Resúmen
Colombia es un país que acaba de entrar en una etapa de envejecimiento
en su transición demográfica.
Esto tiene impacto sobre la epidemiología del cáncer en el país. Se
realiza una revisión narrativa sobre
la mortalidad, incidencia y supervivencia de las siete localizaciones
más frecuentes de cáncer en Colombia (estómago, pulmón, colon y recto,
mama, cérvix y próstata) en las dos últimas décadas. Más
de la mitad de las muertes por cáncer en el país corresponden a estas
localizaciones. De acuerdo con
el sistema de información de cáncer INFOCÁNCER, en el año 2018 se
registraron cerca de 42.000
muertes por cáncer. El cáncer de estómago sigue siendo el cáncer que
cobra más vidas en el territorio
nacional (12%) de todas las muertes por cáncer, seguido por el cáncer
de pulmón (11%) y cáncer colorrectal (9%) y mama (8%), con tasas
ajustadas por edad que oscilan entre 12 y 6 por 100.000. Los
cánceres gástrico, pulmón y cérvix muestran un franco descenso en su
mortalidad y posiblemente en
su incidencia a nivel nacional en el periodo de estudio. El cáncer de
colorrectal y de mama muestran
un ascenso en todo el territorio nacional. Llama la atención el
descenso observado en la mortalidad
de cáncer de mama en Bogotá y Bucaramanga. Se describen los patrones y
tendencias de la mortalidad en el territorio nacional. En Colombia los
cánceres de origen infeccioso han sido desplazados por
cánceres propios de países desarrollados. La distribución de estos
tipos de cáncer indica la necesidad
de un abordaje regional para su eficaz control.
Palabras clave: Cáncer; epidemiología; tasa; incidencia;
mortalidad; supervivencia; factor de riesgo.
¹ MD, MSc. Grupo de Investigación de Epidemiologia y Salud Pública,
Instituto Nacional de Cancerología, INC, Bogotá, Colombia.
CANCER EPIDEMIOLOGY IN COLOMBIA:
A TRANSITION WE SHOULD KNOW
Abstract
Colombia is a country that has just entered an aging stage in its
demographic transition. This
has an impact on the epidemiology of cancer in the country. A narrative
review is carried out on
the mortality, incidence, and survival of the seven most frequent
cancer locations in Colombia
(Stomach, Lung, Colon and Rectum, Breast, Cervix, and Prostate) in the
last two decades.
More than half of the cancer deaths in the country correspond to these
locations. According
to the cancer information system INFOCÁNCER, in 2018, there were about
42,000 deaths
from cancer. Stomach cancer continues to be cancer that claims the most
lives in the national
territory (12%) of all cancer deaths, followed by lung cancer (11%) and
colorectal cancer (9%)
and Breast (8%), with age-adjusted rates ranging between 12 and 6 per
100,000. Gastric,
lung, and cervical cancers show a frank decrease in their mortality and
possibly in their incidence at the national level in the study period.
Colorectal and breast cancer show an increase
throughout the national territory. The decrease observed in breast
cancer mortality in Bogotá
and Bucaramanga is striking. The patterns and trends of mortality in
the national territory are
described. In Colombia, cancers of infectious origin have been
displaced by cancers typical of
developed countries. The distribution of these types of cancer
indicates the need for a regional
approach for their effective control.
Keywords: Cancer; epidemiology; rate; incidence;
mortality; survival; risk factor
Introducción
Se espera que a partir del año 2020 la transición demográfica que
Colombia ha experimentado en las últimas
décadas, empiece una fase de envejecimiento acelerado gracias al fin
del bono demográfico (1), donde una
sociedad juvenil marca su fin. En 1985, 1 de cada 12
colombianos era mayor de 60 años, para el 2020, esa
proporción aumentó a 1 de cada 10 y se proyecta que
cerca de 1 de cada 4 lo será después de 2050.
