Resumen
La Real Expedición filantrópica de la Vacuna partió de Madrid a finales
de 1803, como respuesta
del rey Carlos IV a la petición hecha por el Ayuntamiento de Santa Fe
de Bogotá en 1802, ante las
múltiples y repetidas epidemias de viruela que diezmaban periódicamente
la población de la Nueva
Granada. La expedición logra sus objetivos: traer una vacuna eficaz,
mantener su estabilidad en un
viaje largo a altas temperaturas y lograr una campaña efectiva a nivel
continental. En este artículo se
revisa la historia de dicha expedición, sus vicisitudes e importancia
en la historia de la salud pública.
Palabras clave: Viruela; Real Expedición Filantrópica de
la Vacuna; Balmis; Salvany
![](https://revistamedicina.net/index.php/Medicina/article/download/1528/version/1452/1940/7468/dots.png)
1 Médico de la Universidad Javeriana,
PhD en genética humana en la Universidad de Newcastle upon Tyne en
Inglaterra.
Fundador y director por muchos años del Instituto de Genética de la
Pontificia Universidad Javeriana, fundador de PREGEN el primer programa
colombiano dedicado al tamizaje neonatal e investigador emérito de
Colciencias. Actualmente es el editor de la Revista Medicina de la
Academia Nacional de Medicina y Profesor Titular en la universidad del
Sinú, sede Cartagena.
2 Palabras de Jenner a su amigo el
Reverendo Dibbin, en carta del 22 de noviembre de 1806, en la que se
refi ere a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. Tomado de:
Tarrago, RE. La Expedición Balmis-Salvany de vacunación contra la
viruela, primera campaña de salud pública en las Américas. Perspectivas
de Salud, OPS 6(1), 2001.
SALVANY VACCINE EXPEDITION IN
CARTAGENA DE INDIAS
Abstract
The Royal Philanthropic Vaccine Expedition departed from Madrid at the
end of 1803, as a response of King Charles IV to a request of help by
the local government of Santafe de Bogota, given the frequent epidemics
that decimated the Nueva Granada’s population. The Expedition attained
its purposes: to bring an effi cient vaccine, to keep its stability
over the long trip and high temperatures and to achive an eff ective
campaign at continental level. In this paper, the history and diffi
culties of the expedition are reviewed, given its importance for the
history of public health.
Keywords: Smallpox; Royal Philanthropic Vaccine
Expedition; Balmis; Salvany.
El jueves 24 de mayo de 1804 entraba a Cartagena
de Indias José Salvany y Lleopart, acompañado de
su ayudante, el médico Manuel Julián Grajales, así
como también el practicante Rafael Lozano, el enfermero Basilio Bolaños
y cuatro pequeños niños
venezolanos. La travesía de Salvany y sus acompañantes hasta Cartagena
había sido larga, pues habían partido de Madrid a finales de agosto de
1803,
para embarcarse en La Coruña, en la corbeta María
Pita, el 30 de noviembre del mismo año con rumbo
a América. Embarcaban ese día en La Coruña los
personajes que conformaban la conocida como
Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna, que los llevaría a
los más distantes lugares de la geografía de las colonias españolas en
el mundo.
La viruela
Volvamos unos años atrás para poner en rápida perspectiva, la
importancia de la tarea de aquel grupo de
seres humanos que embarcaba con sus pertenencias
en la
María Pita esa mañana.
La
Real Expedición Filantrópica de
la Vacuna apareció como respuesta del Rey
Carlos IV a la petición hecha por el Ayuntamiento
de Santa Fe de Bogotá en 1802, ante las múltiples y
repetidas epidemias de viruela que diezmaban periódicamente la
población de la Nueva Granada (1-4).
La viruela es una enfermedad producida por un virus
de la familia Orthopox, que también produce la enfermedad en distintos
animales como cerdos, camellos,
monos y vacunos. El periodo de incubación de la enfermedad, después del
contacto, dura nueve días, al
cabo de los cuales aparece un brote cutáneo seguido
de pústulas en la piel unos pocos días después, hemorragias, fiebre y
un severo malestar general.
La viruela no era nueva en el mundo; es posible que
sus primeros brotes entre los humanos se dieran
cuando el hombre iniciaba la domesticación de la
agricultura, 10.000 años antes de Cristo, pero apareció en Europa
alrededor del siglo XVI y, desde entonces, murieron cerca de 400.000
personas al año,
dejando ciegos a la tercera parte de los sobrevivientes. La enfermedad
era absolutamente democrática
y atacaba por igual a campesinos y reyes. Mencionemos solamente el caso
de la familia real de España, a
la que la viruela causa graves problemas; el monarca
Luis I sufre esta enfermedad y fallece a las pocas semanas de haber
ascendido al trono. Unos años más
tarde, en 1788, el décimo hijo de Carlos III, el infante Gabriel
Antonio, su esposa y el hijo recién nacido
de ambos, mueren de viruela. Igualmente, en 1798 la
hija de Carlos IV, María Luisa, sufre la enfermedad,
aunque la sobrevive y por eso aparece sosteniendo a
su hijo en el cuadro de Goya
La
familia de Carlos IV,
pintado dos años más tarde.
En América el panorama no era muy distinto. Ya
Bernal Díaz del Castillo en la
Historia
Verdadera de
la Conquista de la Nueva España
argumentaba que un
africano (¿esclavo?) de nombre Francisco de Eguía
habría traído la viruela a lo que es hoy el territorio
de México, tal vez en 1520. A la Nueva Granada,
la viruela llegó en 1558 y perecieron 40.000 naturales; tres décadas
más tarde aparecería en Mariquita, matando a la tercera parte de sus
pobladores y,
después de otros brotes en Boyacá, Cauca y Tolima,
aparecería nuevamente en Santa Fe en 1770, matando a 700 de los 2.000
habitantes de su casco urbano.
Igual sucedió en todo el territorio americano y en el
Reino de Quito, donde la epidemia de 1589 provocó
una mortalidad del 37%. En la epidemia ocurrida en
1645, murieron 11.000 personas; en la de 1759, otras
10.000 y en la de 1785, 25.000 a 30.000 habitantes
de Quito. Pero no eran solo la muerte y la ceguera las consecuencias de
la viruela, sino también las
desagradables cicatrices que quedaban en todas las
zonas donde hubiera habido erupciones pustulosas.
Beethoven, Mozart, Lincoln, Gumilla y Washington, por ejemplo, llevaron
sus caras marcadas para
siempre por la viruela.
Impedir la propagación
Varios intentos se habían hecho durante siglos, tratando de
impedir la propagación de la viruela. La
variolización era una práctica creada en los monasterios budistas
chinos alrededor del siglo X, consistente en la inoculación cutánea del
líquido tomado
de una vesícula de un enfermo, con lo cual se incitaba una enfermedad
más leve y, aun así, tenía algunos
otros efectos y una alta mortalidad, aunque menor
que la enfermedad natural. A pesar de la polémica,
la variolización se introdujo con variados resultados
en Europa y América. Sin embargo, el hallazgo que
marcó la diferencia fue hecho por el médico inglés
Edward Jenner cuando observó que quienes se infectaban con la viruela
de las vacas –enfermedad
mucho más leve- eran inmunes a la grave viruela
humana. La técnica diseñada por Jenner para aplicar su hallazgo
consistía en inyectar en la piel, no
el líquido de una lesión de un enfermo con viruela
humana (como en la variolización), sino el líquido
(la linfa) de la vesícula que aparecía en el sitio en
que se inyectaba la viruela de la vaca. Fue esto lo
que hizo posible la Real Expedición Filantrópica de
la Vacuna.
Ya en la María Pita
Embarcándose Salvany en la
María Pita
(Figura 1),
no le serían ajenos los naturales temores y las grandes expectativas de
un joven de 25 a 26 años que se
embarca a ultramares. La
María Pita era
una corbeta
de 200 toneladas, que llevaba el nombre de la célebre
heroína gallega María Maior Fernández da Cámara
e Pita, quien el 4 de mayo de 1589 defendió heroicamente a la Coruña
ante el ataque de los ingleses comandados por Francis Drake. La nave
venía cargada
con 2000 pares de vidrios para almacenar la vacuna
-comprados en Inglaterra especialmente para el viaje-, una máquina
neumática, barómetros, termómetros y 500 ejemplares de la obra “
Tratado Histórico y
Práctico de la Vacuna” de Jacques Louis Moreau de la
Sarthe, que se utilizarían para difundir los principios
de la vacunación en tierras americanas.
Figura 1. Navío María Pita
Fletado para la expedición, partiendo del puerto de La Coruña
en 1803 (grabado de Francisco Pérez). Fuente: Wikimedia.
