Resumen
El modelo de consulta asistida, en el que varios médicos generales
apoyan a un especialista, ha sido
criticado por ser de mala calidad y por exponer al médico general y al
especialista a riesgos legales.
Este modelo de prestación es claramente diferente al modelo basado en
equipos interdisciplinarios,
pues estos últimos mejoran el acceso, la calidad y la experiencia del
paciente, al tiempo que disminuyen la sobrecarga de trabajo del
especialista. Un equipo interdisciplinario se define como un grupo
de profesionales de la salud, apoyados por técnicos y auxiliares, que
actúa como equipo cohesionado,
rinde cuentas por los resultados en salud de sus pacientes, y es
responsable por un grupo definido de
pacientes a lo largo del ciclo de atención relevante. La creciente
escasez de oferta de especialistas obliga a innovar en modelos de
prestación mediante reasignación de procesos, subprocesos, actividades
o
tareas, a individuos con formación diferente o más corta en comparación
con la del médico especialista. No obstante sus efectos positivos, las
regulaciones vigentes en Colombia hacen difícil desarrollar
este tipo de innovaciones. Para superar las barreras regulatorias es
necesario llevar a cabo pilotos
demostrativos con adecuado seguimiento por parte de entidades de
vigilancia y control e instituciones
académicas. Este artículo tiene por objetivo señalar las diferencias
entre el modelo de consulta asistida
y el modelo basado en equipos interdisciplinarios. Frente a este
último, define sus características estructurales y funcionales,
justifica las innovaciones en este modelo, y propone estrategias para
superar
las barreras regulatorias a dichas innovaciones.
Palabras clave: Task-shifting, task-sharing, reasignación
de tareas, consulta asistida, equipos interdisciplinarios, pilotos
demostrativos.
¹ Médico, PhD en política y salud pública. Consultor
independiente, Miembro Correspondiente Academia Nacional de Medicina de
Colombia. Bogotá, Colombia.
¿ASSISTED CONSULTATION OR INTERDISCIPLINARY
TEAMS? REFLECTIONS ABOUT INNOVATIONS
IN MODELS OF CARE DELIVERY
Abstract
The model of assisted consultation, where several general
physicians do the medical care
while being supervised by one specialist, has been criticized for poor
quality and exposing
the general physician and the specialist to legal risks. This model of
care delivery is clearly
different to the model that is based on interdisciplinary teams, as the
latter improves access,
quality and patient experience, and at the same time reduce
specialist’s work overload. An
interdisciplinary team is defined as a team of health care
professionals, supported by technicians and auxiliaries, that works as
a cohesive group, is held accountable for patient´s health
outcomes and is held responsible for a defined group of patients along
the relevant cycle of
care. The growing supply shortage of specialists makes it necessary to
innovate on models of
care delivery through reallocating processes, subprocesses, activities
and tasks to individuals with different or shorter training as compared
to that of the specialist physician. In spite of
its positive effects, current regulations in Colombia make this type of
innovations difficult to
develop. In order to overcome regulatory barriers, it is necessary to
carry out demonstration
pilots studies with adequate follow-up by overseeing entities and
academic institutions. The
objective of this article is to point out the differences between the
model of assisted consultation and the model that is based on
interdisciplinary teams. Regarding the latter, the article
defines its structural and functional characteristics, justifies
innovations in the model, and
proposes strategies to overcome regulatory barriers to such innovations.
Keywords: (MeSH) Task-shifting, task-sharing, reassignment
of tasks, assisted consultation, interdisciplinary teams, demonstration
pilots.
Introducción
El modelo de consulta asistida
o consulta en espejo,
consiste en que un médico especialista se apoya en
uno o varios médicos generales para realizar consultas simultáneas. El
médico general recibe al paciente,
realiza el interrogatorio y el examen físico siguiendo
lineamientos establecidos por el especialista; luego el
especialista recibe el informe del médico general sobre el paciente y
toma la conducta del caso, la cual
es ejecutada por el médico general y consignada en la
historia clínica.
El Colegio Médico de Bogotá y Cundinamarca y la
Federación Médica Colombiana han criticado este
modelo con diversos argumentos (1). De esta crítica se
puede entender que, aunque esta modalidad de consulta es una manera de
multiplicar el alcance de especialistas cuya oferta es escasa y reducir
así demoras en el
acceso a estos, también puede ser usada obedeciendo
simplemente al interés del especialista o de la IPS por
facturar un mayor número de consultas sin incrementar los costos en la
misma proporción, obteniendo así
mayores excedentes operativos.
También se puede entender desde esta crítica que, desde el punto de
vista del asegurador, es claro que, si este
paga por una consulta de especialista, el paciente debería ser visto
por un especialista y no por un médico
general. Desde el punto de vista del paciente, también
es claro que, si está esperando que lo vea un especialista, quedará
frustrado porque lo vio un médico general
y solo tuvo un contacto breve con el especialista.
Incluso desde el punto de vista de la responsabilidad
médica, la crítica citada lleva a concluir que esta modalidad de
consulta genera una indefinición porque si
quien atiende al paciente es un médico general pero
quien toma la decisión es el especialista, cuando ocurre un daño como
consecuencia de un error médico,
ambos serán responsables en el ámbito penal, civil y
disciplinario. Adicionalmente, la figura de “médico
experto” que ha emergido para diferenciar al médico
general con un nivel mayor de competencia en un área
determinada, no existe en el marco regulatorio actual.
