HISTORIA DEL CÁNCER Y EL CÁNCER EN LA HISTORIA


María M. López¹  , Andrés F. Cardona²


Resumen


Desde que se mantuvieron los primeros registros médicos, el cáncer como enfermedad se ha descrito en la historia de la medicina. Las primeras descripciones conocidas del cáncer aparecen en siete papiros, descubiertos y descifrados a finales del siglo XIX. Proporcionaron el primer conocimiento directo de la práctica médica egipcia. Contienen descripciones sobre el cáncer escritas alrededor del 1600 a.C., y se cree que datan de fuentes tan tempranas como 2500 a.C. Tras el declive de Egipto, los siguientes capítulos de la historia médica y científica se escribieron en Grecia y Roma. Los grandes médicos Hipócrates y Galeno dominaron el pensamiento médico durante 1.500 años. Sacaron la medicina de los reinos de la magia, la superstición y la religión. Hipócrates y Galeno definieron la enfermedad como un proceso natural y basaron el tratamiento en la observación y la experiencia. Se identificaron neoplasias, con advertencias contra el tratamiento de las formas más graves. A Hipócrates se le atribuye el nombre de “cáncer” como “karkinoma” (carcinoma). En el mundo moderno, la ciencia y la cirugía avanzaron a medida que los médicos volvían a la observación directa del cuerpo humano. Sin embargo, la teoría de que el cáncer fue causado por un exceso de bilis negra continuó prevaleciendo hasta el siglo XVI. La enfermedad se consideró incurable, aunque se formuló una amplia variedad de brebajes que contenían arsénico para tratar sus manifestaciones. En el siglo XVII, la vieja teoría de la enfermedad basada en humores corporales fue descartada cuando los vasos del sistema linfático fueron considerados como su principal causa. En el siglo XVIII Bernard Peyrilhe realizó algunos experimentos para confirmar o refutar la hipótesis no anatómica relacionada con el cáncer. Sus esfuerzos, por absurdos que parezcan en retrospectiva, establecieron la oncología experimental; la ciencia de buscar mejores diagnósticos, tratamientos y comprensión de las causas de la enfermedad. Durante este período, se reportaron cánceres relacionados con exposición ambiental y se abrieron hospitales especializados en atención oncológica. A fines del siglo XIX, el desarrollo de mejores microscopios no solo ayudó a documentar y definir los organismos que causaban las enfermedades, sino que también hizo posible el examen de las células y su actividad. El estudio de los tejidos y tumores reveló que las células neoplásicas tenían una apariencia diferente al tejido circundante normal. El comienzo del siglo XX fue testigo de grandes avances en la comprensión de las estructuras, funciones y química de los organismos vivos. La investigación del cáncer en cultivos celulares, carcinógenos químicos, técnicas de diagnóstico, y quimioterapia estableció firmemente a la oncología como ciencia. En 1911, se documentó una causa viral de cáncer en las gallinas y se identificaron de manera concluyente carcinógenos químicos y físicos. También se investigaron las anomalías cromosómicas como posibles causas de la enfermedad. En los años sesenta y setenta, hallazgos impresionantes en torno a la genética transformaron la perspectiva diagnóstica y terapéutica, dando lugar a la medicina de precisión y la mejora de la supervivencia y calidad de vida. Durante tres milenios, el cáncer se ha relacionado con la esencia del hombre, y esta es su esencia en la humanidad. Las posibles soluciones para la prevención y cura del cáncer parecen estar limitadas únicamente por la imaginación.

Palabras clave:  Cáncer; historia; enfermedad; perspectiva; avances



HISTORY OF CANCER AND CANCER IN HISTORY

Abstract

Since the earliest medical records were kept, cancer as a disease has been described in the history of medicine. The earliest known descriptions of cancer appear in seven papyri, discovered and deciphered late in the 19th century. They provided the first direct knowledge of Egyptian medical practice. They contain descriptions of cancer written around 1600 B.C. and are believed to date from sources as early as 2500 B.C. Following the decline of Egypt, the next chapters of medical and scientific history were written in Greece and Rome. The great doctors Hippocrates and Galen dominated medical thought for 1500 years. They lifted medicine out of the realms of magic, superstition, and religion. Hippocrates and Galen defined disease as a natural process and based treatment on observation and experience. Cancers were identified, with warnings against the treatment of the more severe forms. Hippocrates is credited with naming “cancer” as “karkinoma” (carcinoma). In the modern world, science and surgery advanced as physicians returned to direct observation of the human body. However, the theory that cancer was caused by an excess of black bile continued to prevail in the 16th century. Cancer was considered incurable, although a wide variety of pastes containing arsenic were formulated to treat its manifestations. In the 17th century, the old theory of disease based on bodily humors was discarded when the vessels of the lymphatic system were considered as the primary cause of cancer. In 18th-century Bernard Peyrilhe conducted some experiments to confirm or disprove hypotheses related to cancer. His efforts, however absurd they seem in retrospect, established experimental oncology, the science of seeking better diagnosis, treatments, and understanding of the causes of cancer. During this period, environmental cancers were reported, and hospitals specializing in cancer care were opened. In the late 19th century, the development of better microscopes not only helped document and define disease-causing organisms, but also made possible the examination of cells and cellular activity. A study of cancer tissues and tumors revealed that cancer cells were markedly different in appearance than the normal surrounding tissue. The early 20th century saw great strides made in understanding the structures, functions, and chemistry of living organisms. Cancer research in cell culture, chemical carcinogens, diagnostic techniques, and chemotherapy firmly established oncology as science. A viral cause of cancer in chickens was documented in 1911, and both chemical and physical carcinogens were conclusively identified. Chromosomal abnormalities were also investigated as possible causes of the disease. In the 1960s and the 70s, impressive findings around the genetics of cancer transformed the diagnostic and therapeutic perspective, giving rise to precision medicine and the improvement of survival and quality of life. For three millennia, cancer has been linked to the essence of man, and this is his essence in mankind. Potential solutions to the prevention and cure of cancer seem limited only by the imagination.

Keywords:   Cancer; history; disease; perspective advances



¹ Historiadora. Magíster en Gestión Cultural. Coordinación Editorial, Señal Memoria RTVC. Dirección proyectos Culturales, Idearium Cultura. Bogotá, Colombia.
² Grupo Oncología Clínica y Traslacional, Clínica del Country. Fundación para la Investigación Clínica y Molecular Aplicada del Cáncer (FICMAC). Grupo de Investigación en Oncología Molecular y Sistemas Biológicos (Fox-G), Universidad El Bosque. Bogotá, Colombia.


Salve, emperador, los que van a morir
te saludan – historia del cáncer como un Basileo.

Cayo Suetonio³ (c. 70-post. 126)⁴


Presentación


Los interrogantes que rodean la historia del cáncer nos remiten necesariamente a preguntarnos por el cáncer en la historia. Esta disyuntiva nos obliga a dividir este ensayo en dos partes. La primera parte indaga y atisba el papel de cáncer en la historia. Esta pregunta, no resuelta, nos remite al impacto de la enfermedad desde una perspectiva social, su papel y circunscripción en el cuerpo, el entorno y la humanidad. Nos remite a su génesis, las teorías profanas y ufanas que implican el inexorable vínculo del cuerpo con su ambiente, como se comprende el cuerpo que habita la enfermedad, y por último, el desarrollo de la percepción sobre la patología desde y para el enfermo, y la relación con este a lo largo de la historia.

La segunda parte del manuscrito presenta una breve mirada cronológica de la historia del cáncer, incluyendo los hallazgos más antiguos, de las diferentes teorías que han soportado la evolución y comprensión de la enfermedad, desde su origen y causas, hasta el diagnóstico y el tratamiento. Además, se hace una reseña de las diversas intervenciones terapéuticas (desde la cirugía hasta la radioterapia y oncología de precisión) que han transformado la marcha de una de las más complejas patologías que aquejan a la humanidad, desde una perspectiva singular y plural. Para completar este recorrido, se incluye una cronografía de los momentos, hitos y protagonistas que han hecho parte de una campaña de más de 2.000 años.


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³  Cayo o Gayo Suetonio Tranquilo (c. 70-post. 126) fue un historiador y biógrafo romano durante los reinados de los emperadores Trajano y Adriano. Formó parte del círculo de amistades de Plinio el Joven y, al final, de la del mismo emperador Adriano, hasta que cayó en desgracia por enemistarse con este. Su obra más importante es Las Vidas de los Doce Césares, en la que narra las vidas de los gobernantes de Roma desde Julio César hasta Domiciano.
  Basileos, basileo o (en griego: Βασιλεύς, basilýs) es un título de origen griego aplicado a distintos tipos de monarcas históricos. Utilizado desde la época micénica,cuando se convirtió en la designación común para los soberanos en la época arcaica y clásica. En Macedonia, donde continuó la institución monárquica fue usado para designar al rey y desde allí, tras las conquistas de Alejandro, fue el título de los soberanos de los reinos helenísticos. Con la conquista romana y la creación del Principado por Augusto, el término griego para rey fue aplicado en los países de habla griega al emperador romano; por esto, sería utilizado más tarde por los emperadores bizantinos. Transcrito como basileos, basileo o basileus suele usarse en la historiografía para designar a los emperadores bizantinos después de las reformas de Heraclio I en el siglo VII.


