Resumen
Descifrar los secretos históricos desconocidos de grandes instituciones
que han cambiado la historia
del cáncer, juega un papel importante para el origen de nuevas
generaciones brillantes que con pequeños cambios logren generar un
impacto vislumbrado por décadas. A continuación, se reconstruirá la
evolución histórica de las diferentes instituciones que han marcado un
hito que revolucionó la historia
natural del cáncer. A pesar de la heterogeneidad de estas
instituciones, se evidencian avances terapéuticos que en común
construyen una influencia innegable en el abordaje multidisciplinario
del cáncer.
Palabras clave: Historia del cáncer; MD Anderson Cancer
Center; National Cancer Institute; Memorial
Sloan Kettering Cancer Center; Gustave Roussy.
HISTORICAL OVERVIEW OF THE INSTITUTIONS THAT
CHANGED THE COURSE OF CANCER HISTORY
(MSKCC, NCI, MDACC, GUSTAVE ROUSSY, NCI)
Abstract
Deciphering the unknown historical secrets of great institutions that
have changed the history of
cancer plays an important role in the origin of brilliant new
generations that with small changes
manage to generate an impact glimpsed for decades. Next, the historical
evolution of the diff erent institutions that have marked a milestone
that revolutionized the natural history of cancer will
be reconstructed. Despite the heterogeneity of these institutions,
therapeutic advances are evidenced that together build an undeniable
infl uence on the multidisciplinary approach to cancer.
Keywords: Cancer
history; MD Anderson Cancer Center; National Cancer Institute; Memorial
Sloan Kettering Cancer Center; Gustave Roussy
¹ Médico Especialista en Epidemiología con Maestría en
Oncología Molecular. Fundación para la Investigación Clínica y
Molecular
Aplicada del Cáncer, FICMAC. Grupo de investigación en Oncología
Molecular y Biología de Sistemas (FOX-G), Universidad el
Bosque. Bogotá, Colombia.
Introducción
Hacer un paso histórico por las diferentes instituciones que han
trascendido en el abordaje integral del
cáncer, es simplemente un viaje fascinante sobre las
huellas de grandes mentes que dejaron un legado que
ha servido de inspiración a las generaciones posteriores consiguiendo
la inmortalidad en la memoria. Muchas de estas historias no pueden
quedar en el olvido,
muchos de sus protagonistas murieron probablemente sin saber el gran
impacto que su dedicación o enfermedad le sirvió al mundo para cambiar
la historia
evolutiva de esta enfermedad. Quizás cause temor el
ignorar historias que dan paso a la grandeza que sin
la constancia del hombre no habrían logrado equilibrar un poco la lucha
contra esta enfermedad. Mirar
las huellas de implacables corazones que palpitaban
por encontrar una cura y que siguen caminando en la
mente de muchos para traer al mundo la esperanza de
algún día encontrar la cura.
Memorial Sloan Kettering Cancer
Center (MSKCC)
Aunque el cáncer es una enfermedad que ha existido
durante siglos, no fue sino hasta la década de 1900
que las personas se unieron para crear asociaciones en
contra del cáncer en todo el mundo. En el verano de
1884, el expresidente de los Estados Unidos, Ulysses S.
Grant, desarrolló cáncer de garganta inoperable debido a décadas de
tabaquismo. Para ese entonces el cáncer era considerado una vergüenza y
una enfermedad
altamente contagiosa similar a la sífilis. Sin embargo,
fue hasta la muerte de este importante líder militar en
Julio de 1885, que generó un cambio en la concepción
de esta entidad y logró atraer el interés del público
para tomar medidas que llevaran a encontrar la cura.
Fue así, como se reunió un grupo de prominentes neoyorquinos que
incluían a John Jacob Astor III, su esposa Charlotte Augusta Gibbes y
su prima Elizabeth
H. Cullum, quienes se ofrecieron a donar US$200,000
para la construcción de un hospital que tratara exclusivamente el
cáncer. En Mayo de 1884 sentaron la piedra
angular del New York Cancer Hospital (posteriormente llamado Memorial
Sloan Kettering Cancer Center),
siendo el primer hospital exclusivo para el cáncer en la
ciudad y el segundo en el mundo (1).