Las críticas a este modelo de consulta son completamente justificadas y
ciertamente deben mirarse con lupa
con el fin de: 1) minimizar los riesgos de seguridad para
el paciente y los riesgos legales para los médicos que
participan en este, pero 2) permitir que se reduzcan los
tiempos de espera en aquellas especialidades en las que
hay escasez de oferta; y 3) separar claramente modelos
de consulta basados en equipos interdisciplinarios, altamente
efectivos, de aquellos en los que se busca un fin
meramente monetario en detrimento de la calidad.
Sin embargo, una modalidad de consulta que es aparentemente similar
pero radicalmente diferente en
sus efectos para el paciente, es la consulta basada en
equipos interdisciplinarios. Este artículo de reflexión
tiene por objetivo señalar las diferencias entre estos
dos modelos de prestación, y justificar el desarrollo de
modelos basados en equipos interdisciplinarios como
una estrategia para aliviar el problema de la escasez de
especialistas y para mejorar la calidad. Pero este desarrollo implica
innovar en la forma como se estructuran
y operan los modelos de consulta, por lo cual se plantean las barreras
para dicha innovación y alternativas
para superarlas.
El debate global sobre la crisis de los
recursos humanos en salud
En el debate global sobre los recursos humanos en salud hay un tema que
cobra cada vez más fuerza y es
el cómo resolver el reto de la escasez de recurso humano calificado
para enfrentar la epidemia creciente
de enfermedades crónicas no transmisibles y el envejecimiento
poblacional, tanto en países de ingreso
medio y bajo (2) como en países de ingreso alto (3).
Adicionalmente, hay evidencia también creciente de
los efectos que la sobrecarga de trabajo está teniendo
sobre los médicos, tanto en términos del síndrome de
burnout, como en términos de
mayores tasas de suicidio, hechos que han generado alerta sobre una
crisis
global del
burnout médico
(4).
La escasez de recurso humano médico y la sobrecarga del médico sugieren
que la solución no es graduar
más médicos especialistas sino transferir y/o compartir procesos,
sub-procesos, actividades y tareas con
categorías ocupacionales de menor especialización y
menor tiempo de entrenamiento. Esta transferencia y
compartimiento de tareas se conoce como
task-shifting
y
task-sharing. Las otras
categorías ocupacionales a las
que se refiere el debate incluyen no solamente a médicos generales,
sino a otros profesionales no médicos, a
técnicos, a tecnólogos y a auxiliares.
En países de ingreso bajo este es un reto enorme, pues
la disponibilidad de médicos especialistas es muy baja
y se hace necesario entrenar técnicos y auxiliares en
las comunidades para realizar tareas estandarizables y
reasignables, lo que ha venido promoviendo la Organización Mundial de
la Salud en especial en las áreas de
atención materno-infantil (5) y en VIH-SIDA (6) y en
particular con el fortalecimiento de los trabajadores de
salud comunitarios. También son ampliamente divulgadas las experiencias
de hospitales en India, que llevan
esta reasignación de tareas hasta el extremo de crear
nuevas categorías ocupacionales que solo realizan una
parte muy específica de un proceso quirúrgico. El caso
de la cirugía de cataratas es bien conocido, y en este
proceso participan múltiples categorías ocupacionales
no médicas, que ejecutan tareas altamente estandarizadas, mientras el
oftalmólogo ejecuta solamente aquellas
tareas que no puede hacer nadie más (7).
En países de alto ingreso también se ha recurrido a esta
estrategia para superar la crisis del recurso humano en
salud. No en vano, Jack Cochran (ex director ejecutivo de
la Federación Médica de Kaiser Permanente) y Charles
Kenney señalan, refiriéndose al sistema de salud de los
Estados Unidos, que “El nuevo camino para la atención
al paciente nos lleva a un sitio donde la redistribución
del trabajo significa que los médicos se concentran en las
tareas que solo ellos están capacitados y entrenados para
realizar, y hacen poco o nada del trabajo que otros están
capacitados o entrenados para hacer” (8).
Las definiciones de los conceptos de
task-shifting
y
tasksharing no son tan
precisas como parecen. De hecho,
el primer concepto que se generalizó en los primeros
años del siglo XXI fue el de
task-shifting
para referirse a la práctica de delegar tareas, que era muy común
desde mucho antes, tanto en países de ingreso bajo y
medio (por ejemplo, la atención del parto por parteras
tradicionales o la vacunación por auxiliares de vacunación), como de
ingreso alto (por ejemplo, la atención
del parto por parteras profesionales o la insulinización
de pacientes diabéticos por profesionales de farmacia). En su documento
clave de 2008, la OMS define
task-shifting como “El proceso
mediante el cual tareas
específicas son trasladadas, cuando es adecuado, a trabajadores de la
salud con entrenamiento más corto y
menos competencias” (6).