Esta acelerada transición demográfica ha tenido y tendrá hacia el
futuro un impacto profundo en la epidemiología del cáncer en nuestro
país. En 1985 el 10%
de las muertes fueron atribuidas a algún tipo cáncer
(2), mientras que para el 2018 está fracción aumentó
al 15% (3). En este mismo periodo, las tasas crudas
de mortalidad pasaron de 50 a 85 por 100 mil habitantes, un aumento del
60% del riesgo, explicado en
gran medida por el envejecimiento de la población,
dado que al ajustar las tasas por edad se observa un
aplanamiento en la tendencia entre hombres e incluso una disminución de
la mortalidad por cáncer entre
las mujeres del país (Figura 1). Cuesta trabajo creerlo,
pero en términos generales es así. Sin embargo esta
afirmación debe llamar la atención a que hoy en día se tiene claro que
el cáncer es un conjunto de más de
un centenar de enfermedades que debido a su origen y
comportamiento clínico es difícil enmarcarlas bajo un
mismo término (4,5), por lo que esta afirmación al fin
de cuentas dice poco sobre la realidad del comportamiento de cada una
de ellas.
Vale la pena realizar una revisión del comportamiento
de la mortalidad de las siete principales localizaciones
de cáncer (entre las más de 100) que han afectado al
país en las últimas décadas (estómago, cérvix y pulmón) junto aquellas
emergentes (mama, colon y recto
y próstata); entre ellas se concentra alrededor del 50%
de muertes por cáncer en Colombia en las últimas cuatro décadas.
Por más de 20 años, el Instituto Nacional de Cáncerología E.S.E ha
realizado análisis metódico de la
epidemiologia del cáncer en el país entre las que se
incluyen al menos tres publicaciones sobre tendencias de mortalidad a
nivel nacional, tres ediciones del
atlas de mortalidad por cáncer en Colombia y tres
estimaciones de incidencia donde se ofrece información a nivel
departamental. Desde hace más de 5
años en conjunto con los registros poblacionales de
cáncer en Colombia, el INC ha liderado un sistema
de información del cáncer (3) (INFOCÁNCER) que
ofrece información de fácil consulta sobre incidencia
y mortalidad en el país. INFOCÁNCER tiene como
atractivo que provee no solo tasas crudas y ajustadas
por edad para todo el país sino también a nivel departamental.
La mortalidad es probablemente el indicador más importante en el
estudio de la epidemiología de cualquier
enfermedad, permite estudiar la magnitud o la carga
de un evento en salud sobre una población. En Colombia el registro de
mortalidad goza de buena credibilidad a nivel internacional, siendo
calificada como
de alta calidad con resultados consistentes durante los
últimos 40 años (6).
Esta revisión tiene como objetivo revisar las tendencias de mortalidad
en Colombia de las principales localizaciones de cáncer, así como la
información sobre
incidencia y supervivencia disponible en el país sobre
su incidencia y supervivencia. La información aquí
analizada proviene del sistema de información de cáncer en Colombia,
Infocáncer, y del sistema de información global de cáncer mundial. La
información sobre
supervivencia proviene de la iniciativa mundial CONCORD (7) que calculó
la supervivencia de diferentes
cánceres a nivel global y que contó con la participación de 4 registros
poblacionales de cáncer (Bucaramanga, Cali, Manizales y Pasto).
Resultados
Cáncer Gástrico
El cáncer gástrico ha marcado la epidemiología del cáncer en el país.
Para 1953 esta localización representaba
el 30% de todas las muertes por cáncer, hoy en día representa el 12%.
Con una razón 2:1 hombre: mujer en
la actualidad, la mortalidad por cáncer ha mostrado un
fuerte descenso desde mediados de los años 70, pasando de tasas de 30 y
20 por cien mil a tasas de 12 y 6
en 2018. Este descenso no ha sido exclusivo en nuestro
país; ha sido observado alrededor del mundo y ha sido
catalogado por muchos como un triunfo no planeado
en la medicina (8), gracias al desarrollo de las naciones
que ha traído consigo mejoras en el acceso a frutas y
verduras frescas, así como la disminución en la exposición al
Helicobacter
pylori
(considerado como uno carcinógeno definitivo por la WHO para esta
enfermedad)
(9). Aunque hoy en día se desconocen los mecanismos
moleculares de su rol en la patogénesis de esta enfermedad, los
resultados recientemente publicados de un
ensayo clínico controlado en China (10) y otro en Colombia (11) luego
de más de 15 años de seguimiento,
confirman el papel del Helicobacter
pylori
en la génesis
de esta enfermedad que para el año 2018 cobró la vida
de algo más de 5.000 colombianos.
