Resumen
Son muchas las enfermedades prevalentes que a lo largo del tiempo
han afectado a la humanidad, pero
quizás la tuberculosis es de las que nos acompaña desde el inicio de la
misma civilización, pues ha
presentado picos (epidemias) -como ocurrió en Europa desde inicios del
siglo XVII-, continuó durante
aproximadamente 200 años y fue conocida como la gran plaga blanca. La
muerte causada por esta
enfermedad en ocasiones es inevitable en países como el nuestro, donde
las condiciones propicias para
su propagación como la desnutrición, el hacinamiento, bajas condiciones
higiénicas y otras, influyen
de forma importante. Una situación agregada en las últimas décadas,
determinante en la progresión,
desarrollo y aparición de resistencia bacteriana, son los pacientes con
enfermedades inmunosupresoras como es el VIH, inclusive con frecuente
localización extrapulmonar. Es destacable el compromiso,
no solo de Colombia sino de muchos países en el mundo, que hacen el
esfuerzo para controlar la
enfermedad y erradicarla hacia el año 2035. Este plan es muy
importante, si tenemos en cuenta que el
46% de los casos se presenta en un grupo etario de máxima productividad
laboral. Se calcula que la
tercera parte de la población puede estar infectada por el bacilo
tuberculoso, con una mortalidad en
las últimas décadas de 2 a 3 millones de personas al año.
Palabras clave: Tuberculosis; Robert Koch; epidemia
europea; Plaga Blanca; vacuna BCG
1 MD. Especialista en Cirugía
General. Expresidente de la Asociación Colombiana de Cirugía.
Presidente de la Asociación de exalumnos de Medicina de la Universidad
Nacional de Colombia. Miembro correspondiente de la Academia Nacional
de Medicina de Colombia. Bogotá, Colombia.
TUBERCULOSIS: TIME WITHOUT TIME
Abstract
There are many prevalent diseases that have affected humanity over
time, but perhaps tuberculosis has accompanied us since the beginning
of the same civilization, presenting peaks
(epidemics) such as the one that occurred in Europe since the beginning
of the 17th century, continuing for approximately 200 years, being
known as “the great white plague”. Death
caused by this disease is sometimes inevitable in countries like ours
where the conditions
conducive to its spread, such as malnutrition, overcrowding, low
hygienic conditions, and others have an important influence. An
aggregate situation in the last decades, determining in
the progression, development and appearance of bacterial resistance,
are the patients with
immunosuppressive diseases such as HIV, even with frequent
extrapulmonary location. The
commitment not only of Colombia but of many countries in the world that
make the effort to
control the disease and eradicate it by the year 2035 is remarkable.
This plane is very important, considering that 46 % of cases occur in
the age group with maximum labor productivity. It
is estimated that a third of the population may be infected by the
tubercle bacillus, with mortality in recent decades up to 2 to 3
million people a year.
Keywords: Tuberculosis; Robert Koch; European
epidemic; White Plague; BCG vaccine.
Aspectos históricos
La tuberculosis es una enfermedad tan antigua como
la misma humanidad, si tenemos en cuenta que en las
momias egipcias ha habido hallazgos característicos
del llamado Mal de Pott, que no es más que el compromiso vertebral por
esta enfermedad. Igualmente, hay
descripciones similares en momias incas. Como agente etiológico, en
estos casos históricos no hay duda,
teniendo en cuenta que el bacilo se ha identificado utilizando estudios
actuales de tipo molecular (1).
En el código de Hammurabi, uno de los primeros
códigos de leyes escritos en la historia, en el imperio
Babilónico hacia 1750 a.C., hay referencia a una enfermedad pulmonar
crónica (1). Hipócrates de Cos,
padre de la Medicina, (460–370 a.C.) la describe con
el término de tisis o consunción. En la antigüedad se
consideraba como enfermedad hereditaria; así, Aristóteles (384–322
a.C.), Galeno (129–201 / 216), Avicena (980–1037), Fracastoro
(1478–1553) fueron los
primeros en hablar sobre el contagio y transmisión de
algunas enfermedades (3). No obstante, fue Morgagni
(1682–1771) quien cambió las leyes sobre la tuberculosis,
considerándola desde entonces como contagiosa
(4), además de origen infeccioso.
En 1720, por primera vez, el origen infeccioso de la
tuberculosis fue sugerido por el médico inglés Benjamin Marten (5).