La corbeta estaba al mando de Don Pedro del Barco
y España, teniente de Fragata de la Real Armada, y
la tripulación estaba conformada por: Francisco Javier Balmes y
Berenguer, director de la expedición;
nuestro personaje, José Salvany y Lleopart, subdirector de la ambiciosa
empresa; los ayudantes Manuel Julián Grajales y Antonio Gutiérrez
Robredo;
los practicantes Francisco Pastor y Balmes y Rafael
Lozano Pérez; y también los enfermeros Basilio Bolaños, Antonio Pastor
y Pedro Ortega. Sin embargo,
el centro de la expedición lo conformaba un grupo
de 21 niños huérfanos, entre tres y nueve años de
edad, recogidos en la Casa de Expósitos de La Coruña, que venían
acompañados de su rectora, Doña
Isabel Sendales y Gómez. A estos niños se les conoció como “niños
vacciníferos” (Tabla 1), cuyo papel
era traer la vacuna viva desde España hasta nuestras
tierras. La forma en que operaba este sistema era la
siguiente: los viajes transatlánticos duraban por lo
menos un mes, tiempo durante el cual, una persona
vacunada al salir, ya habría desarrollado toda la enfermedad y no
serviría como fuente para obtener la
linfa que permitiera vacunar a otros. Por esta razón
se consiguieron los niños que se iban vacunando durante todo el viaje.
Al partir de La Coruña, se vacunaron dos niños que
desarrollaron la enfermedad a lo largo de la siguiente semana; de las
vesículas frescas en el sitio de la
inoculación, se obtenía la linfa para vacunar a otros
dos niños y así sucesivamente durante todo el viaje. Además, las linfas
de las vesículas más frescas se
guardaban entre ampollas de vidrio que se sellaban
al vacío con cera. Tres retos difíciles tenía la expedición: el
primero, asegurarse de traer una vacuna eficaz, lo que lograron
obteniéndola del mismo Jenner;
el segundo, mantener la estabilidad de la vacuna en
un viaje tan largo y en zonas de altas temperaturas,
lo que fue posible trayéndola en los niños; y tercero, hacer una
campaña efectiva a nivel continental,
con tan poco personal, para lo cual fueron creando
centros de vacunación a fin de instruir a los médicos
locales sobre la conservación y administración de la
vacuna.
Tabla 1. Niños Vacciníferos
La
María Pita zarpó de La
Coruña el 30 de noviembre de 1803 con rumbo a las islas Canarias.
La Gaceta de Madrid, del 27 de
diciembre de 1803, publicaba
la siguiente crónica, fechada en La Coruña el 1º de
diciembre: “
Ayer zarpó de este puerto
la corbeta María
Pita, al mando del Teniente de Fragata de la Real armada
D. Pedro del Barco, llevando a su bordo los individuos de
la expedición filantrópica destinada a propagar en América y Filipinas
el precioso descubrimiento de la vacuna. No
se ha omitido precaución alguna por parte del Ministerio,
promovedor de una empresa tan importante como gloriosa, para que
produzca pronta y seguramente todo el bien que
desea el Rey y espera la humanidad. Son varios facultativos
comisionados, y llevan 21 niños, que siendo sucesivamente
inoculados brazo a brazo en el curso de la navegación, conservarán el
fluido vacuno fresco y sin alteración…”
Puerto Rico y Caracas
Ya en febrero del año siguiente la expedición se encontraba en Puerto
Rico, donde tendría Balmis el
primer inconveniente al encontrar que el cirujano
Francisco Allier ya había iniciado la vacunación con
fluidos traídos de la isla danesa de Saint Thomas.
Partió la expedición muy contrariada, llegó a Puerto
Cabello el 20 de marzo y vacunó rápidamente a 28
niños, hijos de las personalidades del lugar. Desde
ese puerto, partieron tres comisiones de la expedición, así: Balmes
toma camino por tierra rumbo a
Caracas; Grajales lidera otro grupo que va por mar a
la Guaira, y Salvany se queda vacunando en Puerto
Cabello. Todos se vuelven a encontrar en Caracas el
28 de marzo, miércoles santo, de 1804, donde son
recibidos con todos los honores por el gobernador
Manuel Guevara y Vasconcelos. Es allí donde Balmis conoce a Andrés
Bello, quien ya era segundo de
la Capitanía General y que más tarde escribiría la
Oda a la Vacuna, ensalzando al
gobernador español:
“...todo
mortal que pise
estos confines, cante
a Carlos bienhechor.