La mortalidad de cáncer gástrico (y probablemente
su incidencia) tiene una distribución geográfica muy
característica en nuestro país, que muestra una clara
correlación con la altitud (12,13). Un alto riesgo en la
zona andina y un bajo riesgo en las costas y las riveras de los grandes
ríos. Así lo ejemplifican las tasas
de incidencia y mortalidad cercanas a 20 por 100.000
registradas en Pasto, que contrastan con tasas alrededor de 5 por
100.000 en Barranquilla. Esta diferencia
no se explica por la prevalencia de Helicobacter pilori,
pues estudios han mostrado frecuencias similares en
la costa atlántica y la zona andina (14). Sin embargo y
dado que Colombia es una nación altamente mestiza,
existe evidencia que sugiere que un desbalance en la
ancestría del hospedero (humano) y el huésped (bacteria) pueden estar
detrás de esta particular distribución
geográfica (15).
En relación con la supervivencia, el cáncer gástrico
muestra cifras desalentadoras en general (7), la supervivencia a 5 años
entre el año 1995 y 2009 no presentó
ningún cambio y se mantuvo alrededor del 16%, por
debajo del a 30% alcanzado en Estados Unidos y muy
por debajo del casi el 60% registrado en Corea y Japón.
Cáncer de Cérvix
Entre las mujeres de Colombia este cáncer ha tenido
más impacto que el cáncer de estómago. Para el año
1953, el cáncer de cuello de útero representó el 6% de
tolas las muertes por cáncer en mujeres, sin embargo,
el cáncer de útero represento el 30%, sumando 900 de
las 3.000 muertes registradas en el país. Es probable
que al menos dos tercios de los cánceres de útero correspondieran al
cérvix. En 1987, la mortalidad por
cáncer de cuello de útero alcanza su máximo histórico nacional con
tasas de 12 por 100.000 (incluyendo
aquellas de útero no especificadas) (2). Desde 1997,
este cáncer comenzó a mostrar un descenso en su mortalidad a nivel
nacional que se ha mantenido llegando
en 2018 a su tasa más baja registrada hasta la fecha de
6,7 por 100.000 lo que indica un descenso cercano al
45% en las dos últimas décadas.
El registro poblacional de cáncer de Cali, el más antiguo de
Latino-América (16) (liderado por el Dr Pelayo
Correa bajo la mentoría del epidemiólogo William H
Haenzel) ha registrado una permanente disminución
de la incidencia de cáncer de cuello uterino desde mediados de los
sesentas, pasando de 75 a 13 por 100.000
mujeres, una disminución de más del 80% del riesgo.
La relación de la edad con la incidencia como la mortalidad se ve
claramente impactada por el cambio del
sistema de salud en 1993. Al observar las tendencias
de incidencia y mortalidad en la ciudad de Cali por
cohorte nacimiento (17), se observa un cambio en la
tendencia ascendente con la edad para iniciar un claro
descenso posterior a 1993 en las mujeres de 45 años
para ese momento. Este impacto no se ha visto con
ningún otro cáncer en Colombia. El mejor acceso a los
servicios de salud (tamización y tratamiento oportuno
de las lesiones preneoplásicas) sin ser el óptimo, junto
a la marcada disminución de la fecundidad en Colombia puede estar
detrás de este descenso.
Si la distribución del cáncer gástrico sigue las cordilleras de nuestro
país, el cáncer de cérvix sigue los
ríos navegables del territorio nacional. Así lo revelan
consistentemente los Atlas de Mortalidad por cáncer
publicados por el INC (13, 18, 19). Este patrón geográfico está
probablemente ligado a la etiología del cáncer
de cuello de útero: Una enfermedad de transmisión sexual causada por la
infección persistente del Virus del
Papiloma Humano (VPH), identificado a mediados de
los años setenta (20). Más de 100 genotipos de VPH se
han descrito y gracias al trabajo liderado por la Dra.
Nubia Muñoz desde la agencia de investigación para
el Cáncer de la OMS, se pudo clasificar su riesgo oncogénico (21).