Laennec (1781–1826), inventor del
estetoscopio en 1816, demostró que las fases (escrófulas, tubérculos y
tisis) correspondían a la misma enfermedad, y defendió la teoría
unitaria de ésta. Separó
a la tuberculosis de otras afecciones pulmonares y, en 1818, concluyó
que “no hay más tisis que la tuberculosis”. Habló del origen infeccioso
de esta enfermedad,
al adquirirla, y manifestó que se infectó y pidió cuidado en la
realización de las disecciones en los muertos
de tisis, “porque es contagiosa” (1). El médico francés
Jean Antoine Villemin (1827-1892), en el año 1869,
demostró en su laboratorio que la tuberculosis era una
enfermedad infecciosa, al inocular a conejos material
purulento de humanos infectados. En su publicación
“Etudes sur la Tuberculosis” describió la transmisión
de la enfermedad de humanos a conejos, de vacas a
conejos y entre los conejos (6).
Las variadas teorías en la antigüedad sobre las causas de la
tuberculosis, consideraban la enfermedad
de origen hereditario o, como tantos fenómenos no
comprendidos en la época, de origen sobrenatural (1).
Solo hasta la aparición de algunos filósofos con conocimientos en
Medicina, proporcionados por sus padres
(caso de Aristóteles, instruido por su padre, Nicómano), se empezó a
considerar su origen infeccioso.
Sin embargo, fue el alemán Robert Koch (Figura 1)
(1843–1910) quien en 1881 mostró sus estudios sobre
tuberculosis y el 24 de marzo de 1882 anunció el aislamiento del bacilo
causante de esta enfermedad (Figura 2). En su honor, este día se
instituyó como el “Día
Mundial de la Tuberculosis”. Koch demostró como
causante del carbunco infeccioso, al bacillus anthracis
y el bacilo causante del cólera. Fue galardonado con
el premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1905 (7).
No solo descubrió el bacilo, sino que descubrió una
tinción para identificarlo y lo cultivó en medios especiales (1). De
esta manera, desarrolló las bases de la
bacteriología moderna. Igualmente, describió la reacción retardada a la
aplicación intradérmica de productos del bacilo (fenómeno de Koch),
previamente sensibilizado, base de la reacción, prueba de la
tuberculina
(1), perfeccionada pocos años más tarde (en 1908) por
el francés Charles Mantoux (1877–1947) (8).
Figura 1. Robert Koch
Figura 2. Bacilo tuberculoso
En 1895 W. C. Roentgen descubre los Rayos X, lo
que significó un avance y un apoyo muy importante en el diagnóstico de
la enfermedad (9). Recordemos
la abreugrafía, que a algunos se nos practicó en la infancia, esa
técnica fluorofotográfica desarrollada por
el médico brasileño Abreu, consistente en pequeñas
radiografías pulmonares, para intentar detectar tempranamente la
tuberculosis y que sirvió como método
de tamizaje en muchas poblaciones (10). Los avances
tecnológicos en esta área nos han permitido contar con
radiografías de tórax más específicas y de mayor definición,
tomografía, resonancia, procedimientos invasivos guiados para toma de
muestras y/o biopsias, por
algunas de las imágenes mencionadas.
La tuberculosis, llamada también como “la capitana de la muerte” o “el
lento asesino de la juventud,
la promesa y el genio”, es una de las enfermedades
infecciosas más mortales de la historia (11, 12, 13).
La epidemia de tuberculosis en Europa, posiblemente
desde comienzos del siglo XVII y que continuó durante aproximadamente
200 años, era conocida como la
gran plaga blanca. La muerte causada por esta enfermedad era
inevitable. Situaciones propicias para su
propagación han sido las pobres condiciones higiénicas y sanitarias,
así como el hacinamiento, medio predominante en las ciudades europeas y
norteamericanas de aquella época.
Debe mencionarse la tuberculosis bovina producida
por el Mycobacterium bovis, teniendo en cuenta que
los reservorios naturales son los bovinos, bufalinos y
otros. El M. Tuberculosis y el M. Avium (Aviar), pueden infectar a los
bovinos. Los animales infectados
pueden transmitir la enfermedad a otros por las secreciones y
excreciones a través de los alimentos, pastos,
agua, suelos. Igualmente, los animales pueden contagiar al ser humano
mediante el contacto directo con
animales contaminados o aerosoles producidos en los
beneficiaderos, por el consumo de leche no pasteurizada o sus derivados
crudos (14).
