Para
ejercer la medicina, para ejercerla bien, se
requiere una profunda base cultural y
un sólido
conocimiento intelectual, porque la
medicina no es
sólo destreza clínica. Es también la
observación de
valores, de comportamiento, de
responsabilidad y
especialmente, es vocación y
compasión".
José Félix Patiño R.
Ceremonia de graduación de Medicina
Universidad de los Andes. 2017-20
Elegante, pausado, con una sonrisa discreta pero profunda y con la
chispa de la vida intacta, nos recibió en
su casa José Felix Patiño Restrepo la mañana del 17
de junio de 2017. Estábamos allí para hacer la primera
entrevista que haría andar la escritura de su biografía,
un ambicioso proyecto editorial originado desde sus
estudiantes y que recorrería de manera colaborativa e
innovadora su manera de vivir la medicina. En la sala, la
luz del día entraba tímidamente por las ventanas para
abrazar su rostro de sabio. Con un espíritu curioso,
algo tímido pero determinado, reunidos en torno al
Maestro y su obra, nos dispusimos a zarpar entre vívidas historias y su
clarividente voz, sinfónica melodía
para nuestras inquietas mentes.
Sabíamos que su salud era frágil por aquel entonces. Por
eso nos sorprendió gratamente cuando nos recibió de
pie, vestido elegante pero casual, con esa sonrisa discreta que lo
caracterizaba. El Dr. Patiño una vez más nos
manifestó la alegría de tener a sus estudiantes cerca y se
llenó aún más de orgullo con la idea de contar su historia de una
manera única, una obra que representara
sus ideales por encima de los incontables logros de su
vida. Su mente se conservaba tan despierta, ágil y exacta como de
costumbre, mientras sus historias eran como
un portal a los hitos de la historia de la humanidad y de
nuestro país. Tal y como si fuera un taller dispuesto al
arte más sublime, nuestras libretas de aprendices se iban
llenando apresuradamente de notas; mientras tanto, un
lente fotográfico registraba al artista. Queríamos capturarlo todo,
cada gesto, cada anécdota, cada suspiro. Al
escucharlo, el tiempo se volvía líquido y adquiría pesos
distintos en cada uno de nosotros: la nostalgia de los
momentos compartidos con el Maestro y sus enseñanzas nos invadió el
corazón.
En la sala y justo detrás de donde se encontraba sentado el Dr. Patiño
durante la primera parte de la entrevista, se podía ver una pequeña
mesa redonda decorada con portarretratos familiares de diferentes
tamaños.
¹ MD MPH Universidad de los Andes. Ministerio de Salud y Protección
Social.
² MD, Universidad de Los Andes. MSc Epidemiología Universidad del
Rosario.
³ MD MPH Universidad de
los Andes.
⁴ MD MPhotog Universidad
de Los Andes. Médica de Enlace Científi co en Obesidad, Novo Nordisk
Colombia SAS.
Al instante, pudimos apreciar una infancia y juventud enmarcadas por
profundos valores humanistas y
científicos. Por un lado, estaba su padre Luis Patiño
Camargo, leyenda y eminencia médica de finales del
siglo XIX en Colombia y recordado por su emblemática descripción de la
Fiebre Petequial de Tobia o
Tifo
Exantemático como entidad independiente de la fiebre
tifoidea. También eran reconocidos sus aportes a los
inicios de la salud pública en el país junto al Laboratorio Samper y
Martínez (hoy día Instituto Nacional
de Salud) y a la Fundación Rockefeller donde dirigió
programas de crucial interés en salud pública para
Sudamérica, en especial contra la Fiebre Amarilla. A
su madre, Ana Restrepo Gutiérrez de Piñeres, la describía como aquella
persona quien lo llenó de amor,
nutriendo su espíritu científico, curioso y determinado,
ese mismo sentimiento que exhalaba al tiempo que se
refería a sus hijas.
Esta no era la primera vez que lo acompañábamos en
este espacio. Al mejor estilo de Harvey Cushing, varias cohortes de
estudiantes de medicina acudíamos
a recorridos dirigidos por él mismo a su emblemática
biblioteca personal; esa misma que en aquel momento
ocupaba casi toda su casa con cerca de 13.500 ejemplares de libros,
algunos incunables e invaluables, junto a 32 álbumes de fotografías
médicas, colección que
posteriormente donaría en su totalidad a la Universidad
Nacional de Colombia y la Academia Nacional de Medicina con
extraordinaria generosidad. Posado sobre
una mesa de trabajo, un objeto histórico, brillante y pulcro capturó
nuestra atención: era uno de los primeros
microscopios que llegaron a Colombia hacia finales del
siglo XIX gracias al Doctor Nicolás Osorio, abuelo de
su amada esposa Blanca Osorio de Patiño, hecho que
introdujo el estudio de la patología en el país. Así, desde
su nacimiento y durante su vida, el Dr. Patiño creció rodeado de
ciencia, medicina y amor por el ser humano.