Fruto de este trabajo se identificaron los
genotipos de mayor riesgo para los que posteriormente
se desarrollaran pruebas diagnósticas que mejoraron la prevención
primaria de esta enfermedad, logrando
como hito histórico el desarrollo de una vacuna efectiva para su
prevención (22). La vacuna contra el cáncer de cuello de útero fue
introducida al calendario de
vacunación nacional en 2012 para niñas entre los 9-12
años de edad, con un gran éxito, logrando coberturas
superiores al 90%. En 2015 las coberturas cayeron estrepitosamente
luego de un brote epidemiológico de
eventos adversos ocurridos en el municipio de Carmen de Bolívar,
posterior a la jornada de aplicación
de la segunda dosis de la vacuna, cuando 514 niñas
y adolescentes menores de 20 años presentaron síntomas inespecíficos
tales como desmayos, parestesias en
miembros superiores e inferiores y cefalea. Este evento
suscitó un despliegue noticioso sin precedentes al que
se sumó el oportunismo de los activistas antivacuna
que con argumentos científicos poco sólidos pero cargados de
emotividad, lograron inundar las redes sociales y quebrar la confianza
de los padres y colegios
alrededor de la vacuna, similar a lo ocurrido en otros
países (23, 24). A pesar de que el Instituto Nacional
de Salud realizó un estudio de brote que descartó la
asociación causal de estos eventos con la vacuna (25),
este episodio tuvo como consecuencia un desplome en
las tasas de vacunación contra el cáncer de cuello de
útero, que para el 2020 aún no se logra recuperar (para
el 2018 estaban en 30%) y puso en riesgo, de manera totalmente
infundada, la credibilidad del programa
nacional de vacunación (26).
Seis años después de este desafortunado suceso, la evidencia científica
(el último reporte generado por investigadores daneses abiertamente
detractores de la seguridad de la vacuna) (27), sigue apuntando hacia
la misma
dirección: las vacunas contra el VPH disponibles y certificadas por la
OMS son altamente eficaces y seguras.
Iniciativas recientes del gobierno local en la ciudad de
Cali para reposicionar la vacunación contra el cáncer
de cuello uterino, muestran que la voluntad política es
un factor clave para recobrar la confianza entre los padres de familia
y población general (28). La comunidad
médica y científica debe cerrar filas alrededor de estas
nuevas iniciativas, la vacuna contra el VPH es sin lugar
a duda la mejor estrategia para el control de esta enfermedad que causó
la muerte de cerca de 2.000 mujeres
en el 2018. Aunque la tendencia de la mortalidad en
general en el país está en descenso, existen regiones y
departamentos donde se aprecia un estancamiento o un
incremento de la mortalidad en los departamentos de la
Costa Atlántica (3).
Vale la pena recalcar que hoy en día el riesgo de morir por cáncer de
cérvix, una enfermedad claramente
prevenible, es 3 veces más alto que en países desarrollados donde las
tasas de mortalidad ajustadas por
edad están en el rango de 2 y 3 muertes por cien mil
habitantes. La supervivencia a 5 años del cáncer de
cérvix observada en el país es de 59%, no muy distante de la estimada
para Estados Unidos que es del
63% (7). Esto deja de manifiesto que la eficacia de los
tratamientos disponibles para el cáncer de cérvix es
muy limitada en todo el mundo y resalta la importancia de la
vacunación.
Cáncer de Pulmón
El cáncer de pulmón es hoy en día la segunda causa
de muerte por cáncer en el país. En 2018 se registraron
4.720 muertes. Con una razón hombre:mujer de 5:3, la
tasa de mortalidad por cáncer de pulmón ha presentado un cambio en su
tendencia, tanto en hombres como
en mujeres, en las últimas dos décadas mostrando ascenso en la primera
mitad, llegando a 12,5 y 6,9 por
100.000, para luego descender a 10,6 y 6,3 por 100.000
habitantes en hombres y mujeres respectivamente.
Este descenso está ligado a la constante disminución
del consumo de tabaco en Colombia: Para 1996 la prevalencia de consumo
de tabaco era de 29% y 14% en
hombres y mujeres respectivamente (29). Para 2020
esta cifra se ha reducido en más de un 40% tanto en
hombres como en mujeres llegando a 17% y 7,6% respectivamente. El
impacto de este logro en prevención primaria lo sustenta las tendencias
de la incidencia de
cáncer de pulmón en la ciudad de Cali. La incidencia en dicha ciudad ha
mostrado descenso desde los
mediados años ochenta en hombres de 25 a 13,5 por
100.000 y mujeres de 9,8 a 6,7 por 100.000.
