Resumen
En las primeras dos décadas del siglo XXI, la humanidad ha sido
testigo de tres brotes de nuevos
coronavirus de origen zoonótico. Estas tres betas de coronavirus,
SARS-CoV, MERS-CoV y el más
reciente, el SARS-CoV-2, comparten un posible reservorio común, el
murciélago. De manera diferente, han llegado a infectar a los seres
humanos y han causado síndromes respiratorios severos: SARS,
MERS y la COVID-19, respectivamente, con diferentes tasas de letalidad.
En este artículo se describen
las características de cada uno de ellos y se comparan desde el punto
de vista biológico, epidemiológico
y clínico.
Palabras clave: Virus del SARS; MERS; COVID-19;
Coronavirus.
1 MD, MSc, PhD. Profesor titular de
Enfermedades Infecciosas y Medicina Tropical, Departamento de Medicina
Interna, Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia.
Vice-Presidente de Salud, Clínica Colsanitas. Miembro correspondiente,
Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
21ST CENTURY: THE CENTURY OF
CORONAVIRUS
DISEASES, SARS / MERS / COVID-19
Abstract
In the first two decades of the 21st century, humanity has witnessed
three outbreaks of new zoonotic coronaviruses. These three betas
coronavirus, SARS-CoV, MERS-CoV, and the most recent SARS-CoV-2, share
a possible common reservoir, the bat. Diff erently, they have come to
infect humans and have caused severe respiratory syndromes (SARS, MERS,
and COVID-19, respectively) with varying rates of fatality. This
article describes the characteristics of each one of them and compares
them from the biological, clinical, epidemiological point of view.
Keywords: SARS virus; Middle East Respiratory
Syndrome Coronavirus; COVID-19;
Coronavirus.
Introducción
En diciembre de 2019, se presentó un nuevo brote de
una neumonía de causa desconocida en Wuhan, provincia de Hubei en
China, al parecer, relacionada con
un mercado de frutos de mar y venta de animales vivos
(1). El 31 de diciembre fue notificada la Organización
Mundial de la Salud OMS) por parte del gobierno chino y rápidamente, el
7 de enero, se confirmó que este
nuevo brote era causado por un nuevo coronavirus, y
su secuencia se encuentra disponible desde el 12 del
mismo mes (2). La secuencia de este virus tenía cierta
similitud a otro virus aislado en el 2002, el SARS-CoV,
causante de un brote epidémico denominado Síndrome Respiratorio Agudo
Severo (SARS) (2).
Antes de continuar con la descripción del nuevo coronavirus
(SARS-Cov-2), es importante resaltar que
el siglo XXI, sin lugar a dudas, será recordado desde el punto de vista
de salud pública, como el siglo
de los coronavirus y, no es para menos, dado que las
tres primeras décadas, la humanidad ha sido afectada
por una nueva zoonosis: en 2002-2003, causada por
un nuevo coronavirus, el SARS-Cov; en 2012-2015, el
MERS-CoV; y desde 2019, el recientemente bautizado
por OMS como SARS-Cov-2. Es preciso señalar que
hay 4 coronavirus que usualmente infectan a los seres
humanos y son causantes de resfriados comunes insignificantes. A
continuación, me permito describir cada
una de estas epidemias con algunas de las diferencias y
similitudes entre cada una de ellas, no sin antes hablar
brevemente del agente causal.
¿Quiénes son los coronavirus?
Los coronavirus (CoV) son virus esféricos de 100-160
nm de diámetro, de tipo ARN de sentido positivo
monocatenario, con un tamaño entre 27-32 Kb, con
envoltura, que pertenecen a la familia Coronaviridae
(3). De acuerdo con la organización genómica y la relación
filogenética, los coronavirus se han clasificado
en la subfamilia Coronavirinae, que consta de cuatro
géneros: Alphacoronavirus (αCoV), Betacoronavirus
(βCoV), Gammacoronavirus (γCoV) y Deltacoronavirus (δCoV) (3).