Para su construcción requirió el ingenio de mentes brillantes del
momento como la del Arquitecto Charles
Coolidge Haight, quien también construyó la Universidad de Yale, entre
otros majestuosos edificios que
remarcan en la historia arquitectónica americana.
La primera parte del hospital fue diseñada exclusivamente para mujeres,
motivados por el rechazo del
Women’s Hospital de New York de atender mujeres
con cáncer. Se inició la construcción en la esquina suroeste de 106th
Street y Central Park West. Desde su
diseño se pensó en el beneficio de los pacientes que a
futuro habitarían el espacio, erigiendo una estructura
compuesta por cinco torres redondeadas conectadas
entre sí por un edificio central, precisamente redondeadas para
eliminar olores intensos causados por la
enfermedad, ya que pensaban que las esquinas podrían
predisponer a crecimiento de bacterias, “
…los pacientes
deben ser alojados en torres circulares para que el aire contaminado
pueda circular más libremente y no quede atrapado
en las esquinas” (2).
Por su parte, el presidente del Centro, Dr. Paul A Marks
aseveró: “
Probablemente nunca
eliminemos el cáncer, pero
nuestra mayor comprensión ya nos ha dado herramientas
para intervenir, y dar ahora más que nunca esperanzas para
los pacientes” (3). Luego, el médico del expresidente U.
Grant, el Dr. Fordyce Barker, inaugura el hospital en
diciembre de 1887 con las siguientes palabras: “…
el
cáncer no se debe sólo a la miseria, a la pobreza, ni a las
malas condiciones sanitarias, ni a la ignorancia o los malos hábitos,
sino también es una enfermedad que aflige a los
cultos, a los ricos y a los habitantes de localidades saludables.”
Precisamente una voz de alerta para cambiar la errónea concepción de la
enfermedad como motivo de
vergüenza (4).
Uno de los más importantes filántropos para la construcción del
Hospital fue Jhon Jacob Astor III, pero
4 meses luego de instaurar la piedra angular, en septiembre de 1884
muere su esposa de cáncer uterino.
En su memoria, realiza una donación de US$145.000
adicionales en 1888 para continuar con la construcción del pabellón
para hombres en el mismo sitio.
Otros de los personajes filántropos más importantes
en la historia del MSLKC es el Sr. Jhon D. Rockefeller Jr., quién se
involucró por primera vez con el
hospital luego de que su joven novia, Elizabeth Dashiell, se encontrará
con la muerte en 1891 a una edad
temprana de 18 años por un cáncer metastásico muy
agresivo (
Figura 1).
Figura 1. John D. Rockefeller Jr. y Elizabeth Dashiell
“Bassie” como le decían de cariño, estaba de vacaciones viajando rumbo
a Alaska cuando presentó un insignificante traumatismo en su mano
derecha al quedar
atrapada entre dos asientos de un carro Pullman. Esta
contusión, solo genera una leve inflamación local pero
la persistencia e intensidad del dolor la lleva a consultar
a un joven cirujano, el Dr. William B. Coley del New
York Hospital. Era un dolor intenso de predominio nocturno que
alcanzaba intensidades moderadas a severas.
Al principio se consideraba una osteomielitis y fue llevada a drenaje
quirúrgico donde realizan lavado de la
pequeña infección, sin embargo, evidencian detrás de la
infección y adyacente al hueso una tumoración que su
origen se presumía antes del accidente y al estar en crecimiento era el
causal de los síntomas de Bassie. Coley
realizó una biopsia esperando encontrar infección pero
en su lugar encontró un tumor óseo conocido como sarcoma de células
redondas (5).
Es en ese momento en el que se inicia una batalla campal en contra de
la evolución del tumor, pero lamentablemente a pesar de todos sus
esfuerzos, lo llevaron
hasta la amputación de la extremidad superior derecha; no pudo evitar
la progresión y metástasis de este
tumor agresivo, así la joven novia del heredero muere
a la edad de 18 años (6). Esta historia no quedó perdida en el tiempo
ya que promovió grandes cambios
rotundos en la historia del cáncer que ampliaremos a
continuación.