Posterior a los estudios e identificación del bacilo por
Robert Koch, origen infeccioso que no admite dudas, se han identificado
otra serie de aspectos, entre
ellos, algunos factores hereditarios. Algunos estudios
muestran el alto número de personas infectadas por el
Mycobacterium tuberculosis; sin embargo, solo un 10
% aproximado de ellas desarrollan la enfermedad en
forma activa, pues los demás son portadores asintomáticos, lo que
evidencia variaciones genéticas en el gen
ASAP1, asociadas a la susceptibilidad al desarrollo de
la enfermedad, a través de los macrófagos y células
dendríticas (18). Otros estudios más recientes relacionan la severidad
de la enfermedad con la IL-17.
Aspectos epidemiológicos
La tuberculosis (TBC) es una de las principales causas
de muerte por enfermedades infecciosas a nivel mundial.
Aproximadamente, la tercera parte de la población
mundial (calculada para el 2020 en más de 7.700 millones de habitantes)
puede estar infectada por el bacilo
tuberculoso. En los últimos años se vienen presentando
más de 8 a 10 millones de personas enfermas nuevas,
con una prevalencia entre 16 y 20 millones de enfermos,
una mortalidad de aproximadamente el 10% y hasta el
20 % de ellos, y con un incremento en las últimas décadas de 2 a 3
millones de personas al año (19). Teniendo
en cuenta que pacientes con enfermedades inmunosupresoras, como por
ejemplo el V.I.H., adquieren tuberculosis, es claro que en un organismo
comprometido en
su sistema inmunológico, la enfermedad presenta una
forma severa que los lleva a la muerte (31), además frecuentemente con
resistencia a los fármacos utilizados
en su tratamiento. La resistencia del bacilo, ha llevado a
un incremento de la mortalidad.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta, son
los años perdidos en las personas afectadas por la enfermedad, puesto
que más del 75% de los enfermos están entre los 15 a 54 años, época de
mayor productividad del ser humano. Además de las consecuencias por
la enfermedad, debe agregarse los meses de incapacidad requeridos para
el tratamiento mismo, calculados
en más o menos 4 meses por paciente, es decir, una
pérdida del 25% de la capacidad de trabajo e ingresos
anuales. Estas cifras se mantienen en países subdesarrollados, con
altos índices de pobreza y desnutrición,
además del hacinamiento producto de lo mencionado
con anterioridad. Un aspecto muy importante es el
desplazamiento poblacional (migrantes) por muchos
factores conocidos. Hemos mencionado la importancia de presentar
comorbilidades como enfermedades
inmunosupresoras (VIH), pero también el desarrollo
de cáncer y el hábito de fumar.
Tuberculosis en América y Colombia
En América se reportan las primeras evidencias sobre la
enfermedad entre los años 750 a.C. y 100 d.C. en la cultura Paracas (en
quechua, significa “lluvia de arenas”
causada por el viento), importante civilización precolombina del
antiguo Perú, pero es preponderante el hallazgo del bacilo en la momia
de un niño inca del año
900 d.C. Igualmente, se ha documentado su presencia
en esqueletos hallados en Sonoma, California, Nazca
(Perú) y en Arizona. La duda es si la tuberculosis nos
llegó con los conquistadores, aunque se considera que
ya existía con una cepa menos virulenta (20, 21).
En Colombia se describe el origen de la tuberculosis
posiblemente asociado a la agricultura (22, 23). En un
cementerio Muisca prehispánico en Soacha se hallaron
7 casos con lesiones compatibles con la enfermedad, al
igual que un caso en la Mesa de los Santos, Santander
(23, 24). Entre 1875 y 1914 se presentó la epidemia de
tuberculosis pulmonar en Bogotá (23, 25), con cifras
alarmantes de mortalidad (hasta el 30%), lo que motivó
la creación de la Ley 66 de 1916 y, por ende, pabellones especiales
para los pacientes con tuberculosis, en los
hospitales más importantes del país (23).
Posteriormente, se dictaron otras medidas como el
Acuerdo 33 de 1917 de la dirección de Sanidad de
Colombia, para disminuir el riesgo de contagio, entre
ellas, la guerra contra los esputos. La Ley 15 de 1925
ordenaba que en cada hospital departamental de las
diferentes capitales debería tenerse un pabellón destinado a los
pacientes tuberculosos incurables. Igualmente, se menciona la
construcción de sanatorios en
donde se determine la enfermedad. Recordemos que
el hospital santa Clara inició su construcción en 1942
y la Fundación Hospital San Carlos en 1941, y más
adelante, hacia 1948, se dio inicio a la hospitalización.