Publique Venezuela
que quien de nuestro clima
lanzó la atroz viruela,
fue su paterno amor”
El 8 de mayo de 1804, parte la expedición desde
Venezuela, luego de vacunar allí durante algo más
de un mes. Sin embargo, tuvieron que enfrentar una
nueva contingencia. Un año antes, al salir para América el nuevo virrey
Antonio Amar y Borbón, envió
España al médico Lorenzo Verges, con el propósito
de apersonarse de la vacuna en Santa Fe y de enviar personas adecuadas
para hacerlo en la Nueva
España, la Habana y el Perú. Por desgracia, Verges
murió antes de la llegada de la expedición, razón por
la Cual Balmis optó por hacer dos sub-expediciones.
Balmis se encargó de una de ellas, en compañía del
ayudante Antonio Gutiérrez, del practicante Francisco Pastor, de los
enfermeros Ángel Crespo, Pedro
Ortega y Antonio Pastor, así como de la rectora, los
21 niños vacuníferos y seis niños venezolanos que
transportaron la vacuna, con rumbo a Cuba en la
corbeta María Pita. El viaje de Balmis y su grupo
tardaría algo más de dos años, llevándolos a México,
Manila, nuevamente México, China y la isla británica de Santa Elena,
volviendo finalmente a Madrid el
7 de septiembre de 1806. La otra parte de la expedición quedó en manos
de Salvany, quien partió en el
bergantín San Luis con el ayudante médico Grajales,
el practicante Lozano, el enfermero Bolaños y cuatro
pequeños venezolanos que trasportarían la vacuna.
José Salvany
José Salvany (Figura 2) era un hombre muy joven y
con una seria formación académica. Siguiendo los
planes de estudios de la época, estudió gramática entre 1784 y 1786;
luego, filosofía durante dos años en
el convento de San Agustín en Barcelona para ingresar, finalmente, al
Real Colegio de Cirugía de la misma ciudad, donde estudió los
siguientes cinco años y
obtuvo las máximas calificaciones en todas las asignaturas. Recién
licenciado en cirugía, Salvany ingresó al ejército español, primero a
la Guardia Valona3
y, posteriormente, como cirujano en el 3° batallón
del Regimiento de Irlanda y en el 5° batallón de Infantería de Navarra.
...................
3 Cuerpo de la infantería española, cuyo origen se remonta
a los tiempos en que los Países Bajos formaban parte de
la monarquía de los Habsburgo.
Figura 2. José Salvany
Sin embargo, a pesar de su brillante desempeño, es
descargado de todas sus actividades militares debido
a su muy mala salud y, no encontrando otra manera
de dejar el ejército, resuelve tomar parte en la Real
Expedición Filantrópica de la Vacuna, que lo tiene
ya saliendo de La Guaira con rumbo a Cartagena
de Indias. No obstante, unos días después, el bergantín San Luis
encalla en las cercanías de las bocas de
ceniza y Salvany, con todo su grupo, se ve obligado
a desembarcar en una playa desierta, con la ayuda
de un navío de corso que circulaba por la zona al
mando del teniente Vicente Varela. Se dice que, aunque no hubo pérdidas
humanas que lamentar, sí se
perdieron algunos de los instrumentos que traían a
bordo. Arribó por tierra a Cartagena de Indias el 24
de mayo de 1804, seguramente por el viejo Camino
Real, cerca de la popa, y entró a la ciudad amurallada por la conocida
Puerta del Puente.
La Cartagena de los albores del siglo
XIX
La Cartagena de principios del siglo XIX era una
ciudad pequeña, con algo más de 17.000 habitantes
y con un fuerte talante militar, debido a haber estado
siempre en guerra para defenderse de piratas y bucaneros. El último
tramo de los muros que rodean la
ciudad, acababa de ser terminado por Don Antonio
de Arévalo, adosándole unos cuarteles a prueba de
bombas para alojar las tropas, estructura que hoy se
conoce popularmente como “las bóvedas”. Probablemente, caminaría
Salvany hasta la antigua Plaza
de la Catedral (que entonces ya se llamaba Plaza
de la Inquisición), pues entre los ágapes del recibimiento debió
figurar un Te Deum en la Catedral,
cuyo Obispo era entonces el Dr. Jerónimo de Liñán
y Borda, nativo de la misma Cartagena. La acogida
en esta ciudad mitigó las dificultades del viaje; todos
los gastos de la operación de la expedición en Cartagena, corrieron por
cuenta de las autoridades y del
Consulado de Cartagena, recientemente instituido
para fomentar la labor de comerciantes, agricultores
e industriales, la apertura de vías de comunicación
y todo lo que tenía que ver con el desarrollo de la
ciudad.
