Resumen
Desde que se mantuvieron los primeros registros médicos, el cáncer
como enfermedad se ha descrito
en la historia de la medicina. Las primeras descripciones conocidas del
cáncer aparecen en siete papiros, descubiertos y descifrados a finales
del siglo XIX. Proporcionaron el primer conocimiento directo
de la práctica médica egipcia. Contienen descripciones sobre el cáncer
escritas alrededor del 1600 a.C.,
y se cree que datan de fuentes tan tempranas como 2500 a.C. Tras el
declive de Egipto, los siguientes
capítulos de la historia médica y científica se escribieron en Grecia y
Roma. Los grandes médicos
Hipócrates y Galeno dominaron el pensamiento médico durante 1.500 años.
Sacaron la medicina de
los reinos de la magia, la superstición y la religión. Hipócrates y
Galeno definieron la enfermedad
como un proceso natural y basaron el tratamiento en la observación y la
experiencia. Se identificaron
neoplasias, con advertencias contra el tratamiento de las formas más
graves. A Hipócrates se le atribuye el nombre de “cáncer” como
“karkinoma” (carcinoma). En el mundo moderno, la ciencia y la
cirugía avanzaron a medida que los médicos volvían a la observación
directa del cuerpo humano. Sin
embargo, la teoría de que el cáncer fue causado por un exceso de bilis
negra continuó prevaleciendo
hasta el siglo XVI. La enfermedad se consideró incurable, aunque se
formuló una amplia variedad de
brebajes que contenían arsénico para tratar sus manifestaciones. En el
siglo XVII, la vieja teoría de
la enfermedad basada en humores corporales fue descartada cuando los
vasos del sistema linfático
fueron considerados como su principal causa. En el siglo XVIII Bernard
Peyrilhe realizó algunos
experimentos para confirmar o refutar la hipótesis no anatómica
relacionada con el cáncer. Sus esfuerzos, por absurdos que parezcan en
retrospectiva, establecieron la oncología experimental; la ciencia
de buscar mejores diagnósticos, tratamientos y comprensión de las
causas de la enfermedad. Durante
este período, se reportaron cánceres relacionados con exposición
ambiental y se abrieron hospitales
especializados en atención oncológica. A fines del siglo XIX, el
desarrollo de mejores microscopios no
solo ayudó a documentar y definir los organismos que causaban las
enfermedades, sino que también
hizo posible el examen de las células y su actividad. El estudio de los
tejidos y tumores reveló que las
células neoplásicas tenían una apariencia diferente al tejido
circundante normal. El comienzo del siglo
XX fue testigo de grandes avances en la comprensión de las estructuras,
funciones y química de los
organismos vivos. La investigación del cáncer en cultivos celulares,
carcinógenos químicos, técnicas
de diagnóstico, y quimioterapia estableció firmemente a la oncología
como ciencia. En 1911, se documentó una causa viral de cáncer en las
gallinas y se identificaron de manera concluyente carcinógenos químicos
y físicos. También se investigaron las anomalías cromosómicas como
posibles causas de la
enfermedad. En los años sesenta y setenta, hallazgos impresionantes en
torno a la genética transformaron la perspectiva diagnóstica y
terapéutica, dando lugar a la medicina de precisión y la mejora de
la supervivencia y calidad de vida. Durante tres milenios, el cáncer se
ha relacionado con la esencia
del hombre, y esta es su esencia en la humanidad. Las posibles
soluciones para la prevención y cura
del cáncer parecen estar limitadas únicamente por la imaginación.
Palabras clave: Cáncer; historia; enfermedad; perspectiva;
avances
HISTORY OF CANCER AND CANCER IN HISTORY
Abstract
Since the earliest medical records were kept, cancer as a disease
has been described in the
history of medicine. The earliest known descriptions of cancer appear
in seven papyri, discovered and deciphered late in the 19th century.
They provided the first direct knowledge of Egyptian medical practice.
They contain descriptions of cancer written around 1600 B.C. and are
believed to date from sources as early as 2500 B.C. Following the
decline of Egypt, the next
chapters of medical and scientific history were written in Greece and
Rome. The great doctors
Hippocrates and Galen dominated medical thought for 1500 years. They
lifted medicine out of
the realms of magic, superstition, and religion. Hippocrates and Galen
defined disease as a
natural process and based treatment on observation and experience.
Cancers were identified,
with warnings against the treatment of the more severe forms.
Hippocrates is credited with
naming “cancer” as “karkinoma” (carcinoma). In the modern world,
science and surgery advanced as physicians returned to direct
observation of the human body. However, the theory
that cancer was caused by an excess of black bile continued to prevail
in the 16th century.
Cancer was considered incurable, although a wide variety of pastes
containing arsenic were
formulated to treat its manifestations. In the 17th century, the old
theory of disease based on
bodily humors was discarded when the vessels of the lymphatic system
were considered as
the primary cause of cancer. In 18th-century Bernard Peyrilhe conducted
some experiments
to confirm or disprove hypotheses related to cancer. His efforts,
however absurd they seem in
retrospect, established experimental oncology, the science of seeking
better diagnosis, treatments, and understanding of the causes of
cancer. During this period, environmental cancers
were reported, and hospitals specializing in cancer care were opened.
In the late 19th century,
the development of better microscopes not only helped document and
define disease-causing
organisms, but also made possible the examination of cells and cellular
activity. A study of
cancer tissues and tumors revealed that cancer cells were markedly
different in appearance
than the normal surrounding tissue. The early 20th century saw great
strides made in understanding the structures, functions, and chemistry
of living organisms. Cancer research in cell
culture, chemical carcinogens, diagnostic techniques, and chemotherapy
firmly established oncology as science. A viral cause of cancer in
chickens was documented in 1911, and both
chemical and physical carcinogens were conclusively identified.
Chromosomal abnormalities
were also investigated as possible causes of the disease. In the 1960s
and the 70s, impressive findings around the genetics of cancer
transformed the diagnostic and therapeutic perspective, giving rise to
precision medicine and the improvement of survival and quality of life.
For three millennia, cancer has been linked to the essence of man, and
this is his essence
in mankind. Potential solutions to the prevention and cure of cancer
seem limited only by the
imagination.
Keywords: Cancer; history; disease; perspective
advances
¹ Historiadora. Magíster en Gestión Cultural. Coordinación
Editorial, Señal Memoria RTVC. Dirección proyectos Culturales, Idearium
Cultura. Bogotá, Colombia.
² Grupo Oncología Clínica y Traslacional, Clínica del Country.
Fundación para la Investigación Clínica y Molecular Aplicada del
Cáncer (FICMAC). Grupo de Investigación en Oncología Molecular y
Sistemas Biológicos (Fox-G), Universidad El Bosque. Bogotá,
Colombia.
Salve,
emperador, los que van a morir
te saludan – historia del cáncer como
un Basileo.
Cayo Suetonio³ (c. 70-post. 126)⁴
Presentación
Los interrogantes que rodean la historia del cáncer nos
remiten necesariamente a preguntarnos por el cáncer en la historia.
Esta disyuntiva nos obliga a dividir este
ensayo en dos partes. La primera parte indaga y atisba
el papel de cáncer en la historia. Esta pregunta, no resuelta, nos
remite al impacto de la enfermedad desde
una perspectiva social, su papel y circunscripción en
el cuerpo, el entorno y la humanidad. Nos remite a su
génesis, las teorías profanas y ufanas que implican el
inexorable vínculo del cuerpo con su ambiente, como
se comprende el cuerpo que habita la enfermedad, y
por último, el desarrollo de la percepción sobre la patología desde y
para el enfermo, y la relación con este
a lo largo de la historia.
La segunda parte del manuscrito presenta una breve
mirada cronológica de la historia del cáncer, incluyendo los hallazgos
más antiguos, de las diferentes teorías
que han soportado la evolución y comprensión de la
enfermedad, desde su origen y causas, hasta el diagnóstico y el
tratamiento. Además, se hace una reseña
de las diversas intervenciones terapéuticas (desde la
cirugía hasta la radioterapia y oncología de precisión)
que han transformado la marcha de una de las más
complejas patologías que aquejan a la humanidad,
desde una perspectiva singular y plural. Para completar este recorrido,
se incluye una cronografía de los
momentos, hitos y protagonistas que han hecho parte
de una campaña de más de 2.000 años.
.......................
³ Cayo o Gayo
Suetonio Tranquilo (c. 70-post. 126) fue un
historiador y biógrafo romano durante los reinados de los
emperadores Trajano y Adriano. Formó parte del círculo de
amistades de Plinio el Joven y, al final, de la del mismo emperador
Adriano, hasta que cayó en desgracia por enemistarse
con este. Su obra más importante es Las Vidas de los Doce
Césares, en la que narra las vidas de los gobernantes de
Roma desde Julio César hasta Domiciano.
⁴ Basileos, basileo
o (en griego: Βασιλεύς, basilýs) es un título de
origen griego aplicado a distintos tipos de monarcas históricos.
Utilizado desde la época micénica,cuando se convirtió en la
designación común para los soberanos en la época arcaica
y clásica. En Macedonia, donde continuó la institución monárquica fue
usado para designar al rey y desde allí, tras las
conquistas de Alejandro, fue el título de los soberanos de los
reinos helenísticos. Con la conquista romana y la creación del
Principado por Augusto, el término griego para rey fue aplicado
en los países de habla griega al emperador romano; por esto,
sería utilizado más tarde por los emperadores bizantinos.
Transcrito como basileos, basileo o basileus suele usarse en
la historiografía para designar a los emperadores bizantinos
después de las reformas de Heraclio I en el siglo VII.
Introducción
El cáncer es un término general que se ha utilizado
de forma indistinta para designar a un sinnúmero de
neoplasias en los humanos y animales. La entidad nosológica se originó
a partir de la caracterización de la
palabra
karkinos aplicada a
los tumores malignos por
los antiguos griegos. Posteriormente fue adoptada por
los romanos (en latín cáncer significa cangrejo) y todavía se utiliza
en la literatura científica contemporánea.
Los registros más antiguos datados de las evidencias
paleopatológicas indican la existencia del cáncer en
dinosaurios del Mesozoico, en el hombre de las cavernas prehistóricas y
sus animales en el pasado remoto.
Más adelante en la historia de la humanidad, se supo
que los médicos griegos y romanos conocían bien los
diferentes tipos de enfermedades malignas específicas
para cada órgano (1). Actualmente se reconocen más
de doscientos subtipos histológicos que afectan a los
animales superiores. El conjunto completo de evidencia disponible
soporta que el cáncer comprende un
complejo conjunto de eventos genéticos, con cambios
dinámicos que subyacen al interior de la célula, en el
estroma, y en el ecosistema corporal. Sin embargo, la
iniciación y el desarrollo de la enfermedad se asocia con
múltiples causas y factores predisponentes, incluyendo
la senectud, variaciones epigéneticas, la exposición a virus, mutágenos
químicos y por la radiación (2).