Primero una gran donación por parte de la Familia Rockefeller al
Hospital que permitió su traslado de locación
al sitio en donde se encuentra hoy en día. En segundo
lugar, el cirujano William Coley con su deprimente experiencia con
Bessie Dashiel es motivado a buscar alternativas favorables de
tratamiento para este tipo de tumores.
Inicia con una exhaustiva investigación en los archivos
del hospital en búsqueda de otros pacientes con sarcoma
de células redondas, fue así como encontró la historia clínica de un
paciente inmigrante alemán llamado Fred K.
Stain de 31 años, que poseía un tumor muy parecido al
de Bessie diagnosticado como sarcoma de células redondas en el cuello,
el cual requirió 5 intervenciones quirúrgicas hasta declararlo
inoperable y desahuciarlo.
Sin embargo, durante uno de los posoperatorios, presenta
una grave infección de la piel conocida como erisipela,
la cual requirió cubrimiento antibiótico intrahospitalario
por muchas semanas y durante su evolución fue presentando de forma
misteriosa una regresión de la masa tumoral cervical hasta salir del
hospital libre de enfermedad. Al parecer, tras la infección en la piel,
su cuerpo
desarrolló una respuesta inmunitaria citotóxica que ayudó a combatir
contra las células malignas y generar una
reducción del tumor hasta el punto de la inexistencia, y
finalmente salir victorioso de enfermedad. Incluso lo buscó en su
vecindario encontrándolo con vida luego de 7
años de haber presentado la infección (7).
La interpretación del Dr. Coley ante este hecho, era que
la infección bacteriana habría promovido de alguna u
otra forma que el tumor se redujera, probablemente
por la liberación de alguna “toxina” desconocida para
ese entonces. El Dr. Coley descubrió que el caso de
Stain no era el único, al contrario existían 47 casos registrados en la
literatura que documentaban el efecto
benéfico de las infecciones sobre los tumores, motivándolo a probar si
infectar a los pacientes con el germen
causal de erisipela podría inducir una regresión tumoral (8). De esta
forma, realiza su primera inoculación
en el año 1891 en un paciente drogadicto inmigrante
italiano llamado Signor Zola, de 35 años con sarcoma
de células fusiformes en la amígdala derecha, pero que
debido al crecimiento tumoral comprometía la lengua
y generaba obstrucción de la faringe, lo que impedía el
paso de los alimentos, por lo que los médicos afirmaban le quedaban
pocos días de vida (
Figura 2).
Coley inoculó
Streptococcus pyogenes
directamente en el
tumor con una frecuencia de 3 a 4 días durante 5 meses hasta inducir
reacciones sistémicas o locales importantes. Finalmente, tras 62
inyecciones, Zola presentó
escalofríos y fiebre elevada debido a la infección iatrogénica. Luego
de 10 días de sufrir erisipela, el tumor
de este hombre comenzó a reducir de tamaño y en dos
semanas desapareció por completo. Comprobando de esta forma su
hipótesis de que el sistema inmunológico
del paciente inoculado se activaba en contra del tumor
luego de la acción febril. De acuerdo con los informes
de seguimiento, Zola se mantuvo bien durante 8 años
más antes de morir a causa de una recaída tumoral en
su Italia natal. Con estas historias surge el inicio de la
Inmunoterapia a pesar de que en su tiempo Coley recibió numerosas
críticas porque, así como tuvo pacientes
con éxito, también presentó pacientes con desenlaces
no tan favorables, que morían a causa de la infección
inducida.
Figura 2. Signor Zola. Sarcoma amígdala derecha.
Aun así, el Dr. Coley luego de tratar con la familia
Rockefeller continuó en contacto con otros grandes
filántropos de la época. Cabe mencionar su relación
como consejero médico y amigo cercano de Collis
Potther Huntington, un empresario estadounidense muy famoso por
completar el primer ferrocarril
transcontinental en los Estados Unidos, que muere
en 1900. En 1902 logra motivar a su reciente viuda,
la Sra. Arabella Huntington, a realizar una donación
por US$100.000 al General Memorial Hospital for the
Treatment of Cancer and Allied Diseases (el hospital
fue renombrado en 1899) en memoria de su esposo,
estableciendo así el primer fondo de investigación del cáncer en
Estados Unidos, lo que dio un nuevo impulso al desarrollo de la
investigación de nuevos tratamientos para combatir esta enfermedad. La
donación
al fondo se realiza en el año 1902 precisamente cuando el Hospital
estaba siendo uno de los pioneros en el
uso de rayos X en terapia contra el cáncer (9).