Seguimos recorriendo algunos pasillos de la casa, pasando por un
estudio donde aún permanecían algunas
publicaciones preciadas, obras de arte de Obregón,
Gómez Campuzano y Darío Morales, una bicicleta
estática y una estación de trabajo con un computador
de escritorio y varias carpetas; los retratos de su esposa
seguían ocupando los diferentes espacios a pesar del
inclemente paso del tiempo. De pronto, tomó uno de
ellos entre sus manos, una fotografía que él mismo le
había tomado décadas atrás y se sonrió. Llegaban a su
mente otros recuerdos, como Ministro de Salud de tan
solo 35 años cuando en 1962, luego de múltiples recorridos diagnósticos
sobre la situación de salud, ideó
el sistema de referencia-contrarreferencia y reglamentó la introducción
del uso de medicamentos genéricos
por primera vez en el país. Estas iniciativas, actualmente vigentes,
siguen aportando equidad y justicia a
la población colombiana, ratificando así su profundo
compromiso público y social al margen de cualquier
interés particular.
Luego, continuaría guiándonos hacia su cuarto donde
la conversación tomaría el ritmo de otra de sus grandes pasiones: la
Ópera. Decenas de discos llenaban los
estantes de una de las paredes del cuarto. Sin titubear,
encendió el equipo de sonido y la voz de María Callas
inundó el ambiente. Mientras la música deleitaba una
vez más sus efebos oídos, el autor de la biografía de la
soprano griega y quizás el más fiel de sus seguidores
nos confesaba una de sus grandes aflicciones: no había
llegado a conocerla en persona. Y mientras sus dedos
danzaban entre discos y libros, el Maestro nos iba narrando su paso por
la vida académica. Su memorable
paso por Yale no sólo encendió eternamente su espíritu por la
investigación y el conocimiento, sino que
le permitió cristalizar su ideología sobre la formación
universitaria moderna que más allá de enseñar conocimientos, concebía
la misión principal de formar ciudadanos y personas íntegras. Esa
convicción vino a desarrollarla magnánimamente durante su ejercicio
como
Rector de la Universidad Nacional de Colombia entre
1964 y 1966 al ejecutar la Reforma Patiño bajo el lema
“
Integración como Mecanismo para el Desarrollo”. Manifiesto de lo que se erige hoy como la Ciudad Blanca,
que en forma de búho encierra las grandes áreas del
conocimiento humano en torno a las artes, a las ciencias humanas y la medicina como
la más humana de
las profesiones. Con la misma claridad cristal roca, José
Félix aplicó el mismo principio a la educación médica y la profesionalización de la medicina en América
Latina, originando así un modelo curricular innovador
vigente a la fecha en numerosas escuelas de Medicina
de la región. Para nosotros, su legado era totalmente familiar al ser cofundador no sólo de la Facultad
de Medicina de la Universidad de los Andes, nuestra
Alma Máter, sino también de la Fundación Santafé de
Bogotá, otro modelo utópico del primer hospital moderno en Colombia.
Tras varias horas y mixturas de emociones y recuerdos, cerramos nuestra
visita con una mirada a su ser
más sublime. Al tiempo que el Maestro desempolvaba
ante nosotros su colección de cámaras fotográficas que
guardaba en su closet personal, su espíritu se rejuveneció al instante
viajando en el tiempo mientras manipulaba y ostentaba orgulloso los
equipos. Así, quizás
con la misma maravilla con la que José Félix Patiño
inmortalizó en fotografías a su esposa y musa, con la
admiración que tuvo por la voz de oro de la
Prima Donna Assoluta, así nosotros hoy contemplamos su vida,
obra y legado: la
Opera Prima del más grande humanista contemporáneo de Colombia. Este es un modesto
homenaje a su fé en nosotros, todos sus estudiantes, a
la pasión por el acto médico que nos sigue transmitiendo hoy y siempre.
Agradecimientos
Los autores desean agradecer especialmente a Jenny
Milena Machetá, Directora Técnica de la biblioteca de
la Academia Nacional de Medicina, por sus valiosos
aportes sobre los hechos presentados en el presente artículo.
Recibido: Marzo 09, 2021
Aprobado: Noviembre 20, 2021
Correspondencia:
Andrés M. Acevedo
andres_acevedo@hotmail.com