COVID-19 EN COLOMBIA: DOS AÑOS DESPUÉS
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Carlos Arturo Álvarez-Moreno. ¹
A finales de diciembre de 2019 se produjo un brote de
neumonía, de etiología desconocida en Wuhan, provincia de Hubei, China. Once días después, no solo
se identificó el agente etiológico sino que, mediante
la secuenciación del genoma completo, se observó
una similitud de este nuevo virus con la secuencia
genética del coronavirus SARS-CoV, y fue nombrado
SARS-CoV-2 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) (1). Haber identificado el patógeno en un
tiempo tan corto fue un hito extraordinario para la humanidad y la ciencia. Basta recordar que para conocer
el agente etiológico de la gripe española la humanidad
tardó 31 años y para dilucidar el de la peste más de 500
años. Por otra parte, aunque inicialmente la OMS consideró esta nueva enfermedad, la COVID-19, como
una emergencia de salud pública de importancia internacional, solo hasta marzo la declaró una pandemia.
En Colombia, el primer caso reportado de COVID-19
ocurrió el 6 de marzo y el 21 del mismo mes se confirmó el primer
fallecimiento, un hombre de 58 años, de
profesión taxista, quien habitaba en la ciudad de Cartagena. Para marzo
del 2022, es decir dos años después,
ya se han superado las 139.000 muertes confirmadas
por COVID-19 en el país y cerca de 500 millones de
casos se han confirmado en el mundo (2). Obviamente
esta cifra, tanto de personas infectadas como de fallecidas, es menor
al verdadero número de casos ocurridos, ya sea porque un porcentaje de
personas son
asintomáticas, porque no a todos se les hace la prueba
diagnóstica o sencillamente porque no fueron registrados como casos de
fallecimientos por COVID-19.
A pesar de este subregistro, durante la pandemia, la
COVID-19 fue la primera causa de muerte, superando
a las enfermedades neoplásicas o cardiovasculares en
la mayoría de los países del mundo. Desde el punto
de vista epidemiológico, dos años después, se puede
hacer un balance positivo en la situación de Colombia,
y esto solo podría decirse con base en el número de
las muertes evitadas por el fortalecimiento de la red
hospitalaria y la implementación del Plan Nacional
de Vacunación. Sin embargo, hay otras muchas más
razones para considerar positivo ese balance. A continuación describo
lo que, a mi modo de ver, vale la
pena resaltar en el manejo de la pandemia.
En primer lugar, el haber tenido en cuenta a la academia para la toma
de decisiones y basar las mismas en
la información científica, fue fundamental a lo largo
de estos dos años. Claramente la información científica no es la única
argumentación, pero evidentemente
si disminuyó los niveles de incertidumbre generados
ante la llegada de una pandemia por un germen desconocido a nivel
mundial. A pesar de eventuales sesgos en esta apreciación, a nivel
ministerial como presidencial, debe resaltarse la importancia que le
dieron
a los datos epidemiológicos y técnicos como insumo
fundamental para el análisis y toma de decisiones trasparentes. Esto
marcó un hito en nuestro país y en Latinoamerica. En los comités
técnicos se convirtió en rutina escuchar con atención los modelos
matemáticos
de evolución de la pandemia, los datos de vigilancia
genómica, las evaluaciones de eficacia y seguridad de
las vacunas así como de nuevos tratamientos.
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¹
M.D., MSc., PhD., FIDSA. Profesor Titular, Enfermedades Infecciosas,
Departamento de Medicina Interna, Facultad de Medicina,
Universidad Nacional de Colombia. Vicepresidente Científi co y de
Innovación Clínica Colsanitas, Grupo Keralty. Miembro, Academia
Nacional de Medicina de Colombia. Miembro honorario, Sociedad Americana
de Enfermedades Infecciosas (FIDSA). Asesor del
Gobierno Nacional de Colombia durante la pandemia de COVID-19.
