Luis Eduardo Pino V. ¹
Corre el año 2004, en los bellísimos paisajes del Guaviare me encuentro en un entrenamiento dirigido a
los enfermeros de combate o “Battlefield Lifesavers”, en
conjunto con el Comando Sur de los Estados Unidos,
fue entonces cuando la conocí. Uno de los sargentos
americanos desplegó algo similar a una antena satelital y nos entregó una especie de minicomputador (en
ese momento no existía el concepto de tablet). Fueron
tres en realidad, uno me lo dio a mí, otro al sargento
jefe de mis enfermeros de combate y el otro se quedó con él. Solo 3 años después Steve Jobs entregaría
al mundo su Iphone con la primera pantalla táctil, en
este caso teníamos teclado. El sargento americano me
pidió que ingresara unos datos (en inglés, infortunadamente para mis soldados) en un tipo de chat como el
que recordaba de MSN para el momento.
Fueron varias preguntas, relacionadas todas con el
caso de un herido simulado en el campo de combate,
con quien fuera que estuviera interactuando conocía
muy bien el manual del B-ATLS (Battlefield Advanced
Trauma Life Support).
Inicialmente pensé que habíamos establecido comunicación satelital por
un sistema de chat con alguien en las oficinas del Comando
Sur en la Florida. Entonces el sargento lo dijo: “Mi
teniente, esto es lo que llamamos Inteligencia Artificial, es
una especie de robot entrenado en el manual, para ayudar en las zonas remotas a nuestros soldados a iniciar el manejo del
trauma, directamente en el campo de combate”.
Desde entonces no pude sacarla de mi cabeza, aquella
palabra Inteligencia Artificial tenía un poderoso sabor
a ciencia, pero a una ciencia diferente, a algo que parecía manipulable, y a la vez mágico. Tuvieron que pasar
13 años para que pudiera dedicar mi tiempo al estudio
de esa magia. Ese lapso lo utilicé en aprender la medicina profunda desde los campos de la medicina interna, el
cáncer, la biología molecular y la economía; pero nunca
dejé de pensar en ella. Es fantástico lo que el mundo de
la ciencia y tecnología nos ha traído, como está escrito
en uno de los artículos de esta edición especial, desde
el ábaco hasta las redes neuronales profundas, desde las
imágenes hasta el análisis molecular exhaustivo, desde
las calculadoras de riesgo hasta los modelos predictivos
del aprendizaje automatizado.
..............
Pareciera que todos estos desarrollos son profundamente complejos, inclusive atemorizantes. No me
refiero a la experiencia de interactuar con seres artificiales, esto lo hacemos hoy casi a diario, me refiero
a lo que hay detrás de los mismos, esa “caja negra”
que, entre otras, a los médicos nos genera dudas y desconfianza. Pero, esta evolución a la hibridación del
ser humano es indetenible. Si bien el máximo nivel de automatización al que hoy podremos llegar en salud
es al tres, en el cual aún la decisión y el peso de la
responsabilidad recae sobre el humano, el desarrollo
de sistemas hiperinteligentes, adaptativos y de mejor
exactitud nos traerá, ojalá, una época de menores cargas administrativas y más tiempo para dedicarnos a
ejecutar las tareas relevantes, aquellas en las que el ser
médico es aún irremplazable, en la humanización y la
educación de las personas.
Es por esto que, este número especial que la Academia Nacional de Medicina generosamente nos ha
facilitado, es la oportunidad para -desde la medicina
profunda- traer al escenario de la academia la inteligencia artificial y las tecnologías exponenciales en
salud, analizadas desde la transdisciplinariedad, con
un profundo enfoque científico y regional. Sea esta la
oportunidad también para agradecerle a todos nuestros autores, especialmente al centro de pensamiento
AIpocrates, del cual tengo el honor de ser fundador.
El horizonte de desarrollos es inmenso, la analítica
de los datos en salud que nos lleve a niveles de prescripción y sistemas automatizados, las tecnologías
de computación cuántica que agilicen y optimicen el
análisis de la hipercomplejidad, tecnologías específicas como la robótica y cibernética que lleven a mejorar
la calidad de vida del envejecimiento y la discapacidad, megaecosistemas digitales integradores del sector
(healthcare blockchain) y los nuevos modelos de educación médica digital serán los principales pilares de esta
nueva medicina exponencial, a la cual mañana simplemente llamaremos Medicina. ¡Bienvenidos!