El crecimiento exponencial de las enfermedades no
transmisibles les ha hecho responsables de la mayoría
de las muertes a nivel global, siendo el cáncer la primera entidad en
proyección de mortalidad para el siglo XXI y la barrera más importante
para aumentar la
esperanza de vida en la mayoría de los países (3). Para
el 2018, el cáncer se ubicó como la primera causa de
muerte antes de los 70 años en 91 de 172 países, y ocupó el tercer
lugar en 22 adicionales (3). La incidencia y
mortalidad por cáncer está aumentando rápidamente,
en particular por el envejecimiento y crecimiento de la
población, así como por la distribución y cambios en
los principales factores de riesgo relacionados con el
desarrollo socioeconómico, y por último, por la disminución en las
tasas de mortalidad (4). Con un estimado de 18.1 millones de casos
nuevos de cáncer/año y
9.6 millones de muertes por cáncer/año, se espera que
el gasto global en la enfermedad alcance un máximo
histórico de $100 mil millones, un 33% más que lo invertido en el
pasado quinquenio (5). Solo para el año
2014, el gasto mundial en medicamentos contra el cáncer aumentó a una
tasa anual del 10,3%, y el espectro
de la inversión en diagnóstico y tratamiento usando
genotipificación y terapias dirigidas (inmunoterapia)
será próximo a los 400.000 USD/año (5).
Como bien lo expresó Henriette Roland Holst, para
poder conocer el mañana hay que reconocer que fue
escrito ayer. El cáncer ha crecido con la humanidad,
ganando importancia progresiva de igual forma que la
expansión poblacional. El presente relato contiene una
mirada holística del cáncer en, y por la humanidad.
El cuerpo y el cáncer: una relación
simbiótica
“Estoy seguro al menos de que existo y de que existo
como algo que piensa. Esto que soy no es el cuerpo,
sino una sustancia cuya esencia consiste en pensar”,
escribió Descartes en 1637 en su obra
Discurso
del método. Para el filósofo francés, pensar era prueba de su
existencia, dudar era una afirmación del pensamiento,
y el pensamiento testimonio de la mente que habita un
cuerpo. La duda es prueba fehaciente de su existencia
y es sobre la duda metódica (o hiperbólica), que Descartes concluye la
primera verdad: “
ego cogito ergo sum”
(pienso luego existo) (6). Esta proposición, se presenta, según el
criterio de Descartes, con claridad y distinción, de modo que no es
refutable, resiste a la duda,
por lo tanto, es una afirmación con absoluta certeza,
que puede ser considerada como verdadera.
Descartes planteó una aproximación distinta sobre el
conocimiento, que rompió radicalmente con las formas de pensamiento
heredadas del cristianismo. Para
el racionalista el conocimiento no habita el objeto,
sino que es el hombre mismo, desde la propia existencia del
pensamiento, que descubre la verdad desde la
evidencia representada en las ideas y que por ende son
representaciones subjetivas. Por lo tanto, propuso que,
al haber encontrado una verdad absoluta, era posible
llegar a otras verdades partiendo de la duda metódica.
Con base en este racionamiento da inicio al método
científico basado en cuatro reglas que conducen al
conocimiento: evidencia, análisis, síntesis y recapitulación (6). Este
método constituye el pensamiento racional, pilar fundamental de la
modernidad.
El impacto del pensamiento cartesiano cambió por
completo el paradigma del conocimiento hasta entonces presentado bajo
el dogmatismo de la cristiandad,
y bajo este cambio de paradigma, se transformó la
cosmovisión del hombre: el mundo ya no era teocéntrico, sino
antropocéntrico. La invención de la razón,
tuvo como consecuencia la separación del hombre de
sí mismo, de los otros, de la naturaleza y del cosmos
(7). Para Descartes, el cuerpo era una máquina; un vehículo en que
reposa la mente, el cual tiene un gran
impacto en la disociación entre el individuo y el cuerpo. Según Le
Breton, “esta filosofía es un acto anatómico, distingue en el hombre
entre alma y cuerpo, y
le otorga al primero el único privilegio del valor” (8).
Esta nueva mirada centrada en el hombre mismo, crea
una división en la concepción cosmológica en la que
inevitablemente se separa de la naturaleza, y así como
es posible para el hombre separar la inherencia natural
de su condición, separa la mente del cuerpo, y convierte al cuerpo
mismo en objeto de estudio que debe ser
comprendido y explicado.
El cuerpo perdió su sacralidad, su misterio divino, su
perenne condición pecaminosa, por consecuencia del
cambio de mentalidad. Fue entonces posible violar
la frontera de la piel, despejar la carne, drenar la sangre e
intervenir el cuerpo. El cuerpo se convirtió en
un campo infinito de exploración, al degollarse, desmembrarse y
disecarse, se hizo visible, materia prima y cartografía, para el
surgimiento de la medicina
moderna.
El nacimiento de la medicina moderna, surge a la par
de la consolidación del pensamiento racional del siglo
XIX, que estuvo además aunado a los procesos de formación de estados
nacionales, sociedades industriales
y por supuesto el capitalismo, como modelo imperante
económico. El racionalismo positivista decimonónico
inculcó además una forma taxonómica de aproximarse al conocimiento, el
cual fue heredado en la ciencia
médica; en este, la clasificación es preponderante. Así
pues, el cuerpo pasa a ser una unidad orgánica diferenciada que
requiere técnica y especialización (8).
Todos estos procesos históricos construyeron el individualismo
vinculado al espíritu capitalista. El cuerpo
humano pasó a hacer parte del acervo social, mientras
que la individualidad se convirtió en el primer canal
ontológico de la experiencia humana. La enfermedad
por su parte, dejó de comprenderse desde el ámbito religioso como un
castigo divino, al igual que perdió valía la teoría humoral hipocrática
que argumentaba que
la salud (eucrasia) era el balance perfecto de los cuatro
humores (sangre, flema, bilis y bilis negra), y que el
desbalance de estos producía la enfermedad (discrasia)
(9). La enfermedad, asimismo se disoció del cuerpo
y de la mente. Se convirtió en una entidad independiente, que además de
clasificarla debía ser aniquilada.
Comprender la enfermedad se convirtió en un objeto
de estudio, donde poco o nada importa el cuerpo que
la habita, y por supuesto mucho menos la mente que
lo vive. El enfermo, el individuo que habita la enfermedad en su
cuerpo, necesita la cura para erradicar el
padecimiento, por lo cual necesita tratamiento, y este
quedó reducido al imaginario de una tableta, la cual
se transformó en símbolo del nexo social que tiende a compensar los
efectos de las relaciones anómicas5 de
la sociedad (7).
La construcción del cuerpo es un proceso histórico que
está determinado por preceptos culturales y sociales y
que tiene por demás una representación simbólica de
valores, significados y signos pertenecientes a cada sociedad, que son
además reflejo de la mentalidad de la
época comprendida en un proceso de larga duración6
.
Este proceso mencionado, es la construcción simbólica del cuerpo de las
sociedades occidentales modernas
(7), concepto que además se exportó de occidente, en
un sentido universalista como resultado del sistema
colonialista, la expansión del capitalismo y la posterior imposición de
formación de estados nacionales,
sistemas democráticos e instituciones estatales, en las
cuales se encuentra el “Hospital”. Según Le Breton,
el objeto de estudiar dicho precepto, induce a analizar
las “implicaciones de las estructuras individualizantes
que convierten al cuerpo en el recinto del sujeto, el lugar de sus
límites y de su libertad, el objeto privilegiado
de una elaboración y de una voluntad de dominio” (8).
Es precisamente en este recinto del sujeto, el cuerpo
que tiene límites, que se separa de los otros, y vive su
propia individualidad donde ocurre el cáncer. Por esta
razón, el cáncer no fue cáncer hasta entrada la Ilustración. De hecho,
aunque su raíz etimológica proviene
de los griegos, el discernimiento del cáncer como fenómeno atado a la
enfermedad solo pudo concretarse
hasta inicios del siglo XIX, cuando fue posible cruzar
las fronteras de la piel y entender el cuerpo como una
unidad orgánica: era imperativo desacralizar el cuerpo
y entrar en sus entrañas para poder ver el cáncer como
una entidad divisible al cuerpo, extraíble y aniquilable.
No obstante, a pesar de la desacralización, el cuerpo
no perdió por completo la idea heredada del cristianismo de la impureza
y suciedad, y reemplazó dicha aversión con nuevas concepciones
vinculadas a la higiene
y al saneamiento del cuerpo (7). El cuerpo moderno
podía estar libre de la infección y del contagio, lo cual
trajo consigo la prevención y la ética del autocuidado,
donde cuidarse a uno mismo es cuidar a los demás.
Por consiguiente, el cáncer es una enfermedad que
ocurre dentro de las propias fronteras del cuerpo, crece
en lo más profundo de la intimidad y se desarrolla sigilosamente hasta
que se manifiesta usualmente por medio del dolor. El dolor por su
parte, representado en el
inconsciente cultural, está enraizado en la conciencia
religiosa, vinculado al mal, y al castigo con connotaciones morales
(10). Por lo tanto, el dolor es una de las
múltiples manifestaciones de la enfermedad, pero sin
duda alguna, es la única que vincula la tríada perdida
entre la mente, el cuerpo y la enfermedad. A pesar de
que Descartes quiso darle libertad a la mente, dando
por hecho su existencia, ni el cuerpo ni el dolor escapan a su
condición humana. Es, finalmente, el dolor,
así como el cáncer, un constante recuerdo de nuestra
fragilidad humana.
Breve historia del cáncer
El cáncer se ha asociado como una enfermedad moderna, pero por el
contrario, es una enfermedad que
desde la antigüedad ha dejado rastros en el cuerpo,
en su mayoría incomprensibles para la época. Desde siempre el cáncer ha
afectado distintas partes del
cuerpo, ya sea los huesos, los órganos o la piel; tiene además diversas
causas, y por supuesto que afecta indiscriminadamente a las personas,
aunque puede haber una variación importante en cuanto a la edad, ya
que la enfermedad se asocia con la senectud, estilos
de vida, alimentación, entre otros. La pregunta por
las causas de la enfermedad ha desembocado desde
los griegos diferentes teorías que han buscado explicar
por qué surge el cáncer, con el objetivo de comprender
la multidimensionalidad de la enfermedad, para poder
diagnosticarla y tratarla.
...........................
⁵ Según el sociólogo Durkheim, en La división del trabajo en la
sociedad (1983) y El suicido (1897) la anomía representa la
falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a
ciertos individuos lo necesario para lograr sus metas.
La anomía es el concepto que identifica el debilitamiento de
los vínculos sociales, y donde la sociedad pierde su fuerza
cohesionadora para integrar la sociedad y regular los individuos dentro
de los parámetros sociales, generando fenómenos
sociales tales, que son a la vez padecimientos tales como la
depresión, el suicidio entre otros.
⁶ Durante las décadas 1960 y 1970, se desarrolló la corriente
historiográfica “historia de las mentalidades” por historiadores
franceses como Duby, Le Goff, entre otros, la cual tenía como
propósito el estudio del pensamiento de las sociedades, en
la cual la historia dialogaba con otras ciencias sociales, buscando
nuevas fuentes documentales y teóricas para ampliar
los horizontes del estudio de la Historia.
Es comprensible que el cáncer haya pasado casi desapercibido en la
historia sin mayor relevancia a diferencia de las enfermedades
contagiosas (11). Esto se
debe a dos factores principales: el primero tiene que
ver con el paradigma científico de la teoría humoral,
el cual perduró casi hasta el siglo XVIII, en el cual
no había muchas herramientas científicas para intervenir el cuerpo y
entender la composición del cáncer y los tumores. La segunda, tiene que
ver con la
expectativa de vida, ya que a lo largo de la historia
era corta y las personas vivían alrededor de los 40
años. Esto se debía a factores asociados a guerras,
epidemias, pésimas condiciones de salubridad, hambrunas, etc. Sólo
hasta el siglo XIX, se empezó a prolongar la vida gracias a los avances
de la ciencia que
fueron determinantes como la anestesia, la asepsia, y
de igual modo una nueva ética del cuidado personal
asociado a la higiene. Así pues, el cáncer es una enfermedad más
recurrente en edades avanzadas, por lo
tanto, la senectud de la población se vuelve un factor
determinante para el aumento de la enfermedad. Se
puede concluir que el cáncer no es una enfermedad
moderna, pero su recurrencia está determinada por
los avances y beneficios de la actualidad, incluyendo
diversos hábitos, perfiles alimentarios y patrones oposicionales, entre
otros.
El cáncer no es una única enfermedad. De ella se desprenden más de 200
tipos de cánceres, razón por la
cual se dificulta tanto su comprensión. Probablemente
esta es una de las razones por las cuales sus vertientes no fueron
agrupadas bajo el término “oncología”,
sino hasta finales del siglo XVIII. No obstante, todos
los cánceres, a pesar de su inmensa y compleja diversidad, tiene una
misma base subyacente: células fuera
de control. Estos elementos, no siguen el patrón habitual, en el cual
crecen y mueren en el proceso natural
de regeneración celular del cuerpo, sino que, por el
contrario, las células anormales transforman el patrón
por un crecimiento anormal y rápido, que se acumula
formando tumores (12). Estas lesiones pueden ser benignas (no
cancerosos) o malignas (cancerosos). Las
malignas por su parte, presentan células que tienden
a desprenderse y a dispersarse en el ecosistema corporal, proceso que
se denomina metástasis. Sin embargo,
entre las múltiples formas del cáncer, existe otra variante de la
enfermedad en la que no necesariamente
se forman tumores per se, a pesar de la multiplicación
descontrolada de las células en la sangre, como en el
caso de la leucemia.
Cómo bien se mencionó previamente, el cáncer no es
una enfermedad moderna. Todo lo contrario, existen
rastros históricos que datan desde hace más de 3000
a.C. Este es el caso específico en el antiguo Egipto,
donde se han encontrado en excavaciones, momias
con huesos que presentan deformaciones óseas, las
cuales podrían ser tumores. Asimismo, en los papiros
de Edwin Smith y George Ebers, se describen posibles cánceres,
principalmente en el pecho. Estos papiros son aproximadamente del 1550
a.C, y son por
demás, una de las primeras fuentes históricas con
contenido sobre medicina. Además de Egipto, existen otros datos
históricos que registran características
de la enfermedad, como es el caso de la civilización
sumeria, cuna de la escritura, donde existe un informe que registra
“úlceras que se propagan” y en India,
una cultura con su propia medicina: la Ayurveda,
registra en el
Susruta Samhita
(600 a.C. aproximadamente) crecimientos en la piel, recto y vías
urinarias.
Conjuntamente, existe también registros por parte de los grandes
médicos del mundo islámico como AlRazi e Ibn Sina (Avicena), quienes
describieron hacia
el 900 d.C., crecimientos de masas en diferentes partes del cuerpo como
la nariz, la lengua, el estómago,
riñón, vejiga, testículos y senos.
Por último, sería imposible no mencionar el entorno
griego. En primer lugar, está Heródoto, pensador griego y padre de la
Historia, quien dejó registrado en
Los
nueve libros de la Historia,
alrededor del año 440 a.C. el
primer caso documentado sobre curación y tratamiento de cáncer. Cuenta
la historia que Atosa, reina de
Persia, observó un bulto sangrante en su pecho. Ella
decidió hacer cuarentena en espera de la cura, hasta
que finalmente accedió a que su esclavo griego, Democedes, le extirpara
del pecho el bulto : fue la primera mastectomía registrada en la
historia. La salud
de Atosa volvió a ella, y de la mano sus aspiraciones
territoriales en tanto que promovió la expansión del
imperio persa.
En segundo lugar, está el legado de Hipócrates y Galeno, padres de la
medicina moderna, con respecto a
la teoría humoral, la cual se convirtió en un paradigma científico que
perduró hasta el siglo XVIII (9). De
acuerdo a los postulados de los cuatro humores, las
formaciones de nuevos vasos sanguíneos dentro y alrededor de los
tumores eran similares a las extremidades de un cangrejo. De hecho, la
palabra cáncer se
deriva de la palabra
karkinos,
la cual significa cangrejo
en griego (12). Galenos por su parte, incorporó dentro
del lenguaje del cáncer, la palabra
onkos,
la cual hacia
referencia a una masa, tumor o hinchazón. Esta es la
raíz de oncología, la rama de la medicina dedicada al
estudio del cáncer. La
Figura 1
ilustra tres momentos
fundamentales en la historia del cáncer.
El paradigma científico de los cuatro humores, más
el letargo científico de la Edad Media, no permitió
realmente que existieran grandes avances científicos
que permitieran entender el cuerpo desde su propia
frontera para poder entrar a comprender el cáncer.
Fue hasta el siglo XVII, dentro del contexto del Renacimiento, que se
empezó a dinamizar el estudio de
la medicina, gracias a un cambio de percepción sobre
el cuerpo humano a consecuencia del nacimiento del
humanismo. En el caso del cáncer, algunas teorías
apuntaron a que podría tener un origen parasitario, lo
cual favorecía su contagio en la población. En 1761,
en la medida que se perfilaba un pensamiento cada
vez más científico, el anatomista italiano Giovanni
Morgagni, a través de las autopsias de sus pacientes
comenzó a vincular características de las enfermedades con hallazgos
anormales en los cuerpos (11). Ya
para el siglo XIX, era del nacimiento de la ciencia, la
razón y la revolución industrial, el fisiólogo y microscopista alemán,
Johanner Müller planteó en 1838 la
teoría del blastema, con la cual logró demostrar que
el cáncer está conformado por células anormales, las
que se desarrollaron de elementos en ciernes entre los
tejidos normales, las cuales llamó “blastema”. Este
nuevo enfoque fue determinante para el avance del
entendimiento del cáncer, ya que Rudolph Virchow,
propuso que todas las células, incluyendo las cancerígenas, provenían
de otras células:
omnis cellula e
cellula
(12,13).
Durante la primera mitad del siglo XX, diversos desarrollos científicos
permitieron vincular los efectos del cigarrillo sobre el aumento
dramático de la incidencia del
cáncer de pulmón. De hecho, existe un antecedente de
1775, cuando Percivall Pott planteó el efecto del humo
de las chimeneas en relación con las neoplasias epidermoides del
escroto (11). Este hecho fue determinante
para la comprensión del cáncer, ya que se estableció una
correlación entre la génesis de la enfermedad y la exposición a
factores externos relacionados con los hábitos, el ambiente y la
alimentación, entre otros. Algunos
ejemplos representativos desde aquella época fueron la
exposición a la radiación y la luz ultravioleta, la contaminación
ambiental en espacios abiertos y cerrados, y
los alimentos procesados, entre otros.
Figura 1A. Comentarios sobre los tres libros del De anima de
Aristóteles según la enseñanza de Tomás de Aquino
(ca. 1485) donde se hace mención a las úlceras recurrentes generadas
por karkinos (Lambertus de Monte Copulata
super tres libros Aristotelis De anima iuxta doctrinam Thomae de
Aquino. Colonia, Alemania. Libro impreso en papel
con marginalia manuscrito; 105 folios). B. Estudio completo de la
anatomía humana (1831-1854) por Jean-Baptiste
Marc Bourgery, ilustraciones de disección de la glándula mamaria en
presencia de un tumor (Nicolas-Henri Jacob
Traité complet de l’anatomie de l’homme, comprenant la medicine
operatoire, avec planches lithographiées d’après
nature. París. 8 vols. con 8 atlas; litografías coloreadas a mano; 31,6
x 42,8). C. Catálogo de material educativo
para el control del cáncer (1941-44). Sociedad Estadounidense para el
Control del Cáncer (Nueva York. Álbum con
folletos, volantes y volantes pegados, sin paginar; volumen
encuadernado: 21,3 x 27,3 cm).
Además de los agentes exógenos y gracias al desarrollo
de la genética, la medicina pudo establecer tendencias
y perfiles genéticos que desencadenan la enfermedad.
El hallazgo de los
oncogenes
determinó la presencia de
un gen anormal, sobre expresado o silenciado gracias
a la presencia de la mutación de un alelo normal (protooncogén). Dentro
de la evolución de la enfermedad
los oncogenes resultan responsables de la transformación y
diferenciación clonal de la célula normal, evento
que implica un carácter catastrófico de orden acumulativo. Hasta el
momento se han identificado más de
60 oncogenes que forman un conjunto heterogéneo de
alteraciones dispuestas en más de 30.000 billones de
células que residen en el ecosistema humano. Las células tumorales
pierden la interdependencia de las señales de transducción normales,
violando el estímulo a
través de los receptores transmembrana, lo que facilita
la proliferación, invasión y migración a otros órganos.
Por otra parte, y en paralelo se determinó la existencia
de los genes supresores de tumor que intervienen en
la inactivación de las alteraciones deletéreas. Estos intervienen en la
evolución de la neoplasia si sufren una
mutación que les inactiva, es decir, cuando hay una
pérdida de función que conlleva un carácter recesivo,
o absoluto cuando hay compromiso de los dos alelos.
