Resumen
Durante los últimos 200 años, se han generado siete pandemias de cólera
y su origen se indica hacia
1817. Desde entonces, se han documentado incontables brotes, como el de
1991-1994 en América
del Sur y, más recientemente, el de 2016-2020 en Yemen. Aunque ya están
bien reconocidos los mecanismos asociados a la propagación del cólera,
por el momento, escapa a la comprensión por qué
los brotes ocurren en algunos escenarios, mientras en otros paralelos
no. La falta de tratamiento de
las heces humanas y del agua potable, facilita enormemente su
propagación. Se ha encontrado que
los cuerpos de agua sirven como reservorio, y los mariscos permiten la
expansión de la enfermedad.
Entre 1816 y 1923, las primeras seis pandemias de cólera ocurrieron,
consecutiva y continuamente,
a lo largo del tiempo. El aumento del comercio, la migración y la
peregrinación, promovieron su
transmisión. Al final de este período (particularmente entre
1879-1883), se desarrollaron importantes
avances científicos hacia el tratamiento del cólera: la primera
inmunización por Pasteur, el avance de
la primera vacuna y la identificación de la bacteria Vibrio cholerae
por Filippo Pacini y Robert Koch.
Las epidemias ocurrieron después de diversas guerras, disturbios
civiles o desastres naturales, cuando
el suministro de agua y alimentos se contaminó con el patógeno, y
también, debido a las condiciones
de vida abarrotadas y por el saneamiento deficiente. Se estima que las
muertes en la India entre 1817 y
1860, durante las tres primeras pandemias del siglo XIX, superaron las
15 millones de personas. Otros
23 millones murieron entre 1865 y 1917, durante las siguientes tres
pandemias. La séptima pandemia
se originó en 1961, en Indonesia, y estuvo marcada por la aparición de
una nueva cepa, apodada “El
Tor”, que aún persiste en algunos países en desarrollo. Aquí, abordamos
una revisión completa de la
historia del cólera, desde una perspectiva global hasta la
representación de la infección en el entorno
regional y local.
Palabras clave: brote; epidemias; cólera; Vibrio
cholerae; vacuna; cultura popular
![](https://revistamedicina.net/index.php/Medicina/article/download/1517/version/1442/1920/7360/dots.png)
1 Médico ginecólogo y epidemiólogo.
Miembro de Número y Secretario general, Academia Nacional de Medicina.
Bogotá, Colombia.
2 Médico ginecólogo. Miembro
Correspondiente Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
3 Médico reumatólogo. Miembro de
Número, Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
CHOLERA
Abstract
Seven cholera pandemics have occurred in the past 200 years, with the
first pandemic originating in India in 1817. Additionally, there have
been many documented cholera outbreaks,
such as a 1991–1994 outbreak in South America and, more recently, the
2016–20 Yemen
cholera outbreak. Although much is known about the mechanisms behind
the spread of cholera, this has not led to a full understanding of what
makes cholera outbreaks happen in some
places and not others. Lack of treatment of human feces and lack of
treatment of drinking
water greatly facilitate its spread. Bodies of water have been found to
serve as a reservoir, and
seafood shipped long distances can spread the disease. Between 1816 and
1923, the first six
cholera pandemics occurred consecutively and continuously over time.
Increased commerce,
migration, and pilgrimage are credited for its transmission. Late in
this period (particularly
1879-1883), major scientific breakthroughs towards the treatment of
cholera develop: the first
immunization by Pasteur, the development of the first cholera vaccine,
and the identification
of the bacterium Vibrio cholerae by Filippo Pacini and Robert Koch.
Epidemics occurred after
wars, civil unrest, or natural disasters, when water and food supplies
become contaminated
with the pathogen, and also due to crowded living conditions and poor
sanitation. Deaths in
India between 1817 and 1860, in the first three pandemics of the
nineteenth century, are estimated to have exceeded 15 million people.
Another 23 million died between 1865 and 1917,
during the next three pandemics. The seventh pandemic originated in
1961 in Indonesia and
is marked by the emergence of a new strain, nicknamed “El Tor”, which
still persists in some
developing countries. Here, we present a complete review of the history
of Cholera, from a
global perspective to the representation of the infection in the
regional and local environment.
Keywords: outbreak; epidemics; cholera; Vibrio
cholera; vaccine; popular culture.
Introducción
El cólera es una enfermedad infecto-contagiosa caracterizada por
diarrea profusa, masiva, aguda y deshidratante, con deposiciones
semejantes al agua de arroz
y depleción rápida de líquidos y electrólitos intra y
extracelulares; es causada por la presencia del Vibrio
cholerae en el intestino delgado y tiene tendencia a ser
epidémica (1). Las manifestaciones clínicas, son debidas a una
enterotoxina proteica excretada por la célula
bacteriana. La severidad de la enfermedad varía ampliamente. En su
forma más severa,
cholera gravis,
el
paciente puede perder hasta 1 litro de heces diarreicas
por hora. Si el volumen perdido no es repuesto, el cuadro puede
progresar en 6 a 8 horas a colapso circulatorio y shock; éste puede
generar falla renal aguda. La
acidosis severa resultante de la pérdida de bicarbonato
por la diarrea, exacerba el shock y la falla renal, pudiendo ocasionar
la muerte de forma rápida (2).