Como el hospital para ese entonces no contaba con
las facilidades propicias ni con el personal para conducir proyectos de
investigación en cáncer, las actividades de investigación financiadas
por el fondo,
fueron trasladadas al Laboratorio de Investigación
en Patología Experimental Alfred Loomis de la Universidad de Cornell,
bajo la dirección del Dr. James
Ewing, un reconocido patólogo quién se encontraba
realizando estudios sobre el linfosarcoma en perros.
Este fondo también financió muchas de las investigaciones del Dr.
Coley, sin embargo, este encuentro
de dos eminentes en la Historia de la Medicina, los
conduce a una relación desafiante, en la cual el Dr.
Ewing, luego se convertiría en el Director Médico
del Memorial Hospital, hecho que aprovecharía para
cancelar la financiación de las inoculaciones del Dr.
Coley (5). El Dr. Ewing era un fanático defensor de la
radioterapia para el tratamiento de todos los tumores
óseos y rechazaba arduamente cualquier otra teoría
para el tratamiento del cáncer, lo que influyó a que
muchos de los trabajos del Dr. Coley fueran refutados
por él y no se le dieran el reconocimiento que finalmente se dio más
tarde. La Sociedad Estadounidense
para el Control del Cáncer estuvo en contra de las
Toxinas de Coley desde su formación en 1913 (10).
Los próximos 40 años del Dr. Coley fueron dedicados
a mejorar su opción terapéutica, lamentablemente no
todos los pacientes tuvieron los excelentes resultados
de Zola, dos pacientes fallecieron por la erisipela, y en
varios más la inoculación no tuvo ningún efecto sobre el tumor. De esta
forma, con el paso del tiempo la
toxina de Coley se fue dejando de utilizar para darle
más abordaje a la quimioterapia y a la radiación. Sin
embargo, Helen Coley Nauts, hjia del Dr. Coley se encargó en
redescubrir el trabajo de su padre luego de
que falleciera y fundó el Cancer Research Institute, el
cual existe hoy en día para avanzar en el campo de la
investigación en inmunoterapia en cáncer.
El Dr. Ewing, por su parte, se hizo amigo de James
Douglas, un ingeniero de minas, filántropo, con experiencia médica que
compartía varías de las ideas de
Ewing, juntos estaban convencidos en que el radio y el
tratamiento con rayos X serían potencialmente benéficos y curativos en
varios tipos de tumores; viajan por
Europa para conocer un poco más acerca de este novedoso tratamiento. La
motivación personal de Douglas era su hija única quien padecía de
cáncer de seno
y mantenía fervientemente la esperanza de encontrar
la cura para su enfermedad. Así que, en 1913 decidió
comprar una gran cantidad de radio y junto al Dr.
Ewing convencen al Memorial Hospital de iniciar las
investigaciones con este tratamiento siempre y cuando
se nombrara a Ewing como presidente de la Junta Médica y posteriormente
Director del Hospital (11,12).
Su caso más memorable, es el de una niña de 14 años
que padecía de un osteosarcoma en el radio, teniendo
en cuenta que este tipo de tumores se caracterizaban
principalmente por ser radio-resistentes, el tratamiento de elección
para la época era la amputación. Sin
embargo, el Dr. Ewing quería tratarla de una manera
menos cruenta, así que inicialmente recibió 8 inoculaciones de la
Toxina de Coley sin eficacia, por lo que
pasó a recibir 12.760 miCu-hr de radio cada 2 semanas
por 3 dosis, obteniendo curiosamente una respuesta
completa. Es en este momento cuando el Dr. Ewing
considera que se trataba de un tipo de tumor diferente
al osteosarcoma, la evolución de la niña fue satisfactoria hasta
presentar a los dos años una nueva recaída tumoral, sobre la cual se
realiza una biopsia y el
Dr. Ewing la describe como “
endotelioma
difuso óseo” el
cual, tiempo después sería identificado como Sarcoma
de Ewing.
Las descripciones de este tumor las deja plasmadas en
su contribución académica más influyente:
Neoplasic
Disease: A textbook on Tumors (1920), un tratado integral
sobre el cáncer con el cual fundó la oncología como
una subespecialidad médica y poco después interviene
como fundador de la revista Cancer Research. Es importante mencionar
que también fue fundador de la American Association for Cancer Research
y la American Cancer
Society. Finalmente muere en 1943 a la edad de 76 años
por un cáncer de vejiga. Su legado en la historia del cáncer sin duda
alguna ha sido uno de los más memorables
y muchas de sus percepciones siguen siendo hoy tomadas como referente,
gracias a su visión de los centros
oncológicos integrales, como el Memorial Hospital, el
cual era la sombra alargada de Ewing, fiel reflejo de
cómo una institución influye notoriamente para cambiar la historia
natural de una enfermedad (13).
En 1936 el hospital es trasladado a su ubicación actual
en York Avenue, en un terreno donado por John Rockefeller Jr. Luego, en
1940 dos antiguos ejecutivos de General Motors, Alfred P. Sloan y
Charles Kettering, unieron fuerzas para establecer el Sloan Kettering
Institute
dedicado a la investigación biomédica y posteriormente, en 1960 se une
al hospital formando el Memorial
Sloan Kettering Cancer Center, el cual sigue hoy en día
siendo reconocido como uno de los mejores hospitales
para la atención del cáncer en Estados Unidos y una de
las instituciones más prestigiosas del mundo.
MD Anderson Cancer Center
(MDACC)
Fue creado en 1941 como un centro de investigación
y hospital oncológico en pleno apogeo de la Segunda
Guerra Mundial, gracias a la generosa filantropía de
Monroe Dunaway Anderson, quien siempre se mostró sensible con el cáncer
al ver morir a su sobrino de
leucemia en 1936. Inicialmente dio origen a la Fundación MD Anderson.
Este filántropo fue un importante
banquero y comerciante de algodón de Jackson dueño
de la empresa algodonera más grande del mundo. Sin
embargo, muere y no alcanza a dejar plasmado por
escrito su ideal de la construcción del hospital, pero
sus fideicomisarios decidieron destinar gran parte del
dinero a la atención médica de la población en Texas,
Houston. Posteriormente los fideicomisarios deciden
entregar US$500.000 para ese propósito con la condición de que el
hospital debía llevar el nombre de Monroe Dunaway Anderson y se
ubicaría en Houston (14).
Inician actividades en el terreno de una antigua empresa petrolera, con
la misión declarada de “Hacer historia del cáncer”, logrando desde sus
inicios brindar tratamientos y tecnología diagnóstica de vanguardia.
Fue
en este centro, donde se realizaron las primeras preservaciones del
tejido sano de los pacientes que eran llevados a cirugía. También
lideraron el movimiento que
obligó a las compañías de seguros a cubrir los costos
de la rehabilitación del cáncer.
A principios de la década de 2000, el MD Anderson
fue el principal centro de ensayos clínicos para medicamentos de
precisión que se enfocan en los tumores
con abordaje molecular. En la actualidad, MD Anderson es uno de los
centros oncológicos más grandes del
mundo, con más de 21.000 empleados, recientemente
clasificado como el hospital número uno para la atención del cáncer por
el US News and World Report.
Con el actual presidente, el Dr. Ronald DePinho, el
MD Anderson se ha convertido en el líder nacional en
inmunoterapia, luego de que contrató a Jim Allison,
quien identificó un freno en el sistema inmunológico,
y luego diseñó un medicamento para liberarlo para que
las defensas del paciente puedan atacar el cáncer, haciéndolo merecedor
del Premio Nobel. La investigación
del MD Anderson Cancer Center ha dado como resultado numerosos
descubrimientos que se han convertido
en estándares de atención en muchos tipos de tumores
y que han salvado la vida y mejorado la supervivencia
de millones de pacientes con cáncer en todo el mundo.