Usualmente, los coronavirus humanos
(CoV H) Cov-HKU1, CoV-NL63, CoV-OC43 y CoV229E, están asociados con
síntomas respiratorios leves
en humanos. Al contrario, los tres beta coronavirus
causantes del SARS, MERS y COVID-19 (Cov-SARS,
Cov-MERS y SARS-CoV-2, respectivamente) producen una cuadro variado de
síntomas, que incluyen un
compromiso severo de predominio pulmonar con desenlaces muchas veces
fatales. Estos últimos tres, son
considerados zoonosis porque su reservorio principal
es un mamífero distinto al ser humano. Además, evolutivamente hicieron
un salto, de manera directa o indirecta, y no solo lograron infectar a
células humanas,
sino adquirieron la capacidad de transmitirse entre seres humanos,
aspectos claves para el éxito en la propagación. En la figura 1, se
describe la estructura de una
partícula viral clásica de este virus.
SARS-CoV y El SARS
EL SARS es una zoonosis causada por el SARS-CoV,
que apareció por primera vez en la ciudad de Foshán,
región de Yunnan (China), y rápidamente se generó un brote epidémico en
Guandong, en noviembre del
2002, que luego se extendió a 29 países, lo que causó
brotes en diferentes escenarios (conjuntos residenciales, hospitales,
viajes aéreos, entre otros) (4,5,6). El
15 de marzo del 2003, la OMS decretó una alerta a
nivel mundial, dada la aparición de brotes en varios
continentes, brotes asociados a viajes y transmisión
nosocomial, puesto que su pico de excreción viral se
presentaba, muchas veces, cuando el paciente ya se encontraba
hospitalizado (aproximadamente, al décimo
día). El saldo final, causado por este virus, fueron los
8.098 casos, de los que 774 fallecieron, es decir, con
una tasa de letalidad de 9,6% (6,7). Los murciélagos
fueron el origen del virus, pues son considerados los
reservorios naturales y, a través del paso por un reservorio
intermediario (los gatos de civeta), ocurrió la infección a los seres
humanos.
Figura 1. Esquema de una partícula viral de SARSCoV-2. Tomada y
modificada de los CDC.www.cdc.gov
Una vez el ser humano se expone a este virus, por medio de la unión
de la proteína S con el receptor de la
enzima convertidora de angiotensina (ACE 2), ingresa
a células humanas, lo que causa su infección y posterior replicación.
El periodo de incubación se estima en
5 días, pero puede variar en un espectro amplio desde
2 hasta 14 días (8). Desde el punto de vista clínico,
el virus se caracterizó por un cuadro de fiebre, tos,
ocasionalmente diarrea acuosa, con evolución rápida
a un deterioro respiratorio por neumonía bilateral y
con requerimiento de soporte ventilatorio en una tercera parte de los
casos, de los que aproximadamente
un 10% falleció (8). La mayoría de los pacientes que
fallecieron, tenían en común que presentaban comorbilidades. En la
tabla 1, se describen diveras características epidemiológicas y
biológicas, comparadas con
los otros nuevos coronavirus.
Tabla 1. Epidemiología y características de los coronavirus
causantes del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV),
síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS-CoV) y de la enfermedad
causada por el SARS-CoV-2 (COVID-19)
* Esta estimación es tomada de WHO para SARS y MERS y Referencia (28)
para COVID-19
** ACE 2: Enzima convertidora de la angiotensina humana 2; DPP4:
Dipeptidil 1 pedptidasa 4 humana
MERS-CoV y el MERS
El 23 de septiembre de 2012, la Organización Mundial
de la Salud (OMS) informó dos casos de un síndrome
respiratorio agudo con insuficiencia renal, asociado
con un nuevo CoV en dos pacientes del Medio Oriente y, paralelamente,
se anunció el primer caso de un
nuevo coronavirus en Arabia (9,10). Por la ubicación
geográfica, este nuevo cuadro clínico fue nombrado
síndrome respiratorio por Coronavirus del Medio
Oriente (MERS) en mayo del 2013 (11). Con rapidez,
la OMS comunicó la secuencia completa del genoma
y se estableció un método diagnóstico confiable, que
incluso permitió que retrospectivamente se confirmara
un brote asociado al CoV-MERS, en abril del 2012 en
Jordania (12,13). Rápidamente se fueron confirmando
casos en Europa y países de Oriente Medio, especialmente, del reino de
Arabia Saudita, Emiratos Árabes
Unidos, Jordania, Qatar, Omán, etc. (14).