Sin embargo, algunos han criticado esta definición por
tener una connotación jerárquica, pues da la idea de
una categoría ocupacional superior que delega tareas
a otras categorías inferiores. Otros han criticado esta
definición porque da la idea de que una tarea es reasignada
completamente de una categoría ocupacional
a otra, de tal manera que la primera ya no la seguirá ejecutando. Para
evitar estas dos connotaciones el
concepto de
task-shifting ha
ido evolucionando hacia
el concepto de
task-sharing,
para dar a entender que
otras categorías ocupacionales también pueden ejecutar tareas que
tradicionalmente son ejecutadas por una
categoría dada (9). Más aún, la misma OMS señala
en 2017 que ambos conceptos reflejan la misma intención: “... incluir
categorías ocupacionales que normalmente no tienen competencias para
tareas específicas,
para que las ejecuten y mejorar así los niveles de acceso a la salud”
(10).
Por su parte, la Asociación Médica Mundial, preocupada por el avance de
la práctica de reasignar tareas a
personal no médico, se suma a este debate en 2009 en
una declaración en la que define task-shifting como: “...
la situación en la que una tarea que es normalmente ejecutada por un
médico, es transferida a un profesional de
la salud con educación diferente o de más bajo nivel o a
una persona específicamente entrenada para solamente
ejecutar una tarea limitada, sin haber tenido educación
formal en salud.” Esta definición fue incluida nuevamente en una
resolución de 2019, en la que ratifica el
contenido de la declaración original de 2009 (11).
En la declaración de la Asociación Médica Mundial
hay varios elementos clave a resaltar: 1) la reasignación de tareas
está justificada en contextos donde, por
la ausencia de médicos, la alternativa es no brindar
ningún tipo de atención; 2) dondequiera que se establezca esta
estrategia con una perspectiva de mediano
o largo plazo, debe planearse de manera que sea sostenible y le apunte
al mejoramiento de las habilidades
del personal no-médico; 3) cualquier desarrollo en
materia de reasignación de tareas debe ser concebido
desde la perspectiva del mejoramiento de la calidad.
De hecho, la evidencia creciente sobre la reasignación
de tareas a personal no médico muestra que, no solo
no hay un impacto negativo en la calidad, sino que
esta mejora. Una revisión sistemática y meta-análisis
de Anand
et al, muestra que,
en países de ingreso bajo
y medio, los trabajadores de salud comunitarios con
entrenamiento para manejar hipertensión arterial
pueden obtener mejores resultados en presión arterial
sistólica y diastólica (12). Otro ejercicio similar llevado a cabo por
Callaghan
et al (13) para HIV
en Africa
subsahariana muestra que la atención por personal no
médico es de alta calidad y costo-efectiva, y permite
cubrir más pacientes que con un modelo centrado en
el médico.
En países de ingreso alto también se ha encontrado
que reasignar tareas a trabajadores de nivel medio no
afecta la calidad, según lo muestra la revisión sistemática y
meta-análisis de Lassi
et al
(14). Por último,
una revisión de Cochrane muestra que, cuando algunos roles en los
procesos de atención son enteramente
reasignados a enfermeras, los desenlaces clínicos no
son diferentes pero los pacientes reportan más satisfacción, pues
perciben que la enfermera les dedica más
tiempo (15).
Esto no implica que se pueda generalizar en cuanto a
que cualquier tarea se puede reasignar a personal no
médico y se obtendrán efectos positivos. Desde luego,
dependiendo de la naturaleza, complejidad y estandarizabilidad de la
tarea, algunas tareas son más susceptibles de ser reasignadas mientras
que otras no lo son.
Los efectos positivos serán más probables en las primeras, mientras que
las segundas implicarán mayores
riesgos para el paciente entre más complejas y menos
estandarizables sean.
Equipos interdisciplinarios:
una propuesta conceptual
La consulta asistida en la modalidad que critican el
Colegio Médico de Cundinamarca y la Federación
Médica Colombiana, no es la única manera, ni mucho menos la más
eficiente, para multiplicar el alcance
del especialista o para reducir los tiempos de espera,
menos aún si se tienen en cuenta los efectos negativos
sobre la calidad, que mencionan estas dos organizaciones en su crítica.
Un enfoque más adecuado es el de los modelos basados en equipos
interdisciplinarios (EID). Este modelo puede resultar altamente
efectivo en la gestión de
condiciones crónicas (16), y, a manera de propuesta
taxonómica, se podría definir así:
Un grupo de profesionales de la
salud, apoyados por técnicos
y auxiliares, que actúa como equipo cohesionado, rinde cuentas por los
resultados en salud de sus pacientes, y es responsable por un grupo
definido de pacientes a lo largo del ciclo de
atención relevante.
De hecho, la misma declaración de la Asociación
Médica Mundial señala que el estándar de oro en la
organización de la práctica médica es la práctica colaborativa o un
enfoque de trabajo en equipo, basado
en “...equipos interactivos de salud que se apoyan mutuamente,
coordinados por un médico, en los que cada
miembro puede hacer su contribución específica a la
atención que se está prestando” (11). Es necesario entonces hacer una
clara diferencia entre los modelos de
consulta asistida que son objeto de justificadas críticas,
y los modelos basados en EID.
En circunstancias ideales, estos EID deben estar liderados por un
especialista de la condición médica relevante, por ejemplo, un
reumatólogo en un programa
de artritis reumatoide, o un neumólogo en un programa de EPOC. En los
servicios de baja complejidad
ambulatoria estos EID podrían estar liderados por especialistas en
medicina familiar, con la misma lógica
de reasignación de roles y responsabilidades.
El especialista líder del EID es apoyado por un equipo de dos a cuatro
médicos generales, que interactúan
permanentemente con aquél y que realizan la consulta
de seguimiento a los pacientes con una clara delimitación de roles y
responsabilidades, en la cual se reasignan aquellos procesos,
subprocesos, actividades y
tareas que el mismo especialista considere que puedan
ser reasignados sin poner en riesgo de seguridad al paciente ni en
riesgo legal al médico general.
En los EID la primera fuente de contacto del paciente
es el médico general, tanto para los contactos programados (consultas
de seguimiento, revisión de pruebas
diagnósticas, reformulación de medicamentos) como
para los no programados cuando surgen necesidades o
imprevistos que se pueden resolver sin que el paciente
tenga que acudir a un servicio de urgencias.
La reasignación de roles y responsabilidades ocurre en
dos ejes diferentes desde el punto de vista de la severidad y riesgo
del paciente: 1) un eje basal y 2) un eje
dinámico. En el primer eje se estratifican los pacientes por su nivel
de morbilidad y riesgo, y aquellos más
complejos son vistos directamente por el especialista
o solo pocas acciones se reasignan al médico general,
a profesiones no médicas (entre estas se incluyen, por
ejemplo, enfermería, química farmacéutica, terapia física, terapia
ocupacional, psicología), o a técnicos y
auxiliares, según la naturaleza de la tarea. El resto de
pacientes de menor riesgo o menor complejidad son
seguidos por el médico general o por profesiones no
médicas, según sea necesario y adecuado.
En el eje dinámico el paciente pasa del médico general al
especialista en la medida que el médico general enfrente decisiones
rodeadas de alta incertidumbre, o pasa del
especialista al general cuando se haya estabilizado o su
seguimiento implique baja incertidumbre. Este eje dinámico, como su
nombre lo indica, puede ocurrir en una
sola consulta o en períodos de tiempo de días, semanas
o meses. Sin embargo, dado que el médico general es el
contacto directo y permanente del paciente, debe conservar este rol
para poder reasumirlo en mayor extensión
una vez el especialista considere que dicho paciente puede continuar
siendo visto por el médico general.
Un elemento muy importante de estos EID es que los
pacientes acuden siempre al mismo médico general, de
tal manera que se forja una relación médico-paciente
de largo plazo. Este es un elemento crítico para lograr
una mayor efectividad del modelo, porque al existir
esta relación de largo plazo se mejora sustancialmente
la resolutividad del médico general, quien, al conocer
mejor su paciente podrá solucionarle necesidades incluso mediante
contactos no presenciales. Por su parte,
el especialista es el soporte técnico del médico general
y aunque tiene menos contacto directo con el paciente,
está presente en parte de la consulta y le genera al paciente la
confianza en cuanto a que su médico general
sigue sus directrices y cualquier duda le será resuelta
inmediatamente.
Este elemento del modelo de EID es muy relevante
desde el punto de vista de la experiencia del paciente,
pues al contar con una fuente de contacto regular en
el mediano y largo plazo se establece un vínculo que
se acerca mucho más al referente ideal de la relación
médico-paciente. Para los pacientes con condiciones
crónicas y con multimorbilidad esto es aún más importante, pues los
múltiples contactos con especialistas diversos y desconectados entre
sí, solamente aumentan
la confusión y de paso los riesgos de conductas médicas equivocadas que
aumentan las probabilidades de
complicaciones evitables.
Desde el punto de vista del médico también hay efectos positivos del
modelo de EID. Al contar con un
equipo de apoyo estable, el médico gana confianza en
sus coequiperos y los niveles de reasignación de roles y
responsabilidades son mayores, con lo cual disminuye
su propia carga de trabajo y al mismo tiempo se reduce
el riesgo de
burnout (17).
Más aún, el saber que en un
modelo de EID sus pacientes están mejor cuidados y
que sus resultados en salud y satisfacción con el proceso de atención
serán mejores, lleva a un mayor nivel de
satisfacción con la práctica clínica.
Otro efecto positivo para el ejercicio profesional del
especialista en el modelo de EID es que, al reasignar
procesos, subprocesos, actividades o tareas, su tiempo
también se reasigna pero hacia las más complejas. Esto
se refiere no solamente a los pacientes más complejos,
como se señaló arriba, sino a procesos tales como la
definición y actualización de guías de práctica clínica,
análisis de la información para la toma de decisiones,
y rediseño del modelo de prestación. En términos de
Bohmer (18), el médico substituye progresivamente su
tiempo de atención directa al paciente con tres nuevos roles: 1) el de
arquitecto del sistema operativo (el
modelo de prestación), 2) el de gestor de este sistema
operativo, y 3) el de líder del mejoramiento del sistema
operativo.
Mecanismos de pago y modelos
basados en EID
Parte de la crítica a los modelos de consulta asistida
puede leerse a través de la lente de los mecanismos de
pago. En el modelo de pago por servicio (mal llamado “pago por
evento”), cada consulta a especialista
se paga por separado, y usualmente sin ninguna conexión con el resto de
prestaciones que conforman el
ciclo de atención de una condición médica. Los incentivos inherentes al
pago por servicio llevan a que el
especialista responda realizando más consultas, pues
cada consulta le genera un ingreso (19). Esto se puede
hacer de manera correcta sin afectar la calidad, pero
cuando se recurre a modelos que simplemente buscan
aumentar ingresos y bajar costos sin importar la calidad, sobra decir
que no hay justificación alguna para
esto. Pero aún si se hiciera con sujeción a los estándares de lo que es
una consulta, este modelo de contactos
aislados del resto del ciclo de atención contribuye de
manera limitada a la generación de mejores resultados
en salud para el paciente.
En los mecanismos de pago prospectivos, el incentivo
es opuesto al del pago por servicio. En los pagos prospectivos se
establece por anticipado el valor esperado
de un conjunto de atenciones y el prestador asume parcial o totalmente
el riesgo financiero de excederse en
los costos de atención. En este caso el prestador podría
caer en la tentación de entregar el manejo de sus pacientes a médicos
generales, con el fin de bajar costos
sin importar la calidad.
Tanto en la modalidad de pago por servicio como en
las modalidades de pagos prospectivos, es necesario
monitorizar cuidadosamente los indicadores de calidad que pudiesen
resultar afectados por una respuesta
inadecuada del prestador a los incentivos inherentes a
estas modalidades de pago. Para ello se pueden utilizar
incentivos monetarios o no monetarios ligados a indicadores de
resultado (por ejemplo, valores de HbA1c
en un programa de diabetes), de proceso (por ejemplo,
tiempo transcurrido entre el momento en que el paciente quiere ser
visto y la fecha de la cita asignada),
e indicadores de satisfacción del usuario como, por
ejemplo, el índice “Net Promoter Score” o NPS (20).
Barreras para la innovación en
modelos de prestación
La frontera entre un modelo simple de consulta asistida de mala caldiad
y un modelo sofisticado de EID de
alta calidad, es borrosa. Sin embargo, ello no es razón
para que, en aras de asegurar una mejor calidad de la atención, se
termine proscribiendo el segundo por acabar con las versiones perversas
del primero. Para evitar
este error es necesario que se regulen las características
de estructura y de proceso que permitan diferenciar los
modelos simples y perversos de los modelos de EID
efectivos.
Pero también es claro que no se debe llegar a un extremo prescriptivo
tal que se impida la innovación y
la flexibilidad para ajustar estos modelos a las características
específicas de la condición médica, del paciente o del contexto en el
que se realiza la atención.
En estos tiempos de calentura del debate entre regulación e innovación
incitado por el fenómeno de Uber,
es necesario regular para proteger a los pacientes, pero
al mismo tiempo mantener la puerta abierta para la innovación, pues
solo por medio de esta se podrá llegar
a soluciones capaces de generar mejores resultados en
salud para el paciente.
Para entender la relevancia de estas barreras, es útil
hacer la analogía con el proceso de investigación y desarrollo de
tecnologías en salud. La investigación y desarrollo en ciencias de la
salud usualmente tiene lugar
en tres etapas: básica, preclínica y clínica. Una vez se
determina que un nuevo producto es eficaz y seguro,
debe pasar por el filtro regulatorio que le da su salida al
mercado. Cuando el producto sale al mercado requiere
un vehículo que permita su efectiva llegada hasta los
pacientes que lo necesitan y los médicos que lo prescriben, es decir,
un modelo de prestación en el cual el
producto despliega sus bondades de manera óptima.
En contraste, en la evolución de los modelos de prestación de servicios
de salud no se sigue esta lógica, pues
estos modelos no evolucionan mediante estudios aleatorizados
controlados, sino de manera ad-hoc de acuerdo con las circunstancias de
tiempo, modo y lugar que
enfrentan los servicios de salud. En algunos casos esta
evolución es dirigida por el Estado, mientras en otros
casos emerge por iniciativas privadas que buscan responder mejor a las
necesidades, expectativas y preferencias de los pacientes.
Las iniciativas privadas pueden resultar siendo muy
agresivas en su esfuerzo por innovar o simplemente en
su esfuerzo por obtener mayores ingresos sin importar
la calidad, por lo cual el Estado debe regular las condiciones de
calidad en el sector prestador mediante estándares de habilitación. En
cuanto al recurso humano
también existen regulaciones de entrada y permanencia que definen las
categorías ocupacionales, y en algunos casos sus competencias, roles y
responsabilidades.
Pero una consecuencia inevitable de estas normas básicas es que se
convierten en una barrera para la innovación en modelos de prestación.
Como la innovación
en modelos de prestación usualmente implica adoptar
nuevas tecnologías, desarrollar nuevas estructuras y
procesos, y redefinir competencias, roles y responsabilidades, es
apenas lógico que las normas vigentes se
vuelvan un impedimento para la innovación. En algunos casos las normas
finalmente terminan evolucionando para permitir las innovaciones, pero
esta evolución es mucho más reactiva y tardía en comparación
con las posibilidades que las innovaciones en modelos
de prestación ofrecen en cuanto a propiciar una evolución mucho más
rápida del sector.
Cabe anotar sin embargo, que el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022
abre el espacio para la innovación
en modelos de prestación y reconoce en la página 21
que la rigidez de las regulaciones vigentes puede ser un
obstáculo para este tipo de innovaciones (21). Este documento
recomienda explícitamente en la página 29:
“Incrementar el número de proyectos que Colciencias
financia en temas relacionados con nanotecnología,
sistemas organizativos y salud mental, con el objetivo
de incentivar la innovación en el sector salud.” El tema
de sistemas organizativos es el que se refiere a innovaciones en
modelos de prestación.
Por su parte, la Misión de Sabios en su Foco Ciencias
de la Vida y de la Salud plantea que “El enfoque de la
política de CTI no solo debe centrarse en las innovaciones o
productividad del sistema, sino sobre todo en
el uso del conocimiento para lograr transformaciones
reales en los sistemas sociales” (22). Las innovaciones
en modelos de prestación son caminos concretos que
hacen posible que el conocimiento científico efectivamente se convierta
en soluciones para las personas
mediante transformaciones profundas del sistema de
prestación de servicios de salud.
¿Cómo superar las barreras regulatorias para hacer
posible la innovación? Volviendo al símil de la investigación y
desarrollo de tecnologías en salud, es útil
plantear el desarrollo de modelos de prestación innovadores bajo la
misma lógica de los métodos empíricos, para estar seguros de que las
nuevas características
de un modelo innovador al menos no afecten negativamente la calidad.
Ahora bien, en la investigación de
modelos innovadores no se puede crear un número suficiente de
observaciones que permita reducir el error
tipo I y tipo II. Aún si hubiera un número suficiente,
con frecuencia resulta difícil aleatorizar entre grupo de
intervención y de control y evitar el sesgo de observación puesto que
la intervención no se puede ocultar al
investigador ni al prestador. Adicionalmente, los modelos de prestación
no son una intervención homogénea que se replica de un contexto a otro,
como sucede
cuando se pone a prueba un medicamento en un ensayo clínico. En este
caso se trata de una molécula que
siempre es la misma, mientras que en el caso de los
modelos de prestación, estos muestran mucha heterogeneidad en variables
clave que impactan el resultado.
Por estas razones metodológicas, es mucho más adecuada la metodología
de estudio de caso, combinando métodos cuantitativos y cualitativos que
permitan
probar, caso por caso, qué funciona y qué no funciona
(23). Si bien se puede tratar de una sola unidad de análisis (un modelo
de prestación en una IPS), se pueden
utilizar métodos cuantitativos para medir diferencias
en indicadores de proceso y de resultado en salud antes y después de la
adopción del nuevo modelo. Estos
estudios también se pueden realizar entre varias unidades de análisis
que adopten modelos similares, y seleccionar unidades de control para
estimar diferencias
en diferencias.
Para hacer posible la realización de estos estudios
de caso sin que se constituyan en una violación a las
normas de habilitación y de recursos humanos, es necesario entonces
realizar pilotos demostrativos que
cuenten con un adecuado seguimiento por parte de
entidades de vigilancia y control y por parte de instituciones
académicas. Estos pilotos demostrativos deben
estar regidos por un diseño detallado del modelo de
prestación y en aquellos elementos que estén por fuera
de las normas actuales, se deben definir con mayor detalle las
condiciones de tiempo, modo y lugar en que
se ejecutarán. Una vez finalizado el período en el que
se espera probar los efectos de aquello que se pone a
prueba, se debe llevar a cabo un análisis con el mayor
rigor científico posible, teniendo en cuenta las limitaciones descritas
anteriormente.
Cabe señalar, sin embargo, que en el actual marco
regulatorio de Colombia existe la figura de equipos
interdisciplinarios, específicamente en la resolución
3495 de 2019, con el código CUPS 89.0.2.15, que corresponde a “consulta
de primera vez por equipo interdisciplinario” y el 89.0.3.15 que
corresponde a “consulta integral de control o de seguimiento por equipo
interdisciplinario”. Esto haría pensar que la figura de
equipos interdisciplinarios ya existe y no necesita ser
regulada. Sin embargo, los planteamientos del Colegio
Médico de Bogotá y Cundinamarca y la Federación
Médica Colombiana son un llamado a una delimitación más precisa para
evitar que aquellas variaciones
extremas del modelo de consulta asistida que son de
mala calidad, sean presentadas como un modelo de
equipos interdisciplinarios.
Regulaciones en recursos humanos
Los pilotos demostrativos tendrían un gran efecto dinamizador de las
innovaciones en modelos de prestación, y permitirían un avance más
rápido de la normatividad sin aumentar los riesgos de seguridad para
los pacientes. Pero en el área de recursos humanos
también se pueden llevar a cabo avances regulatorios
sin que necesariamente tengan que estar precedidos de
pilotos demostrativos.
Un ejemplo reciente es el de los trabajadores de salud comunitarios,
que algunos llaman “promotores de salud”,
“gestores comunitarios”, entre otras denominaciones.