Un segundo aspecto fundamental fue la trasparencia
de la información, la cual debe destacarse porque permitió que la
ciudadanía estuviera enterada en tiempo
real de la situación de la pandemia en el país y de las
razones por las cuales se tomaron decisiones de política pública. El
país estuvo permanentemente al tanto de la información con la cual se
tomaron las decisiones. Esto permitió que la ciudadanía tuviera una
carta de navegación para luchar contra la pandemia,
independiente de las convicciones o percepciones de
cada persona y de las eventuales controversias que se
generaron durante la pandemia. En este punto se resalta el papel de los
medios de comunicación, los cuales
han sido fundamentales para acompañar y mitigar la
incertidumbre.
El tercer logro fue el trabajo en equipo entre los diferentes miembros de sociedades científicas, liderado por
la Asociación Colombiana de Infectología (ACIN),
incluyendo a la Academia Nacional de Medicina y a
instituciones de salud públicas y privadas, para obtener
en un tiempo récord el consenso para la prevención,
diagnóstico y manejo de la COVID-19 en el país, lo
que también contribuyó para hacer recomendaciones
y para la toma de decisiones (3). Este consenso, del
cual ya hay tres actualizaciones, ha permitido que los
profesionales de la salud se apropien rápidamente del
conocimiento actualizado basado en la evidencia y el
Ministerio de Salud y Protección Social lo implemente
en el sistema de salud. Definitivamente, este consenso,
en los momentos en que había incertidumbre sobre la
utilidad de elementos de protección personal, pruebas
diagnósticas, diferentes estrategias terapéuticas, vacunas, etc, ayudó a la orientación del personal de salud
en el manejo de los pacientes de la COVID-19.
Importante resaltar que los logros anteriores tuvieron
su mayor importancia en el primer año de la pandemia, ante la ausencia
de tratamientos y vacunas exitosas, por lo que gran parte de su
mitigación se basó en
las medidas no farmacológicas, es decir, en los cambios de
comportamiento de la población (4).
En cuarto lugar, se destaca la rapidez en el incremento de pruebas diagnósticas en el país. Liderado por el
Instituto Nacional de Salud, la red pública y privada
avanzó de manera extraordinaria en la capacidad de
diagnóstico mediante biología molecular (RT-PCR)
en todo el territorio nacional. El fortalecimiento de
los laboratorios de salud pública en regiones apartadas
conllevó a una oportunidad en el diagnóstico de una
manera inédita en varias de ciudades intermedias del
país. Así mismo, en el diagnóstico hay que tener en
cuenta la rapidez en la introducción de las pruebas de
detección de antígenos de SARS-CoV-2, en los algoritmos diagnósticos del país, en agosto del 2020, siendo
probablemente uno de los primeros países en hacerlo.
Esto permitió mejorar la oportunidad en el diagnóstico y facilitar las estrategias de rastreo y seguimiento en
los picos epidémicos.
Un quinto aspecto fue el incremento de capacidad de
camas en las unidades de cuidado intensivo (UCI).
Desde los primeros comités en los que se evidenciaron
los requerimientos de camas de cuidado intensivo, basados en la
evolución y dinámica de la enfermedad, el
país no solo inició la búsqueda de respiradores y demás
elementos para la atención en cuidado intensivo, actividad de por sí
compleja por la rapiña de los mismos
a nivel mundial, sino que en paralelo se establecieron
estrategias para la formación del talento humano en salud. Los
resultados hablan por si solos: en 4-6 meses Colombia aumentó su
capacidad de 5.300 camas
de UCI a cerca de 13.000, destacando la creación por
primera vez de servicios de cuidado intensivo en varias
ciudades del país. Este incremento en camas de UCI
de una manera proporcional en el territorio nacional,
sumado al fortalecimiento de una red de disponibilidad de la mismas,
hizo que la oportunidad de acceso
para la mayoría de los colombianos fuera adecuada,
incluso en los diferentes picos epidémicos. Durante estos dos años muy
pocas veces se pudo decir que faltó
una cama para trasladar a un paciente en el país.