Introducción

El cáncer es un término general que se ha utilizado de forma indistinta para designar a un sinnúmero de neoplasias en los humanos y animales. La entidad nosológica se originó a partir de la caracterización de la palabra karkinos aplicada a los tumores malignos por los antiguos griegos. Posteriormente fue adoptada por los romanos (en latín cáncer significa cangrejo) y todavía se utiliza en la literatura científica contemporánea. Los registros más antiguos datados de las evidencias paleopatológicas indican la existencia del cáncer en dinosaurios del Mesozoico, en el hombre de las cavernas prehistóricas y sus animales en el pasado remoto. Más adelante en la historia de la humanidad, se supo que los médicos griegos y romanos conocían bien los diferentes tipos de enfermedades malignas específicas para cada órgano (1). Actualmente se reconocen más de doscientos subtipos histológicos que afectan a los animales superiores. El conjunto completo de evidencia disponible soporta que el cáncer comprende un complejo conjunto de eventos genéticos, con cambios dinámicos que subyacen al interior de la célula, en el estroma, y en el ecosistema corporal. Sin embargo, la iniciación y el desarrollo de la enfermedad se asocia con múltiples causas y factores predisponentes, incluyendo la senectud, variaciones epigéneticas, la exposición a virus, mutágenos químicos y por la radiación (2).

El crecimiento exponencial de las enfermedades no transmisibles les ha hecho responsables de la mayoría de las muertes a nivel global, siendo el cáncer la primera entidad en proyección de mortalidad para el siglo XXI y la barrera más importante para aumentar la esperanza de vida en la mayoría de los países (3). Para el 2018, el cáncer se ubicó como la primera causa de muerte antes de los 70 años en 91 de 172 países, y ocupó el tercer lugar en 22 adicionales (3). La incidencia y mortalidad por cáncer está aumentando rápidamente, en particular por el envejecimiento y crecimiento de la población, así como por la distribución y cambios en los principales factores de riesgo relacionados con el desarrollo socioeconómico, y por último, por la disminución en las tasas de mortalidad (4). Con un estimado de 18.1 millones de casos nuevos de cáncer/año y 9.6 millones de muertes por cáncer/año, se espera que el gasto global en la enfermedad alcance un máximo histórico de $100 mil millones, un 33% más que lo invertido en el pasado quinquenio (5). Solo para el año 2014, el gasto mundial en medicamentos contra el cáncer aumentó a una tasa anual del 10,3%, y el espectro de la inversión en diagnóstico y tratamiento usando genotipificación y terapias dirigidas (inmunoterapia) será próximo a los 400.000 USD/año (5).

Como bien lo expresó Henriette Roland Holst, para poder conocer el mañana hay que reconocer que fue escrito ayer. El cáncer ha crecido con la humanidad, ganando importancia progresiva de igual forma que la expansión poblacional. El presente relato contiene una mirada holística del cáncer en, y por la humanidad.


El cuerpo y el cáncer: una relación simbiótica

“Estoy seguro al menos de que existo y de que existo como algo que piensa. Esto que soy no es el cuerpo, sino una sustancia cuya esencia consiste en pensar”, escribió Descartes en 1637 en su obra Discurso del método. Para el filósofo francés, pensar era prueba de su existencia, dudar era una afirmación del pensamiento, y el pensamiento testimonio de la mente que habita un cuerpo. La duda es prueba fehaciente de su existencia y es sobre la duda metódica (o hiperbólica), que Descartes concluye la primera verdad: “ego cogito ergo sum” (pienso luego existo) (6). Esta proposición, se presenta, según el criterio de Descartes, con claridad y distinción, de modo que no es refutable, resiste a la duda, por lo tanto, es una afirmación con absoluta certeza, que puede ser considerada como verdadera.


Descartes planteó una aproximación distinta sobre el conocimiento, que rompió radicalmente con las formas de pensamiento heredadas del cristianismo. Para el racionalista el conocimiento no habita el objeto, sino que es el hombre mismo, desde la propia existencia del pensamiento, que descubre la verdad desde la evidencia representada en las ideas y que por ende son representaciones subjetivas. Por lo tanto, propuso que, al haber encontrado una verdad absoluta, era posible llegar a otras verdades partiendo de la duda metódica. Con base en este racionamiento da inicio al método científico basado en cuatro reglas que conducen al conocimiento: evidencia, análisis, síntesis y recapitulación (6). Este método constituye el pensamiento racional, pilar fundamental de la modernidad.

El impacto del pensamiento cartesiano cambió por completo el paradigma del conocimiento hasta entonces presentado bajo el dogmatismo de la cristiandad, y bajo este cambio de paradigma, se transformó la cosmovisión del hombre: el mundo ya no era teocéntrico, sino antropocéntrico. La invención de la razón, tuvo como consecuencia la separación del hombre de sí mismo, de los otros, de la naturaleza y del cosmos (7). Para Descartes, el cuerpo era una máquina; un vehículo en que reposa la mente, el cual tiene un gran impacto en la disociación entre el individuo y el cuerpo. Según Le Breton, “esta filosofía es un acto anatómico, distingue en el hombre entre alma y cuerpo, y le otorga al primero el único privilegio del valor” (8). Esta nueva mirada centrada en el hombre mismo, crea una división en la concepción cosmológica en la que inevitablemente se separa de la naturaleza, y así como es posible para el hombre separar la inherencia natural de su condición, separa la mente del cuerpo, y convierte al cuerpo mismo en objeto de estudio que debe ser comprendido y explicado.

El cuerpo perdió su sacralidad, su misterio divino, su perenne condición pecaminosa, por consecuencia del cambio de mentalidad. Fue entonces posible violar la frontera de la piel, despejar la carne, drenar la sangre e intervenir el cuerpo. El cuerpo se convirtió en un campo infinito de exploración, al degollarse, desmembrarse y disecarse, se hizo visible, materia prima y cartografía, para el surgimiento de la medicina moderna.

El nacimiento de la medicina moderna, surge a la par de la consolidación del pensamiento racional del siglo XIX, que estuvo además aunado a los procesos de formación de estados nacionales, sociedades industriales y por supuesto el capitalismo, como modelo imperante económico. El racionalismo positivista decimonónico inculcó además una forma taxonómica de aproximarse al conocimiento, el cual fue heredado en la ciencia médica; en este, la clasificación es preponderante. Así pues, el cuerpo pasa a ser una unidad orgánica diferenciada que requiere técnica y especialización (8).

Todos estos procesos históricos construyeron el individualismo vinculado al espíritu capitalista. El cuerpo humano pasó a hacer parte del acervo social, mientras que la individualidad se convirtió en el primer canal ontológico de la experiencia humana. La enfermedad por su parte, dejó de comprenderse desde el ámbito religioso como un castigo divino, al igual que perdió valía la teoría humoral hipocrática que argumentaba que la salud (eucrasia) era el balance perfecto de los cuatro humores (sangre, flema, bilis y bilis negra), y que el desbalance de estos producía la enfermedad (discrasia) (9). La enfermedad, asimismo se disoció del cuerpo y de la mente. Se convirtió en una entidad independiente, que además de clasificarla debía ser aniquilada. Comprender la enfermedad se convirtió en un objeto de estudio, donde poco o nada importa el cuerpo que la habita, y por supuesto mucho menos la mente que lo vive. El enfermo, el individuo que habita la enfermedad en su cuerpo, necesita la cura para erradicar el padecimiento, por lo cual necesita tratamiento, y este quedó reducido al imaginario de una tableta, la cual se transformó en símbolo del nexo social que tiende a compensar los efectos de las relaciones anómicas5 de la sociedad (7).

La construcción del cuerpo es un proceso histórico que está determinado por preceptos culturales y sociales y que tiene por demás una representación simbólica de valores, significados y signos pertenecientes a cada sociedad, que son además reflejo de la mentalidad de la época comprendida en un proceso de larga duración6 . Este proceso mencionado, es la construcción simbólica del cuerpo de las sociedades occidentales modernas (7), concepto que además se exportó de occidente, en un sentido universalista como resultado del sistema colonialista, la expansión del capitalismo y la posterior imposición de formación de estados nacionales, sistemas democráticos e instituciones estatales, en las cuales se encuentra el “Hospital”. Según Le Breton, el objeto de estudiar dicho precepto, induce a analizar las “implicaciones de las estructuras individualizantes que convierten al cuerpo en el recinto del sujeto, el lugar de sus límites y de su libertad, el objeto privilegiado de una elaboración y de una voluntad de dominio” (8).

Es precisamente en este recinto del sujeto, el cuerpo que tiene límites, que se separa de los otros, y vive su propia individualidad donde ocurre el cáncer. Por esta razón, el cáncer no fue cáncer hasta entrada la Ilustración. De hecho, aunque su raíz etimológica proviene de los griegos, el discernimiento del cáncer como fenómeno atado a la enfermedad solo pudo concretarse hasta inicios del siglo XIX, cuando fue posible cruzar las fronteras de la piel y entender el cuerpo como una unidad orgánica: era imperativo desacralizar el cuerpo y entrar en sus entrañas para poder ver el cáncer como una entidad divisible al cuerpo, extraíble y aniquilable. No obstante, a pesar de la desacralización, el cuerpo no perdió por completo la idea heredada del cristianismo de la impureza y suciedad, y reemplazó dicha aversión con nuevas concepciones vinculadas a la higiene y al saneamiento del cuerpo (7). El cuerpo moderno podía estar libre de la infección y del contagio, lo cual trajo consigo la prevención y la ética del autocuidado, donde cuidarse a uno mismo es cuidar a los demás.

