ACADÉMICO HONORARIO.
ADOLFO DE FRANCISCO ZEA
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Por el Académico Gabriel Carrasquilla Gutierrez 1
Bogotá, 31 de marzo de 2021
En nombre de la Academia Nacional de Medicina, de
todos los académicos, de su Junta Directiva, su presidente el Dr.
Germán Gamarra y del mío propio, queremos manifestar a Gloria, Martha,
Andrés, Diana y
Adolfo, así como a la familia Rubio Junguito, nuestras
sinceras condolencias por el fallecimiento del Académico doctor Adolfo
De Francisco Zea.
Como lo anotó su gran amigo y colega por más de
sesenta años, el también académico José Félix Patiño,
cuando el doctor De Francisco fue destacado como
Académico Ejemplar, en noviembre de 2018, Adolfo
De Francisco ha sido uno de los médicos más notables
que ha dado Colombia. En la Academia de Medicina tuvimos el privilegio de tenerlo como miembro por
56 años, desde 1.965 cuando ingresó como miembro
asociado en calidad de presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y, posteriormente, miembro
correspondiente en 1967, miembro de número en 1973
y recibió una merecida promoción a miembro honorario de la Academia en 2010.
Razón tuvo el Dr. Patiño Restrepo al afirmar que el
Dr. De Francisco ha sido uno de los médicos más notables de Colombia.
Sus aportes a la medicina, a la historia de la medicina y a la salud
fueron muy valiosos y
sus libros y publicaciones, que de ello dan testimonio,
son numerosos y de excepcional calidad. Además de
estos aportes académicos también hizo valiosas contribuciones al sector
de la salud del país: Fue miembro
fundador de la Fundación Shaio, de la Asociación Médica de los Andes
(1983), Profesor de las Facultades
de Medicina de la Universidad Nacional, Universidad
Javeriana y Escuela Colombiana de Medicina.
Además de haber ocupado cargos directivos en diferentes instituciones
del sector salud como director general del Instituto de Seguros
Sociales (1968- 1970), en
1968 fue director encargado del Centro Hospitalario
de San Juan de Dios, presidente del Comité de Ética
de la Fundación Santa Fe de Bogotá, entre otros.
El doctor De Francisco Zea no solo se desenvolvió
con excelencia académica y valioso aporte intelectual
en el campo de la medicina y la salud, aun cuando
su formación de médico, internista, cardiólogo y, además, psicoanalista lo llevó a muchas más posiciones,
reconocimientos, cargos y distinciones de las que he
mencionado y que solo son una reducida parte en su
brillante carrera de médico y líder del sector salud.
Además, siendo consecuente con su pensamiento
y como lo afirmó el día que recibió la honrosa distinción de Académico Ejemplar: “La Medicina se
extiende por otros lados. La medicina es humanitaria” y así lo hizo el Académico De Francisco. Fue
miembro de la Academia Colombiana de la Lengua,
La Real Academia de la Historia de España, la Real
Academia de la Lengua de Madrid, la Academia de
Historia de Bogotá, la Academia Colombiana de Historia, Academia de Historia de la Medicina (de la que
fue uno de sus fundadores), la Academia de Ciencias
de Nueva York y Miembro de la Fundación Casa de
Poesía Silva.
Perteneció a más de veinte academias y sociedades
científicas y profesionales del país y del exterior. Permítanme dar
solo dos, de los innumerables ejemplos
que muestran el humanismo del médico que fue Adolfo De Francisco: Fue
ponente en el Coloquio Internacional sobre El Quijote (2005) y entre
sus libros (2007)
se encuentra “La Locura de Don Quijote” que fue una
obra publicada por las Academias Colombianas de
Medicina, de la Lengua y de la Historia. Varias de estas instituciones
reconocieron su valor, su dedicación,
su excelencia, exaltándolo a Miembro Emérito de la
Fundación Santa Fe de Bogotá, la Sociedad Colombiana de Psicoanálisis,
la Sociedad Colombiana de
Cardiología y Honorario de la Academia Nacional de
Medicina.
He querido dejar para el final una breve reseña del doctor De Francisco
Zea como médico, no porque hubiese
tenido la oportunidad de conocerlo en su práctica clínica, sino por
haber escuchado de colegas en la Fundación Santa Fe de Bogotá a la que
ambos dedicamos
varios años, en épocas distintas. Se caracterizaba por
ser un excelente clínico, dedicado a sus pacientes, con
cariño y con esmero. Fue de los pocos médicos que al
final del siglo XX todavía visitaba en su casa a los pacientes,
compartía con ellos y sus familiares siguiendo
la máxima del médico francés Adolphe Gubler, quien
la había aprendido, a su vez, de Claude Bernard:
“Curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre”
Fue jefe
del servicio de cardiología de la Fundación y al dejar
su consultorio sus colegas cardiólogos le pidieron que
continuara leyendo los electrocardiogramas. Tenía especial habilidad y
profundo conocimiento de este medio diagnóstico y era sólido soporte de
cardiólogos
más jóvenes que no tenían la destreza del doctor De
Francisco.
Fue vicepresidente de la Academia de Medicina de
1990 a 1992 y su última participación en la Academia
fue en la Asamblea virtual del pasado 25 de marzo.
Su asistencia a esta reunión tendrá siempre mi imperecedero agradecimiento y me honro de hoy ocupar la
posición que él tuvo hace 30 años.
¡Que en paz descanse!
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1 Vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina