerida.
En épocas más recientes, biólogos y cirujanos han relevado a sacerdotes
y milagreros. Si una plaga de langostas amenazara el Egipto de hoy,
podría muy bien ocurrir que los egipcios solicitasen la ayuda de Alá,
pero
no se olvidarán de llamar a los químicos, entomólogos
y genetistas para que desarrollen plaguicidas más potentes y cepas de
trigo más resistentes a los insectos. Si
el hijo de un hindú devoto padeciera de un caso grave
de sarampión, el padre pudiera dirigir una plegaria a
Dhanvantari y ofrecería flores y dulces al templo local,
pero solo después de haber llevado de urgencia al hijo
al hospital más cercano y haberlo confiado al cuidado
de sus médicos. Incluso la enfermedad mental (el último bastión de los
curanderos religiosos) está pasando
poco a poco a manos de los científicos y los médicos,
al sustituir la neurología a la demonología y al suplantar por ejemplo
el Prozac al exorcismo. Un sacerdote
de hoy no es alguien que sabe cómo bailar la danza de
la lluvia y acabar con la sequía, es alguien que no sabe
cómo justificar por qué la danza de la lluvia no funciona y por qué
hemos de seguir creyendo en dios (21).
En general, los médicos deben tener una preparación
idónea que les permita tratar, desde el punto de vista científico, las distintas patologías que afectan al ser
humano, que cuentan además con instrumentos tecnológicos y un arsenal farmacológico suficiente para
enfrentar múltiples dolencias, como la gastritis crónica
generada por la bacteria
Helicobacter pylori (22) o para
atenuar las manifestaciones clínicas ocasionadas por el
desarrollo de la enfermedad de Parkinson (23), o en la
utilización de métodos efectivos para el control de la
natalidad (24). Así las cosas, los médicos tratantes ya
no tienen que recurrir al conjuro y la invocación de espíritus o deidades para procurar la sanación, como se
hacía en la antigüedad. Además, investigaciones neurofisiológicas sugieren que una posible razón por la
que la religiosidad está generalmente relacionada con
el bienestar positivo, puede ser una respuesta afectiva
disminuida a los errores, que ocurre cuando el amor de
dios es prominente en las mentes de los creyentes (25),
lo que podría indicar que es el cerebro el que fabrica a
dios y los significados de una labor.
Los médicos dedican buena parte de su tiempo al estudio y comprensión
de las causas naturales del proceso
salud-enfermedad, con el fin de poder evaluar las distintas teorías
médicas y seleccionar el tratamiento más
indicado (26), todo ello con una buena fundamentación científica y no
con base en un dios (27). Es precisamente mediante la adquisición de
conocimientos
sólidos y reales tomados de la demostración experimental
que la ciencia médica ha evolucionado a pasos agigantados, permitiendo que médicos y pacientes crean en
sus logros y beneficios, desligándolos aún más de las
creencias y dogmas religiosos que, como tal, evitan
la reflexión y el análisis inteligente sobre los eventos
relacionados con el proceso salud y enfermedad. Sin
embargo, aún se conserva la mítica creencia de una
deidad que regenta la salud de los seres humanos y
que decide, de acuerdo con el número de plegarias y
sacrificios recibidos, quienes sanarán y quienes no, lo
que relega a las ciencias médicas y al médico de sus
logros (26).
Para el diagnóstico, el médico debe aplicar rigurosamente el método científico como la mejor vía para
conocer los hechos que afectan al paciente, dejando a
un lado las creencias mágico-religiosas (27) que tanto
el paciente como el mismo médico puedan tener. La
ciencia ya no está subordinada al poder de la religión,
como lo era en el pasado, cuando el desarrollo científico tuvo un estancamiento de varios siglos y muchas
mentes brillantes fueron sacrificadas, como el médico
Miguel Servet (1509-1553), enemigo del idealismo religioso cristiano, por lo que fue acusado de herejía y
ajusticiado en la hoguera en 1553 (28).