Por consiguiente, el cáncer es una enfermedad que ocurre dentro de las propias fronteras del cuerpo, crece en lo más profundo de la intimidad y se desarrolla sigilosamente hasta que se manifiesta usualmente por medio del dolor. El dolor por su parte, representado en el inconsciente cultural, está enraizado en la conciencia religiosa, vinculado al mal, y al castigo con connotaciones morales (10). Por lo tanto, el dolor es una de las múltiples manifestaciones de la enfermedad, pero sin duda alguna, es la única que vincula la tríada perdida entre la mente, el cuerpo y la enfermedad. A pesar de que Descartes quiso darle libertad a la mente, dando por hecho su existencia, ni el cuerpo ni el dolor escapan a su condición humana. Es, finalmente, el dolor, así como el cáncer, un constante recuerdo de nuestra fragilidad humana.


Breve historia del cáncer

El cáncer se ha asociado como una enfermedad moderna, pero por el contrario, es una enfermedad que desde la antigüedad ha dejado rastros en el cuerpo, en su mayoría incomprensibles para la época. Desde siempre el cáncer ha afectado distintas partes del cuerpo, ya sea los huesos, los órganos o la piel; tiene además diversas causas, y por supuesto que afecta indiscriminadamente a las personas, aunque puede haber una variación importante en cuanto a la edad, ya que la enfermedad se asocia con la senectud, estilos de vida, alimentación, entre otros. La pregunta por las causas de la enfermedad ha desembocado desde los griegos diferentes teorías que han buscado explicar por qué surge el cáncer, con el objetivo de comprender la multidimensionalidad de la enfermedad, para poder diagnosticarla y tratarla.

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⁵ Según el sociólogo Durkheim, en La división del trabajo en la sociedad (1983) y El suicido (1897) la anomía representa la falta de normas o incapacidad de la estructura social de proveer a ciertos individuos lo necesario para lograr sus metas. La anomía es el concepto que identifica el debilitamiento de los vínculos sociales, y donde la sociedad pierde su fuerza cohesionadora para integrar la sociedad y regular los individuos dentro de los parámetros sociales, generando fenómenos sociales tales, que son a la vez padecimientos tales como la depresión, el suicidio entre otros.
⁶ Durante las décadas 1960 y 1970, se desarrolló la corriente historiográfica “historia de las mentalidades” por historiadores franceses como Duby, Le Goff, entre otros, la cual tenía como propósito el estudio del pensamiento de las sociedades, en la cual la historia dialogaba con otras ciencias sociales, buscando nuevas fuentes documentales y teóricas para ampliar los horizontes del estudio de la Historia.

Es comprensible que el cáncer haya pasado casi desapercibido en la historia sin mayor relevancia a diferencia de las enfermedades contagiosas (11). Esto se debe a dos factores principales: el primero tiene que ver con el paradigma científico de la teoría humoral, el cual perduró casi hasta el siglo XVIII, en el cual no había muchas herramientas científicas para intervenir el cuerpo y entender la composición del cáncer y los tumores. La segunda, tiene que ver con la expectativa de vida, ya que a lo largo de la historia era corta y las personas vivían alrededor de los 40 años. Esto se debía a factores asociados a guerras, epidemias, pésimas condiciones de salubridad, hambrunas, etc. Sólo hasta el siglo XIX, se empezó a prolongar la vida gracias a los avances de la ciencia que fueron determinantes como la anestesia, la asepsia, y de igual modo una nueva ética del cuidado personal asociado a la higiene. Así pues, el cáncer es una enfermedad más recurrente en edades avanzadas, por lo tanto, la senectud de la población se vuelve un factor determinante para el aumento de la enfermedad. Se puede concluir que el cáncer no es una enfermedad moderna, pero su recurrencia está determinada por los avances y beneficios de la actualidad, incluyendo diversos hábitos, perfiles alimentarios y patrones oposicionales, entre otros.

El cáncer no es una única enfermedad. De ella se desprenden más de 200 tipos de cánceres, razón por la cual se dificulta tanto su comprensión. Probablemente esta es una de las razones por las cuales sus vertientes no fueron agrupadas bajo el término “oncología”, sino hasta finales del siglo XVIII. No obstante, todos los cánceres, a pesar de su inmensa y compleja diversidad, tiene una misma base subyacente: células fuera de control. Estos elementos, no siguen el patrón habitual, en el cual crecen y mueren en el proceso natural de regeneración celular del cuerpo, sino que, por el contrario, las células anormales transforman el patrón por un crecimiento anormal y rápido, que se acumula formando tumores (12). Estas lesiones pueden ser benignas (no cancerosos) o malignas (cancerosos). Las malignas por su parte, presentan células que tienden a desprenderse y a dispersarse en el ecosistema corporal, proceso que se denomina metástasis. Sin embargo, entre las múltiples formas del cáncer, existe otra variante de la enfermedad en la que no necesariamente se forman tumores per se, a pesar de la multiplicación descontrolada de las células en la sangre, como en el caso de la leucemia.

Cómo bien se mencionó previamente, el cáncer no es una enfermedad moderna. Todo lo contrario, existen rastros históricos que datan desde hace más de 3000 a.C. Este es el caso específico en el antiguo Egipto, donde se han encontrado en excavaciones, momias con huesos que presentan deformaciones óseas, las cuales podrían ser tumores. Asimismo, en los papiros de Edwin Smith y George Ebers, se describen posibles cánceres, principalmente en el pecho. Estos papiros son aproximadamente del 1550 a.C, y son por demás, una de las primeras fuentes históricas con contenido sobre medicina. Además de Egipto, existen otros datos históricos que registran características de la enfermedad, como es el caso de la civilización sumeria, cuna de la escritura, donde existe un informe que registra “úlceras que se propagan” y en India, una cultura con su propia medicina: la Ayurveda, registra en el Susruta Samhita (600 a.C. aproximadamente) crecimientos en la piel, recto y vías urinarias. Conjuntamente, existe también registros por parte de los grandes médicos del mundo islámico como AlRazi e Ibn Sina (Avicena), quienes describieron hacia el 900 d.C., crecimientos de masas en diferentes partes del cuerpo como la nariz, la lengua, el estómago, riñón, vejiga, testículos y senos.

Por último, sería imposible no mencionar el entorno griego. En primer lugar, está Heródoto, pensador griego y padre de la Historia, quien dejó registrado en Los nueve libros de la Historia, alrededor del año 440 a.C. el primer caso documentado sobre curación y tratamiento de cáncer. Cuenta la historia que Atosa, reina de Persia, observó un bulto sangrante en su pecho. Ella decidió hacer cuarentena en espera de la cura, hasta que finalmente accedió a que su esclavo griego, Democedes, le extirpara del pecho el bulto : fue la primera mastectomía registrada en la historia. La salud de Atosa volvió a ella, y de la mano sus aspiraciones territoriales en tanto que promovió la expansión del imperio persa.

En segundo lugar, está el legado de Hipócrates y Galeno, padres de la medicina moderna, con respecto a la teoría humoral, la cual se convirtió en un paradigma científico que perduró hasta el siglo XVIII (9). De acuerdo a los postulados de los cuatro humores, las formaciones de nuevos vasos sanguíneos dentro y alrededor de los tumores eran similares a las extremidades de un cangrejo. De hecho, la palabra cáncer se deriva de la palabra karkinos, la cual significa cangrejo en griego (12). Galenos por su parte, incorporó dentro del lenguaje del cáncer, la palabra onkos, la cual hacia referencia a una masa, tumor o hinchazón. Esta es la raíz de oncología, la rama de la medicina dedicada al estudio del cáncer. La Figura 1 ilustra tres momentos fundamentales en la historia del cáncer.

El paradigma científico de los cuatro humores, más el letargo científico de la Edad Media, no permitió realmente que existieran grandes avances científicos que permitieran entender el cuerpo desde su propia frontera para poder entrar a comprender el cáncer. Fue hasta el siglo XVII, dentro del contexto del Renacimiento, que se empezó a dinamizar el estudio de la medicina, gracias a un cambio de percepción sobre el cuerpo humano a consecuencia del nacimiento del humanismo. En el caso del cáncer, algunas teorías apuntaron a que podría tener un origen parasitario, lo cual favorecía su contagio en la población. En 1761, en la medida que se perfilaba un pensamiento cada vez más científico, el anatomista italiano Giovanni Morgagni, a través de las autopsias de sus pacientes comenzó a vincular características de las enfermedades con hallazgos anormales en los cuerpos (11). Ya para el siglo XIX, era del nacimiento de la ciencia, la razón y la revolución industrial, el fisiólogo y microscopista alemán, Johanner Müller planteó en 1838 la teoría del blastema, con la cual logró demostrar que el cáncer está conformado por células anormales, las que se desarrollaron de elementos en ciernes entre los tejidos normales, las cuales llamó “blastema”. Este nuevo enfoque fue determinante para el avance del entendimiento del cáncer, ya que Rudolph Virchow, propuso que todas las células, incluyendo las cancerígenas, provenían de otras células: omnis cellula e cellula (12,13).

Durante la primera mitad del siglo XX, diversos desarrollos científicos permitieron vincular los efectos del cigarrillo sobre el aumento dramático de la incidencia del cáncer de pulmón. De hecho, existe un antecedente de 1775, cuando Percivall Pott planteó el efecto del humo de las chimeneas en relación con las neoplasias epidermoides del escroto (11). Este hecho fue determinante para la comprensión del cáncer, ya que se estableció una correlación entre la génesis de la enfermedad y la exposición a factores externos relacionados con los hábitos, el ambiente y la alimentación, entre otros. Algunos ejemplos representativos desde aquella época fueron la exposición a la radiación y la luz ultravioleta, la contaminación ambiental en espacios abiertos y cerrados, y los alimentos procesados, entre otros.