A pesar de que también se considera una zoonosis y
que el origen de este coronavirus son los murciélagos,
a diferencia del SARS-CoV, el hospedero intermediario son los
dromedarios y, probablemente, con un salto
de especie al menos 30 años atrás, de acuerdo con los
estudios filogenéticos (3). Para el año 2015, ya se
describen casos importados en varios países, fuera de
la región de Oriente Medio, tanto en Europa como en
Estados Unidos y Asia (14) y, a la fecha, se ha confirmado su presencia
en 27 países (15).
Desde el punto de vista epidemiológico, se considera
que la persistencia de la epidemia está relacionada con
la repetición de transmisiones de dromedarios a humanos que están en
contacto frecuente con residentes en
la región. Además, se amplifica de persona a persona
en una transmisión que no se sostiene por un R0 <1,
pero se asocia a brotes durante la atención en salud y
grupos de contacto estrecho (14,16-17). La posible razón de este
comportamiento puede estar relacionado
con el momento de mayor transmisión (mayor excreción viral), que ocurre
varios días después de presentar
síntomas y, por ende, asociarse cuando ya se encuentra
hospitalizado (6,18-19). El periodo de incubación se
estima en 5,2 días, con un rango de 1,9 a 14,7 días, y
el 95% de los pacientes infectados tienen síntomas al
día 12 (14). De la misma forma que se observó en el
SARS y ahora en COVID-19, en los casos de MERS
hay un predominio de contagio en hombres y, aquellos
que presentan una edad mayor a 60 años o comorbilidades (hipertensión
arterial, enfermedad renal crónica, diabetes, obesidad), tienen mayor
riesgo de hospitalización y severidad clínica, asociado con un peor
desenlace clínico (14, 20).
En la actualidad, dado que el MERS sigue siendo una
enfermedad relativamente rara sobre la que los profesionales de la
salud tienen poca conciencia y escaso
conocimiento, sumado a que los síntomas de la infección por MERS-CoV
son inespecíficos, es posible que
cuando se presente un nuevo caso, fácilmente puedan
ocurrir brotes en los hospitales (21). Así mismo, dada
la relación epidemiológica del contacto con el dromedario, el MERS
seguirá circulando en aquellas áreas
en las que haya contacto estrecho de humanos con
dicho mamífero artiodáctilo, aunque seguirán apareciendo casos
importados alrededor del mundo.
SARS-CoV-2 y COVID-19
A fines de diciembre de 2019, se produjo un brote de
neumonía de etiología desconocida en Wuhan, provincia de Hubei (China).
Teniendo en cuenta la vigilancia establecida después del brote de SARS
de 2002-
2003, en el Hospital Wuhan Jinyintan, se recogieron
tres muestras de lavado broncoalveolar de un paciente
con neumonía de etiología desconocida, en las que se
descartó la presencia de MERS-CoV, influenza aviar,
influenza y otros virus respiratorios comunes (2,23).
Los ensayos de PCR en tiempo real (RT-PCR), en estas muestras, fueron
positivos para un virus pan-betacoronavirus. Rápidamente, se realizó la
secuenciación del genoma completo y, la alineación de la secuencia
de este genoma de longitud completa de este nuevo virus con otros
genomas disponibles de Betacoronavirus,
mostró una relación muy cercana con la cepa BatCov
RaTG13, similar al SARS tipo murciélago, con una
identidad del 96%. El 2019-nCoV es un β CoV del grupo 2B y, dada la
similitud en contrada con la secuencia
genética del SARS-CoV, ha sido nombrado SARSCoV-2 por la OMS (1). A
partir de estos análisis filogenéticos, realizados con disponibilidad
completa en
las secuencias del genoma, los murciélagos parecen
ser el reservorio del virus COVID-19 y, al parecer, los
pangolines, los hospedadores intermediarios (24,25).
A partir de estos casos iniciales de Wuhan, según la
OMS, en la actualidad existen cerca de 8 millones de
casos confirmados y 450.000 muertes, cifras que probablemente se
seguirán multiplicando vertiginosamente alrededor del mundo (26).