Si bien esta reducción del consumo de cigarrillo es
alentadora, no deja de ser preocupante el tabaquismo
entre los jóvenes entre 18 y 24 años, que continúa sin
mayor cambio en el 19%, y que solo era del 15% para
1996 (30).
La distribución geográfica del cáncer en el país muestra una
concentración del riesgo en regiones con altas
prevalencias de consumo de cigarrillo como Antioquia y el viejo Caldas
(19) donde también se aprecia
un marcado descenso desde el 2006 en contraste con
Nariño, que solo comienza a mostrar descenso desde
2016 (3).
La supervivencia a 5 años de este cáncer es la menos
esperanzadora entre los tipos cáncer analizados, solo
15%, cifra no muy distante a otros países (7, 31). Las
nuevas inmunoterapias han iniciado a cambiar este
panorama por fortuna (31). El estudio de los perfiles
moleculares cobra por lo tanto gran relevancia en lo
que Colombia ha tenido un papel importante en la región (32).
Colon y Recto
Para 1953 la mortalidad por cáncer intestinal representaba el 4% de las
muertes cáncer registradas en
Colombia; para 1997 esta fracción aumentó al 6% y
para el 2018 representó el 9% de todas las muertes
por cáncer, posicionándose como la tercera causa de
muerte por cáncer en el país, con 3.800 muertes registradas, 20-25%
localizadas en recto. De las tres localizaciones de cáncer que
comprometen ambos sexos,
es la única en la cual el número de muertes en mujeres excede a la
registrada en hombres, sin embargo el
riesgo de muerte es mayor entre los hombres (debido
a que la población de mujeres generalmente excede a
la de hombres en al menos 900 mil personas). Desde
los años ochenta, la razón hombre:mujer se mantuvo
cercana a la unidad, similar a lo observado en otros
países de la región, pero distinto a lo observado en
países con mayor riesgo para morir donde la razón
hombres:mujeres es de 2:1 (33). Desde 2010 esta razón hombre: mujer
comenzó a cambiar mostrando
un mayor aumento en el riesgo de muerte entre los
hombres pasando cifras alrededor de 4,5 por 100.000
a 7,1 y 6,3 por 100.000 en hombres y mujeres respectivamente. Este
aumento es muy significativo si se tiene en cuenta que para mediados de
los años noventa
las tasas en Estados Unidos triplicaban y duplicaban
lo observado en hombres y mujeres en Colombia.
Hoy las tasas de mortalidad en hombres y mujeres de
los EE.UU son de 10 y 7 por 100.000 respectivamente, muy cercanas a lo
observado en nuestro país.
La distribución geográfica muestra una alta concentración del riesgo en
los grandes centros urbanos.
Para 2018, Bogotá D.C, Quindío y Risaralda mostraban las mayores tasas
de mortalidad en hombres y
mujeres superando los 9 y 7 por 100.000 respectivamente y se han
nivelado en los últimos anos con tendencia a la baja, particularmente
en el departamento
del Quindío.
La tendencia de las tasas de incidencia en la ciudad de
Cali muestran un aumento constante entre los hombres y un estancamiento
del aumento desde mediados
de los noventa cuando las tasas entre mujeres se han
nivelado cerca de 14 por 100.000 habitantes. La mortalidad en Cali
también se ha nivelado entre las mujeres y sigue en aumento entre los
hombres hasta 2018.
Estas tendencias podrían estar relacionadas con mayor
disposición a la realización de la colonospia entre las
mujeres, aunque el cumplimento de colonoscopia después de los 50 años
es bajo en Colombia (menor al
15%) y similar en los dos sexos (34).
Mama
En la última década, el cáncer de mama se ha convertido en la primera
causa de muerte por cáncer entre las mujeres del país, luego de superar
al cáncer de
cérvix en 2005 cuando la tasa de mortalidad ascendía
a 9,4 por 100.000. Desde finales del siglo pasado su
incremento a nivel nacional ha sido superior al 35%;
la tasa de mortalidad entre 1997 y 2018 paso de 8 a
11,2 muertes por cien mil. Este aumento está ligado
probablemente al mismo cambio demográfico que ha
influido en el descenso de la mortalidad por cáncer de
cérvix. Sin embargo, las tasas son la mitad de lo observado en Estados
Unidos y 30% menos de lo observado
en el Reino Unido (33).