Figura 1A. Comentarios sobre los tres libros del De anima de Aristóteles según la enseñanza de Tomás de Aquino
Figura 1A. Comentarios sobre los tres libros del De anima de Aristóteles según la enseñanza de Tomás de Aquino (ca. 1485) donde se hace mención a las úlceras recurrentes generadas por karkinos (Lambertus de Monte Copulata super tres libros Aristotelis De anima iuxta doctrinam Thomae de Aquino. Colonia, Alemania. Libro impreso en papel con marginalia manuscrito; 105 folios). B. Estudio completo de la anatomía humana (1831-1854) por Jean-Baptiste Marc Bourgery, ilustraciones de disección de la glándula mamaria en presencia de un tumor (Nicolas-Henri Jacob Traité complet de l’anatomie de l’homme, comprenant la medicine operatoire, avec planches lithographiées d’après nature. París. 8 vols. con 8 atlas; litografías coloreadas a mano; 31,6 x 42,8). C. Catálogo de material educativo para el control del cáncer (1941-44). Sociedad Estadounidense para el Control del Cáncer (Nueva York. Álbum con folletos, volantes y volantes pegados, sin paginar; volumen encuadernado: 21,3 x 27,3 cm).


Además de los agentes exógenos y gracias al desarrollo de la genética, la medicina pudo establecer tendencias y perfiles genéticos que desencadenan la enfermedad. El hallazgo de los oncogenes determinó la presencia de un gen anormal, sobre expresado o silenciado gracias a la presencia de la mutación de un alelo normal (protooncogén). Dentro de la evolución de la enfermedad los oncogenes resultan responsables de la transformación y diferenciación clonal de la célula normal, evento que implica un carácter catastrófico de orden acumulativo. Hasta el momento se han identificado más de 60 oncogenes que forman un conjunto heterogéneo de alteraciones dispuestas en más de 30.000 billones de células que residen en el ecosistema humano. Las células tumorales pierden la interdependencia de las señales de transducción normales, violando el estímulo a través de los receptores transmembrana, lo que facilita la proliferación, invasión y migración a otros órganos. Por otra parte, y en paralelo se determinó la existencia de los genes supresores de tumor que intervienen en la inactivación de las alteraciones deletéreas. Estos intervienen en la evolución de la neoplasia si sufren una mutación que les inactiva, es decir, cuando hay una pérdida de función que conlleva un carácter recesivo, o absoluto cuando hay compromiso de los dos alelos. Para que el cáncer pueda progresar se ha establecido que deben producirse al menos 6 eventos críticos que afecten genes reguladores.

Michael Bishop y Harold Varmus, investigadores que ganaron el premio Nobel de medicina y fisiología en 1989, demostraron cómo los oncogenes no provienen de partículas de ADN viral integrado, sino que corresponde a genes propios mutados y alterados muchas veces por la inclusión de material proveniente de agentes agresores, entre ellos los virus. Hasta la fecha, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) ha clasificado seis virus humanos como oncogénicos: el virus Epstein-Barr (EBV), el virus de la hepatitis B (HBV) y el de la C (HCV); varios subtipos del virus del papiloma humano (HPV), el virus linfotrópico humano de células T tipo1 (HTLV-1), y el herpesvirus asociado al sarcoma de Kaposi (KSHV). Por su parte, un virus recientemente descubierto, denominado poliomavirus de células de Merkel (MCPyV), se ha asociado a un tipo raro y agresivo de cáncer de piel, llamado carcinoma de células de Merkel. Adicionalmente, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) tipo 1 se considera un agente causal de cáncer; sin embargo, su principal asociación se establece debido a la susceptibilidad que ocasiona hacia la oncogénesis. Los virus pueden inducir el desarrollo de un determinado cáncer de tres formas principales: pueden transportar un oncogén hacia el interior de la célula, pueden activar un protooncogén, o bien pueden inactivar un gen supresor. Además, de manera general todos los virus oncogénicos alteran el proceso de muerte celular (apoptosis) como un mecanismo para sobrevivir de manera indeterminada dentro de la célula huésped. Por otro lado, de manera indirecta la infección por un virus puede ocasionar inflamación crónica que, con los años, crea un medio ideal para el desarrollo del cáncer (14-18).



Diagnóstico y tratamiento

Los esfuerzos científicos no sólo se han concentrado en intentar comprender cuales son las causas del cáncer, sino además cómo se pueden prevenir por medio del diagnóstico temprano. En 1977 el Comité Americano de Cáncer (AJCC) publicó las primeras pautas para el sistema de estadificación TNM. Un método para evaluar cómo el cáncer se ha desarrollado y difundido en el cuerpo. Las siglas corresponden al siguiente algoritmo: La T representa el tamaño primario del tumor y su relación con estructuras adyacentes, la N señala la extensión linfática regional, y por último la M, se refiere a la presencia de metástasis. Igualmente, dentro del concepto de medicina de precisión, también se ha mejorado el proceso de evaluación de las alteraciones heredofamiliares que permite identificar la susceptibilidad a la enfermedad en población sana (14). Como ejemplo, el cáncer de seno, con más de un millón de casos al año en el mundo, es el cáncer más frecuente entre las mujeres y una de las principales causas de mortalidad en los países industrializados, donde su incidencia es creciente. No obstante, la mortalidad asociada ha descendido desde los años 90 debido al mejor conocimiento de su etiología y a avances en la detección precoz y tratamiento. Por otra parte, en todo el mundo se diagnostican más de 150.000 casos anuales de cáncer de ovario, el tumor ginecológico con mayor mortalidad (19). El mayor factor de riesgo conocido que integra ambas patologías corresponde a los antecedentes familiares, indicando el predominio del componente genético sobre el medioambiental. El riesgo relativo de cáncer de seno es superior en gemelas monocigóticas que en dicigóticas, y estudios epidemiológicos muestran que el riesgo de esta patología se duplica en parientes de primer grado de mujeres con neoplasias del seno, mientras que el de cáncer de ovario se triplica en presencia de parientes afectas de esta enfermedad. Ambos tipos de neoplasia comparten factores etiológicos, puesto que el riesgo de padecer cáncer de seno aumenta en mujeres con lesiones de ovario y viceversa, evento que confluye en un mismo síndrome oncológico familiar. Distintos procedimientos han permitido identificar alelos de susceptibilidad al cáncer de seno en diversos loci. Según su frecuencia en la población y el riesgo que confieren pueden agruparse en alelos de penetrancia alta (muy infrecuentes), moderada (infrecuentes) o baja (frecuentes) (20). En los años 90 se identificaron mediante análisis de ligamiento y clonación posicional dos genes de susceptibilidad mayor, BRCA1 (identificado en familias con casos de cáncer de seno y ovario) y BRCA2 (especialmente en familias con casos de cáncer de seno en población masculina). La frecuencia poblacional de mutaciones se ha estimado en 1/400-1/800 y el riesgo de cáncer de seno en portadoras es superior a 10 veces el de las mujeres de la población general. Por ahora, BRCA1 y BRCA2 son los genes de alta penetrancia asociados a una mayor proporción de casos de cáncer de seno y ovario hereditario. También se han descrito otros genes con mutaciones de alta penetrancia en síndromes hereditarios que incluyen estas patologías como parte del fenotipo (como TP53 en el síndrome de Li–Fraumeni o PTEN en el síndrome de Cowden), pero son alelos extremadamente infrecuentes y causan menos del 1% de los casos. La combinación de todos ellos supone aproximadamente el 20% del componente genético del riesgo de cáncer de seno, y poco menos de 10% del de ovario (21).

Otro grupo de pruebas diagnósticas buscan detectar indicios de cáncer en personas sanas incluye el rastreo o cribado utilizando estrategias sencillas como la citología cervicovaginal, desarrollada en 1920 por el médico griego George Papanicolau. Hacía la década de 1970 implementó su uso de la mano con la mamografía y la colonoscopia, eventos que han sido desplazados de forma progresiva por el diagnóstico molecular con base líquida.

La aproximación al tratamiento del cáncer tuvo como inicio la cirugía, y un auge importante a lo largo del siglo XIX gracias a la invención de la anestesia y la asepsia. En el siglo XVIII, el cirujano escocés, John Hunter, fue uno de los primeros en distinguir cuales tumores podían ser eliminados de forma efectiva y segura. En 1882, el cirujano americano William Halsted, introdujo la técnica original para la ejecución de la mastectomía radical para el cáncer de seno, la cual tuvo un impacto significativo en las tasas de supervivencia de la enfermedad (12). Además, es menester mencionar que el uso del microscopio fue crucial para los estudios patológicos que permitieron desarrollar la comprensión del cáncer a nivel celular identificando las anomalías primarias en células y tejidos. Esto permitió contrastar los resultados de las intervenciones quirúrgicas, para determinar si el crecimiento de los tumores había cesado por completo. Otros adelantos tecnológicos como las radiografías y endoscopias facilitaron la localización de los tumores.

Tras el descubrimiento de los rayos-X en 1896, se comprendieron los efectos biológicos de la radiación ionizante, como consecuencia de una serie de fenómenos desencadenados por el paso de los haces a través de un medio. Tempranamente, Claudius Regaud entendió que cada uno de los eventos interactivos entre la radiación y la materia involucra la transferencia de una cantidad de energía, generando ionizaciones y excitaciones de átomos y moléculas del medio a lo largo de las trayectorias de las partículas. A partir del depósito de energía encontró la ocurrencia de eventos fisicoquímicos, en particular la radiólisis del agua, que conducía a daños indirectos que convergen con los directos sobre el tejido. Casi cincuenta años después, se sabría en términos genéricos que el blanco principal de la lesión producida por la radiación es la macromolécula de ADN, sin ser el único, pues también lo pueden ser otras estructuras celulares, como la membrana plasmática, la mitocondria o cualquier otro organelo de la célula. De la integridad del ADN dependen las principales funciones celulares tales como control de los procesos metabólicos de la célula, replicación y preservación de la información genética (22). Gracias al nacimiento de una nueva ciencia con pleno sustento biológico se empezó a utilizar la radioterapia como parte del tratamiento del cáncer, inicialmente en dosis pequeñas continuas (fraccionamiento convencional), y luego con ajustes según el tipo de neoplasia. Los avances tecnológicos facilitaron el mejoramiento del control de los haces y la dirección de la radiación. La braquiterapia se desarrolló hacia el inicio del siglo XX, y recientemente se dio paso a la conformación de volúmenes, la radiocirugía, la terapia con protones y con iones de carbono (23).