El género
Vibrio es uno de
los cuatro géneros que conforman la familia
Vibrionaceae, sus miembros son
habitantes naturales de las aguas y el ambiente marino. El
Vibrio cholerae es una
bacteria Gram negativa, en forma
de bacilo, aerobia o anaerobia facultativa, fermentador
de glucosa, oxidasa positiva y portador de un flagelo que incrementa su
movilidad. Las cepas de
Vibrio
cholerae que producen enterotoxina, causan el cólera
epidémico; las que no la producen se designan cepas
no epidémicas, aunque pueden causar diarrea. Dos serogrupos del
Vibrio cholerae,
O1 (al cual pertenece el
biotipo El Tor) y el O139, tienen potencial epidémico y
son responsables del cólera endémico. La bacteria tiene dos reservorios
conocidos: los humanos (que pueden ser portadores asintomáticos) y las
aguas (dulces
o marinas). Los seres humanos se infectan a través de
aguas contaminadas, usadas para beber o preparar alimentos, y (cuando
son asintomáticos) pueden expulsar la bacteria por las heces por una a
dos semanas (3).
La enfermedad se adquiere por vía fecal-oral, pues una
persona se puede enfermar al beber agua contaminada
o al ingerir alimentos mal lavados o mal procesados
que contengan la bacteria. La fuente de contaminación
más importante son las heces de las personas infectadas que tienen
contacto con el agua potable, de ríos
o mares. El cólera es común en países pobres, donde
no se dan las condiciones sanitarias adecuadas para la
población, ni un buen tratamiento de las aguas.
A lo largo de la historia, el cólera ha acompañado y devastado
segmentos importantes de la población en todo
el planeta y, por ello, su comportamiento epidemiológico y clínico ha
sido objeto de numerosos estudios y publicaciones. Se calcula que el
cólera es endémico en más
de 50 países, además afecta a 3-5 millones de personas
por año, y es causante de más de 100.000 muertes (4).
Historia
Para efectos de este texto, se dividirá la historia de la
enfermedad en dos secciones: la primera sección, irá
desde la antigüedad hasta 1923 (final de la sexta pandemia); la
segunda, irá desde 1923 hasta la actualidad.
Primera sección
El término
cholerae morbus
(del latín
chole: bilis y el
griego
morbus: enfermedad),
atribuido a Hipócrates y
Galeno, data de la “Medicina humoral” y, al parecer,
describía un cuadro gastrointestinal que no puede asegurarse que
correspondía al cólera.
En cuanto a las plagas, la más devastadora que asoló el
mundo griego fue la peste de Atenas, que se propagó en
el año 428 a.C., y fue narrada por Tucídides en su obra
“La guerra del Peloponeso”. Marco Aurelio fue víctima
de la primera epidemia (peste Antonina, narrada en otro
capítulo de esta obra), y en Roma, por esta causa, llegaron a morir en
el siglo III d.C. cerca de 5.000 personas al
día. Se cree que el fracaso de Justiniano en restaurar la
unidad imperial en el Mediterráneo, se debió en parte,
al efecto de la plaga, que disminuyó sus ejércitos. La
epidemia que azotó a casi todo el continente europeo,
la Peste Negra, ocurrió entre 1347 y 1350, y contribuyó
a desencadenar o agravar la crisis económica y social
que vivió Europa desde mediados del siglo XIV hasta
fines de la centuria siguiente (6). Hay casi unanimidad,
en cuanto a que el cólera tuvo su origen en la India,
específicamente, en la región del delta del Ganges. Es
sabido que los hindúes, desde tiempos muy antiguos,
han considerado sagrada el agua del Ganges y, en sus
orillas, se reúne una cifra incalculable de personas que
afirman que el agua les purifica y lava sus pecados, lo
que ha inducido a llevar hasta el río, incluso a enfermos
y moribundos. Después, al morir, arrojan al río sagrado sus cenizas.
Los peregrinos también beben esa agua
contaminada por desagües sin filtrar y se la llevan a casa
en botellas. Así, se transmite la enfermedad hasta los
lugares más apartados.
Exploradores europeos (portugueses, holandeses, franceses y británicos)
describieron, entre 1503 y 1817, epidemias que hubieran podido
corresponder, al menos algunas, a cólera (7,8); vale la pena anotar que
algunos
síntomas (vómitos, diarrea) son comunes a muchas enfermedades.
La palabra cólera, fue conocida en el idioma inglés (
cholera) desde principios del siglo
XVII, cuando Philemon
Holland (1601) describió una enfermedad que “purgaba incesantemente por
arriba y por abajo” (9,10). Sir
William Wilde, en sus “Tables of Death” contenidas
en el censo de Irlanda de 1841, observó que el
cholera
morbus “ha sido nativo en Irlanda en el siglo XVIII,
pero su ocurrencia fue insignificante, comparada con
la “temida visita” de cólera asiática de 1832-1833”
(Primera pandemia). Ahora bien, dichos episodios de
cholera morbus también
conocido como cólera europeo,
inglés, irlandés, de verano o bilioso, fue probablemente
gastroenteritis, que ocurrían con frecuencia en verano
e, inclusive, producían epidemias (10,11).