El riesgo de muerte elevado se concentra en los grandes centros
urbanos, esto se observa consistentemente en las tres últimas ediciones
del atlas de mortalidad por Colombia (18). Llamativamente Bogotá que
ha sido la zona con más altas tasas de mortalidad de
las últimas décadas en el país (17 por 100.000 para
finales de los años ochenta) ha presentado una disminución constante
llegando a tasas de 11,2 en 2018
representando un descenso cercano al 40%. Este descenso inicio antes de
la reforma a la salud y en momentos en que el uso de la mamografía no
era masivo
en el país, por lo que un mejor acceso a los servicios
en salud no es la mejor explicación. El análisis de
Edad-Periodo-Cohorte de la mortalidad por cáncer
de mama en Bogotá (35) mostró que el efecto de cohorte (año de
nacimiento) tenía una mayor influencia
sobre la tendencia. La disminución de la fecundidad
ha ocurrido de manera acentuada en Bogotá lo que
no podría explicar el singular descenso (36). Al revisar las tendencias
de mortalidad por cáncer de mama
en otras grandes ciudades como Medellín (37), Cali
(17) y Bucaramanga (38), solo ha sido en esta última
que se ha replicado esta disminución en la mortalidad pero solo desde
el año 2001 (de 17 a 10,8 por
cien mil en 2010). La explicación de este fenómeno
no está claro y amerita investigación. Las tendencias
de incidencia en Cali mostraron un aumento constante desde la mitad del
siglo pasado hasta el 2007
(de 27 a 48 nuevos casos por cada 100.000 habitantes)
y que se ha estancado en los dos últimos cuatreños
medidos y disponibles de la ciudad (43,3 por 100.00
de 2008 a 2016).
La supervivencia a 5 años para el cáncer ha mostrado
mejoría en las últimas décadas. Entre 1995 y el 2009
este indicador pasó de 65 a 76%. Esta supervivencia
es similar a la observada en otros países de la región
como Chile, Ecuador, Argentina, solo superado por lo
observado en Brasil (87,4%) (7).
Próstata
El cáncer de próstata es la segunda causa de muerte
por cáncer en hombres luego de cáncer gástrico. La
frecuencia relativa de este cáncer se ha triplicado desde 1953, pasando
de 5% a 15% en 2018 cuando se registraron en el país 3.017 muertes,
correspondiendo a
una tasa de mortalidad ajustada por edad de 11,3 por
100.000 (Tabla 1). Las tasas de mortalidad en las dos
últimas décadas han mostrado una tendencia de estabilidad (Figura 2),
fluctuando entre 11 y 12 por cien
mil, comportamiento que contrasta con el observado
en las dos últimas décadas del siglo pasado cuando
se duplicaron pasando de 7 por 100.000 en 1981 a 14
por 100.000 en 1996 (2). Este ascenso pronunciado a
finales del siglo pasado fue observado en varios países, incluyendo los
Estados Unidos donde ascendieron
hasta 16 por 100.000 en 1995 para iniciar un descenso
marcado desde entonces (33). Para 1998 las tasas de
mortalidad en cáncer de próstata en Estados Unidos y
Colombia se equipararon. Hoy en día la tasa de mortalidad por cáncer de
próstata supera a la registrada
en Estados Unidos. A este comportamiento del cáncer
de próstata observado en el mundo se le han dado dos
explicaciones: Un inusitado ascenso en el diagnóstico
de cáncer de próstata con la introducción del Antígeno Prostático
Específico a finales de los años ochenta,
que llevó a un sobrediagnóstico de la enfermedad y a
la postre un efecto protector por la disponibilidad de
intervenciones efectivas para una patología detectada
de manera precoz. (39, 40).
La distribución geográfica del cáncer próstata se relaciona con la
predisposición genética entre afroascendientes. Se observa focos de
mayor riesgo en los
centros urbanos de la Costa Atlántica, el Urabá antioqueño, Quibdó,
Buenaventura y Tumaco.