Durante algunos siglos la investigación científica se
realizó en las condiciones más desfavorables, por lo
que el pensamiento y la crítica se convirtieron en una
empresa peligrosa, de ahí que las ideas místicas tuvieran una amplia
difusión y predominaran. Por ejemplo,
los antiguos griegos habían deducido, mediante la observación de la
naturaleza, que la tierra se desarrolló
con gran lentitud y desde mucho tiempo atrás. Sin embargo, más de mil
años después, la inquisición amenazó
con torturas y prisión al que cuestionara la obra de la
creación divina en siete días. Los religiosos de la iglesia cristiana
en Roma, tras la lectura del tratado sidereus
nuncius de Galileo, atribuyeron sus interpretaciones a
meras ilusiones ópticas, y dijeron que había una diferencia enorme
entre los cielos y la tierra: en el cielo vivía dios y en la tierra la
humanidad. Pero Galileo no se
dejó impresionar, aunque finalmente fue condenado al
silencio por el teólogo más importante de la iglesia romana, el
cardenal Roberto Belarmino (1542-1621). Sin
embargo, las teorías de Galileo no podían permanecer
silenciadas por siempre, y en 1992 el religioso Juan Pablo II levantó
su excomunión y reconoció públicamente
los errores cometidos contra Galileo (3).
Afortunadamente la sociedad ha avanzado, y con el
paso del tiempo los pensadores fueron acumulando
experiencias y conocimientos que terminaron por
emancipar a la ciencia de las estructuras dominantes
del pensamiento y del poder de la iglesia. Como lo
anotó el filósofo Jurguen Mittelstrass (1936),
“el que
desee conocer cómo se hizo el mundo, se verá inmerso en los
interminables conflictos de la familia de los dioses”, y por
tanto no podrá aproximarse a una adecuada respuesta.
Los galileos modernos de la medicina aplican la ciencia fáctica y sus conocimientos empíricos de manera
acertada y confiable. No obstante, después de un acto
médico exitoso, el paciente y sus allegados manifiestan
que su mejoría fue gracias a la intervención divina. Pero
cuando el resultado de la intervención es desfavorable
para el paciente, entonces la culpa recae en el médico o
los demás profesionales de la salud, en nadie más. Esto
quizás, porque nos gusta creer con más énfasis lo que
creemos que quisiera que fuera, estando lejos de generar una visión de la medicina basada en la evidencia,
por lo que la creencia en el estado de salud y de la enfermedad -basada en el mito religioso- es un caldo de
cultivo para que sigan prosperando medicinas alternativas inadecuadas que no dan soluciones tangibles (25).
Y aunque todo cambia según ciertas leyes, no hay nada
milagroso, pues el conocimiento refleja la realidad, no
es tan subjetivo (29) y cualquier ciencia que involucre
el componente científico de la medicina, debe cumplir
una serie de normas que incluyen el estudiar entidades
reales y estar basada en conocimientos anteriores y
actualizados sobre la temática de que trata, utilizando
procedimientos escrutables, justificables y verificables
en lo esencial siguiendo el método científico, buscando leyes o su refinamiento, manteniendo una estrecha
comunicación con otros investigadores y siendo compatible e interactuando con otras ciencias (30). Fue con la
llegada de la ciencia que el poder del mito sobre la salud
y la enfermedad se perdió y el médico dejó de encarnar
la figura de los magos o las deidades (1).
Conclusión
El éxito o fracaso de todo acto en la salud profesional
como el caso del médico o del cirujano, depende de múltiples variables que entran en escena durante la labor de
estos profesionales de la salud, pero en ningún momento se debe a la intervención de seres míticos, deidades o
santos que puedan manipular directa o indirectamente
las variables que afectan los mecanismos homeostáticos para la conservación de la salud. Por lo tanto, los
profesionales de la salud ya no recurren a la invocación
de entidades sobrenaturales para obtener la sanación de
sus pacientes, como se hacía en la antigüedad, ahora se
apoyan en la ciencia para comprender los signos y síntomas que aquejan al enfermo con el fin de orientar de
manera objetiva la terapéutica más apropiada.
Conflicto de interés
Los autores manifestamos no tener conflictos de interés.
Referencias
1. Gargantilla Madera P. Historia curiosa de la medicina.
De las trepanaciones a las guerras bacteriológica. La
Esfera de los Libros, S. L., Madrid. 2019.
2. Haggard HW. El médico en la historia. Buenos Aires,
Editorial Suramericana, 1946.
3. Pérez-Cajaraville J, Abejón D, Ortiz JR, Pérez JR. El dolor y su tratamiento a través de la historia. Rev Soc Esp
Dolor 2005; 12: 373-4.
4. Salaverry O. La piedra de la locura: inicios históricos de
la salud mental. Rev Peru Med Exp Salud pública. 2012;
29(1):143-8.
5. Perea Yébenes S. “Santuario Hospital de Asclepio en
Pérgamo (Noticia de Rufo de Éfeso, en Oribasio)”. Revista MHNH. 2007; 7:199-216.
6. Retief FP, Cilliers L. Mesopotamian medicine. SAMJ.
2007; 97 (1): 27-9.