Bajo el calor del periodo de la posguerra surgió la quimioterapia, que utiliza compuestos sintéticos para combatir la enfermedad. Paul Ehrlich, inmunólogo alemán fue pionero en esta área, intentando en 1910 el uso de la cloromicetina (14). Sin embargo, la relevancia de los citotóxicos vio la luz gracias al uso bélico del Ypres, nombre que recibió el gas mostaza en 1915 durante la Primera Guerra Mundial. El gas fue sintetizado para acosar e incapacitar al enemigo en el campo de batalla y tomó relevancia en 1924, durante la Guerra del Rif (1921-1927), cuando la aviación española arrojó bombas de gas mostaza (fosgeno) sobre los habitantes bereberes rifeños y sus aldeas. Sin embargo, lo que atrajo la atención de la comunidad médica hacia los estudios del grupo de Yale y realmente inició la era de la quimioterapia antineoplásica fue un incidente con gas mostaza que ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Cientos de habitantes fueron expuestos accidentalmente al gas mostaza durante el bombardeo de la ciudad italiana de Bari el 2 de diciembre de 1943 (24). El SS John Harvey, un buque de carga que estaba atracado en el puerto de Bari, tenía una reserva de 100 toneladas de gas mostaza. Como resultado de los bombardeos de la noche, se hundieron diecisiete barcos, entre ellos el SS John Harvey, que derramó las reservas de gas mostaza. Ningún tripulante del SS John Harvey sobrevivió, por tanto los habitantes de Bari no sabían de la exposición al gas mostaza. En los días y semanas siguientes a la catástrofe, las otras víctimas, militares y civiles del accidente presentaron las manifestaciones comunes de la intoxicación con gas mostaza. El Teniente Coronel Stewart F. Alexander, médico estadounidense instruido en guerra química, confirmó la exposición al gas mostaza basándose en los resultados de las autopsias de las víctimas que presentaban lesión medular intensa, en particular, leucocitopenia (25). La mecloretamina (clormetina) y el mustargen fueron los primeros alquilantes en uso. Desde entonces se han evaluado más de 400 agentes potencialmente activos, estando en uso cerca de 100 (16,26).


Terapias dirigidas: nuevas humanidades, nuevas fronteras

Cerca del ocaso del siglo XX de cara a una nueva humanidad, la frontera de la genotipificación dio paso a modificaciones revolucionarias en la historia del cáncer. En oncología, la medicina de precisión se refiere al uso de estrategias diagnósticas y terapéuticas combinadas para beneficiar un subconjunto de pacientes cuyas neoplasias presentan eventos genómicos específicos que derivan en alteraciones moleculares que modifican la biología de la célula tumoral desregulando vías de señalización potencialmente modulables (27). La rápida evolución de las herramientas tecnológicas que permiten la evaluación poligénica a través de perfiles moleculares, ha permitido la inclusión de biomarcadores predictivos que han modificado radicalmente el panorama de la atención del cáncer (28). Globalmente, el 40 y 63% de los biomarcadores predictivos y pronósticos en uso tienen relación con el cáncer. Estas cifras se traducen en un impacto neto de la oncología de precisión que oscila entre el 11 y 18% de la población afecta (29) (Figura 2). Ante la evidencia anual de 32.6 millones de supervivientes con cáncer a nivel mundial, el correcto uso de la medicina de precisión podría modificar la supervivencia y calidad de vida de más de 5.5 millones de pacientes por año.

Múltiples estudios han demostrado la relevancia del uso rutinario de la oncología de precisión, incluso en instituciones comunitarias no consideradas de referencia. Recientemente, Schram y colaboradores determinaron que la inclusión de la secuenciación génica masiva en la práctica clínica regular modificó hasta la cuarta parte de las decisiones. De igual forma, entre los pacientes cuyo tratamiento no fue rectificado, los médicos indicaron la presencia de al menos una alteración genética accionable en el 55% de los casos; sin embargo, sólo el 45% de ellos tenía una variante genómica validada por expertos.



Figura 2. Utilidad de la oncología de precisión para la determinación de genes potencialmente modulables con
Figura 2. Utilidad de la oncología de precisión para la determinación de genes potencialmente modulables con terapia blanco dirigida (secuencia desde la exploración génica masiva hasta la identificación de la traslocación NTRK como ejemplo representativo). A pesar del costo para la implementación generalizada de la evaluación genómica exhaustiva, el uso dirigido de las estrategias terapéuticas de última tecnología ha demostrado un ahorro global del 5,6% en la población intervenida. Esta estrategia de cuidado basada en el valor, podría reducir los costos globales del tratamiento oncológico dirigido después de 18 meses de intervención en más de 7,5%, evento valido para 1 de cada 4 pacientes con cáncer avanzado (https://hitconsultant.net/2018/06/18/value-based-care-trends/#. XK7LVOhKjIU).

Intentando optimizar el uso de las herramientas genómicas de alta precisión y complejidad se han diseñado informes genómicos interactivos, reuniones multidisciplinarias para el análisis de resultados y plataformas de inteligencia artificial para interpretar con precisión los datos derivados de la bioinformática (30,31). En este escenario, herramientas como la aplicación ESCAT (Escala ESMO de accionabilidad clínica para blancos moleculares) facilitan la selección de los pacientes a través de un sistema estandarizado de clasificación basado en la evidencia de alteraciones genómicas con implicaciones clínicas (32). Gracias al cambio en la visión y evolución del cáncer, se han introducido diversas terapias hormonales, inhibidores de la transducción de señales, moduladores de la expresión génica, inductores de apoptosis, inhibidores de angiogénesis e inmunoterapia. La Figura 3 incluye los pilares de la investigación dirigida a múltiples blancos moleculares y de la inmunoterapia.


El cáncer: una causa común

Con la llegada del siglo XX, el cáncer tuvo dos desarrollos importantes. El primero por supuesto, es el científico, que permitió avanzar en la comprensión de la enfermedad, mejorar el diagnóstico y los diferentes tratamientos mencionados. El desarrollo científico en la medicina trajo consigo el descubrimiento de las vacunas y los antibióticos, lo cual implicó para la conciencia médica mecanismos para controlar, erradicar y vencer la enfermedad. La gente moría menos de otras enfermedades, no obstante, el cáncer seguía creciendo en números, modificándose y transformándose, lo cual creó una gran preocupación colectiva.


Figura 3. Características biológicas del cáncer y alteraciones génicas dominantes
Figura 3. Características biológicas del cáncer y alteraciones génicas dominantes

Por consiguiente, el segundo desarrollo importante que tuvo esta enfermedad crónica, fue la apropiación social y política; el cáncer se volvió una causa común que conglomeró diferentes actores de la sociedad, desde el recaudamiento de dinero por parte de miembros de la élite para financiar la investigación, la movilización social, marchas, colectivos, eventos, y maratones, entre otros. También el soporte político que se vio representado en actos legislativos, normativas en salud pública, y creación de instituciones monográficas de orden nacional que representaron una importante mejora en la atención sanitaria. Para 1960 Estados Unidos ya contaba con más de mil hospitales. Para el periodo entre guerras la expectativa de vida había aumentado de 47 a 68 años (12), y las intervenciones para las enfermedades crónicas habían contemplado el análisis y diseño de más de 50 medicamentos (16).

Este proceso inició en 1927, cuando el senador Matthew Nelly le pidió al Congreso de los Estados Unidos que donara cinco millones de dólares “por cualquier información que condujera a la detención del cáncer humano”, como consecuencia del alarmante aumento de enfermos de la enfermedad (16). Esta petición caló en el inconsciente colectivo de la nación, el cual asumió que el cáncer debía y podía ser atacado, además de ser erradicado, de la misma forma que cualquier otra enfermedad endémica, como se reflejó en el “ataque nacional contra el cáncer”. En 1937, el presidente Roosevelt promulgó la ley para la creación del Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por su sigla en inglés) para coordinar la investigación de la enfermedad. No obstante, los Estados Unidos se vieron enfrentados a participar en la Segunda Guerra Mundial, y la mayoría de los recursos se canalizaron para la investigación y desarrollo de armas, por lo cual el impulso para vencer al cáncer se vio dilatado. Durante la posguerra, la investigación del cáncer volvió a tomar impulso, esta vez de una manera transversal. Los científicos se dieron cuenta que era necesario recaudar fondos, buscar el apoyo estatal y promover el apoyo social. El objetivo fue volver la lucha contra el cáncer una causa común en la que todos los sectores sociales participan.