Primera pandemia
(1817-1823)
En el año 1817, posterior a una época de torrenciales lluvias, estalló
una grave epidemia -de lo que ya
se identificó por su cuadro clínico como cólera- en
Bengala, que produjo en la primera semana, más de
20.000 muertos. Al alcanzar la populosa ciudad de
Calcuta por el río Ganges, se diseminó por toda la
India y rápidamente se extendió a Nepal y el sureste
asiático (Borneo, Sumatra e Indochina) y además, se
propagó en 1821 y 1822 a China y Japón, con lo que
alcanzó el Medio Oriente (Siria) y el suroeste de lo que
hoy es Rusia. El invierno de 1823-1824, fue particularmente severo, y
eso contribuyó a que la pandemia
decayera y cesara la transmisión de la enfermedad en
ese año. Esa pandemia fue denominada en su época
como “Cólera asiática” y, en la actualidad, se reconoce como la primera
pandemia (8,12).
Segunda pandemia (1829-1851)
La segunda pandemia, entre 1826 y 1851 comenzó
también en India; rápida y agresivamente se extendió
por Asia, Europa y África (5). En 1832, llegó a las costas americanas
procedente del Viejo Mundo en barcos
que llegaban a Canadá y penetró así, al interior de
ese país; simultáneamente, apareció en Estados Unidos (13,14). En ese
mismo año, se evidenció en toda
América del Norte, América Central (Cuba, México,
Guatemala, Nicaragua, Panamá, Jamaica) y América
del Sur (Colombia, Guyana, Brasil y Uruguay) (15).
A nuestro país ingresó en enero de 1849 por el puerto
de Colón, en Panamá, según el doctor Domingo Arosemena, testigo de
excepción, quien atendió el primer
caso en la ciudad de Panamá que, a la sazón, hacía
parte de la Nueva Granada (16).
Una excelente descripción de la afectación de esta
segunda pandemia (de manera especial porque en la
primera parte, se presenta y describe nuestro país, específicamente
Cartagena) la encontramos expresada
así: “en América, el primer brote de cólera se detectó
en Cartagena de Indias. Unos pescadores estaban mar
adentro y amanecieron muertos, lo que supuestamente
desató la epidemia. Más tarde, se daría el diagnóstico médico: “cólera
morbo”. La peste se diseminó por
toda la ciudad y los fallecimientos masivos obligaron
a las autoridades a cavar una fosa común. En la desesperación, cada
cierto tiempo, se disparaban cañonazos
para supuestamente purificar el aire con el humo de la
pólvora. Se dice que en Cartagena, aproximadamente
la tercera parte de la población murió. Producto del
desconocimiento y la histeria reinante, se manejó muy
mal la enfermedad” (5). Don Salvador Camacho Roldán, lo describe así:
“murió una cuarta parte de la población por esta causa: de sus diez mil
habitantes de
entonces, fallecieron dos mil cuatrocientos afectados
por el cólera morbo” (16). Cuando el cólera asiático
invadió Europa en 1830, se llegó a proponer la teoría
de que el corazón se comprimía por una fuerza centrípeta y que se debía
disminuir su esfuerzo mediante la
sangría, así, a las víctimas del cólera, se sumaron los
enfermos que morían desangrados. Para evitar en lo
posible el contagio, se crearon cuadrillas en los pueblos, que
recorrían las calles para recoger los cadáveres, pero las familias
intentaban ocultar durante días
los fallecimientos, ante el temor de que enterrasen a
alguien sin estar muerto” (5).
Es importante anotar que para entonces, no se conocía
con certeza la causa ni el modo de transmisión de esta
enfermedad, y ello dio lugar a especulaciones, a menudo
pseudocientíficas. Una corriente, los “
contagionistas”,
sostenía que el cólera se adquiría por el contacto
con el enfermo o con sus vestidos y pertenencias. Es
así como abogaban por medidas sanitarias drásticas,
como cuarentenas de buques, encierro de los enfermos
en lazaretos, y la quema de sus ropas y enseres. Otra
corriente postulaba la teoría “miasmática”, la que
creía que ciertas condiciones atmosféricas, en especial
los vientos, transmitían de un lugar a otro los “miasmas”, esto es,
vapores tóxicos emitidos por materia en
descomposición, que “transportaban” el cólera de un
lugar a otro (5,17). Este concepto “miasmático” prevalecía desde el
siglo XIV, con la idea de que las basuras,
los materiales putrefactos y los desechos, producían
“miasmas” que el viento llevaba de un lugar a otro,
propagando la enfermedad.