Para que el cáncer pueda progresar se ha establecido
que deben producirse al menos 6 eventos críticos que
afecten genes reguladores.
Michael Bishop y Harold Varmus, investigadores que
ganaron el premio Nobel de medicina y fisiología en
1989, demostraron cómo los oncogenes no provienen de partículas de ADN
viral integrado, sino que corresponde a genes propios mutados y
alterados muchas veces por la inclusión de material proveniente de
agentes
agresores, entre ellos los virus. Hasta la fecha, la Agencia
Internacional para la Investigación del Cáncer
(IARC, por sus siglas en inglés) ha clasificado seis virus humanos como
oncogénicos: el virus Epstein-Barr
(EBV), el virus de la hepatitis B (HBV) y el de la C
(HCV); varios subtipos del virus del papiloma humano
(HPV), el virus linfotrópico humano de células T tipo1
(HTLV-1), y el herpesvirus asociado al sarcoma de
Kaposi (KSHV). Por su parte, un virus recientemente
descubierto, denominado poliomavirus de células de
Merkel (MCPyV), se ha asociado a un tipo raro y agresivo de cáncer de
piel, llamado carcinoma de células
de Merkel. Adicionalmente, el virus de la inmunodeficiencia humana
(VIH) tipo 1 se considera un agente
causal de cáncer; sin embargo, su principal asociación
se establece debido a la susceptibilidad que ocasiona
hacia la oncogénesis. Los virus pueden inducir el desarrollo de un
determinado cáncer de tres formas principales: pueden transportar un
oncogén hacia el interior
de la célula, pueden activar un protooncogén, o bien
pueden inactivar un gen supresor. Además, de manera
general todos los virus oncogénicos alteran el proceso de muerte
celular (apoptosis) como un mecanismo
para sobrevivir de manera indeterminada dentro de la
célula huésped. Por otro lado, de manera indirecta la
infección por un virus puede ocasionar inflamación
crónica que, con los años, crea un medio ideal para el
desarrollo del cáncer (14-18).
Diagnóstico y tratamiento
Los esfuerzos científicos no sólo se han concentrado en
intentar comprender cuales son las causas del cáncer,
sino además cómo se pueden prevenir por medio del
diagnóstico temprano. En 1977 el Comité Americano
de Cáncer (AJCC) publicó las primeras pautas para el
sistema de estadificación TNM. Un método para evaluar cómo el cáncer se
ha desarrollado y difundido en
el cuerpo. Las siglas corresponden al siguiente algoritmo: La T
representa el tamaño primario del tumor
y su relación con estructuras adyacentes, la N señala
la extensión linfática regional, y por último la M, se
refiere a la presencia de metástasis. Igualmente, dentro
del concepto de medicina de precisión, también se ha
mejorado el proceso de evaluación de las alteraciones
heredofamiliares que permite identificar la susceptibilidad a la
enfermedad en población sana (14). Como
ejemplo, el cáncer de seno, con más de un millón de
casos al año en el mundo, es el cáncer más frecuente
entre las mujeres y una de las principales causas de
mortalidad en los países industrializados, donde su
incidencia es creciente. No obstante, la mortalidad
asociada ha descendido desde los años 90 debido al
mejor conocimiento de su etiología y a avances en
la detección precoz y tratamiento. Por otra parte, en
todo el mundo se diagnostican más de 150.000 casos
anuales de cáncer de ovario, el tumor ginecológico
con mayor mortalidad (19). El mayor factor de riesgo
conocido que integra ambas patologías corresponde a
los antecedentes familiares, indicando el predominio
del componente genético sobre el medioambiental. El
riesgo relativo de cáncer de seno es superior en gemelas monocigóticas
que en dicigóticas, y estudios epidemiológicos muestran que el riesgo
de esta patología se
duplica en parientes de primer grado de mujeres con
neoplasias del seno, mientras que el de cáncer de ovario se triplica en
presencia de parientes afectas de esta
enfermedad. Ambos tipos de neoplasia comparten factores etiológicos,
puesto que el riesgo de padecer cáncer de seno aumenta en mujeres con
lesiones de ovario
y viceversa, evento que confluye en un mismo síndrome oncológico
familiar. Distintos procedimientos han
permitido identificar alelos de susceptibilidad al cáncer de seno en
diversos loci. Según su frecuencia en la
población y el riesgo que confieren pueden agruparse
en alelos de penetrancia alta (muy infrecuentes), moderada
(infrecuentes) o baja (frecuentes) (20). En los
años 90 se identificaron mediante análisis de ligamiento y clonación
posicional dos genes de susceptibilidad mayor, BRCA1 (identificado en
familias con casos
de cáncer de seno y ovario) y BRCA2 (especialmente
en familias con casos de cáncer de seno en población
masculina). La frecuencia poblacional de mutaciones
se ha estimado en 1/400-1/800 y el riesgo de cáncer
de seno en portadoras es superior a 10 veces el de las
mujeres de la población general. Por ahora, BRCA1
y BRCA2 son los genes de alta penetrancia asociados
a una mayor proporción de casos de cáncer de seno y
ovario hereditario. También se han descrito otros genes con mutaciones
de alta penetrancia en síndromes
hereditarios que incluyen estas patologías como parte
del fenotipo (como TP53 en el síndrome de Li–Fraumeni o PTEN en el
síndrome de Cowden), pero son
alelos extremadamente infrecuentes y causan menos
del 1% de los casos. La combinación de todos ellos
supone aproximadamente el 20% del componente genético del riesgo de
cáncer de seno, y poco menos de
10% del de ovario (21).
Otro grupo de pruebas diagnósticas buscan detectar
indicios de cáncer en personas sanas incluye el rastreo
o cribado utilizando estrategias sencillas como la citología
cervicovaginal, desarrollada en 1920 por el médico griego George
Papanicolau. Hacía la década de
1970 implementó su uso de la mano con la mamografía y la colonoscopia,
eventos que han sido desplazados de forma progresiva por el diagnóstico
molecular
con base líquida.
La aproximación al tratamiento del cáncer tuvo como
inicio la cirugía, y un auge importante a lo largo del
siglo XIX gracias a la invención de la anestesia y la
asepsia. En el siglo XVIII, el cirujano escocés, John
Hunter, fue uno de los primeros en distinguir cuales
tumores podían ser eliminados de forma efectiva y segura. En 1882, el
cirujano americano William Halsted, introdujo la técnica original para
la ejecución de
la mastectomía radical para el cáncer de seno, la cual
tuvo un impacto significativo en las tasas de supervivencia de la
enfermedad (12). Además, es menester
mencionar que el uso del microscopio fue crucial para
los estudios patológicos que permitieron desarrollar la
comprensión del cáncer a nivel celular identificando
las anomalías primarias en células y tejidos. Esto permitió contrastar
los resultados de las intervenciones
quirúrgicas, para determinar si el crecimiento de los
tumores había cesado por completo. Otros adelantos
tecnológicos como las radiografías y endoscopias facilitaron la
localización de los tumores.
Tras el descubrimiento de los rayos-X en 1896, se comprendieron los
efectos biológicos de la radiación ionizante, como consecuencia de una
serie de fenómenos
desencadenados por el paso de los haces a través de
un medio. Tempranamente, Claudius Regaud entendió que cada uno de los
eventos interactivos entre la
radiación y la materia involucra la transferencia de
una cantidad de energía, generando ionizaciones y
excitaciones de átomos y moléculas del medio a lo
largo de las trayectorias de las partículas. A partir del
depósito de energía encontró la ocurrencia de eventos
fisicoquímicos, en particular la radiólisis del agua, que
conducía a daños indirectos que convergen con los directos sobre el
tejido. Casi cincuenta años después, se
sabría en términos genéricos que el blanco principal
de la lesión producida por la radiación es la macromolécula de ADN, sin
ser el único, pues también lo pueden ser otras estructuras celulares,
como la membrana
plasmática, la mitocondria o cualquier otro organelo
de la célula. De la integridad del ADN dependen las
principales funciones celulares tales como control de
los procesos metabólicos de la célula, replicación y
preservación de la información genética (22). Gracias
al nacimiento de una nueva ciencia con pleno sustento biológico se
empezó a utilizar la radioterapia como
parte del tratamiento del cáncer, inicialmente en dosis
pequeñas continuas (fraccionamiento convencional),
y luego con ajustes según el tipo de neoplasia. Los
avances tecnológicos facilitaron el mejoramiento del
control de los haces y la dirección de la radiación. La
braquiterapia se desarrolló hacia el inicio del siglo XX, y
recientemente se dio paso a la conformación de volúmenes, la
radiocirugía, la terapia con protones y con
iones de carbono (23).
Bajo el calor del periodo de la posguerra surgió la
quimioterapia, que utiliza compuestos sintéticos para
combatir la enfermedad. Paul Ehrlich, inmunólogo
alemán fue pionero en esta área, intentando en 1910
el uso de la cloromicetina (14). Sin embargo, la relevancia de los
citotóxicos vio la luz gracias al uso bélico
del Ypres, nombre que recibió el gas mostaza en 1915
durante la Primera Guerra Mundial. El gas fue sintetizado para acosar e
incapacitar al enemigo en el campo
de batalla y tomó relevancia en 1924, durante la Guerra del Rif
(1921-1927), cuando la aviación española
arrojó bombas de gas mostaza (fosgeno) sobre los habitantes bereberes
rifeños y sus aldeas. Sin embargo, lo
que atrajo la atención de la comunidad médica hacia
los estudios del grupo de Yale y realmente inició la
era de la quimioterapia antineoplásica fue un incidente
con gas mostaza que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Cientos
de habitantes fueron expuestos
accidentalmente al gas mostaza durante el bombardeo
de la ciudad italiana de Bari el 2 de diciembre de 1943
(24). El SS John Harvey, un buque de carga que estaba
atracado en el puerto de Bari, tenía una reserva de 100
toneladas de gas mostaza. Como resultado de los bombardeos de la noche,
se hundieron diecisiete barcos,
entre ellos el SS John Harvey, que derramó las reservas
de gas mostaza. Ningún tripulante del SS John Harvey
sobrevivió, por tanto los habitantes de Bari no sabían
de la exposición al gas mostaza. En los días y semanas
siguientes a la catástrofe, las otras víctimas, militares
y civiles del accidente presentaron las manifestaciones comunes de la
intoxicación con gas mostaza. El
Teniente Coronel Stewart F. Alexander, médico estadounidense instruido
en guerra química, confirmó la
exposición al gas mostaza basándose en los resultados
de las autopsias de las víctimas que presentaban lesión
medular intensa, en particular, leucocitopenia (25). La
mecloretamina (clormetina) y el mustargen fueron los
primeros alquilantes en uso. Desde entonces se han
evaluado más de 400 agentes potencialmente activos,
estando en uso cerca de 100 (16,26).