En el sexto lugar, se puede ubicar el papel del Plan
Nacional de Vacunación, el cual ha tenido un resultado exitoso, gracias
a tres pilares fundamentales.
Primero, el trabajo estratégico del gobierno nacional
en la consecución de las vacunas, tarea nada fácil, especialmente
durante el primer semestre del 2021, en
el que se requirió no solo de rapidez en los conceptos
técnicos, sino de los recursos económicos y de la diplomacia para tener
acceso a las mismas. Pero no fue
solo la obtención de las vacunas, sino la capacidad de
distribuirlas de manera equitativa en todo el territorio
nacional, lo cual se logró con creces, sumado al éxito
en la priorización de la administración de las vacunas
basada en el riesgo de la población. El segundo pilar le
correspondió a los entes territoriales, quienes, en conjunto con las
aseguradoras e instituciones prestadoras
de salud, fueron los responsables de hacer el despliegue, alistamiento
y la administración de las vacunas en
cada territorio. Finalmente, el tercer pilar le correspondió a la
ciudadanía que, en general, contribuyó en la
vacunación con su apoyo y su participación. Durante
varios meses vimos largas filas de personas esperando su turno en los
diferentes puntos de vacunación
dispuestos para tal fin. En este aspecto vale destacar
igualmente el apoyo de muchos colombianos que participaron activamente
como voluntarios en los diferentes ensayos clínicos de vacunas contra
COVID-19 y
que contribuyeron de manera solidaria a su desarrollo.
En resumen, este plan se visibiliza en las 80 millones
de dosis aplicadas, más de 35 millones de colombianos
vacunados con dos dosis, y las muertes evitadas en la
población de mayor riesgo (5).
Otros logros adicionales han sido la red de laboratorios para la
vigilancia genómica, el bajo gasto de bolsillo de los colombianos para
la atención hospitalaria
de COVID-19, las decisiones oportunas epidemiológicas para el
desarrollo e implementación de las pruebas
diagnósticas, y el acceso a las terapias con evidencia
científica. A medida que la incertidumbre disminuya y
se estabilice la situación epidemiológica, se podrá hacer un balance
más objetivo de la pandemia, teniendo
en cuenta indicadores como el exceso de mortalidad y
muertes confirmadas por millón de habitantes, entre
otros, no con el fin de comparar, sino de aprender a
mitigar futuras pandemias (6,7).
Es fundamental entender los futuros retos relacionados con la COVID-19,
pues, a pesar de que hay avances importantes en la pandemia, aún ésta
no ha terminado y, en general, siempre es más fácil contar y
explicar lo que ya pasó, que predecir lo que va a suceder en los
siguientes meses. Poder pasar a un período
pospandémico dependerá de la posibilidad de llegar
a una inmunidad poblacional, comúnmente conocida como inmunidad de
rebaño, que para el caso del
SARS-CoV-2, se había considerado inicialmente en un
70% de población completamente vacunada, pero infortunadamente al
circular variantes con mayor capacidad de transmisión, este número
mágico podría estar
más cerca al 90%.
Es claro que para ello se dependerá de varios interrogantes para los
que aún no tenemos la respuesta: ¿la
inmunidad natural por la exposición a la infección y
recuperación es de 12; 24 meses o toda la vida?, ¿La
inmunidad natural protege contra nuevas variantes?,
¿cuál es la efectividad y duración de la inmunidad generada por las
vacunas? Si consideramos que la inmunidad natural es al menos de dos
años, con una baja
tasa de reinfección, efectividad de las vacunas superior
al 75% (con necesidad de incrementar la dosis en algunos grupos
poblacionales), y que ya hay al menos
5 millones de casos confirmados, pero posiblemente
más de 30 millones de personas contagiadas y recuperadas, sumados a un
porcentaje de cobertura de vacunación acorde con el Plan Nacional de
Vacunación,
superior a las 35 millones de personas, es posible que
en el 2022 en Colombia se llegue a esa inmunidad poblacional y, por
ende, pase a una fase pospandémica,
en la cual, no es que el virus desaparezca, sino que
deja de ser un problema de salud pública con capacidad potencial de
colapsar los sistemas sanitarios y, por
lo tanto, podamos volver a una normalidad cercana a
la que teníamos en febrero del 2020.