Tercera pandemia (1852-1859)
Esta pandemia también tuvo su origen en India y afectó Asia, África,
Estados Unidos, México y las islas del
Caribe. En 1854, entró a Suramérica por Venezuela y
alcanzó Brasil. En esta pandemia, descollaron dos figuras que
aportaron, en gran medida, al conocimiento
y control de la enfermedad: John Snow y Filippo Pacini.
John Snow, nació en York el 15 de marzo de 1813 y
murió en Londres el 16 de junio de 1858. En 1844,
obtuvo su grado de Doctor en Medicina por la Universidad de Londres y
estableció su consulta de médico
general y obstetra en la zona londinense de Soho, en
donde se presentó un grave brote de cólera en 1854
(18). Snow observó que la mayoría de las muertes
se localizaban en el vecindario de la bomba de agua
de Broad Street, contaminada por materia fecal. Por
insistencia de Snow ante las autoridades sanitarias,
éstas quitaron el manubrio de la bomba y, tanto los
casos como las muertes, disminuyeron drásticamente.
Snow escribe textualmente: “a raíz de esta epidemia,
debemos concluir que la cantidad de materia mórbida necesaria para
producir el cólera es inconcebiblemente pequeña…” (19). Snow es
considerado el padre
de la Epidemiología, ya que introdujo el concepto de
“tasa”, al observar que el riesgo de enfermar se da en
función de una relación entre el número de afectados
y el número de expuestos, y además, desarrolló la idea
del factor de riesgo, que es la base del pensamiento
epidemiológico moderno. La tasa es un concepto de
probabilidad estadística y es la base del raciocinio epidemiológico
(18).
Filippo Pacini, nació en Pistoia el 25 de mayo de 1812 y
estudió Medicina en la entonces afamada
Scuola Medica Pistoiense. Desde
1847 hasta su muerte, fue profesor
de Anatomía en la universidad de Firenza (20). El 10
de diciembre de 1854, Pacini leyó en una sesión de la
Società Medico-Fisica di Firenze,
su memoria
Observazioni
microscopiche e deduzioni patologiche sul cholera asiático.
Sus conclusiones fueron: que la causa del cólera son
los vibriones, que encontró en grandísima cantidad en
el líquido intestinal de tres de los cuatro casos de fallecidos de
cólera, cuyas muestras de sangre, vómitos,
líquido intestinal, deyecciones y fragmentos de tejido
del estómago, intestino delgado e intestino grueso, estudió con el
microscopio; que “la primera y principal
condición patológica del cólera”, es el desprendimiento parcial del
epitelio superficial del intestino delgado; que el cólera es una
enfermedad contagiosa, que
se trasmite de individuo a individuo, de país a país y
que viaja “por todo el mundo” (20,21). Fascinante resulta que, varias
décadas antes del descubrimiento del
Vibrio por Roberto Koch, Pacini ya había observado
e identificado las bacterias, y reparado en el daño que
causaban sobre la mucosa intestinal. No fue valorado tal aporte en su
época. Al parecer, era un ser humano
especial: “Filippo era persona pía y caritativa” (20,22).
“Nunca se casó, y se hizo cargo constantemente de
dos hermanas gravemente enfermas”. “Gastó todo su
dinero asistiendo a sus hermanas y sosteniendo sus
propios estudios. Falleció muy pobre el 9 de julio de
1883” (20,23).
Cuarta pandemia (1863-1879)
Se originó también en India. Se extendió hasta Europa,
Asia y América, en particular, las islas del Caribe, México, Cuba,
Chile y Paraguay. En 1873 y 1874, afectó
el sur del continente y Estados Unidos. En 1867, esta
pandemia fue especialmente cruel con los ejércitos que
libraban la guerra de Paraguay contra la triple alianza (Argentina,
Brasil y Uruguay), y contribuyó a los
200.000 muertos, que produjo esta conflagración en el
bando paraguayo. En 1871, la fiebre amarilla también
afectó los ejércitos participantes en esa guerra.
Quinta pandemia (1881-1896)
Originada en India, es de las más trascendentales en la
historia de la enfermedad porque se identificó por vez
primera el germen causal, Vibrio cholerae O1 clásico,
por parte de Robert Koch. Se extendió por Europa,
Asia, África y América (Estados Unidos, Argentina,
Brasil, Chile y Uruguay). En Europa, permaneció prácticamente confinada
a Francia, Italia y España. Entre
1892 y 1894, produjo la cuantiosa suma de 800.000
muertes (5).