The National Cancer Institute
Diferentes investigadores y especialistas en cáncer
se unieron para presentar sus testimonios y exponer
la incidencia del cáncer en los Estados Unidos ante
el Comité de Comercio del Senado a inicios del año
1930, expresando la inminente necesidad de una Clínica Nacional para la
atención de la población más
vulnerable afectada por cáncer. Como resultado de estos movimientos
activistas, se presentó un proyecto de
ley específico para la creación del NCI aprobado por
el 75 ° Congreso de los Estados Unidos firmado por
el presidente Franklin D. Roosevelt el 5 de agosto de
1937. El motivo principal de su creación se debió al
incremento en el número de casos nuevos de personas
afectadas por esta enfermedad, la cual se pensaba era
similar a una sentencia de muerte diferida, convirtiéndose así de gran
interés para la salud pública. Incluso
diferentes Estados ya habían aprobado leyes que buscaban promover la
investigación y brindar atención
integral al paciente oncológico.
La ley de 1937 estableció al Instituto Nacional del
Cáncer (NCI) como la agencia principal del gobierno
federal para abordar las necesidades de investigación
y capacitación para la causa, el diagnóstico y el tratamiento del
cáncer. A partir de recursos del estado
y fuentes de financiación externa se inició la apertura
del Instituto que incluía no solo el abordaje integral
del paciente sino también la revisión y aprobación de
solicitudes de subvenciones para apoyar investigaciones prometedoras
sobre el cáncer y cooperar con las
agencias estatales de salud en la prevención, el control
y la erradicación del cáncer. Para el desarrollo de la
estructura del programa contó con Consejeros Eminentes como el Dr.
Ewing del Memorial Hospital (15).
Posteriormente se dio el lugar para la creación de la Ley
Nacional del Cáncer de 1971, firmada por el presidente
Richard Nixon y en la que se daba origen al Programa
Nacional de Cáncer, el cual le daba mayor a autoridad
al director del NCI para crear nuevos centros oncológicos y programas
de formación de personal, incluso
podría presentar presupuesto anual directamente al
presidente de los Estados Unidos sin intermediación
del Instituto Nacional de Salud. Desde entonces el NCI
ha establecido un banco internacional de datos de investigación sobre
el cáncer que recopila los resultados
de la investigación sobre el cáncer hasta el momento y
también juega un papel principal en potenciar la investigación al
conceder diferentes becas de investigación
para diagnóstico y el desarrollo de nuevos tratamientos
prometedores para el manejo de esta enfermedad.
Desde su creación ha sido partícipe de notables descubrimientos que han
cambiado la evolución del cáncer.
Uno de los más destacados es la creación del Centro
para Genómica del Cáncer en el 2011, el cual ha sido
responsable del Atlas Genómico del Cáncer y otras
iniciativas genómicas.
Gustave Roussy Institute
Este es el primer Centro de tratamiento para el Cáncer en el continente
europeo, el cual inició como un
Instituto especializado en cáncer dentro del hospital
Paul-Brousse en Villejuif (París-Francia), creado por el
profesor franco-suizo Gustavo Roussy en 1926, quien
era un especialista en anatomía patológica que luchaba arduamente por
integrar la atención al paciente con
la investigación y docencia, convirtiéndolos en pilares
misionales de la institución. El Dr. Roussy es considerado el padre de
los conceptos de la disciplina transversal y la atención
multidisciplinaria. Se ha posicionado
como una institución referente de la oncología a nivel
mundial, que reúne a más de 2.500 profesionales en un
campus dedicado exclusivamente al abordaje de pacientes con todo tipo
de tumores. En 1980 se desprende del
hospital y ocupa un nuevo edificio donde se encuentra
actualmente. Recientemente, de acuerdo la clasificación
del World´s Best Specialized Hospitals 2021 de la revista Newsweek,
ocupa la quinta posición a nivel mundial de los mejores hospitales
oncológicos del mundo y el
primer hospital fuera de los Estados Unidos (16).
Cada una de las instituciones que hemos reseñado tienen historias
personales o familiares relacionadas con
encuentros cercanos con el cáncer que se convierten en
una motivación sobre todo en las familias adineradas
de apoyar la ciencia para continuar el arduo trabajo de
lograr mejorar la calidad de vida de los pacientes afectados por esta
enfermedad. La historia de estas instituciones se entrelaza con el
entendimiento del cáncer
en sí mismo.
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Recibido:
Octubre 29, 2020
Aprobado: Noviembre 30, 2020
Correspondencia:
Diana Carolina Sotelo Rodríguez
investigaciones@ficmac.org