Terapias dirigidas: nuevas
humanidades, nuevas fronteras
Cerca del ocaso del siglo XX de cara a una nueva
humanidad, la frontera de la genotipificación dio
paso a modificaciones revolucionarias en la historia
del cáncer. En oncología, la medicina de precisión
se refiere al uso de estrategias diagnósticas y terapéuticas combinadas
para beneficiar un subconjunto de pacientes cuyas neoplasias presentan
eventos
genómicos específicos que derivan en alteraciones
moleculares que modifican la biología de la célula
tumoral desregulando vías de señalización potencialmente modulables
(27). La rápida evolución de
las herramientas tecnológicas que permiten la evaluación poligénica a
través de perfiles moleculares,
ha permitido la inclusión de biomarcadores predictivos que han
modificado radicalmente el panorama
de la atención del cáncer (28). Globalmente, el 40 y
63% de los biomarcadores predictivos y pronósticos
en uso tienen relación con el cáncer. Estas cifras se
traducen en un impacto neto de la oncología de precisión que oscila
entre el 11 y 18% de la población
afecta (29) (
Figura 2). Ante la
evidencia anual de
32.6 millones de supervivientes con cáncer a nivel
mundial, el correcto uso de la medicina de precisión
podría modificar la supervivencia y calidad de vida
de más de 5.5 millones de pacientes por año.
Múltiples estudios han demostrado la relevancia del
uso rutinario de la oncología de precisión, incluso en
instituciones comunitarias no consideradas de referencia.
Recientemente, Schram y colaboradores determinaron que la inclusión de
la secuenciación génica
masiva en la práctica clínica regular modificó hasta la
cuarta parte de las decisiones. De igual forma, entre
los pacientes cuyo tratamiento no fue rectificado, los médicos
indicaron la presencia de al menos una alteración genética accionable
en el 55% de los casos; sin
embargo, sólo el 45% de ellos tenía una variante genómica validada por
expertos.
Figura 2. Utilidad de la oncología de precisión para la
determinación de genes potencialmente modulables con
terapia blanco dirigida (secuencia desde la exploración génica masiva
hasta la identificación de la traslocación
NTRK como ejemplo representativo). A pesar del costo para la
implementación generalizada de la evaluación
genómica exhaustiva, el uso dirigido de las estrategias terapéuticas de
última tecnología ha demostrado un ahorro
global del 5,6% en la población intervenida. Esta estrategia de cuidado
basada en el valor, podría reducir los costos
globales del tratamiento oncológico dirigido después de 18 meses de
intervención en más de 7,5%, evento valido
para 1 de cada 4 pacientes con cáncer avanzado (https://hitconsultant.net/2018/06/18/value-based-care-trends/#.
XK7LVOhKjIU).
Intentando optimizar el
uso de las herramientas genómicas de alta precisión
y complejidad se han diseñado informes genómicos
interactivos, reuniones multidisciplinarias para el análisis de
resultados y plataformas de inteligencia artificial para interpretar
con precisión los datos derivados
de la bioinformática (30,31). En este escenario, herramientas como la
aplicación ESCAT (
Escala ESMO de
accionabilidad clínica para blancos moleculares)
facilitan la
selección de los pacientes a través de un sistema estandarizado de
clasificación basado en la evidencia de alteraciones genómicas con
implicaciones clínicas (32).
Gracias al cambio en la visión y evolución del cáncer,
se han introducido diversas terapias hormonales, inhibidores de la
transducción de señales, moduladores de
la expresión génica, inductores de apoptosis, inhibidores de
angiogénesis e inmunoterapia. La
Figura
3 incluye los pilares de la investigación dirigida a múltiples
blancos moleculares y de la inmunoterapia.
El cáncer: una causa común
Con la llegada del siglo XX, el cáncer tuvo dos desarrollos
importantes. El primero por supuesto, es el
científico, que permitió avanzar en la comprensión de
la enfermedad, mejorar el diagnóstico y los diferentes
tratamientos mencionados. El desarrollo científico en
la medicina trajo consigo el descubrimiento de las vacunas y los
antibióticos, lo cual implicó para la conciencia médica mecanismos para
controlar, erradicar y
vencer la enfermedad. La gente moría menos de otras
enfermedades, no obstante, el cáncer seguía creciendo
en números, modificándose y transformándose, lo cual creó una gran
preocupación colectiva.
Figura 3. Características biológicas del cáncer y alteraciones
génicas dominantes
Por consiguiente, el segundo desarrollo importante que tuvo esta
enfermedad crónica, fue la apropiación social y política;
el cáncer se volvió una causa común que conglomeró
diferentes actores de la sociedad, desde el recaudamiento de dinero por
parte de miembros de la élite
para financiar la investigación, la movilización social,
marchas, colectivos, eventos, y maratones, entre otros.
También el soporte político que se vio representado en
actos legislativos, normativas en salud pública, y creación de
instituciones monográficas de orden nacional
que representaron una importante mejora en la atención sanitaria. Para
1960 Estados Unidos ya contaba
con más de mil hospitales. Para el periodo entre guerras la expectativa
de vida había aumentado de 47 a 68
años (12), y las intervenciones para las enfermedades
crónicas habían contemplado el análisis y diseño de
más de 50 medicamentos (16).
Este proceso inició en 1927, cuando el senador
Matthew Nelly le pidió al Congreso de los Estados
Unidos que donara cinco millones de dólares “por
cualquier información que condujera a la detención
del cáncer humano”, como consecuencia del alarmante aumento de enfermos
de la enfermedad (16). Esta
petición caló en el inconsciente colectivo de la nación,
el cual asumió que el cáncer debía y podía ser atacado,
además de ser erradicado, de la misma forma que cualquier otra
enfermedad endémica, como se reflejó en el
“ataque nacional contra el cáncer”. En 1937, el presidente Roosevelt
promulgó la ley para la creación del
Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por su sigla en inglés) para
coordinar la investigación de la enfermedad.
No obstante, los Estados Unidos se vieron enfrentados
a participar en la Segunda Guerra Mundial, y la mayoría de los recursos
se canalizaron para la investigación
y desarrollo de armas, por lo cual el impulso para vencer al cáncer se
vio dilatado. Durante la posguerra, la
investigación del cáncer volvió a tomar impulso, esta
vez de una manera transversal. Los científicos se dieron cuenta que era
necesario recaudar fondos, buscar
el apoyo estatal y promover el apoyo social. El objetivo
fue volver la lucha contra el cáncer una causa común
en la que todos los sectores sociales participan.
Como es bien sabido, en los Estados Unidos la donación de dinero a
causas benéficas es un rasgo profundamente cultural heredado de la
moral luterana de los
primeros pobladores americanos. El recaudo de dinero
por causas comunes es un cohesionador social que fomenta los vínculos
de comunidad y solidaridad, pero
que además enaltece a los individuos como líderes y
representantes de los valores de la sociedad a la que
pertenecen. Donar dinero no es un acto de caridad,
como se entendería en el estricto sentido cristiano,
en donde la virtud de la caridad es amar a Dios sobre
todas las cosas y amar al prójimo como si fuese uno
mismo desinteresadamente. En la caridad cristiana se
nublan las fronteras de la individualidad sobre el bien
colectivo mientras que, desde una perspectiva de la
moral luterana, la ética del trabajo junto a la acumulación del dinero,
creó un enfoque distinto sobre la individualidad. Por esta razón, se
dona porque desde la
propia individualidad del sujeto se quiere activamente
participar en una causa que cohesiona el cuerpo social. En la medida en
que el sujeto da más, participa
más, atrae el reconocimiento social, asimismo es un
agente catalizador para convocar a más personas a su
causa común. Dentro de esta lógica es que la sociedad
americana ha podido financiar universidades, museos,
y centros de investigación.
Grupos de la alta sociedad como el Variety Club de
Nueva Inglaterra, se vieron interesados en participar
en causas que promovieran la conciencia social, como
la recaudación de fondos junto con Sidney Faber para
la investigación del cáncer infantil. Su primer evento
fue una rifa en la que recaudaron 50 mil dólares, lo
cual no suplió sus expectativas. Para poder atraer más
público y potencializar la causa, decidieron tener un
niño que representara visualmente el poder de su objetivo, tanto para
poder recaudar más fondos cómo para
hacer eco en la sociedad. Einar Gustafson, llamado
Jimmy, fue el niño seleccionado para representar el
cáncer infantil (12). No tenía leucemia, pero si un linfoma poco común.
Jimmy, declaró en radio que su deporte favorito era el béisbol, y de
esta manera empezó
a movilizar a grandes deportistas, lo cual se expandiría
a políticos y celebridades, quienes tomarían vocería en
la lucha contra el cáncer.
Sin duda alguna, haberles puesto una cara y un nombre a las víctimas
del cáncer fue una audaz jugada para
convocar donantes, especialmente si de niños se trata.
Mary Woodward Lasker, una multimillonaria de Nueva York, entró a apoyar
activamente la causa de Faber,
mediante la creación de grupos de presión y acción
política, entre esos la creación de la Sociedad Estadounidense del
Cáncer. Su trabajo es ejemplar en la
masiva movilización que se dio contra el cáncer, tanto
en la inmensa recaudación de dinero para la investigación, como para la
transversalidad que se le dio en
la sociedad como una causa que requería inmediata
atención y acción. A partir de ella, se crearon múltiples fundaciones y
asociaciones que buscaron con el
mismo propósito recaudar fondos por medio de eventos, maratones, venta
de productos, marcas registradas, entre otros para múltiples tipos de
cáncer, como el
de seno, la leucemia, el cáncer infantil y el de pulmón.
Hoy en día, siguen activas y fundamentales. El legado
de Mary Lasker y el Variety Club, fue el inicio de una
gran movilización de líderes que quisieron apoyar la
causa del cáncer. Sin este tipo de liderazgo externo a la comunidad
médica hubiera sido imposible darle la relevancia que se necesitaba
para apalancar la investigación de la enfermedad. La
Figura 4 reúne una serie de
sellos postales conmemorativos y de apoyo a la causa
del control y la investigación del cáncer.
Conclusión
Desde finales del siglo XX, la lucha contra el cáncer
se convirtió en una cruzada médica, social y política.