Sería ideal que algunas de las medidas implementadas
para la mitigación de la pandemia de la COVID-19,
como el lavado de manos y el uso de las mascarillas
ante la presencia de síntomas respiratorios permanecieran, pues definitivamente ayudarían al control de
otras enfermedades infecciosas, especialmente respiratorias.
Finalmente, es fundamental que el país no pierda lo
aprendido e implementado para mitigar el impacto
de la COVID-19 como fueron el fortalecimiento de
los sistemas de vigilancia, incluyendo la genómica, la
formación del talento humano, la capacidad de camas
de UCI y de diagnóstico en áreas lejanas, y el trabajo
en equipo entre los diferentes actores del sistema de
salud, etc., porque justamente esto nos permitirá estar
mejor preparados para futuras situaciones epidémicas
que infortunadamente seguirán llegando. Así mismo,
se hace necesario seguir trabajando en otros retos a largo plazo relacionados con esta enfermedad que aún
no conocemos completamente como la COVID prolongada.
Referencias
1. World Health Organization. Novel Coronavirus (2019-
nCoV): SITUATION REPORT - 1 21 JANUARY 2020.
[Internet].WHO. 2020.[consultado 15 mayo 2020] .
Disponible en:
https://www.who.int/docs/default-source/coronaviruse/situation-reports/20200121-sitrep1-2019-ncov.pdf?sfvrsn=20a99c10_4.
2. World Health Organization. WHO Coronavirus (COVID-19) Dashboard. [Internet]. WHO. 2022 [consultado
31 marzo 2022]. Disponible en: https://covid19.who.int/
3. Saavedra C, Diaz A, Camero A et al . Consenso colombiano de atención, diagnóstico y manejo de la infección
por SARS-COV-2/COVID-19 en establecimientos de
atención de la salud. Recomendaciones basadas en
consenso de expertos e informadas en la evidencia. Infectio 2020;24(3)suppl.:1-153.
4. Ferguson NM,Laydon D, Nedjati-Gilani G, Imai N, Ainslie K, Baguelin M, et al. Impact of non-pharmaceutical
interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and
healthcare demand – Spanish translation.[Internet].
Imperial College London 2022 [consultado 16 marzo
2020]. Disponible eni: https://spiral.imperial.ac.uk/handle/10044/1/77482
5. Arregocés-Castillo L, Fernández-Niño J, Rojas-Botero
M, Palacios-Clavijo A, Galvis-Pedraza M, Rincón-Medrano L, et al.nto-Álvarez Effectiveness of COVID-19
vaccines in older adults in Colombia: a retrospective,
population-based study of the ESPERANZA cohort. Lancet Healthy Longev. 202;3(4):e242-e252. doi:
6. Roser M, Ritchie H, Ortiz-Ospina E Hasell J Coronavirus
Pandemic (COVID-19)”.[Internet] OurWorldInData.org.
2022 [consultado 31 marzo 2022]. Disponible en: https://ourworldindata.org/coronavirus
7. Ritchie H, Mathieu E, Rodés-Guirao L, Appel C, Giattino C, Ortiz-Ospina E, et al. JoeCoronavirus Pandemic
(COVID-19)”. [Internet]Mortality Risk of COVID-19. 2022
[consultado 31 marzo 2022]. Disponible en:
https://ourworldindata.org/excess-mortality-covid#citation
Recibido: 10 de abril de 2022
Aceptado: 12 de abril de 2022
Correspondencia:
Carlos Arturo Álvarez-Moreno
caalvarezmo@unal.edu.co