Como es bien sabido, en los Estados Unidos la donación de dinero a causas benéficas es un rasgo profundamente cultural heredado de la moral luterana de los primeros pobladores americanos. El recaudo de dinero por causas comunes es un cohesionador social que fomenta los vínculos de comunidad y solidaridad, pero que además enaltece a los individuos como líderes y representantes de los valores de la sociedad a la que pertenecen. Donar dinero no es un acto de caridad, como se entendería en el estricto sentido cristiano, en donde la virtud de la caridad es amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como si fuese uno mismo desinteresadamente. En la caridad cristiana se nublan las fronteras de la individualidad sobre el bien colectivo mientras que, desde una perspectiva de la moral luterana, la ética del trabajo junto a la acumulación del dinero, creó un enfoque distinto sobre la individualidad. Por esta razón, se dona porque desde la propia individualidad del sujeto se quiere activamente participar en una causa que cohesiona el cuerpo social. En la medida en que el sujeto da más, participa más, atrae el reconocimiento social, asimismo es un agente catalizador para convocar a más personas a su causa común. Dentro de esta lógica es que la sociedad americana ha podido financiar universidades, museos, y centros de investigación.

Grupos de la alta sociedad como el Variety Club de Nueva Inglaterra, se vieron interesados en participar en causas que promovieran la conciencia social, como la recaudación de fondos junto con Sidney Faber para la investigación del cáncer infantil. Su primer evento fue una rifa en la que recaudaron 50 mil dólares, lo cual no suplió sus expectativas. Para poder atraer más público y potencializar la causa, decidieron tener un niño que representara visualmente el poder de su objetivo, tanto para poder recaudar más fondos cómo para hacer eco en la sociedad. Einar Gustafson, llamado Jimmy, fue el niño seleccionado para representar el cáncer infantil (12). No tenía leucemia, pero si un linfoma poco común. Jimmy, declaró en radio que su deporte favorito era el béisbol, y de esta manera empezó a movilizar a grandes deportistas, lo cual se expandiría a políticos y celebridades, quienes tomarían vocería en la lucha contra el cáncer.

Sin duda alguna, haberles puesto una cara y un nombre a las víctimas del cáncer fue una audaz jugada para convocar donantes, especialmente si de niños se trata. Mary Woodward Lasker, una multimillonaria de Nueva York, entró a apoyar activamente la causa de Faber, mediante la creación de grupos de presión y acción política, entre esos la creación de la Sociedad Estadounidense del Cáncer. Su trabajo es ejemplar en la masiva movilización que se dio contra el cáncer, tanto en la inmensa recaudación de dinero para la investigación, como para la transversalidad que se le dio en la sociedad como una causa que requería inmediata atención y acción. A partir de ella, se crearon múltiples fundaciones y asociaciones que buscaron con el mismo propósito recaudar fondos por medio de eventos, maratones, venta de productos, marcas registradas, entre otros para múltiples tipos de cáncer, como el de seno, la leucemia, el cáncer infantil y el de pulmón. Hoy en día, siguen activas y fundamentales. El legado de Mary Lasker y el Variety Club, fue el inicio de una gran movilización de líderes que quisieron apoyar la causa del cáncer. Sin este tipo de liderazgo externo a la comunidad médica hubiera sido imposible darle la relevancia que se necesitaba para apalancar la investigación de la enfermedad. La Figura 4 reúne una serie de sellos postales conmemorativos y de apoyo a la causa del control y la investigación del cáncer.



Conclusión

Desde finales del siglo XX, la lucha contra el cáncer se convirtió en una cruzada médica, social y política. Esto se debió a los esfuerzos de la comunidad científica por investigar la enfermedad, así como una real voluntad comunitaria que incluyó líderes que lograron darle trascendencia a la enfermedad para convertirla en una causa común de la humanidad. Históricamente el cáncer no pudo entenderse previo a la ilustración porque su condición ontológica como enfermedad ocurría dentro de las barreras del cuerpo. Fue gracias a las primeras autopsias renacentistas, que dieron cuenta que las teorías de Galeno no tenían un fundamento anatómico certero. No se encontró bilis negra, pero sí se encontró un cuerpo pleno por descubrir, que dio paso a la medicina moderna. En ella, es posible comprender los tumores para ceder ante los inmensos avances científicos para tratar el cáncer como una enfermedad multidimensional. No obstante, el cáncer, tuvo que trascender las fronteras del cuerpo del sujeto para convertirse en una causa social. Sin el dolor de los enfermos, víctimas del padecimiento, el apoyo de las familias, las fundaciones y asociaciones, y la voluntad política, no se hubiera podido extender esta gran red para financiar la investigación y dignificar al cáncer como una causa universal dentro de la historia y para el cáncer en la historia.


Figura 4. Sellos postales conmemorativos de múltiples países donde se hace conmemoración al activismo contra el
Figura 4. Sellos postales conmemorativos de múltiples países donde se hace conmemoración al activismo contra el cáncer, así como homenaje a algunos de sus mayores gestores en ciencia y desde la filantropía.


Línea de tiempo – Hitos en la historia del cáncer


Antigüedad

Al hacer referencia al tema de la historia del cáncer, hay una serie de elementos que pueden ser traídos en este momento y que hablan del origen del mismo, el cual se puede citar con el osteosarcoma y que, se menciona, apareció en el quinto metatarso (el hueso del dedo) de un ancestro humano que vivió hace 1.7 millones de años atrás. La evidencia de ello se encontró en la cueva Swartkans en Sudáfrica. Claro que se encuentran evidencias de cáncer en homínidos muchos más antiguos como las que se pudieron hallar en el esqueleto de un joven Australopithecus sediba en Malapa, Sudáfrica, donde se pueden presenciar evidencias de cáncer en su sexta vértebra torácica. Este tipo de descubrimiento ubica el surgimiento de cáncer hace cerca de dos millones de años atrás. Sin embargo, los estudios más modernos, algunos del año 2015, se han centrado en el abordaje de periodos donde la especie humana se halla más desarrollada y por ello el siguiente hallazgo de cáncer, particularmente de leucemia, se encuentra en los restos esqueléticos de una mujer que vivió en lo que hoy en día es Stuttgart-Mühlhausen en Alemania y cuya mención data de hace cerca de 5000 años a. C. en el periodo Neolítico.


3000 a.C.

Otra de las referencias se encuentra en el Papiro de Edwin Smith, denominado de esta manera porque fue adquirido por el mencionado investigador en 1862 y en el cual se hace la descripción escrita y más vieja de cáncer que existe, además de relatar ocho casos de tumores de seno o úlceras en Egipto y donde, si bien se indica que no hay un tratamiento para esta enfermedad, se escogió la cauterización como medio posible de tratarlo sin éxito. Estas señales se enmarcan en el año 3000 a.C. y se han hallado en los huesos de momias del antiguo Egipto y Perú.


400 a.C.

Hipócrates, el conocido padre de la medicina propuso la Teoría Humoral de Medicina, indica que el cuerpo se compone de cuatro fluidos, o humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra; y el desequilibrio de estos fluidos era el causante de las enfermedades.

Fotogfía del papiro de Edwin Smith



Papiro Edwin Smith


Además, el mencionado autor atribuyó el origen del cáncer a un exceso de bilis negra. De igual forma fue el primero en establecer los conceptos de “carcinos” y “carcinoma” para referirse a los tumores, términos que darán origen al vocablo “cáncer”. Para mayor claridad se debe recordar que la palabra “cáncer” se deriva del griego “karkinos” o cangrejo, y se relacionaba con la aparición de vasos sanguíneos en los tumores, imitando las tenazas de un cangrejo estirándose. Además, Hipócrates consideraba que el cáncer era mejor dejarlo solo porque aquellos que recibían tratamiento no sobrevivían durante mucho tiempo.


168 a.C.

Más cercano al estudio del cáncer fue Galeno, el médico romano, quien consideró firmemente la Teoría Humoral de la Medicina; además de afirmar que el cáncer se podía curar al ser descubierto tempranamente. También consideró que, en los estadios posteriores, cuando los tumores se hallaban avanzados, el mejor tratamiento era cortar el área afecta o tratarla por medio de cauterización. Galeno incluso relacionó la alimentación poco saludable y el clima como factores de riesgo para la enfermedad.


portada de los escritos Hipocráticos

Galeno como anatomista y fisiólogo


Edad media

Para la época más reciente se pueden mencionar algunos descubrimientos y avances en la enfermedad, como los siguientes:

657 d.C.

En primer lugar, se encuentra a Pablo de Egina, quien es uno de los médicos bizantinos más prominentes y a quien se le adjudica la obra Epítome de Medicina, la cual se divide en siete volúmenes y se destaca que los cánceres de seno y de útero son los más comunes. De igual forma, en el sexto libro del mencionado Epítome, se describe un tratamiento exclusivo al tema de la cirugía, para observar además que la cirugía de cáncer uterino es inútil, mientras que en el caso del cáncer de seno el mejor tratamiento es la remoción en vez de la cauterización.


Imagen de Pablo de Egina


1190

Moisés Maimónides, identificado como un médico prominente, científico y además filósofo, escribió diez tratados médicos. Particularmente su quinto tratado hace referencia a aforismos quirúrgicos, algunos de los cuales se enfocan en el tratamiento del cáncer. De igual forma consideraba, en relación con los tumores grandes, que se debía “extirpar el tumor y extirpar todo el tumor y sus alrededores hasta el punto de tejido sano, excepto si el tumor contiene vasos grandes y/o el tumor se sitúa muy cerca de algún órgano principal, la escisión es peligrosa”. Idea que se puede relacionar con algunas de las prácticas que se han efectuado hasta épocas recientes.