Esto se debió a los esfuerzos de la comunidad científica por investigar
la enfermedad, así como una real
voluntad comunitaria que incluyó líderes que lograron
darle trascendencia a la enfermedad para convertirla
en una causa común de la humanidad. Históricamente
el cáncer no pudo entenderse previo a la ilustración
porque su condición ontológica como enfermedad
ocurría dentro de las barreras del cuerpo. Fue gracias a las primeras
autopsias renacentistas, que dieron
cuenta que las teorías de Galeno no tenían un fundamento anatómico
certero. No se encontró bilis negra,
pero sí se encontró un cuerpo pleno por descubrir, que
dio paso a la medicina moderna. En ella, es posible
comprender los tumores para ceder ante los inmensos
avances científicos para tratar el cáncer como una enfermedad
multidimensional. No obstante, el cáncer,
tuvo que trascender las fronteras del cuerpo del sujeto
para convertirse en una causa social. Sin el dolor de los
enfermos, víctimas del padecimiento, el apoyo de las
familias, las fundaciones y asociaciones, y la voluntad
política, no se hubiera podido extender esta gran red
para financiar la investigación y dignificar al cáncer
como una causa universal dentro de la historia y para
el cáncer en la historia.
Figura 4. Sellos postales conmemorativos de múltiples países donde
se hace conmemoración al activismo contra el
cáncer, así como homenaje a algunos de sus mayores gestores en ciencia
y desde la filantropía.
Línea de tiempo – Hitos en la historia
del cáncer
Antigüedad
Al hacer referencia al tema de la historia del cáncer,
hay una serie de elementos que pueden ser traídos en
este momento y que hablan del origen del mismo, el
cual se puede citar con el osteosarcoma y que, se menciona, apareció en
el quinto metatarso (el hueso del
dedo) de un ancestro humano que vivió hace 1.7 millones de años atrás.
La evidencia de ello se encontró
en la cueva Swartkans en Sudáfrica. Claro que se encuentran evidencias
de cáncer en homínidos muchos
más antiguos como las que se pudieron hallar en el esqueleto de un
joven Australopithecus sediba en Malapa, Sudáfrica, donde se pueden
presenciar evidencias
de cáncer en su sexta vértebra torácica. Este tipo de
descubrimiento ubica el surgimiento de cáncer hace
cerca de dos millones de años atrás. Sin embargo, los
estudios más modernos, algunos del año 2015, se han
centrado en el abordaje de periodos donde la especie
humana se halla más desarrollada y por ello el siguiente hallazgo de
cáncer, particularmente de leucemia, se
encuentra en los restos esqueléticos de una mujer que
vivió en lo que hoy en día es Stuttgart-Mühlhausen en
Alemania y cuya mención data de hace cerca de 5000
años a. C. en el periodo Neolítico.
3000 a.C.
Otra de las referencias se encuentra en el Papiro de
Edwin Smith, denominado de esta manera porque fue
adquirido por el mencionado investigador en 1862 y
en el cual se hace la descripción escrita y más vieja
de cáncer que existe, además de relatar ocho casos de
tumores de seno o úlceras en Egipto y donde, si bien
se indica que no hay un tratamiento para esta enfermedad, se escogió la
cauterización como medio posible
de tratarlo sin éxito. Estas señales se enmarcan en el
año 3000 a.C. y se han hallado en los huesos de momias del antiguo
Egipto y Perú.
400 a.C.
Hipócrates, el conocido padre de la medicina propuso
la Teoría Humoral de Medicina, indica que el cuerpo se compone de
cuatro fluidos, o humores: sangre,
flema, bilis amarilla y bilis negra; y el desequilibrio
de estos fluidos era el causante de las enfermedades.
Además, el mencionado autor atribuyó el origen del
cáncer a un exceso de bilis negra. De igual forma fue
el primero en establecer los conceptos de “carcinos”
y “carcinoma” para referirse a los tumores, términos
que darán origen al vocablo “cáncer”. Para mayor claridad se debe
recordar que la palabra “cáncer” se deriva del griego “karkinos” o
cangrejo, y se relacionaba
con la aparición de vasos sanguíneos en los tumores,
imitando las tenazas de un cangrejo estirándose. Además, Hipócrates
consideraba que el cáncer era mejor
dejarlo solo porque aquellos que recibían tratamiento
no sobrevivían durante mucho tiempo.
168 a.C.
Más cercano al estudio del cáncer fue Galeno, el médico romano, quien
consideró firmemente la Teoría
Humoral de la Medicina; además de afirmar que el
cáncer se podía curar al ser descubierto tempranamente. También
consideró que, en los estadios posteriores,
cuando los tumores se hallaban avanzados, el mejor
tratamiento era cortar el área afecta o tratarla por medio de
cauterización. Galeno incluso relacionó la alimentación poco saludable
y el clima como factores de
riesgo para la enfermedad.
Edad media
Para la época más reciente se pueden mencionar algunos descubrimientos
y avances en la enfermedad,
como los siguientes:
657 d.C.
En primer lugar, se encuentra a Pablo de Egina, quien
es uno de los médicos bizantinos más prominentes y a
quien se le adjudica la obra
Epítome
de Medicina,
la cual se divide en siete volúmenes y se destaca que los cánceres
de seno y de útero son los más comunes. De igual forma,
en el sexto libro del mencionado Epítome, se describe un
tratamiento exclusivo al tema de la cirugía, para observar
además que la cirugía de cáncer uterino es inútil, mientras que en el
caso del cáncer de seno el mejor tratamiento es la remoción en vez de
la cauterización.
1190
Moisés Maimónides, identificado como un médico
prominente, científico y además filósofo, escribió diez
tratados médicos. Particularmente su quinto tratado
hace referencia a aforismos quirúrgicos, algunos de
los cuales se enfocan en el tratamiento del cáncer. De
igual forma consideraba, en relación con los tumores
grandes, que se debía “extirpar el tumor y extirpar
todo el tumor y sus alrededores hasta el punto de tejido
sano, excepto si el tumor contiene vasos grandes y/o
el tumor se sitúa muy cerca de algún órgano principal,
la escisión es peligrosa”. Idea que se puede relacionar
con algunas de las prácticas que se han efectuado hasta
épocas recientes.
Siglo XVIII
1713
Aparece Bernardino Ramazzino quien notó la ausencia casi total de
cáncer cervical entre las monjas y, a
su vez, una alta incidencia de cáncer de seno en esta
población. De acuerdo con esta observación el autor
concluyó que esta diferencia se debía al estilo de vida
que tenían y consideró la abstinencia como un factor
predominante. Este ejercicio permitió determinar más
adelante la presencia de factores hormonales asociados al desarrollo
del cáncer. De igual forma se puede
considerar su trabajo como un ejemplo muy temprano
de un estudio epidemiológico. Adicionalmente, escribió “
Enfermedades de los Trabajadores”,
estudio que le
valió ser reconocido como el “padre” de la salud ocupacional.
1750
Se encuentra a John Hunter quien abordó la teoría linfática del cáncer
de Stahl y Hofman. Vale decir que esta teoría hace referencia a que el
cáncer se compone de linfa fermentada con pH y densidad diferentes;
de igual forma consideraba que los cánceres podían
removerse cuando estos no se habían extendido a los
tejidos cercanos.
1761
Se encuentran los trabajos de Giovanni Morgagni,
quien realizó algunas autopsias con el objetivo de poder relacionar la
enfermedad con hallazgos patológicos. Estas investigaciones ayudaron a
poner las bases
para el estudio del cáncer.
1775
Se establecieron algunos descubrimientos relacionados con los factores
ambientales y el desarrollo del
cáncer. Sobre el particular se encuentran las observaciones que hizo
Percival Pott, quien demostró que los
deshollinadores tenían una ocupación relacionada con
riesgo de cáncer. En su análisis el autor encuentra que
el hollín que se acumulaba debajo de sus escrotos estaba asociado con
cáncer escrotal. Además, su descubrimiento le permitió identificar
otras ocupaciones que
podían llevar a las personas a desarrollar cáncer. El
descubrimiento de todos estos riesgos permitió el desarrollo e
implementación de medidas de salud pública.
Siglo XIX
1829
Se encuentran los estudios de Joseph Claude Anthelm
Recamier, quien fue el primero en reconocer la metástasis del cáncer y
realizar estudios sobre esta situación
en la enfermedad.
1838
Se realiza la publicación de la obra del patólogo Johannes Müller,
titulada
La Naturaleza y
Características
Estructurales del Cáncer y de esos Crecimientos Patológicos
que se Pueden Confundir con el Mismo,
establece la histología patológica como una rama independiente de la
ciencia. De esta manera el autor logró demostrar que el cáncer se
compone de células, aunque su teoría partía de que las células
cancerosas surgían de las células
anormales. Según esta idea, el autor hacía referencia
al hecho de que las células cancerosas se originan a
partir de ‘blastema’ (el cual no es otro que el tejido
indiferenciado del que se cree que las células surgen)
entre tejidos normales.
1851
A mediados del siglo XIX se hace un descubrimiento
importante en relación con las células malignas en el
esputo, hallazgo relacionado con la detección del cáncer de pulmón.
Esta investigación fue reportada por el
investigador W. H. Washe.
1863
Un estudiante de Müller, Rudolf Virchow, realizó varios escritos y un
trabajo detallado en tres volúmenes
dedicados a los tumores malignos. En esta obra el autor se dedicó
ampliamente a analizar los tumores y
afirmó incluso que el origen de estos era el resultado
de una irritación crónica, y que, por ende, el cáncer se
dispersaba por el cuerpo de forma similar a como lo
hacen los fluidos, aspectos que se relacionan directamente con la
patología celular y las metástasis. Fue el
primero en discutir la histiogénesis de la enfermedad.
1878
A finales del siglo XIX el cirujano alemán Theodore
Billroth, llevó a cabo la primera extirpación pilórica
(hace referencia a la extirpación quirúrgica de todo o
parte del estómago) con el fin último de realizar la exéresis
quirúrgica de un carcinoma gástrico. Este acontecimiento es similar al
realizado en 1872 1872, en el
que también fue el primero en realizar una esofaguectomía un carcinoma
del tercio distal.
1881
Jan Mikulicz-Radecki inventa el primer gastroscopio,
el cual fue un instrumento que podía introducirse por
el esófago permitiendo visualizar y detectar el cáncer
esofágico, esofagogástrico y gástrico.
1889
El cirujano inglés Steven Paget propuso la teoría sobre el cáncer como
“semilla y tierra”. Para lograr este
resultado analizó más de 1.000 documentos de autopsias de mujeres que
habían tenido cáncer de seno y en
este proceso encontró que los patrones de metástasis
no surgían al azar. De esta manera llegó a afirmar que
las células tumorales, a las cuales denominó
semillas,
tienen una afinidad específica por algunos órganos, en este caso la
tierra, y de ahí que las metástasis deben
considerarse como la resultante de que la
tierra y la
semilla son compatibles.