Algunas características que comparte el SARS-CoV-2,
con los dos descritos previamente, es la forma de transmisión (gotitas,
contacto y aerosoles), posible origen
zoonótico, periodos de incubación y manifestaciones
clínicas. En la tabla 1 se puede observar la comparación entre estos
tres virus y, a partir de ello, se puede
enfatizar que, aunque el periodo de incubación es similar, es posible
que las diferencias den el periodo infectante para el SARS-CoV-2, que
puede ser incluso 1 a
2 días antes de la aparición de síntomas; la posibilidad
de transmisión de la población asintomática, sumado
a una menor tasa de letalidad, facilita su propagación
(27). Aunque aún no se conoce con certeza su tasa de
letalidad, modelos predictivos calculan que puede ser
cercana a 1,5% en personas menores de 60 años y hasta 4,1% en los
mayores de 60 años (28). En principio,
conserva ciertas similitudes con el SARS, como: el receptor de entrada
a la célula (ACE 2), las manifestaciones clínicas (predominio de
síntomas respiratorios
y ocasionalmente gastrointestinales), más frecuente en
hombres, mayor tasa de complicaciones asociadas a la
edad y presencia de comorbilidades tales como hipertensión arterial,
obesidad, diabetes, enfermedad renal
crónica, hipotiroidismo, entre otras (2, 8,14, 29).
Específicamente para el COVID-19, aún no sabemos
cuál es la verdadera prevalencia de personas infectadas
que permanecen asintomáticas; en la literatura hay una
variedad de publicaciones que pueden oscilar entre 10
y 40%, dependiendo de la metodología realizada y la
población seleccionada (30). El verdadero espectro de
la enfermedad clínica, implica determinar: las proporciones de personas
infectadas que son asintomáticas;
quiénes son sintomáticos, pero aparentemente (para
otros) asintomáticos; quiénes tienen una enfermedad
similar a la influenza, neumonía focal o compromiso
respiratorio severo; y también las muertes. Lo que es
consistente en todos los países. Las proporciones de
gravedad han sido aproximadamente: del 80% leves a
moderadas; del 15% graves; y del 5% críticas (que requieren ingreso en
la UCI) (2, 29). Aproximadamente,
el 5% de todas las personas infectadas requieren hospitalización.
En casi todos los estudios realizados hasta la fecha,
los hombres son mucho más propensos a infectarse y a
tener peores resultados, en comparación con las mujeres. Robustos datos
sobre el espectro de enfermedades,
han surgido del experimento natural autónomo a bordo del crucero
Diamond Princess, donde ocurrieron
más de 700 casos entre 3.700 pasajeros (en su mayoría,
mayores) y miembros de la tripulación (en su mayoría,
más jóvenes). De estos casos, más de 380 fueron sintomáticos y más de
330 fueron asintomáticos (el 18% de
estos casos, nunca desarrollaron síntomas); entre los
casos sintomáticos, 37 requirieron cuidados intensivos
y 9 fallecieron (todos tenían más de 70 años) (30).
Hasta el 5% de los pacientes con COVID-19 han desarrollado el síndrome
de dificultad respiratoria aguda.
El manejo clínico involucra atención de apoyo, que incluye soporte
hemodinámico, oxígeno suplementario
y soporte de ventilación mecánica cuando esté indicado. Se ha
demostrado claramente la hipercoagulabilidad, incluida la embolia
pulmonar y el accidente cerebrovascular (hasta el 1% de los casos
hospitalizados;
incluso en personas jóvenes), y niveles muy elevados
de dímero-D. Se ha informado de un síndrome inflamatorio multisistémico
similar a la enfermedad de
Kawasaki, raro pero severo, en niños y adolescentes,
y se presenta con fiebre persistente, hipotensión, dolor
abdominal, compromiso cardíaco y marcadores inflamatorios elevados. El
tiempo de recuperación es de
aproximadamente 2 semanas para personas con enfermedad leve y de 3 a 6
semanas para personas con enfermedad grave o crítica, muchas de las
cuales requieren cuidados intensivos. Las secuelas de enfermedades
graves incluyen fibrosis pulmonar, lesión miocárdica,
arritmias, cardiomiopatía e insuficiencia cardíaca.
Por otra parte, los pacientes con COVID-19, con enfermedad típica de
leve a moderada (que representan más
del 90% de los casos), han demostrado que el virus
con capacidad infectante no puede aislarse después de
8 días de síntomas (31). Los datos de 129 pacientes
con COVID-19 grave o crítico, muestran que la duración de la
eliminación del virus infeccioso varió de 0 a
20 días (mediana de 8 días), después del inicio de los
síntomas. La probabilidad de detectar virus con capacidad infectante
cayó por debajo del 5% después de
15 días. Los pacientes graves o críticos, generalmente
requieren 30 o más días de hospitalización y convalecencia domiciliaria
prolongada. Estos nuevos datos
no tienen implicaciones para el regreso al trabajo o la
comunidad, para pacientes típicos. Para los pacientes
con enfermedades leves, el desprendimiento de ARN
viral de la saliva y las secreciones nasofaríngeas, está
en su valor máximo el día del inicio de los síntomas,
permanece alto durante aproximadamente 6 días, disminuye de forma
significativa en la segunda semana
de enfermedad y, generalmente, cesa en el día 14 (32).