Robert Heinrich Hermann Koch nació en Clausthal,
Reino de Hannover, el 11 de diciembre de 1843-BadenBaden y murió en el
Gran Ducado de Baden, Imperio
alemán, el 27 de mayo de 1910. Estudió Medicina en
la Universidad de Götingen. Desde sus inicios, mostró
interés por la Bacteriología y, por ello, trabajó en el carbunco y en
la introducción de las cajas de Agar y de
Petri (24). En 1881, promovió la esterilización de los
instrumentos quirúrgicos mediante el calor. Descubrió
el germen
Mycobacterium tuberculosis
en 1882, lo que le
dio fama mundial, ya que dicha enfermedad ocasionaba una de cada siete
muertes en Europa. En 1883,
trabajando en Egipto, descubrió el germen causante del
cólera en el agua de una laguna contaminada en Egipto;
le denominó “Kommabacillus”; fue hasta 1965 que la
bacteria recibió el nombre de
Vibrio
cholerae. En 1891,
se convirtió en Profesor Honorario de la Facultad de
Medicina y director del Instituto Prusiano de Enfermedades Infecciosas
(renombrado como Instituto Robert
Koch en su honor). Recibió el premio Nobel de Medicina en 1905. De gran
importancia son los postulados de
Koch, que afirman que para establecer que un organismo sea la causa de
una enfermedad, éste debe:
- Estar presente en todos los casos en los que se examine la
enfermedad, y ausente en organismos sanos.
- Poder ser preparado y mantenido en un cultivo
puro.
- Tener la capacidad de producir la infección original, después de
varias generaciones en un cultivo.
- Poder inocularse en animales y ser cultivado de
nuevo.
Adicionalmente, formó una brillante generación de investigadores que
descubrieron los organismos responsables de la difteria, el tifus, la
neumonía, la gonorrea, la
meningitis cerebroespinal, la lepra, la peste pulmonar, el
tétanos y la sífilis, entre otros, usando sus métodos (25).
La quinta pandemia provocó en Rusia 800.000 muertes
en 1892 (26). Alcanzó Nueva York, a través de un barco italiano, e
incluso llegó al sur del continente donde
ocasionó una alta mortalidad, especialmente en Chile.
Sexta pandemia (1889-1923)
La sexta pandemia comenzó en el subcontinente Indio
y se extendió por África, Asia Menor y Europa. Esta pandemia no llegó a
América. Durante la primera guerra mundial, entre los meses de julio a
septiembre de
1915, el ejército austro-húngaro registró 26.000 casos,
con 15.000 muertes (5). En los años de la primera guerra mundial
(1914-1918), el movimiento de tropas favoreció la diseminación de la
enfermedad. Importante
en esta pandemia fue el hallazgo hecho por Gotschild,
del
Vibrio cholerae O1, El
Tor, en Sinaí, Egipto, en 1905.
Al inicio, fue considerado no patógeno hasta que atacó
después en Islas Célebes, con carácter epidémico, y se
volvió preponderante desde entonces (5). La cuarta,
quinta y sexta pandemias no llegaron a Colombia.
Segunda sección
Treinta y ocho años vivió el mundo libre de las pandemias del cólera.
Terminada la sexta, en 1923, por casi
cuatro décadas desaparecieron los grandes brotes, no
así las condiciones que a la enfermedad le son propicias. Por variadas
circunstancias, la pobreza y las deficiencias sanitarias persisten o se
exacerban, haciendo
del cólera un peligro latente. Pensemos que alrededor
de 1.800 millones de personas en el mundo viven expuestas a la
infección, por agua contaminada con heces (27).
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ha estimado que el cólera es
padecido por 1,3 a 4 millones
de personas al año, y causa en ese mismo lapso, entre 21.000 y 143.000
muertes (28). Las notificaciones,
que debieran ser la fuente más creíble, adolecen de un
notable subregistro. Grande es la discrepancia entre
las estimaciones y las notificaciones. En su Weekly epidemiological
record (No. 48 del 2018), la OMS señala:
“En 2015, un total de 172.454 casos de cólera y 1.304
muertes fueron reportados a la OMS por 42 países. [...]
Sin embargo, por varias razones, los números informados representan
solo una fracción de los casos que
ocurren. El subregistro puede deberse a la falta de instalaciones de
diagnóstico, a la vigilancia y notificación
inadecuadas de la enfermedad, y al temor del impacto
económico en el comercio y el turismo, si se informa
el cólera”.
La séptima pandemia, una pandemia larga que rebasó
el medio siglo y aún continúa (29), comenzó en Asia,
en la isla Célebes (Indonesia), en 1961 (28,36) y, 10
años después, llegó a África y Europa (28,26) y, en
1991, a América (28). Entre sus brotes más grandes se
cuentan los del Congo, Haití, Yemen y Zimbabue (30).
Primer período
De Célebes, el cólera pasó a la India y se propagó por
el Medio Oriente (26); llegó a Corea, China, Taiwán
y Filipinas en 1963; a Pakistán, Afganistán, Irán, Rusia e Irak en 1966
(31); y por vía aérea llegó a África,
en 1970, -donde afectó particularmente a Nigeria- y
a Europa, donde sufrió una propagación lenta y extensa (26). Italia fue
particularmente golpeada en 1973
(26,31). En la siguiente década los casos disminuyeron, pero aumentaron
los países (31). Comenzando el
siguiente decenio, en enero de 1991, la pandemia llegó
a América. Ese mismo año, se presentó una nueva ola
en África, que se propagó por 21 países (31).