1890
William Stewart Halsted, quien fuera el primer Profesor de Cirugía en
Johns Hopkins, Harvard y Yale,
resultó encargado de realizar la primera mastectomía
radical (extirpación completa de la seno, los músculos
del pecho y el sistema linfático axilar), que era considerada como
única intervención curativa para la enfermedad.
1894
Se inventa el primer cistoscopio, un instrumento que
puede introducirse a través de la uretra y permite detectar el cáncer
de la vejiga. El invento fue realizado
por Maximiliano Carl Friedrich Nitze.
1895
Wilhelm Conrad Röntgen descubrió los rayos-X, con
los cuales se facilitó la detección de los tumores de manera no
invasiva, perfeccionando el proceso diagnóstico y más adelante incluso
el uso terapéutico.
1896
La apenas descubierta radiografía con rayos-X, también llamada
fotografía Röntgen (en honor a su descubridor Wilhelm Conrad Röntgen),
fue utilizada por
el cirujano alemán Franz Konig para poder visualizar
una pierna amputada. Fue así como con el uso de rayos X, Konig
determinó que la lesión contenía un sarcoma de la tibia.
1897
Por su parte, la broncoscopía fue introducida por Gustav Killian, luego
de extirpar con éxito un fragmento
de hueso de cerdo del bronquio de un agricultor. Este
hecho inspiró a Chevalier Jackson quien terminó construyendo el primer
broncoscopio, instrumento que se
ha utilizado por más de 100 años en el proceso diagnóstico de diversas
patologías pulmonares, incluyendo
el cáncer de pulmón.
1899
Tage Anton Ultimus Sjogren es el primero en tratar
el cáncer de forma exitosa usando rayos-X. De esta
manera los rayos-X cobraron gran importancia y se
convirtieron en una herramienta importante para visualizar y
diagnosticar diversas neoplasias de la piel y
de los órganos sólidos.
Siglo XX
1901
Los aportes sobre la utilidad diagnóstica y terapéutica
de los rayos-X, le valieron a Röntgen ganar el Premio
Nobel de Física.
1902
Willem Einthoven realiza la primera lectura de un
electrocardiograma (ECG), la cual fue tomada usando
un galvanómetro de cuerda diseñado por él mismo; se
puede agregar, en este sentido, que el ECG también
fue utilizado para demostrar alteraciones en el metabolismo del calcio
propias del cáncer de riñón de células claras.
1905
Se introduce la urografía, que permitió visualizar por
primera vez el tracto urinario superior, contribuyendo
en el proceso diagnóstico del cáncer de vejiga. El desarrollo de la
urografía intravenosa/excretora se logró de
forma primitiva y fue introducida por Fritz Voelcker y
Alexander von Lichtenberg.
1910
Francis Peyton Rous brindó apoyo científico a la Teoría Viral del
Cáncer y para ello inyectó una determinada cantidad de gallinas
saludables con líquido sin
células obtenido de gallinas con sarcomas, y de esta
forma observó y analizó la formación de sarcomas en
las gallinas inyectadas.
1914
Theodor Boveri propuso la teoría que relaciona el cáncer con la
presencia de mutaciones somáticas y anormalidades citogéneticas de
orden cromosómico.
1915
Se logra en la Universidad de Tokio generar un xenograma que reprodujo
la evolución de la enfermedad
utilizando alquitrán de carbón en la piel de conejos.
Este hallazgo permitió considerar la etiología exposicional, la
inducción de la mutagénesis, y preparó al
entorno científico para la generación de nuevas estrategias
experimentales.
1924
Hans Peter Hinselmann crea el primer colposcopio
que permitió la valoración de los genitales internos de
la mujer, así como la detección temprana del cáncer
vaginal y cervicouterino.
1927
Egaz Moniz crea el primer arteriograma humano, desarrollando de esta
manera la arteriografía moderna,
intervención diagnóstica que permitió la localización
y cirugía de los tumores cerebrales.
1930
Stafford Warren presentó su investigación relacionada
con el uso de los rayos-X para el examen de diagnóstico del seno.
Dentro de su investigación, el mencionado
autor describió su técnica, la cual consistía en poner
a la paciente de lado, con su brazo elevado y luego
tomar la foto para generar el mamograma.
1933
Evarts Ambrose Graham y Jacob Jesse Singer realizan
la primera neumonectomía exitosa como forma de tratamiento para el
cáncer de pulmón.
1939
Charles Brendon Huggins, estableció la base para la
terapia hormonal contra ciertos tipos de cánceres, proceso que logró a
través de sus estudios sobre los niveles
de andrógenos y el cáncer de la próstata en perros, con
lo cual pudo determinar que las hormonas eran necesarias para el
crecimiento de ciertos tipos de cánceres.
1941
George Papanicolau presenta su método para establecer el diagnóstico
citológico del cáncer del tracto genital femenino.
1942
Los investigadores Karl y Friederich Dussik son los
encargados de utilizar por primera vez las imágenes de ultrasonido para
el diagnóstico, particularmente en el
descubrimiento de tumores intracraneales.
1945
George N. Papinicolaou y Victor F. Marshall se encargan de utilizar la
citología urinaria para la detección y
seguimiento del cáncer de vejiga.
1946
Se publica el primer estudio sobre el uso de mostazas
nitrogenadas como agentes quimioterapéuticos contra la Enfermedad de
Hodgkin, el linfosarcoma y las
leucemias. La investigación fue realizada por Louis
Goodman y Alfred Gilman, que se dedicaron a la evaluación de diversos
agentes químicos derivados de la
Segunda Guerra Mundial, descubriendo que estos podrían ser útiles para
el tratamiento y control del cáncer.
1951
Raúl Leborgne desarrolló una versión mejorada del
mamograma, el cual consistía en un cono y un instrumento con
dispositivos de compresión, por medio
del cual se podía tomar una radiografía de los senos.
En su estudio, el autor reportó no solo la forma de
usarlo sino el proceso que había ejecutado en varios
pacientes y en donde recomendaba como “ahora la
radiografía se debería incluir en el diagnóstico de la
patología senoria”.
1960
El uso de un isótopo radioactivo, utilizando el Sr85,
como examen diagnóstico para la detección de metástasis espinales fue
aplicado por Gynning y su grupo,
a través de la gammagrafía ósea para escaneo global.
1967
El Dr. David Greegor desarrolla la prueba de sangre
oculta en heces para implementar la detección temprana del cáncer de
colon y recto.
1968
El Dr. William McCune se encarga de desarrollar la
primera colangiopancreatografía retrógrada endoscópica CPRE (Endoscopic
Retrograde Cholangio-Pancreatography, ERCP, en inglés), por medio de la
cual
se puede hacer un diagnóstico adecuado del cáncer
pancreatobiliar.
1959
El Dr. William Wolff y sus colaboradores desarrollan
y ejecutan de forma exitosa la colonoscopía retrógrada
del colon entero.
1971
Ruoslahti y Seppala desarrollan un radio inmunoensayo para detectar la
alfa-fetoproteína que se implementa como marcador tumoral en pacientes
con
carcinoma hepatocelular y tumores germinales. Este
mismo año, el Dr. Judah Folkman describe la angiogénesis tumoral y su
papel en la evolución del cáncer.
De igual forma, Folkman propuso que la inhibición
de la angio y vasculogénesis podría revertir la proliferación y
migración de las células neoplásicas. En paralelo, se declaró la
implementación del Acta Nacional del Cáncer, establecida para iniciar
una procesión
institucional y gubernamental contra la enfermedad.
Richard Nixon, entonces presidente de los Estados
Unidos, declaró en su discurso para el estado de la
Unión: “
Pediré unos $100 millones
adicionales para lanzar una campaña para encontrar una cura para el
cáncer,
además de cualquier fondo complementario que se podría
usar con eficacia. Ha llegado la hora, en la que el país necesita
esforzarse en luchar en contra de esta fatal enfermedad
con el mismo ímpetu con el que se logró la fisión nuclear o el
viaje a la luna. Comprometámonos como nación para llegar
a esta meta”.
1972
Godfrey Hounsfield crea la Tomografía Computarizada (TC), que utiliza
rayos-X y análisis por computadora por medio de los cuales se generan
imágenes que
representan ‘cortes’ o secciones transversales de los
órganos sobre los cuales se requiere un análisis para
diagnosticar lesiones focales.
1973
Paul Lauterbur y Peter Mansfield desarrollan las Imágenes por
Resonancia Magnética, por medio de las
cuales se realizan secuencias útiles para diagnosticar
lesiones tumorales cerebrales, primarios de tejidos
blandos, y adbominales. Esta contribución a la medicina les valió a
Lauterbur y Mansfield obtener en 2003
el Premio Nobel.
1974
Michael Phelps y Ed Hoffman logran crear la primera máquina de
Tomografía por Emisión de Positrones
(PET), útil para valorar el metabolismo tumoral anormal, elemento de
importancia en el proceso diagnóstico de múltiples neoplasuas. Esta
modalidad provee
información sobre la actividad bioquímica de las estructuras
observadas, permitiendo distinguir diferencias entre inflamación, tumor
y necrosis.
1976
Descubrimiento del primer oncogén realizado por Harold E. Varmus y J.
Michael Bishop. La importancia
de ello radica en que este es el mismo gen transportado por el virus
que había descrito inicialmente Peyton
Rous.
1980
Un grupo de investigadores liderados por Kuriyama
elaboraron un inmunoensayo enzimático sensible para
la detección del antígeno específico de próstata (PSA),
proteína útil para el cribado, diagnóstico, y seguimiento del cáncer de
próstata.
1983
El científico Robert Bast desarrolló un inmunoensayo
para refinar la detección del antígeno de cáncer 125
(también conocida como CA-125), útil en el proceso
diagnóstico y para el seguimiento del cáncer de ovario.
1986
Stephen H. Friend junto a otros investigadores logran
aislar el gen Rb (retinoblastoma), uno de los más conocidos genes
supresores de tumor.
1988
Un grupo de investigadores con Ritter a la cabeza,
lanzan una prueba ultrasensible para la detección del
virus del papiloma humano (VPH).
1989
Noel Bouck descubre la trombospondina, siendo el
primer inhibidor natural de la angiogénesis lo que
abrió paso a la implementación de inhibidores específicos en diversos
modelos tumorales.
1993
Parsons y Lense desarrollan la sonohisterografía para
detección del cáncer de endometrio.
1994
Michael O’Reilly identifica dos de los inhibidores naturales de la
angiogénesis, la angiostatina (1994) y la
endostatina (1997).