Siglo XVIII

1713

Aparece Bernardino Ramazzino quien notó la ausencia casi total de cáncer cervical entre las monjas y, a su vez, una alta incidencia de cáncer de seno en esta población. De acuerdo con esta observación el autor concluyó que esta diferencia se debía al estilo de vida que tenían y consideró la abstinencia como un factor predominante. Este ejercicio permitió determinar más adelante la presencia de factores hormonales asociados al desarrollo del cáncer. De igual forma se puede considerar su trabajo como un ejemplo muy temprano de un estudio epidemiológico. Adicionalmente, escribió “Enfermedades de los Trabajadores”, estudio que le valió ser reconocido como el “padre” de la salud ocupacional.

1750

Se encuentra a John Hunter quien abordó la teoría linfática del cáncer de Stahl y Hofman. Vale decir que esta teoría hace referencia a que el cáncer se compone de linfa fermentada con pH y densidad diferentes; de igual forma consideraba que los cánceres podían removerse cuando estos no se habían extendido a los tejidos cercanos.


Bernardino Ramazzini


Serigrafía con el busto de Percivall Pott


1761

Se encuentran los trabajos de Giovanni Morgagni, quien realizó algunas autopsias con el objetivo de poder relacionar la enfermedad con hallazgos patológicos. Estas investigaciones ayudaron a poner las bases para el estudio del cáncer.


1775

Se establecieron algunos descubrimientos relacionados con los factores ambientales y el desarrollo del cáncer. Sobre el particular se encuentran las observaciones que hizo Percival Pott, quien demostró que los deshollinadores tenían una ocupación relacionada con riesgo de cáncer. En su análisis el autor encuentra que el hollín que se acumulaba debajo de sus escrotos estaba asociado con cáncer escrotal. Además, su descubrimiento le permitió identificar otras ocupaciones que podían llevar a las personas a desarrollar cáncer. El descubrimiento de todos estos riesgos permitió el desarrollo e implementación de medidas de salud pública.


Siglo XIX

1829

Se encuentran los estudios de Joseph Claude Anthelm Recamier, quien fue el primero en reconocer la metástasis del cáncer y realizar estudios sobre esta situación en la enfermedad.

1838

Se realiza la publicación de la obra del patólogo Johannes Müller, titulada La Naturaleza y Características Estructurales del Cáncer y de esos Crecimientos Patológicos que se Pueden Confundir con el Mismo, establece la histología patológica como una rama independiente de la ciencia. De esta manera el autor logró demostrar que el cáncer se compone de células, aunque su teoría partía de que las células cancerosas surgían de las células anormales. Según esta idea, el autor hacía referencia al hecho de que las células cancerosas se originan a partir de ‘blastema’ (el cual no es otro que el tejido indiferenciado del que se cree que las células surgen) entre tejidos normales.


Johannes Peter Muller


Rudolf Virchow


1851

A mediados del siglo XIX se hace un descubrimiento importante en relación con las células malignas en el esputo, hallazgo relacionado con la detección del cáncer de pulmón. Esta investigación fue reportada por el investigador W. H. Washe.

1863

Un estudiante de Müller, Rudolf Virchow, realizó varios escritos y un trabajo detallado en tres volúmenes dedicados a los tumores malignos. En esta obra el autor se dedicó ampliamente a analizar los tumores y afirmó incluso que el origen de estos era el resultado de una irritación crónica, y que, por ende, el cáncer se dispersaba por el cuerpo de forma similar a como lo hacen los fluidos, aspectos que se relacionan directamente con la patología celular y las metástasis. Fue el primero en discutir la histiogénesis de la enfermedad.

1878

A finales del siglo XIX el cirujano alemán Theodore Billroth, llevó a cabo la primera extirpación pilórica (hace referencia a la extirpación quirúrgica de todo o parte del estómago) con el fin último de realizar la exéresis quirúrgica de un carcinoma gástrico. Este acontecimiento es similar al realizado en 1872 1872, en el que también fue el primero en realizar una esofaguectomía un carcinoma del tercio distal.

1881

Jan Mikulicz-Radecki inventa el primer gastroscopio, el cual fue un instrumento que podía introducirse por el esófago permitiendo visualizar y detectar el cáncer esofágico, esofagogástrico y gástrico.


Stephen Paget

1889

El cirujano inglés Steven Paget propuso la teoría sobre el cáncer como “semilla y tierra”. Para lograr este resultado analizó más de 1.000 documentos de autopsias de mujeres que habían tenido cáncer de seno y en este proceso encontró que los patrones de metástasis no surgían al azar. De esta manera llegó a afirmar que las células tumorales, a las cuales denominó semillas, tienen una afinidad específica por algunos órganos, en este caso la tierra, y de ahí que las metástasis deben considerarse como la resultante de que la tierra y la semilla son compatibles.


William Stewart Halsted


Francis Peyton Rous


1890

William Stewart Halsted, quien fuera el primer Profesor de Cirugía en Johns Hopkins, Harvard y Yale, resultó encargado de realizar la primera mastectomía radical (extirpación completa de la seno, los músculos del pecho y el sistema linfático axilar), que era considerada como única intervención curativa para la enfermedad. 1894 Se inventa el primer cistoscopio, un instrumento que puede introducirse a través de la uretra y permite detectar el cáncer de la vejiga. El invento fue realizado por Maximiliano Carl Friedrich Nitze.

1895

Wilhelm Conrad Röntgen descubrió los rayos-X, con los cuales se facilitó la detección de los tumores de manera no invasiva, perfeccionando el proceso diagnóstico y más adelante incluso el uso terapéutico.

1896

La apenas descubierta radiografía con rayos-X, también llamada fotografía Röntgen (en honor a su descubridor Wilhelm Conrad Röntgen), fue utilizada por el cirujano alemán Franz Konig para poder visualizar una pierna amputada. Fue así como con el uso de rayos X, Konig determinó que la lesión contenía un sarcoma de la tibia.

1897

Por su parte, la broncoscopía fue introducida por Gustav Killian, luego de extirpar con éxito un fragmento de hueso de cerdo del bronquio de un agricultor. Este hecho inspiró a Chevalier Jackson quien terminó construyendo el primer broncoscopio, instrumento que se ha utilizado por más de 100 años en el proceso diagnóstico de diversas patologías pulmonares, incluyendo el cáncer de pulmón.

1899

Tage Anton Ultimus Sjogren es el primero en tratar el cáncer de forma exitosa usando rayos-X. De esta manera los rayos-X cobraron gran importancia y se convirtieron en una herramienta importante para visualizar y diagnosticar diversas neoplasias de la piel y de los órganos sólidos.



Siglo XX

1901

Los aportes sobre la utilidad diagnóstica y terapéutica de los rayos-X, le valieron a Röntgen ganar el Premio Nobel de Física.

1902

Willem Einthoven realiza la primera lectura de un electrocardiograma (ECG), la cual fue tomada usando un galvanómetro de cuerda diseñado por él mismo; se puede agregar, en este sentido, que el ECG también fue utilizado para demostrar alteraciones en el metabolismo del calcio propias del cáncer de riñón de células claras.


Theodor Heinrich Boveri


1905

Se introduce la urografía, que permitió visualizar por primera vez el tracto urinario superior, contribuyendo en el proceso diagnóstico del cáncer de vejiga. El desarrollo de la urografía intravenosa/excretora se logró de forma primitiva y fue introducida por Fritz Voelcker y Alexander von Lichtenberg.

1910

Francis Peyton Rous brindó apoyo científico a la Teoría Viral del Cáncer y para ello inyectó una determinada cantidad de gallinas saludables con líquido sin células obtenido de gallinas con sarcomas, y de esta forma observó y analizó la formación de sarcomas en las gallinas inyectadas.

1914

Theodor Boveri propuso la teoría que relaciona el cáncer con la presencia de mutaciones somáticas y anormalidades citogéneticas de orden cromosómico.

1915

Se logra en la Universidad de Tokio generar un xenograma que reprodujo la evolución de la enfermedad utilizando alquitrán de carbón en la piel de conejos. Este hallazgo permitió considerar la etiología exposicional, la inducción de la mutagénesis, y preparó al entorno científico para la generación de nuevas estrategias experimentales.

1924

Hans Peter Hinselmann crea el primer colposcopio que permitió la valoración de los genitales internos de la mujer, así como la detección temprana del cáncer vaginal y cervicouterino.

1927

Egaz Moniz crea el primer arteriograma humano, desarrollando de esta manera la arteriografía moderna, intervención diagnóstica que permitió la localización y cirugía de los tumores cerebrales.

1930

Stafford Warren presentó su investigación relacionada con el uso de los rayos-X para el examen de diagnóstico del seno. Dentro de su investigación, el mencionado autor describió su técnica, la cual consistía en poner a la paciente de lado, con su brazo elevado y luego tomar la foto para generar el mamograma.

1933

Evarts Ambrose Graham y Jacob Jesse Singer realizan la primera neumonectomía exitosa como forma de tratamiento para el cáncer de pulmón.

1939

Charles Brendon Huggins, estableció la base para la terapia hormonal contra ciertos tipos de cánceres, proceso que logró a través de sus estudios sobre los niveles de andrógenos y el cáncer de la próstata en perros, con lo cual pudo determinar que las hormonas eran necesarias para el crecimiento de ciertos tipos de cánceres.

1941

George Papanicolau presenta su método para establecer el diagnóstico citológico del cáncer del tracto genital femenino.

1942

Los investigadores Karl y Friederich Dussik son los encargados de utilizar por primera vez las imágenes de ultrasonido para el diagnóstico, particularmente en el descubrimiento de tumores intracraneales.


Geogios N. Papanikolau

Louis Goodman y Alfred Gilman


1945

George N. Papinicolaou y Victor F. Marshall se encargan de utilizar la citología urinaria para la detección y seguimiento del cáncer de vejiga.