Luego se inició la construcción de otros sanatorios antituberculosos en
otras ciudades. Estas instituciones,
en años posteriores, cuando se consideró la curación
de los enfermos con tratamientos ambulatorios, desaparecieron y/o se
convirtieron en hospitales generales.
Considerando la Tuberculosis como un problema grave de salud pública,
todas las políticas implementadas
para tratar de controlar su propagación y proliferación
de la enfermedad cada año y el plan proyectado desde el año 2016 con el
objetivo estratégico “Colombia
hacia el fin de la tuberculosis”, buscan reducir considerablemente la
incidencia de esta enfermedad para el
2025. Sin embargo, según cifras del Instituto Nacional
de Salud (INS), cada año se presentan en promedio
14.000 nuevos casos (aproximadamente 38 diarios).
En el año 2018 se presentaron 14.420 casos, con 66 %
en sexo masculino y el 27 % en mayores de 60 años.
Infortunadamente, las características ecoepidemiológicas y
socioambientales de nuestro medio, hacen
propicio una alta incidencia y la persistencia de la
transmisión en poblaciones vulnerables como los habitantes de calle,
migrantes y niños, así como en cárceles
y pueblos alejados, donde es difícil tanto el diagnóstico
como el tratamiento y su seguimiento, a pesar de que
el tratamiento de esta enfermedad es gratuito en Colombia (26).
Algunos aspectos de diagnóstico y
manifestaciones
El cuadro clínico siempre será sugestivo, aunque los
síntomas son muy variables, y puede tardar en aparecer varios meses o
aún años, pero debe orientar a
considerar esta posibilidad diagnóstica. Algunos síntomas pueden ser
pérdida de apetito y de peso, fatiga, tos
sanguinolenta o esputo purulento, fiebre persistente,
sudoración nocturna, dolor torácico. La tuberculosis
pulmonar incluye a la TBC laríngea y miliar. Siempre
es muy importante la búsqueda de pacientes sintomáticos respiratorios,
para su detección tempranamente,
sobre todo en aquellos con contactos de enfermos tuberculosos, grupos
poblacionales vulnerables, pacientes con inmunosupresión o menores de
15 años (30).
La tuberculosis extrapulmonar, que afecta otras estructuras u órganos,
incluirá otros síntomas según el área
afectada: dolor pleurítico y algunos de los síntomas generales (23,
27). Cuando hay compromiso ganglionar
se presentarán adenopatías, que pueden crecer y evolucionar
crónicamente incluso hasta su fistulización
con drenaje de material caseoso (27). El compromiso
genito-urinario puede manifestarse con disuria, polaquiuria, hematuria,
dolor en flanco. Puede encontrarse
piuria con cultivos negativos. El compromiso genital
puede causar infertilidad, dolor pélvico crónico, abscesos y, en el
hombre, orquiepididimitis y prostatitis (27).
A nivel óseo puede comprometer la columna, la cadera
e inclusive las rodillas, o articulaciones (27). El sistema
nervioso central puede afectarse manifestándose con
cefalea, signos meníngeos, convulsiones y signos de
focalización (27). Podemos encontrar TBC intestinal,
peritoneal o compromiso hepático, simulando cuadros
de lesiones metastásicas o tumorales localizados (28).
La tuberculosis miliar o enfermedad diseminada puede presentarse en
cualquier paciente que presente la
enfermedad, pero se ha observado con más frecuencia en pacientes
inmunocomprometidos como los
pacientes con infección por el V.I.H. (23, 27). Es interesante que,
desde la antigüedad, se describieron muchos de los síntomas presentados
por los pacientes,
tal como lo hizo el médico romano Areteo de Capadocia (120-200 d.C.) en
el primer volumen de su obra
“Sobre las causas y los síntomas de las enfermedades”, en el que
describió, entre otros, la febrícula, la
diaforesis, el síndrome general y las características de
la expectoración (29).
Como se ha dicho, la prueba de tuberculina es un medio diagnóstico que
se ha utilizado por cerca de un
centenar de años en los pacientes sospechosos, y en
programas de tamizaje. Debe tenerse en cuenta que
los pacientes vacunados seguramente serán positivos,
al igual que pacientes en contacto con otras mycobacterias, al
compartir el PPD y algunos productos proteínicos con el Mycobacterium
tuberculosis. Recordemos
que la tuberculosis, como infección, produce una respuesta inmune de
hipersensibilidad retardada.