1995
Amplificación de los cultivos de células tumorales, diseño de chips
para reconocimiento de ADN tumoral y
primeras secuencias de microarreglos.
1999
Se logra conseguir la transformación de células epiteliales y
fibroblastos humanos en células tumorales. El
proceso utilizado se hizo a través de la alteración en la
expresión hTERT, KRAS y HRAS.
Siglo XXI
2003
Se completa el Proyecto del Genoma Humano que
permitió tipificar más de 20.000 genes determinando
sus secuencias incluidas en más de 3 billones de pares
de bases. En paralelo, se inicia el diseño e implementación del Atlas
del Genoma del Cáncer (TCGA), un
programa histórico elaborado para caracterizar molecularmente más de
20.000 cánceres primarios emparejando los hallazgos con muestras
normales en 33 tipos
de cáncer. Este esfuerzo conjunto entre el Instituto
Nacional del Cáncer (NCI) y el Instituto Nacional de
Investigación del Genoma Humano (NIHG) reunió
investigadores de diversas disciplinas y múltiples instituciones.
2004
Se incluye dentro del tratamiento de diversas neoplasias la búsqueda
activa de mutaciones potencialmente
accionables, entra otras, la presencia de alteraciones
puntuales en el receptor para el factor de crecimiento
epidérmico (EGFR), y genes de fusión como BCR/
ABL.
2006
Descripción, publicación y aprobación del uso de las
vacunas contra el VPH.
2010
El tratamiento del cáncer se hace más preciso. El nacimiento de la
oncología de precisión permitió el rápido desarrollo de la exploración
genómica exhaustiva,
para identificar alteraciones potencialmente modulables utilizando
intervenciones específicas ajustadas a
la necesidad de cada entidad. El 68% de la investigación biomédica está
concentrada en cáncer, y dos terceras partes de ella usan biomarcadores
guiados por
técnicas moleculares avanzadas.
2011
Se confirma la importancia del microambiente tumoral y de la
heterogeneidad evolutiva de la enfermedad
gracias a la identificación de alteraciones clonales y
subclonales.
2012
Identificación de la inmunidad celular adaptativa para
modular la evolución tumoral a través del uso de celulas CAR-T
(isagenlecleucel, Kymriah). En adición,
se desarrollan diferentes inhibidores (antagonistas) de
puntos de regulación en la respuesta inmunitaria contra el tumor
mediada por linfocitos T efectores (inhibidores de PD-1/L1 y CTLA4).
2014
Desarrollo de los inhibidores PARP (del ingles, Poly-
(ADP-ribose)-Polymerases PARP) y comprensión de
la funcionalidad en los procesos de reparación celular
en pacientes con alteraciones somáticas y germinales
relacionadas con BCRA. Una función importante del
complejo PARP consiste en asistir a la reparación de
roturas en el ADN (celular single-strand DNA nicks);
el supercomplejo se une a los puntos de unión monocatenarios a través
de sus dedos de zinc N-terminal y
reclutan XRCC1, ADN ligasa III, ADN polimerasa
beta y una quinasa. Esta función es conocida como
reparación por escisión de base (BER).
2016
Desarrollo de nuevos medicamentos blanco dirigidos con función
agnóstica. El desarrollo de estudios canasta para promover la
valoración de diferentes tumores
con alteraciones genómicas comunes, permitió la introducción de
medicamentos altamente efectivos con
menores efectos secundarios.
2017
Introducción de la biopsia líquida (BL) en la práctica
clínica regular. La BL es una técnica de diagnóstico no
invasiva que evalúa múltiples alteraciones genómicas
en células, exosomas, organoides o en ADN tumoral
circulante (incluyendo otros fluidos diferentes a la
sangre). Su utilización rutinaria permite el ahorro de
tiempo y recursos y se ha expandido globalmente para
la valoración de resistencia, diagnóstico temprano e
identificación de heterogeneidad tumoral permitiendo
personalizar, optimizar y planear el tratamiento.
2018
Gracias a inclusión de la inmunoterapia se modifica la
historia natural de los tumores con inestabilidad microsatélital y
alteración en recombinación homóloga.
De igual forma, se rompe el paradigma de 30 años de
hallazgos negativos en cáncer de pulmón de células pequeñas y en
carcinoma anaplásico de tiroides.
2019
Se confirma la asociación entre el virus del papiloma
humano (VPH) y el desarrollo de cáncer de cavidad
oral, dando paso a su evaluación pronóstica y a la introducción de
terapias ajustadas según su estado.
Referencias
1. Haddow A. Historical Notes on
Cancer from the MSS. of
Louis Westenra Sambon: (Section of the History of Medicine). Proc R Soc
Med. 1936;29(9):1015-1028.
2. Cullen JM, Page R, Misdrop W . An
overview of cancer
pathogenesis, diagnosis and management. En Meuton,
DJ.ed. por. Tumor in Domestic Animals. 4a ed. Iowa State Press, Ames,
IA, USA; 2002.
3. Ferlay J, Colombet M,
Soerjomataram I et al. Global and
Regional Estimates of the Incidence and Mortality for 38
Cancers: GLOBOCAN 2018. Lyon: International Agency for Research on
Cancer/World Health Organization;
2018.
4. Bray F. Transitions in human
development and the global cancer burden. In: BW Stewart, CP Wild, eds.
World
Cancer Report 2014. Lyon: IARC Press; 2014.
5. Global Burden of Disease Cancer
Collaboration; Fitzmaurice C, Abate D, et al. Global, Regional, and
National Cancer Incidence, Mortality, Years of Life Lost, Years
Lived With Disability, and Disability-Adjusted Life-Years
for 29 Cancer Groups, 1990 to 2017: A Systematic
Analysis for the Global Burden of Disease Study. JAMA
Oncol. 2019;5(12):1749-1768.
6. Descartes, René. Discurso del
método. Bogotá, Colombia: Panamericana; 2000.
7. Lutz B. El cuerpo: sus usos y
representaciones en la
modernidad. Revista de Ciencias Sociales Convergencia. 2006;215-222.
8. Le Breton, David. Antropología del
cuerpo y modernidad. Buenos Aires, Argentina: Nueva Visión; 2004.
9. Porter, Ray. Breve historia de la
medicina. Las personas, la enfermedad y la atención sanitaria. México:
Santillana; 2004.
10. Perdiguero E,Comelles J. Medicina
y Cultura. Factores
socioculturales del dolor y sufrimiento. Barcelona: Ed.
Bellaterra; 2000.
11. Parker, Steve. Kill or cure.
Illustrated history of medicine.
London, England: DK; 2013.
12. Mukherjee, Siddhartha. El
emperador de todos los males. Una biografía del cáncer. Madrid: Taurus;
2010.
13. DeVita Jr TV, Chu E. A History of
Cancer Chemotherapy.
Cancer Res. 2008;(68):8643-8653.
14. American Cancer Society |
Information and Resources
about for Cancer: Breast, Colon, Lung, Prostate, Skin
[Internet]. Cancer.org. 2020 [consultado 10 Noviembre
2020].Disponible en: https://www.cancer.org
15. Caetano BFR, Jorge BAS,
Müller-Coan BG, Elgui de
Oliveira D. Epstein-Barr virus microRNAs in the pathogenesis of human
cancers. Cancer Lett. 2020,:S0304-
3835(20)30611-X.
16. Zamaraev AV, Zhivotovsky B,
Kopeina GS. Viral Infections: Negative Regulators of Apoptosis and
Oncogenic
Factors. Biochemistry. 2020;85(10):1191-1201.
17. Ahmad A, Ansari IA. A
Comprehensive Review on
Crosstalk of Human Papilloma Virus oncoproteins and
developmental/self-renewal pathways during the pathogenesis of uterine
cervical cancer. Curr Mol Med. 2020.
18. Tahseen D, Rady PL, Tyring SK.
Human polyomavirus
modulation of the host DNA damage response. Virus
Genes. 2020;56(2):128-135.
19. Hodgson A, Turashvili G.
Pathology of Hereditary Breast
and Ovarian Cancer. Front Oncol. 2020;10:531790.
20. Hatano Y, Tamada M, Matsuo M, et
al. Molecular Trajectory of BRCA1 and BRCA2 Mutations. Front Oncol.
2020;10:361.
21. Hawsawi YM, Al-Numair NS, Sobahy
TM, et al. The role
of BRCA1/2 in hereditary and familial breast and ovarian
cancers. Mol Genet Genomic Med. 2019;7(9):e879.
22. Gianfaldoni S, Gianfaldoni R,
Wollina U, et al. An
Overview on Radiotherapy: From Its History to Its Current Applications.
Open Access Maced J Med Sci.
2017;5(4):521–525.
23. Connell PP, Hellman S. Advances
in radiotherapy and
implications for the next century: a historical perspective.
Cancer Res. 2009;69(2):383-92.
24. G. Faguet. The War on Cancer: An
Anatomy of Failure, a
Blueprint for the Future, Dordrecht, Netherlands: Springer press, 2005.
25. G. Reminick. Nightmare un Bari:
The World War II Liberty Ship Poison Gas Disaster and Coverup, Palo
Alto,
Calif: The Glencannon Press, 2001.
26. Krumbhaar EB, Krumbhaar HD. The
blood and bone
marrow in yellow cross gas (mustard gas) poisoning. J
Med Res [Internet] 1919[consultado 10 noviembre 2020]
Disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2104437/pdf/jmedres00019-0266.pdf
27. El Bairi K, Atanasov AG, Amrani
M, et al. The arrival of
predictive biomarkers for monitoring therapy response
to natural compounds in cancer drug discovery. Biomed
Pharmacother. 2019;109:2492-2498.
28. Yates LR, Seoane J, Le Tourneau
C, et al. The European Society for Medical Oncology (ESMO) precision
medicine glossary. Ann Oncol. 2018;29:30–5.
29. Schram AM, Reales D, Galle J, et
al. Oncologist use and
perception of large panel next-generation tumor sequencing. Ann Oncol.
2017;28:2298–304.
30. Rolfo C, Manca P, Salgado R, et
al. Multidisciplinary molecular tumour board: a tool to improve
clinical practice
and selection accrual for clinical trials in patients with
cancer. ESMO Open. 2018;3(5):e000398.
31. Freedman AN, Klabunde CN, Wiant
K, Enewold L, Gray
S, Filipski K et al. Use of Next-Generation Sequencing
Tests to Guide Cancer Treatment: Results From a Nationally
Representative Survey of Oncologists in the United
States. JCO Precision Oncology 2018;(2):1-13.
Recibido:
Diciembre 10, 2020
Aprobado: Diciembre 16, 2020
Correspondencia:
Andrés F. Cardona
andres.cardona@clinicadelcountry.com