1946

Se publica el primer estudio sobre el uso de mostazas nitrogenadas como agentes quimioterapéuticos contra la Enfermedad de Hodgkin, el linfosarcoma y las leucemias. La investigación fue realizada por Louis Goodman y Alfred Gilman, que se dedicaron a la evaluación de diversos agentes químicos derivados de la Segunda Guerra Mundial, descubriendo que estos podrían ser útiles para el tratamiento y control del cáncer.

1951

Raúl Leborgne desarrolló una versión mejorada del mamograma, el cual consistía en un cono y un instrumento con dispositivos de compresión, por medio del cual se podía tomar una radiografía de los senos. En su estudio, el autor reportó no solo la forma de usarlo sino el proceso que había ejecutado en varios pacientes y en donde recomendaba como “ahora la radiografía se debería incluir en el diagnóstico de la patología senoria”.

1960

El uso de un isótopo radioactivo, utilizando el Sr85, como examen diagnóstico para la detección de metástasis espinales fue aplicado por Gynning y su grupo, a través de la gammagrafía ósea para escaneo global.


Judah Folkman


1967

El Dr. David Greegor desarrolla la prueba de sangre oculta en heces para implementar la detección temprana del cáncer de colon y recto.

1968

El Dr. William McCune se encarga de desarrollar la primera colangiopancreatografía retrógrada endoscópica CPRE (Endoscopic Retrograde Cholangio-Pancreatography, ERCP, en inglés), por medio de la cual se puede hacer un diagnóstico adecuado del cáncer pancreatobiliar.

1959

El Dr. William Wolff y sus colaboradores desarrollan y ejecutan de forma exitosa la colonoscopía retrógrada del colon entero.

1971

Ruoslahti y Seppala desarrollan un radio inmunoensayo para detectar la alfa-fetoproteína que se implementa como marcador tumoral en pacientes con carcinoma hepatocelular y tumores germinales. Este mismo año, el Dr. Judah Folkman describe la angiogénesis tumoral y su papel en la evolución del cáncer. De igual forma, Folkman propuso que la inhibición de la angio y vasculogénesis podría revertir la proliferación y migración de las células neoplásicas. En paralelo, se declaró la implementación del Acta Nacional del Cáncer, establecida para iniciar una procesión institucional y gubernamental contra la enfermedad. Richard Nixon, entonces presidente de los Estados Unidos, declaró en su discurso para el estado de la Unión: “Pediré unos $100 millones adicionales para lanzar una campaña para encontrar una cura para el cáncer, además de cualquier fondo complementario que se podría usar con eficacia. Ha llegado la hora, en la que el país necesita esforzarse en luchar en contra de esta fatal enfermedad con el mismo ímpetu con el que se logró la fisión nuclear o el viaje a la luna. Comprometámonos como nación para llegar a esta meta”.

1972

Godfrey Hounsfield crea la Tomografía Computarizada (TC), que utiliza rayos-X y análisis por computadora por medio de los cuales se generan imágenes que representan ‘cortes’ o secciones transversales de los órganos sobre los cuales se requiere un análisis para diagnosticar lesiones focales.


John Michael Bishop

1973

Paul Lauterbur y Peter Mansfield desarrollan las Imágenes por Resonancia Magnética, por medio de las cuales se realizan secuencias útiles para diagnosticar lesiones tumorales cerebrales, primarios de tejidos blandos, y adbominales. Esta contribución a la medicina les valió a Lauterbur y Mansfield obtener en 2003 el Premio Nobel.

1974

Michael Phelps y Ed Hoffman logran crear la primera máquina de Tomografía por Emisión de Positrones (PET), útil para valorar el metabolismo tumoral anormal, elemento de importancia en el proceso diagnóstico de múltiples neoplasuas. Esta modalidad provee información sobre la actividad bioquímica de las estructuras observadas, permitiendo distinguir diferencias entre inflamación, tumor y necrosis.

1976

Descubrimiento del primer oncogén realizado por Harold E. Varmus y J. Michael Bishop. La importancia de ello radica en que este es el mismo gen transportado por el virus que había descrito inicialmente Peyton Rous.

1980

Un grupo de investigadores liderados por Kuriyama elaboraron un inmunoensayo enzimático sensible para la detección del antígeno específico de próstata (PSA), proteína útil para el cribado, diagnóstico, y seguimiento del cáncer de próstata.

1983

El científico Robert Bast desarrolló un inmunoensayo para refinar la detección del antígeno de cáncer 125 (también conocida como CA-125), útil en el proceso diagnóstico y para el seguimiento del cáncer de ovario.

1986

Stephen H. Friend junto a otros investigadores logran aislar el gen Rb (retinoblastoma), uno de los más conocidos genes supresores de tumor. 1988 Un grupo de investigadores con Ritter a la cabeza, lanzan una prueba ultrasensible para la detección del virus del papiloma humano (VPH).

1989

Noel Bouck descubre la trombospondina, siendo el primer inhibidor natural de la angiogénesis lo que abrió paso a la implementación de inhibidores específicos en diversos modelos tumorales.

1993

Parsons y Lense desarrollan la sonohisterografía para detección del cáncer de endometrio.

1994

Michael O’Reilly identifica dos de los inhibidores naturales de la angiogénesis, la angiostatina (1994) y la endostatina (1997).

1995

Amplificación de los cultivos de células tumorales, diseño de chips para reconocimiento de ADN tumoral y primeras secuencias de microarreglos.

1999

Se logra conseguir la transformación de células epiteliales y fibroblastos humanos en células tumorales. El proceso utilizado se hizo a través de la alteración en la expresión hTERT, KRAS y HRAS.


Siglo XXI

2003

Se completa el Proyecto del Genoma Humano que permitió tipificar más de 20.000 genes determinando sus secuencias incluidas en más de 3 billones de pares de bases. En paralelo, se inicia el diseño e implementación del Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA), un programa histórico elaborado para caracterizar molecularmente más de 20.000 cánceres primarios emparejando los hallazgos con muestras normales en 33 tipos de cáncer. Este esfuerzo conjunto entre el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y el Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NIHG) reunió investigadores de diversas disciplinas y múltiples instituciones.

2004

Se incluye dentro del tratamiento de diversas neoplasias la búsqueda activa de mutaciones potencialmente accionables, entra otras, la presencia de alteraciones puntuales en el receptor para el factor de crecimiento epidérmico (EGFR), y genes de fusión como BCR/ ABL.

2006

Descripción, publicación y aprobación del uso de las vacunas contra el VPH.


receptor para el factor de crecimiento epidérmico


2010

El tratamiento del cáncer se hace más preciso. El nacimiento de la oncología de precisión permitió el rápido desarrollo de la exploración genómica exhaustiva, para identificar alteraciones potencialmente modulables utilizando intervenciones específicas ajustadas a la necesidad de cada entidad. El 68% de la investigación biomédica está concentrada en cáncer, y dos terceras partes de ella usan biomarcadores guiados por técnicas moleculares avanzadas.

2011

Se confirma la importancia del microambiente tumoral y de la heterogeneidad evolutiva de la enfermedad gracias a la identificación de alteraciones clonales y subclonales. 2012 Identificación de la inmunidad celular adaptativa para modular la evolución tumoral a través del uso de celulas CAR-T (isagenlecleucel, Kymriah). En adición, se desarrollan diferentes inhibidores (antagonistas) de puntos de regulación en la respuesta inmunitaria contra el tumor mediada por linfocitos T efectores (inhibidores de PD-1/L1 y CTLA4).

2014

Desarrollo de los inhibidores PARP (del ingles, Poly- (ADP-ribose)-Polymerases PARP) y comprensión de la funcionalidad en los procesos de reparación celular en pacientes con alteraciones somáticas y germinales relacionadas con BCRA. Una función importante del complejo PARP consiste en asistir a la reparación de roturas en el ADN (celular single-strand DNA nicks); el supercomplejo se une a los puntos de unión monocatenarios a través de sus dedos de zinc N-terminal y reclutan XRCC1, ADN ligasa III, ADN polimerasa beta y una quinasa. Esta función es conocida como reparación por escisión de base (BER).

2016

Desarrollo de nuevos medicamentos blanco dirigidos con función agnóstica. El desarrollo de estudios canasta para promover la valoración de diferentes tumores con alteraciones genómicas comunes, permitió la introducción de medicamentos altamente efectivos con menores efectos secundarios.



evolución inmuno-oncología


2017

Introducción de la biopsia líquida (BL) en la práctica clínica regular. La BL es una técnica de diagnóstico no invasiva que evalúa múltiples alteraciones genómicas en células, exosomas, organoides o en ADN tumoral circulante (incluyendo otros fluidos diferentes a la sangre). Su utilización rutinaria permite el ahorro de tiempo y recursos y se ha expandido globalmente para la valoración de resistencia, diagnóstico temprano e identificación de heterogeneidad tumoral permitiendo personalizar, optimizar y planear el tratamiento.

2018

Gracias a inclusión de la inmunoterapia se modifica la historia natural de los tumores con inestabilidad microsatélital y alteración en recombinación homóloga. De igual forma, se rompe el paradigma de 30 años de hallazgos negativos en cáncer de pulmón de células pequeñas y en carcinoma anaplásico de tiroides.

2019

Se confirma la asociación entre el virus del papiloma humano (VPH) y el desarrollo de cáncer de cavidad oral, dando paso a su evaluación pronóstica y a la introducción de terapias ajustadas según su estado.


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Recibido: Diciembre 10, 2020
Aprobado: Diciembre 16, 2020

Correspondencia:
Andrés F. Cardona
andres.cardona@clinicadelcountry.com