Este grupo está conformado por personas cuya formación usualmente no
sobrepasa el nivel de secundaria incompleta, que se forman en un corto
tiempo en actividades y tareas de nivel auxiliar. Los trabajadores de
salud
comunitarios han sido propuestos como una estrategia
para expandir el acceso a la atención en salud en países
de ingreso medio y bajo, para lograr la cobertura universal y los
objetivos de desarrollo sostenible (24).
Sin embargo, a diferencia de los tradicionales promotores de salud que
han existido por décadas, estos trabajadores de salud comunitarios
podrían asumir nuevos roles en la comunidad, tales como aplicar pruebas
diagnósticas en punto de atención (point-of-care tests),
o aplicar protocolos diagnósticos para orientar pacientes. Más aún, no
solamente deberían operar como
substituto de profesionales allí donde estos no llegan,
sino también como complemento de ellos.
Para el caso específico de enfermedades crónicas, los
trabajadores de salud comunitarios pueden desempeñar roles clave
expandiendo el alcance de los médicos
y enfermeras al contexto comunitario y del hogar del
paciente, facilitando así a los profesionales que puedan
atender pacientes reasignando tareas (6) y reduciendo
la necesidad de contactos presenciales (25). Para el
caso de salud mental, hay evidencia muy clara sobre
la efectividad de trabajadores de salud comunitarios
entrenados en manejar depresión moderada o severa
(26) y consumo de alcohol (27).
Estos trabajadores comunitarios existen hoy en Colombia y hacen parte
de las acciones de algunas empresas
prestadoras de salud (EPS) (principalmente en el Régimen Subsidiado), y
de algunos municipios y distritos
para implementar la estrategia de atención primaria. No
obstante, estos trabajadores no están incorporados a los
EID intramurales, sino que siguen los lineamientos de
la EPS o del ente territorial según el caso. Esta es una
oportunidad perdida para los programas de gestión de
condiciones crónicas, pues se podrían beneficiar muchísimo si pudieran
tener trabajadores comunitarios como
miembros del EID actuando como extensores de los profesionales de la
salud en la comunidad. Adicionalmente,
en Colombia han existido desde hace varias décadas los
programas de promotores de salud, vacunadores y parteras tradicionales,
y la estandarización y la transferencia y
compartimiento de tareas en programas como el de crecimiento y
desarrollo y enfermedad respiratoria aguda.
El caso de los trabajadores de salud comunitarios y
las posibilidades que ofrecen para desarrollar modelos innovadores,
sirve para ilustrar las innumerables
oportunidades para mejorar la eficiencia y la efectividad de los
modelos de prestación en lo concerniente
a recursos humanos. Estas oportunidades se pueden
materializar con normas que definan los perfiles ocupacionales, los
roles y responsabilidades, las líneas de
rendición de cuentas, los programas de educación y
formación, y los mecanismos de certificación y recertificación. Y
dichas normas no necesariamente deben
estar precedidas de pilotos demostrativos, menos aún
cuando hay evidencia de efectividad y de eficiencia.
Conclusiones
La reasignación de tareas desde el médico especialista
hacia el médico general o hacia otros profesionales no médicos,
técnicos y auxiliares, abre un amplio espectro
de opciones para la innovación en modelos de prestación y para superar
la escasez de médicos especialistas,
mejorar el acceso de los pacientes a la atención médica
y mejorar la calidad. Sin embargo, también abre la posibilidad de crear
modelos de prestación de mala calidad
y que afectan al paciente. Para separar los primeros de
los segundos es necesario establecer regulaciones, pero
como esto también conlleva el riesgo de impedir la innovación, se debe
formalizar el desarrollo de experiencias
piloto demostrativas para hacer evolucionar rápidamente el marco
normativo y generar las necesarias innovaciones en modelos de
prestación que permitan generar
mejores resultados en salud por cada peso utilizado.
Conflictos de interés
El autor declara no tener conflictos de interés
Agradecimientos
A la Dra. Clemencia Mayorga por la discusión que
originó este trabajo y la revisión de un borrador. A los
dos revisores anónimos de la Revista Medicina. Sin
embargo, la responsabilidad por el contenido de este
trabajo recae exclusivamente sobre el autor.
Referencias
1. Junta Directiva del Colegio Médico
de Bogotá y Cundinamarca de la Federación Médica Colombiana. La
modalidad de la consulta asistida, multiconsulta o
consulta espejo en qué consiste y qué hacer. Epicrisis.[Internet].2019
[consultado 11 de Mayo de 2019].
Disponible en:
https://epicrisis.org/2020/01/06/la-modalidad-de-la-consulta-asistida-multiconsulta-o-consulta-espejo-en-que-consiste-y-que-hacer/amp/?__twitter_impression=true.
2. World Health Organization. Global
Strategy on Human
Resources for Health: Workforce 2030. Geneva. World
Health Organization; 2016.
3. Scheffler RM, Arnold DR.
Projecting shortages and surpluses of doctors and nurses in the OECD:
what looms
ahead. Front Health Policy Res. 2019;14(2):274-90.
4. Lancet. Physician burnout: a
global crisis. Lancet.
2019;394(10193):93.