Frente a la sospecha de un paciente con la enfermedad, por sus
manifestaciones clínicas y radiológicas
(radiografía de tórax, TAC torácico), debemos llevar
a cabo la confirmación mediante estudios microbiológicos -a partir del
esputo inducido, (cultivos en medio
líquido)-, moleculares e histopatológicos. Pueden requerirse estudios
invasivos como la broncoscopia, tomando muestras bronquiales y
alveolares, con lavado
bronquial y broncoalveolar.
La baciloscopia seriada (3 muestras) con identificación
del bacilo en el esputo, en caso de la TBC pulmonar,
infortunadamente se identifica en menos de la mitad
de los pacientes con la enfermedad activa, teniendo por
lo tanto una baja sensibilidad. En ocasiones se requiere
toma de jugo gástrico en ayunas, sobre todo en menores. El cultivo,
igualmente con porcentajes muy bajos de
positividad, crece lentamente en los medios, aunque en
la actualidad con algunas modificaciones se puede obtener el
crecimiento de la mycobacteria en mucho menos
tiempo, pero persistiendo en positividad baja.
Las pruebas moleculares sirven para identificar el ADN
del bacilo tuberculoso, mutaciones por resistencia a
medicamentos, tales como PCR (reacción en cadena de
polimerasa) y LIPA (line probe assay). En caso de sospecha de
tuberculosis extrapulmonar se puede requerir
radiología, ultrasonografía, TAC o resonancia nuclear
magnética, además de los estudios bacteriológicos.
Igualmente, puede requerirse coloración con Ziehl-Neelsen. Otra prueba
que podríamos requerir es el ensayo
de liberación de interferón. Puede determinarse el ADA
(adenosina deaminasa) en líquidos, tales como líquido
pleural, meníngeo y de otras serosas.
Algunos aspectos sobre el tratamiento
El hombre se ha ocupado de esta enfermedad crónica que, muy
posiblemente, acompaña al ser humano
desde su comienzo y evolución. Debemos mencionar
inicialmente, que el hombre primitivo consideraba que todos los
fenómenos que no comprendía se regían por
poderes sobrenaturales. Así, la creencia predominante
era que la tuberculosis, al igual que otras enfermedades, era causada
por los malos espíritus y su tratamiento se basaba en rituales mágicos,
variables según las
distintas culturas.
Por su concepción de enfermedad de origen mágico o
por los malos espíritus, se trataba con rituales y, en épocas
posteriores, los tuberculosos tampoco se libraron
de los tratamientos habituales en esos tiempos: sangrías, sanguijuelas,
vomitivos y lavativas (1, 15, 16). Es
entendible esta teoría en la antigüedad, e incluso años
después, por el desconocimiento del origen infeccioso
y del contagio como una de las vías de transmisión (1,
16, 17). Derivado de esta concepción, en algunos grupos poblacionales
persisten tratamientos primitivos,
muchas veces, influenciados por sus curanderos.
Areteo de Capadocia, en una de sus obras titulada “De
la curación de las enfermedades crónicas”, describe algunas propuestas
terapéuticas similares a las de Plinio,
a las que añade la ingesta abundante de leche (29). Un
aspecto muy importante en el manejo de esta patología a lo largo de
todas las medidas implementadas
para intentar su curación, que si no lo lograba por lo
menos disminuiría la propagación, fue la construcción
de sanatorios y hospitales exclusivos para su hospitalización y
aislamiento. En nuestro medio, debemos recordar la importancia que
tuvieron hospitales como la
Fundación San Carlos, el hospital Santa Clara y otros
en diferentes ciudades de Colombia. En las últimas décadas, muchos de
ellos han virado a hospitales generales y otros lamentablemente
desaparecieron.
Finalmente, los resultados del tratamiento completo
deben tener 3 o más cultivos negativos con intervalos
de por lo menos 30 días durante los últimos meses de
su tratamiento. Pueden presentarse los fracasos en el
tratamiento, por no negativización o después de haberse negativizado se
encuentra positivo, por presencia de
resistencia de cepas del bacilo a medicamentos, reacciones adversas,
presencia de baciloscopias positivas o
no mejoría clínica (30).
Algunos de los medicamentos utilizados son Rifampicina (R), isoniacida
(H), Pirazinamida (Z) y Etambutol (E). En caso de resistencia
bacteriana a algunos de los medicamentos, se agrega Levofloxacina,
Bedaquilina, Linezolid, Clofazilina, Cicloserina /
Terizodona, y otros. Los tratamientos requieren continuarse durante
varios meses hasta la negativización.