El máximo de duración de la prueba de PCR nasofaríngea positiva es de
43 días, desde el inicio de los síntomas, y 28 días desde la resolución
de los síntomas.
El 19% de los pacientes son PCR positivos 2 semanas
después de la resolución de los síntomas, pero esto no
significa que la persona sea infectante (33). La eliminación del ARN
viral del esputo (tracto respiratorio
inferior), generalmente persiste durante 21 días desde
el inicio de los síntomas (más tiempo para pacientes
gravemente enfermos). La eliminación del ARN nasofaríngeo, fluctúa de
positivo a negativo en muchas personas y puede ser negativo durante 2 o
más días, antes
de ser detectable nuevamente. Tales fluctuaciones no
deben interpretarse como reinfección o recrudecimiento de la
replicación viral infecciosa.
Con respecto a la seroconversión de los pacientes con
COVID-19, la mayoría seroconvierten a la proteína
de la espiga del SARS-CoV-2. Los anticuerpos IgG se
desarrollan durante 7 a 50 días desde el inicio de los
síntomas, y 5 a 49 días desde la resolución de los síntomas. Las
medianas para títulos de anticuerpos más
altos, son: 24 días desde el inicio de los síntomas y 15
días desde la resolución de los síntomas. Por lo anterior, las pruebas
de anticuerpos deben realizarse al menos 3 a 4 semanas después del
inicio de los síntomas
y, al menos 2 semanas después, de la resolución de los
síntomas. No todos los ensayos de anticuerpos disponibles están
dirigidos a la proteína de pico de SARSCoV-2. La presencia simple de
anticuerpos en suero,
aún no se ha demostrado de manera definitiva, que sea
uniformemente efectiva contra la reinfección, pero la
mayoría de las personas con COVID-19 clínicamente
significativa desarrollarán anticuerpos neutralizantes
contra la proteína de la espiga del SARS-CoV-2. Los
datos están menos disponibles para la infección asintomática o leve.
La transmisión asintomática y presintomática entre
los contactos del hogar (rango estimado 46% –62% de
las transmisiones del hogar) es significativa, y la cuarentena de todos
los contactos del hogar es una estrategia de mitigación importante. No
se ha demostrado que la transmisión por aerosoles se produzca en la
comunidad. El posible papel de los sistemas de ventilación en
interiores en la propagación viral, sigue sin
estar claro. La transmisión en aerosol ocurre durante
los procedimientos médicos y, quizá más ampliamente, en entornos
hospitalarios (34). La transmisión fecal no parece ocurrir, a pesar del
desprendimiento de
ARN del SARS-CoV-2 en muestras de heces, durante
períodos prolongados después de la resolución de la
enfermedad (35).
Por otra parte, la secuenciación secuencial de más de
11.000 aislados virales a lo largo del tiempo, hasta la
fecha, indica una alta homología (pequeñas mutaciones en 10-20
ubicaciones). A pesar de las frecuentes
publicaciones teóricas en la literatura, no se han demostrado nuevas
mutaciones virales funcionalmente
significativas, aunque el virus ahora se puede dividir
en múltiples clados (S, G, V y otros) (36). Los clados
son útiles para rastrear el tiempo y las rutas de propagación del
SARS-CoV-2.
Con respecto a tratamientos y vacunas, hasta la fecha,
no hay un tratamiento efectivo que pueda se recomendado masivamente y,
es posible, que aparezcan algunas
alternativas para un subgrupo de pacientes. Mientras
tanto, con las vacunas se ha avanzado a pasos agigantados y en la
actualidad, hay dos estudios en fase 3, en
los que el mundo tiene centradas sus esperanzas.