Segundo período
Los años 1991 y 1992 fueron los más críticos de la pandemia en el siglo
pasado. En 1991, a la OMS le fueron
notificaron 322.000 casos, de los que el Perú aportó
55% (322.000) (31). Le siguieron Nigeria (59.478),
Ecuador (46.320) y Nepal (30.648). A pesar del gran
número de personas afectadas en el Perú, su mortalidad fue baja, 0,9%;
en África, en cambio, ascendió a
9,1% (31).
En 1992 hubo mayor propagación y más casos:
461.783. De ellos, el 76,6% en América y la mayoría
en el Perú; así también, 19,7% en África y 3,5% en
Asia (31). En octubre de ese año, el brote estalló en la
India, en diciembre en Bangladés y en junio de 1993 en Tailandia (31).
Estos nuevos brotes hicieron pensar
más en una nueva pandemia, la octava, que en una
nueva ola de la que se presentaba desde 1961 (31),
como lo sugirieron, entre otros, D. L. Swerdlow y A.
Ries, en artículo de
Lancet
en 1993 (32).
A favor de la teoría obraba, más que las estadísticas
de cólera del período 1991 a 1992, -que superaban en
número de casos y países a las de 1961-1990 (31) y se
explicaban por las guerras, desplazamientos, pobreza
y deterioro de indicadores sociales y sanitarios (31)-,
la aparición, en diciembre de 1992, en Bangladés, de
una gran epidemia que en 3 meses informaba 107.297
casos y 1.473 fallecimientos, indistinguible del cólera
y causada por un V. cholerae no O1, que no correspondía a ninguno de
los 138 serogrupos hasta entonces
conocidos (33). Se propuso para la cepa inesperada,
con enterotoxina prácticamente idéntica a la del cólera
y con potencialidad pandémica, un nuevo serogrupo:
el Bengala, O139, (33). Con el tiempo, la idea de la
octava pandemia desapareció, y la séptima se sigue
prolongando hasta nuestros días.
La pandemia por regiones
Asia
El sur de Asia, ha padecido de forma particular la
pandemia (27). Sin embargo, los informes de casos y
brotes dejan mucho que desear (34), pues no dan idea
de la magnitud de la pandemia y las cifras oficiales
son muy inferiores a las reales. Para el informe de la
OMS del 2015, Asia notificó 64.590 casos (38,5% de la
carga mundial) (34). Afganistán, el país más afectado,
aportaba el 90% de los infectados (34). Estimaciones
más reales, calcularon que 29% -es decir, 377.000 a
1.160.000- de los casos anuales del mundo, se daban
en el sudeste asiático (34). Tratando de dilucidar la
real situación del cólera en Asia, Anna Lena López y
más de una docena de colaboradores de varios países
asiáticos, investigaron en diferentes fuentes, y en “
Cholera in selected countries in Asia”
(Vaccine 2020; 38) dieron
a conocer la situación entre el 2011 y 2016, en Bangladés, Camboya,
Filipinas, India, Malasia, Nepal, Pakistán, Tailandia y Vietnam (34).
En Bangladesh, el Instituto de Epidemiología de Control e Investigación
de Enfermedades, estimó 450.000
casos anuales de cólera hospitalizados y 4.500 muertes
(34). Por ausencia de pruebas confirmatorias, en Camboya, la mayoría de
los reportados fueron sospechosos
y oscilaron anualmente entre 287.330 y 363.078 casos.
El brote del 2009 y 2010 tuvo alta letalidad: 3% (34).
En la India, el promedio anual de casos fue de 5.964
y 174 muertes (34). En Malasia, país libre de cólera
endémico en la mayor parte de su territorio, tuvo un
promedio de 264 casos anuales (34). En Nepal, donde
el cólera sí es endémico, el promedio fue 3.883 sospechosos y 148
confirmados al año (34). Todos los
grupos de edad fueron afectados (34). En Pakistán el
promedio anual fue de 592 casos (34). En Filipinas, ese
promedio fue de 760 (34). En la primera década del
presente siglo, el cólera disminuyó en Tailandia, los
brotes fueron más costeros y el promedio anual en el
período referido (2011-2016) fue de 88 casos (34). En
Vietnam, el cólera declinó desde 1991 y, aunque tuvo
brotes del 2017 al 2010, no tuvo, al parecer, casos de
cólera en el 2012.
África
El África subsahariana, sobre todo República Democrática del Congo,
Kenia, Mozambique, Nigeria, Somalia y Tanzania, ha sido la región del
continente con
mayor número de casos (41,3%) y muertes (74,6%),
explicables por la baja disponibilidad de agua potable
y facilidades sanitarias (27).
Europa
En el Viejo Mundo, la séptima pandemia afectó principalmente a Europa
Oriental y el sur de Europa (35).
Tomando en consideración el reporte de casos a la
OMS de 15 países europeos, que incluye a la URSS,
en el período 1981-1990, la mayor cantidad de casos
la tuvieron Rumania, 270; Francia, 93; Reino Unido,
60; Unión Soviética, 49, y España, 31 (35). El mayor
número se presentó en 1990, con 349 casos de los 541
de la década (35). Década en la que los casos europeos
solo fueron 0,08% de los del mundo -648.659- (35). En
1990, hubo casos en la URSS meridional y se informaron, por primera
vez, en el delta del Danubio, en
Rumania (35).