5. World Health Organization. WHO
Recommendations
for Optimizing Health Worker Roles to Improve Access
to Key Maternal and Newborn Health Interventions
Through Task Shifting. Geneva. World Health Organization;2012.
6. World Health Organization. Task
Shifting: Rational Redistribution of Tasks among Health Workforce
Teams.
Global Recommendations and Guidelines. Geneva.
World Health Organization; 2008.
7. Govindarajan V, Ramamurti R.
Reverse Innovation
in Health Care. Boston. Harvard Business Review
Press;2018.
8. Cochran J, Kenney C. The Doctor
Crisis. How Physicians can, and Must, Lead the Way to Better Health
Care. New York. Public Affairs; 2014.
9. Schaefer L. Task sharing implant
insertion by community health workers: not just can it work, but how
might it
work practically and with impact in the real world. Global Health
Science and Practice. 2015;3(3):327-29.
10. World Health Organization. Task
Sharing to Improve Access to Family Planning/Contraception.[Internet].
Geneva. World Health Organization; 2017 [consultado 11 de
mayo de 2019]. Disponible en:
https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/259633/WHO-RHR-17.20-eng.
pdf?sequence=1.
11. World Medical Association. WMA
Resolution on Task
Shifting from the Medical Profession.[Internet] World
Medical Association; 2019 [consultado 11 de mayo de
2019] Disponible en: https://www.wma.net/policies-post/wma-resolution-on-task-shifting-from-the-medical-profession/
12. Anand TL. Joseph LM, Geetah AV,
Prabhakaran D, Jeemon P. Task sharing with non-physician health-care
workers for management of blood pressure in low-income
and middle-income countries: a systematic review and
meta-analysis. Lancet Global Health. 2019;7: e761–71.
13. Callaghan M, Ford N, Schneider H.
A systematic review
of task- shifting for HIV treatment and care in Africa.
Hum Resour Health.[Internet] 2010 [consultado 11 de
mayo de 2019];8(8). Disponible en:
http://www.human-resources-health.com/content/8/1/8.
14. Lassi ZS, Cometto G, Huicho L,
Bhutta ZA. Quality of
care provided by mid-level health workers: systematic
review and meta-analysis. Bulletin World Health Organization.
2013;91:824–833.
15. Laurant M, van der Biezen M,
Wijers N, Watananirun K,
Kontopantelis E, van Vught AJAH. Nurses as substitutes
for doctors in primary care (Review). Cochrane Database Systematic
Reviews [Internet]. 2018 [consultado 11
de mayo de 2019]; 7(CD001271). Disponible en:
https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.424CD001271.pub3/pdf/ CDSR/CD001271/CD001271_
abstract.pdf
16. Körner M, Bütof S, Müller C,
Zimmermann L, Becker S,
Bengel J. Interprofessional teamwork and team interventions in chronic
care: A systematic review. Journal of
Interprofessional Care. 2016;30(1):15-28.
17. Bodenheimer T. Anatomy and
physiology of primary care
teams. JAMA Internal Medicine. 2019;179(1):61-2.
18. Bohmer R. Designing Care. Boston.
Harvard Business
Press; 2009.
19. Castaño RA. Mecanismos de Pago en
Salud: Anatomía, Fisiología y Fisiopatología. Bogotá. ECOE
Ediciones;2014.
20. What is Net Promoter? [Internet].
Net Promoter Network.2019 [consultado 11 de mayo de 2019]. Disponible
en: https://www.netpromoter.com/know
21. Departamento Nacional de
Planeación. Bases del Plan
Nacional de Desarrollo 2018-2022. Bogotá. Departamento Nacional de
Planeación; 2019.
22. Misión Internacional de Sabios.
Colombia Hacia una Sociedad del Conocimiento. Bogotá; 2019.
23. Mills A, Gilson L, Hanson K,
Palmer N, Lagarde M. What
do we mean by rigorous health-systems research? Lancet.
2008;372:1527-9.
24. World Health Organization.
Economic Evaluation of
Community-Based Practitioners in Low- and MiddleIncome Countries: a
Literature Review, Country Case
Studies and a Generalized Cost-Effectiveness Model.
Global Health Workforce Alliance. Geneva; 2008.
25. Agarwal S, Perry HB, Long LA,
Labrique AB. Evidence
on feasibility and effective use of mHealth strategies by
frontline health workers in developing countries: systematic review.
Tropical Medicine & International Health.
2015;20(8):1003–14.
26. Patel V, Weobong B, Weiss HA,
Anand A, Bhat B, Katti
B, et al. The Healthy Activity Program (HAP), a lay counsellor
delivered brief psychological treatment for severe
depression, in primary care in India: a randomised controlled trial.
Lancet. 2017;389:176–85.
27. Nadkarni A, Weobong B, Weiss HA,
McCambridge J,
Bhat B, Katti B. Counselling for Alcohol Problems (CAP),
a lay counsellor delivered brief psychological treatment
for harmful drinking in men, in primary care in India: a
randomised controlled trial. Lancet. 2017;389: 186–95.
Recibido:
Marzo 4 de 2020
Aprobado: Abril 30 de 2020
Correspondencia:
Ramón Abel Castaño Yepes
ramonabel@yahoo.com