No debe olvidarse la importancia de la profilaxis con
trimetoprim-sulfametoxasol en aquellos pacientes en
quienes coexiste la tuberculosis y el VIH, en relación
con los niveles del conteo del CD4. Esto, sin olvidar la
importancia del tratamiento concomitante con medicamentos
antirretrovirales.
Debe destacarse la importancia de medidas higiénicas,
aislamiento mientras el paciente permanezca positivo:
una vez el control bacteriológico sea negativo, mejoren
las condiciones generales, disminuya la tos y expectoración, y persista
en el tratamiento, debe suspenderse
el aislamiento. Muy importante erradicar el uso del
cigarrillo (30).
Prevención
La primera vacuna, fue introducida en 1921 en Francia, denominada BCG
(Bacillus Calmette y Guérin),
en reconocimiento a sus descubridores (Albert Calmette y Camille
Guérin); es una vacuna viva atenuada
bacteriana, derivado purificado del Mycobacterium
bovis, aplicada en forma intradérmica en el brazo izquierdo. En
Colombia, se administra en el recién nacido (30).
El desarrollo de una vacuna eficaz sería la única forma
de erradicar esta enfermedad en un futuro. Esta posible vacuna debería
tener características de la vacuna
existente (BCG), en cuanto al bajo costo, seguridad, prevención de la
enfermedad en las personas no expuestas con anterioridad a la
vacunación. Conociendo
el genoma del Mycobacterium tuberculosis, no es difícil esperar el
desarrollo de una nueva vacuna.
Conclusiones
La tuberculosis es una enfermedad crónica que acompaña a la humanidad
desde miles de años a.C. y hasta
los tiempos actuales. Seguramente, estará presente por
muchos años más antes de lograr erradicarla… Tuberculosis, tiempo sin
tiempo. En la actualidad, continúa
siendo una de las diez primeras causas de mortalidad
en el mundo. Según cifras de la O.M.S., en el año 2018
se presentaron más de 10 millones de enfermos con
una mortalidad cercana al 12% de ellos. La aparición
de enfermedades que comprometen al sistema inmunológico (por ejemplo el
VIH/SIDA), hace susceptibles a esta población incrementando su
mortalidad y
un problema mundial serio, la aparición de cepas resistentes a los
medicamentos.
En nuestro medio, el 46% de los casos se presenta en
grupos activos laboralmente (entre los 29 y 59 años),
con aproximadamente 1.000 muertes anuales (tasa
de 2 muertes por 100 mil habitantes), de ahí que sea
considerado un problema de salud pública. Pero en
Colombia y muchos países del mundo, problemas
como la vulnerabilidad social, la desnutrición, el hacinamiento, el
fumar cigarrillo, la drogadicción, la dificultad para acceder a
servicios de salud en algunos
habitantes, enfermedades crónicas como el VIH y la
poca adherencia de algunos pacientes al tratamiento
que incrementan la resistencia a los medicamentos de
cepas del Mycobacterium, son aspectos que dificultan
grandemente su control efectivo.
Por lo mencionado, se requieren acciones decididas y
continuadas para tratar a los pacientes enfermos, proteger sus núcleos
familiares, mejorar las condiciones
de salud, disminuir y controlar el hacinamiento que no
solo se da en poblaciones carcelarias, sino en la población con
condiciones deprimidas de salud.
Por lo tanto, nuestro país, aprovechando las nuevas
tecnologías, debe avanzar en el Plan estratégico hacia
el Fin de la Tuberculosis 2016 – 2025 (31), fortaleciendo las medidas
de prevención y el control de la enfermedad hasta lograr la eliminación
y contribuir al plan
de acabar la epidemia global de tuberculosis en el año
2035 (32).
Finalmente, debo mencionar que este artículo no pretende ser un tratado
sobre tuberculosis. El objetivo ha
sido destacar la importancia de una enfermedad que
ha sido epidémica y que ha acompañado a la humanidad a lo largo de su
existencia, cuyo propósito actual
es intentar su eliminación. Para mí, como Cirujano
General, ha sido fascinante incursionar en aspectos
históricos de una enfermedad de predominante manejo clínico. En algunas
oportunidades he tenido que
tratar pacientes con derrames pleurales que requieren
abordaje quirúrgico, al igual que algunos casos con
obstrucción o perforación intestinales. No he pretendido reemplazar, de
ninguna manera, a los médicos especialistas que enfrentan diariamente
la tuberculosis.
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Recibido: : 3 de Junio de
2020
Aceptado:
20 de Junio de 2020
Correspondencia:
Oswaldo Borráez Gaona
oborraezg@gmail.com