Oceanía
En Oceanía se notificaron brotes de la enfermedad en
Tuvalu y Chuuk (Estados Federados de Micronesia)
en 1990 (35).
Latinoamérica
El cólera, que no había tocado a Latinoamérica en el
siglo XX, llegó a la región en la última década de la
centuria (36). Llegó a Chankay y Chimbote (Perú), en
enero de 1991 (31,37,38); desde allí, se propagó a todos los países de
Centro y Suramérica, en corto tiempo, a un ritmo de un país por mes
(37). Fue la expresión en América de la séptima pandemia. En el Perú,
tras los brotes de Chankay y Chimbote, la enfermedad
se propagó rápidamente por la costa y el norte del país,
en pocas semanas llegó a las regiones de la Sierra y
la Selva (31). En el primer año hubo 322.562 casos
y 120.000 hospitalizaciones (26); hasta 20.000 casos
hubo por semana (26). Trasmitida por pescadores, la
enfermedad pasó del Perú a Ecuador en febrero, y de
Ecuador a Colombia en marzo (26,31). A través del río
Amazonas, en el mes de abril, arribó a Brasil (26), y
ese mismo mes llegó a Chile (31). Le siguieron Bolivia,
América Central y México, a mitad del año (26).
En el primer año de la pandemia, hubo en la región
396.536 casos, los que fueron disminuyendo paulatinamente (26). Así, en
1992 descendieron a 358.174, en
1993 a 210.972, en 1994 a 127.187 y en 1995 a 75.690
(26). De esta manera, en 5 años de pandemia en Latinoamérica, los casos
se aproximaban a 1.200.000, con
morbimortalidad mayor que la de Asia y África (26).
Desde el quinquenio siguiente, las cifras fueron inferiores a los
25.000 casos -salvo un pico de 57.312 en
1998 (26) -, y tan bajos como 13 casos en el año 2006,
y 8 en el 2007 (26). En el período 1991-2008 el Perú,
con más de 700.000 casos, fue el país más afectado; en
Colombia sumaron 40.000 casos (26).
En el 2010, reemergió la epidemia en América Latina, con 179.571 casos
notificados que ascendieron a
361.214 en el 2011 (38). Los picos más altos de mortalidad de la
pandemia le correspondieron a Haití
-39,55 por 100.000 habitantes en el 2010- y Perú -13,1
en 1991-; la tasa más alta para Colombia fue 0,61 en
1991 (38). De Estados Unidos, solo disponemos de información que da
cuenta de casos esporádicos: 1 en
1973, en Texas; 8 en 1978, en Luisiana, y 16 en 1981
nuevamente en Texas (5).
Colombia
Colombia comenzó a participar en la séptima pandemia en 1991, cuando el
primer caso fue confirmado en
Tumaco, el 10 de marzo de ese año (36,37). El cólera
se propagó por la Costa Pacífica por los ríos Cauca y
Magdalena (37). Afectó, principalmente, a los departamentos costeros
-Atlántico y Pacífico- y llegó hasta
la isla de San Andrés (36). Su expansión en el país fue
lenta, de Sur a Norte, (37) y tardó alrededor de un año
para llegar a la Costa Atlántica (37).
Las autoridades de salud conformaron, dos meses antes de su llegada y
tras haberse confirmado su presencia en el Perú, el Comité Nacional de
Lucha Contra el
Cólera, coordinado por el director del INS (36). El primer paciente, un
hombre de 58 años, llegó al choque,
fue atendido en el Hospital Regional de San Andrés de Tumaco y fue dado
de alta, tras recibir más de 40 litros
de líquidos parenterales como parte del tratamiento
(36). Casi dos semanas después se conoció el segundo
enfermo, luego los casos fueron más frecuentes, y al
año, las notificaciones ascendían en la ciudad a 2.090
(36). La letalidad, de 1,3%, se debió más que al fracaso
de la Medicina, a la falta de atención médica (36). En
Salahonda, al norte de Tumaco, con aguas para consumo humano con
contaminación fecal, la aparición de
la enfermedad fue explosiva, pero no falleció ninguno
de los 72 enfermos (36).
A mediados de agosto de 1991, el cólera llegó al norte de Colombia
-Turbo, Antioquia-, y se propagó por
Urabá (36). Ese mismo mes llegó a los departamentos
de Bolívar y Córdoba, al mes siguiente a Sucre, Magdalena y Atlántico,
y en noviembre, a la Guajira y San
Andrés (36).