La tendencia de la incidencia en la ciudad de Cali
muestra un ascenso marcado hasta inicios de siglo, llegando a tasas de
65 por 100.000 que han descendido
a 53 por 100.000 para el periodo 2012-2016, probablemente relacionada a
un desescalamiento del tamizaje
masivo para este cáncer. Los estudios continúan demostrando los daños
de la detección temprana utilizando Antígeno Prostático Específico
(principalmente
casos asintomáticos), incluidos los resultados falsos
positivos, las complicaciones de las biopsias de próstata transrrectal,
el sobrediagnóstico, daños psicológicos y daños del tratamiento,
incluida la incontinencia
urinaria y la disfunción eréctil (41). Recientes estudios
en países nórdicos (42, 43) señalan que la atribución
incorrecta de causa de muerte al cáncer de próstata se
encuentra entre el 30% y 50%, principalmente en las
muertes ocurridas después de los 75 años, grupo etario donde se
presentan las dos terceras partes de las
muertes registradas en Colombia. Dado el panorama
de este cáncer no es extraño observar una alta supervivencia a 5 años,
que de acuerdo con el registro poblacional de Cali es cercana al 80%.
Reflexiones finales
La epidemiología del cáncer ha tenido un vuelco en
los últimos 40 años. Paso de estar claramente liderada
por cánceres de origen infeccioso, muy ligados a condiciones
socioeconómicas desfavorables como el cáncer gástrico y cáncer de
cérvix, a un escenario, donde
estas dos localizaciones, sin dejar de ser importantes,
comparten ahora protagonismo con otras localizaciones que habitualmente
eran reconocidas como propias
de países desarrollados (cáncer de colon y recto, mama
y próstata). Junto a ellas, continúa presente casi de manera perenne,
el cáncer de pulmón íntimamente ligado
al hábito tabáquico de nuestra población. La gran heterogeneidad en el
comportamiento y distribución de
los diferentes tipos de cáncer en el territorio nacional
invita a un abordaje regional para su control. El cáncer
colorrectal sigue su ascenso en el territorio nacional y
su riesgo de muerte, concentrado en las grandes urbes,
hoy en día equipara al de cérvix entre las mujeres. Mayores esfuerzos
para su prevención y detección temprano son requeridos. El cáncer de
próstata, por su alta
frecuencia puede estar restando atención a otros tipos
de cáncer en el país.
Este análisis descriptivo de la epidemiología de las
principales localizaciones es solo una puntada del gran
volumen de información disponible y espera provocar
la curiosidad por parte de los lectores por conocerla y
usarla. Esta revisión se puede lograr en tiempo razonable gracias a la
disponibilidad de información confiable, recopilada, curada y puesta a
disposición por el
Instituto Nacional de Cáncerología en conjunto con
los registros poblacionales de cáncer en el país. Cuando llegué al
Instituto Nacional de Cáncerolgia hace
casi 20 años era frecuente escuchar una queja constante entre clínicos
e investigadores sobre la falta de
información sobre la epidemiología local del cáncer.
Hoy en día queda claro que ya no es el caso y que
sin temor a equivocarme el nivel de detalle de la información
disponible en Colombia es envidiada por
los países de la región y grata sorpresa a nivel internacional. Nuevos
actores como la Cuenta de Alto Costo
han emergido para aportar información sobre el curso
clínico del cáncer (44) (supervivencia, efectividad de
nuevas intervenciones y calidad de vida en escenarios
de vida real) que complementan y enriquecen la vigilancia
epidemiológica activa, dando un alcance antes
poco imaginado y nutre el Observatorio Nacional de
Cáncer, liderado por el Ministerio de Salud (45). El
trabajo aunado de todos los actores facilitará un avance coordinado y
evitará cortocircuitos que solo perjudican a los usuarios finales (46).
Durante más de 30 años el único registro de cáncer en
Colombia fue el de Cali. Es muy motivante observar
la consolidación de nuevos registros de cáncer. Hoy ya
son 5 registros poblacionales de cáncer que aunan esfuerzos y crean un
nicho de conocimiento que permite
una mejor comprensión de la dinámica del cáncer en
nuestro país y que ofrece información no solo para el
seguimiento de políticas públicas, sino para la generación de hipótesis
que permitan avanzar en la investigación en nuestro país y la región.
Colombia tiene un legado histórico alrededor de la investigación en
cáncer
sembrado por Pelayo Correa y Nubia Muñoz, del que
las nuevas generaciones y nuestra comunidad científica deben apropiarse
para acelerar la investigación de
cáncer en el país.
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Recibido:
Noviembre 18, 2020
Aprobado: Noviembre 18, 2020
Correspondencia:
Gustavo Hernández
gustasuarez@gmail.com