Había entonces en Cartagena unos pocos hospitales: el hospital de San
Lázaro, donde llegaban
los leprosos de todo el virreinato, se encontraba
ubicado desde su fundación en las afueras de las
murallas, muy cerca al camino real; el hospital del
Espíritu Santo en Getsemaní y el antiguo hospital
bautizado como San Sebastián, bajo la advocación
del patrono de Cartagena, que ya había sido entregado a la comunidad de
San Juan de Dios y que,
por la época de la llegada de Salvany, se encontraba
en las instalaciones que habían sido del colegio de
los Jesuitas -en lo que hoy es el Museo Naval-, y comenzaba a conocerse
como el hospital de San Juan
de Dios. Seguramente, fue en este centro hospitalario donde le
ofrecieron una sala a Salvany para
desarrollar su proyecto, oferta que rechazó, como
parece que lo haría en posteriores oportunidades,
pues no quería que se asociara la vacuna con la idea
de enfermedad y muerte.
Junta y Plan de vacunación
En los primeros días de su estadía en Cartagena de
Indias, Salvany instaló la Junta de Vacunación y el
Plan de Vacunación, un instrumento que se constituiría en la guía para
todas las juntas que se instalarían posteriormente, y que entregó al
cabildo y a la
misma junta. El Plan es realmente una clara estrategia para manejar un
problema de salud pública. Inicia exaltando la vacuna y la necesidad de
extenderla
a todos los habitantes sin excepción, pero no solo los
actuales, sino que recaía sobre ellos la necesidad de
“
conservar y perpetuar este admirable
específico, con el que
a tan poco costo liberaremos a nuestros hijos y a nuestra
patria”. Traía después algunas ideas sobre la calidad
de las personas que deberían integrar la junta de vacunación, haciendo
énfasis en que deberían ser personajes muy notables localmente, para
que el resto
de la población –por la admiración que les profesaban- asumiera la
vacunación.
No tenemos evidencia, pero es posible que figuraran
en esa junta el médico Juan de Arias, protomédico
de la ciudad de Cartagena desde 1796 hasta 1815,
así como José Ignacio de Pombo y su hermano Manuel, que era entonces el
secretario del Consulado
de Cartagena. De hecho, en todas las siguientes localidades visitadas,
la vacunación se iniciaba con los
principales del lugar, sus hijos, empleados y esclavos.
Finalizaba su plan con algunas consideraciones sobre la labor que
tenían los miembros de la junta en la
formación de personas que pudieran administrar la
vacuna -entre los que llamaba “
curiosos”-,
como curas, maestros y matronas que, bien formados, podían
hacer bien la tarea. No hay datos concretos sobre el
número de vacunados en Cartagena y sus alrededores. Es de presumir que
una amplia porción de los
cerca de 17.000 habitantes de la época, la hubieran
recibido. Lo que sí está claro es que de Cartagena
partió el fraile Lorenzo Manuel de Amaya con rumbo a Panamá, acompañado
de tres niños que llevaban la vacuna. En Portobelo, vacunó más de 138
personas el primer día y, en la ciudad de Panamá,
vacunó cerca de 600 entre septiembre y octubre.
Salvany permaneció en Cartagena por espacio de un
mes y más adelante, el 24 de junio, decidió emprender de nuevo el viaje
con destino a Santa Fe de Bogotá, de modo que el Consulado de Cartagena
salió
nuevamente en su apoyo, al conseguir un grupo de
diez niños que llevasen el fluido.
Mompox y el río Magdalena
La expedición de Salvany llegó a Mompox el 31
de julio de 1804, donde acudieron masivamente
las gentes a los muelles para verlos llegar. Al día
siguiente fueron agasajados con un regio banquete
y, en el siguiente mes, se dedicaron a vacunar con
“
abundante concurso de gentes”.
Una vez aceptado el
plan de vacunación, el cabildo nombró la junta y posesionó como
secretario a uno de sus más notables
comerciantes de nombre Martín Germán de Ribón
y también a dos vacunadores que eran los dos sangradores de la ciudad.
Al parecer, no había entonces
en Mompox médico alguno que tomara a su cargo
el trabajo de la junta. Mientras vacunaban en Mompox, llegó la noticia
de la Expedición a oídos de Don
Juan de Carrasquilla, un español recientemente llegado a Antioquia,
quien envió a dos de sus esclavos
para que fueran vacunados y llevaran el fluido a su
región. No tuvo pocas dificultades Carrasquilla para
lograr vacunar en Antioquia, pues el gobernador
consideró imprudente enviar a dos esclavos a la ligera, estimando que
podrían introducir el contagio
a todo Medellín.