7. Rodríguez-Ortega MF, Cárdenas-Martínez G, LópezCastañeda H. Evolución histórica del tratamiento de la
hernia inguinal. Cir Ciruj 2003; 71: 245-51.
8. Homer. The Iliad. Chicago, IL: University of Chicago
Press; 1951.
9. Alam MM, Rama Rao B. Religious practices in South
India to cure diseases. Bull Indian Inst Hist Med Hyderabad. 1998;28(1):1-5.
10. Duque Parra JE, Duque Montoya D, Peláez FJC. El COVID-19 también afecta el Sistema Nervioso por una de
sus compuertas: El órgano vascular de la lámina terminal y el nervio olfatorio. Alerta Neurológica, prueba de
disosmia o anosmia puede ayudar a un diagnóstico rápido. Int J Odontostomat. 2020. 14(3):285-7.
11. Paredes Borja V. Historia de la Medicina en Ecuador.
Editorial Casa de la cultura ecuatoriana. Quito. 1963.
12. Walker-Vadillo MA. Los santos médicos Cosme y Damián. Revista Digital de Iconografía Medieval. 2011; 3
(5): 51-60.
13. Martini MA, Finn BC, Bruetman JE, Young P. Santos y
beatos de la medicina en las grandes guerras del siglo
XX. Rev Med Chile 2016; 144: 1207-13.
14. Bon H. Medicina Católica. Buenos Aires: Editorial Luis
Pasteur; 1944.
15. Rassoulian A, Seidman C, Löffler-Stastka H. Transcendence, religion
and spirituality in Medicine Medical students point of view. Medicine
2016; 95:38.
16. Cheng J, Lu X, Wang J, Zhang H, Duan P, Li C. Interactome analysis
of gene expression profiles of cervical cancer reveals dysregulated
mitotic gene clusters.
Am J Transl Res 2017; 9(6):3048-59.
17. Duque Parra JE. Note on the origin and history of the
term “apoptosis”. The Anat Rec (New Anatomist).
2005.283 B (1): 2-4.
18. Khosla S, Hofbauer LC. Osteoporosis treatment: recent
developments and ongoing challenges. Lancet Diabetes
Endocrinol. 2017; S2213-8587(17)30188-2.
19. Egol KA, Cantlon M, Fisher N, Broder K, Reisgo A. Percutaneous
Repair of a Schatzker III Tibial Plateau Fracture Assisted by
Arthroscopy. J Orthop Trauma. 2017; 31
(3):S12-S13.
20. Chmielewski P, Skrzat J, Walocha J. Clinical importance
of the middle meningeal artery. Folia Medica Cracoviensia 2013; 41: 41–6.
21. Harari YN. 21 lecciones para el siglo XXI. Debate. Barcelona. 2018.
22. Badary DM, Rahma MZAA, Ashmawy AM, Hafez MZ.
H. pylori infection increases gastric mucosal COX2 and
mTOR expression in chronic gastritis: Implications for
cancer progression? Pathophysiology 2017; 17: 30008-
1.
23. Ikeda M, Kataoka H, Ueno S. Can levodopa prevent
cognitive decline in patients with Parkinson’s disease?.
Am J Neurodegener Dis 2017; 15; 6 (2):9-14.
24. Eisenhofer G, Peitzsch M, Kaden D, Langton K, Pamporaki C, Masjkur J, Tsatsaronis G, et al.. Reference
intervals for plasma concentrations of adrenal steroids
measured by LC-MS/MS: Impact of gender, age, oral
contraceptives, body mass index and blood pressure
status. Clin Chim Acta 2017; 470:115-24.
25. Good M, Inzlicht M, Larson MJ. God will forgive: reflecting on
God´s love decreases neurophysiological responses to errors. SCAN 2015.
10, 357-63.
26. Bunge M. Filosofía para Médicos. Barcelona, Gedisa,
2012.
27. Duque-Parra JE, Barco-Ríos J. La ciencia médica versus creencia en dios: la conservación del mito. Archivos
de Medicina. 2015. 15 (1):158-164.
28. Gracia Guillén D. Michael Servetus: symphony in remaio. An R Acad Nac Med (Madr) 2004; 121(3):453-68.
29. Ganten D, Deichmann T. Spalh T. Vida, naturaleza. Todo
lo que hay que saber y ciencia. Taurus. Madrid. 2004.
30. Gonzales Arias A, Horta Rangel FA. Ciencia, Pedagogía
y cultura científica. Elementos. 2012. 87: 3-11.