Consideraciones finales
La posibilidad de otras zoonosis asociadas con coronavirus es alta y,
por lo tanto, es un desafío, no solo
evitar que aparezca con nuevas epidemias, sino mitigar las que ya están
presentes. Controlar una pandemia como la del COVID-19 resulta complejo
con un
R0 tan alto en condiciones normales, con un período
de incubación tan largo y con manifestaciones clínicas tan amplias. La
transmisión de persona a persona
en Wuhan, China, parece haber estado en curso desde
mediados de diciembre. El número reproductivo, R0
,
se estima en 2-3 durante los períodos pico de brote,
tanto por las autoridades en China como por múltiples estimaciones
externas. R0 mayor que 1 indica que
cada caso lleva a más de 1 caso posterior, lo que hace
que el control sea mucho más difícil y, en la actualidad, la mayoría de
los países están por encima de 1 o
lograron llevarlo a menos con confinamientos severos,
que no son sostenibles en el tiempo (38). El control,
solo se ha podido lograr reduciendo el R0 a menos de 1
con medidas de mitigación no farmacológicas, y a esto
se le deben sumar las dificultades en el diagnóstico y
de tratamientos efectivos.
Las lecciones aprendidas de los brotes de MERS y
SARS, pueden proporcionar información valiosa sobre cómo manejar la
pandemia actual. Otros países
pueden copiar las exitosas tácticas de respuesta a brotes de salud
pública del gobierno chino o coreano, en
medidas de mitigación no farmacológicas, desde el autocuidado como la
higiene de manos, el uso de tapabocas, el aislamiento selectivo, la
cuarentena, el distanciamiento físico y la contención de la comunidad,
de
acuerdo con la situación socioeconómica de cada país.
A medida que la pandemia continúa y se expande, aumentará la
experiencia y la literatura de investigación
de cada uno de los países.
Vale agregar nn comentario especial sobre los modelos, ya que son
herramientas útiles, pero dependen
de los supuestos en los que son construidos. Supuestos débiles, basados
en la falta de conocimiento significativo de un parámetro, en el
momento en que se
ejecuta el modelo, pueden cambiar drásticamente los
resultados. Varios supuestos en versiones anteriores de
los modelos actuales, se basan en datos disponibles del
brote de China; los datos de China se ven limitados
por la débil capacidad de pruebas diagnósticas y la verificación de
casos, y algunos componentes de datos
pueden ser parcialmente ficticios. Los supuestos sobre
las tasas de infección asintomática, no se apoyan en estudios de
anticuerpos basados en la población, y los
supuestos sobre la transmisión asintomática se basan,
principalmente, en la transmisión doméstica y no en la
transmisión comunitaria al azar.
Muchos de los modelos suponen tasas de transmisión
asintomáticas muy altas en la comunidad. Los modelos pueden
considerarse como bases para los peores
escenarios de planificación, dado el conocimiento de
las situaciones y la comprensión actual de las intervenciones
propuestas o en curso; los modelos deben repetirse con frecuencia a
medida que evoluciona el conocimiento. Las variables e intangibles
(para los cuales
no existen datos actuales), solo son posibles de incluir
en futuras ejecuciones del modelo en particular. El impacto de las
medidas de prevención y tratamientos no
farmacológicos -y cuando existan los farmacológicos
pueden aclarar futuras evoluciones de la pandemia-,
pruebas diagnósticas cada vez más precisas y un mejor
conocimiento de la inmunidad en los individuos recuperados dentro de
una comunidad, permitirán obtener
modelos más precisos.
En los países europeos que implementaron diversas
medidas de mitigación (cancelación de reuniones masivas; cierre de
espacios públicos, escuelas y centros de
cuidado infantil; o una política recomendada de quedarse en casa), para
el tiempo promedio desde la implementación del esfuerzo de mitigación
hasta el caso
diario, el número máximo fue de aproximadamente 3
semanas. Para aquellos países que implementaron una
política forzada de quedarse en casa, el tiempo promedio fue de 2
semanas. Un análisis separado (utilizando
datos de estudios serológicos) modeló las intervenciones no
farmacéuticas, incluidos el distanciamiento social y los bloqueos
nacionales, en Europa hasta el 4
de mayo de 2020, cuando algunos países comenzaron
a relajar las medidas nacionales de distanciamiento
social. Este estudio encontró que las intervenciones
pueden haber evitado aproximadamente 3,1 millones
de muertes por COVID-19 en 11 países europeos (38).
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Recibido: : 18 de Junio de
2020
Aceptado:
28 de Junio de 2020
Correspondencia:
Carlos Arturo Álvarez-Moreno
caalvarezmo@unal.edu.co