La salud de Salvany, ya precaria, comenzó a empeorar al iniciar el
viaje hacia Santafé; en el Magdalena,
posiblemente como resultado de una infección, perdió un ojo; pocas
semanas más tarde, se dislocó la
muñeca derecha, que le quedó totalmente inmóvil; a finales de octubre
llegó a Honda, de donde pasó a
Mariquita y Guaduas, y luego a Santafé en el mes de
diciembre de 1804. Aquí permaneció cerca de tres
meses, vacunó más de 56.000 personas y se entrevistó con José Celestino
Mutis, quien ya había oído
de Salvany, pues en carta del 20 de mayo de 1804,
registrada en el Fondo Documental Mutis del Real
Jardín Botánico de Madrid, José Ignacio de Pombo
le comunica a Mutis el naufragio del barco que traía
el virus para la vacuna desde España.
El 8 de marzo de 1805, Salvany partió con rumbo a
Ibagué, Cartago, Trujillo y la provincia del Chocó
hasta Popayán, donde sufrió una recaída de sus enfermedades,
particularmente de una posible tuberculosis. Sin haberse recuperado del
todo, tomó rumbo
a Quito, y estuvo vacunando en Pasto, Túquerres,
Patía, Herradura, Tulcán, Ibarra, Otavalo y Cayambe, hasta arribar en
Quito el 16 de julio. Tras una
amplia vacunación y el establecimiento de la Junta
Filantrópica, Salvany partió hacia Cuenca el 13 de
septiembre, pasando por las ciudades de Lacatunga,
Ambato y Riobamba.
La expedición ingresó luego en el Virreinato del Perú
y, el 23 de diciembre, llegó a Piura donde nuevamente se exacerban los
achaques de Salvany; empezando enero de 1806 continúa hacia Lima,
pasando por
Trujillo y Cajamarca. En Lima, Salvany permanece
más de cuatro meses; gracias a sus nexos científicos
con el sabio médico peruano Hipólito Unanue, la
universidad de San Marcos le otorga los títulos de
Bachiller, Licenciado y Doctor en Medicina. El viaje
de Salvany, de Lima a La Paz, dura alrededor de un
año; desde allí desarrolla un intenso plan de vacunación en lo que es
hoy Bolivia, por lo que se traslada
a Cochabamba donde, dadas sus dificultades económicas, solicita el
apoyo del presidente de la Real
Audiencia. Salvany muere en Cochabamba el 21 de
julio de 1810, esperando el apoyo solicitado.
La Real Expedición filantrópica de la Vacuna fue el
primer programa oficial de vacunación masiva en la
América española. Después de esa expedición, gracias a la colaboración
mundial, se logró vacunar a
toda la población y en 1980 la Organización Mundial de la Salud declaró
que había sido erradicada
la viruela en todo el mundo. Curiosamente, los dos
últimos casos de viruela del mundo (uno de ellos fatal), se presentaron
un poco antes, a finales de 1978,
en la Escuela de Medicina de la Universidad de Birmingham en
Inglaterra, cuando el virus escapó de
los laboratorios y una fotógrafa médica, Janet Parker, contrajo la
enfermedad y murió. Como resultado adicional, el responsable de este
laboratorio, el
Profesor Henry Bedson, se suicidó. Ya no hay, pues,
más casos de viruela en el mundo.
Referencias
1. La Real Expedición Filantrópica de
la Vacuna (1803-
1806). Cuad Hist Salud Pública [Internet]. 2006 Jun
[citado 2020 Jun 08]; Disponible en:
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0045-91782006000100013&lng=es.
2. Guerra F. Historia de la Medicina.
2 tomos. Madrid:
Norma; 1989.
3. Guerra F. Epidemiología americana
y filipina 1492-
1898. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo;
1999.
4. Van den Brule A. Los doctores
Balmis y Salvany contra el ministro de la muerte [Internet]. Jun 2016
[Acceso: 5 de junio de 2020]. Disponible en:
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2016-09-03/los-dres-balmis-y-salvany-contra-el-ministro-de-lamuerte_1254376/
5. Ramírez S, Tuells J. Reivindicando
a Salvany [Internet]. Ago 2006 [Acceso: 5 de junio de 2020]. Disponible
en: http://www.vacunas.org/reivindicando-a-salvany-hist/?print=print
Recibido: : 8 de Junio de
2020
Aceptado:
20 de Junio de 2020