El cólera, alcanzó en el país su pico mayor en el primer
periodo epidemiológico de 1992, a partir del que hubo
un descenso constante, hasta hacerse casi imperceptible la enfermedad
desde 1999 (37,39). En la primera
onda epidémica 1990-1993, se produjeron 30.696 casos, -16.800 en 1991,
13.287 en 1992 y 609 en 1993-
y también 464 fallecimientos, con una letalidad de
1,52%. (37,39). La Costa Pacífica fue la más afectada
(36), debido a sus condiciones sanitarias. Los departamentos no
costeros fueron los menos afectados (36),
entre estos, el mayor número de casos se dio, en orden
descendente, en Tolima, Santander, Huila y Amazonas (36). El 60% de los
enfermos fueron de sexo masculino y, por edades, los grupos más
afectados fueron
el de 14 a 44 años (51%) -en el que se encontraban las
personas económicamente más activas y expuestas- y
el de 45 y más años (26%).
Un extenso estudio de cepas, llevado a cabo por el
INS hasta ese momento, demostró que en Colombia el
99,1% de ellas fueron del serotipo Inaba (37). Los casos continuaron,
hubo una nueva onda epidémica en
la que los casos se incrementaron entre 1994 y 1997:
996 casos ese año, 1.922 casos en 1995 y 4.428 casos
en 1996 (39). A partir de 1998, el cólera disminuyó
-442 casos- y prácticamente se extinguió: 20 enfermos
en 1999, 1 en el 2000, 2 en el 2004 y desde entonces
ninguno (39). Así que el país ha estado prácticamente
libre de cólera en el nuevo milenio, pues los dos casos
del 2004 no fueron autóctonos, fueron detectados en
dos marineros asiáticos. (26,39). Desde el inicio de la
pandemia y hasta la actualidad, se han presentado en
Colombia 40.015 casos (26,39).
Brotes en el siglo XXI
En la década actual, el cólera sigue siendo epidémico
y endémico. Los brotes como los de Haití y Yemen,
que representan los primeros, son los que más llaman
la atención y más conquistan los titulares de los medios. El cólera
endémico, de más bajo perfil, existe en
más de 50 países (28,29), está presente, sobre todo,
en el África subsahariana, y en el sur y el sudeste de
Asia (40). Estas dos presentaciones del cólera pueden coexistir en un
mismo lugar. Un estudio en población africana, mostró un aumento de
incidencia de
0,3/10.000 en la endemia a casi 20/10.000 en tiempos
de epidemia (40).
A pesar de los adelantos del milenio, la tasa de letalidad de los
brotes, lejos de disminuir aumentó. En el
2009 osciló entre el 1 y el 9% en la mayoría de ellos,
y en algunas regiones llegó al inaceptable 50%. Mortalidad asociada en
gran medida con las condiciones
económicas y sanitarias, pero también con la virulencia del agente
causal (29). Las cifras oscilan entre las
notificaciones y las estimaciones. Aunque en el 2011
solo se notificaron en el mundo 589.854 casos y 7816
muertes en 58 países, la OMS estimó entre 3 y 5 millones, la cifra real
de infectados (26).
Richelle Charles y Edward T. Ryan en analítico estudio sobre el cólera
en el siglo XXI, centraron su atención en la prolongación de la séptima
pandemia que,
con brotes en África, Asia y el Caribe, demostraba
que no había disminuido (29). A su agente causal, el
V. Cholera O1 El Tor -y sus cepas híbridas-, que reemplazó al biotipo
clásico de las seis pandemias anteriores (29,40), lo relacionaron con
esa evolución: el
Tor es más letal, más competitivo, capaz de persistir
en reservorios acuáticos, causar enfermedad endémica
y brotes más prolongados, y cada vez más resistente a
los antimicrobianos (29).
Entre los brotes del nuevo milenio se pueden mencionar el del 2007 en
Irak, con 30.000 casos (26); el del
2008 en Guinea Bissau, con 8.000; el del 2009 en Zimbabue, con cerca de
5.000 muertes (26); obviamente,
los de Yemen del 2011 y 2016 y el de Haití del 2010,
serán reseñados con mayor detalle. El de Zimbabwe
comenzó en el 2008, duró un año, afectó a más de
100.000 personas y ocasionó más de 4.000 muertes.
El de Haití comenzó en octubre del 2010, nueve meses
después del terremoto, se extendió a República Dominicana, Cuba y
México (26). Probablemente llegó a La
Española procedente de Nepal (26), y aprovechó sus
malas condiciones sanitarias y económicas. En 3 años,
hasta el 2013, Haití registró 682.573 casos y 8.330 fallecidos (26). En
noviembre del 2010, el cólera llegó a
República Dominicana, en el 2012 a Cuba y en septiembre del 2013 a
México (26,41). Las estadísticas de estos
países contagiados fueron de magnitud menor (26,41).
Tal fue el peso de la epidemia en Haití, que los casos
de cólera en África, que en ese momento representaban 90% de los del
mundo, terminaron por constituir
menos de 50% (26). La cepa involucrada fue la V. cholerae O1, biotipo
El Tor, serotipo Ogawa (41). Simultáneamente con la epidemia de Haití,
se presentaron
brotes en Camerún, Chad, Níger y Nigeria, países de
África Central (26).
El brote de Yemen comenzó a finales de septiembre
del 2016, 5 años después de su último brote mayor,
consecuencia de la guerra civil y el colapso del sistema
sanitario (27,30). Aunque se aplacó, tras su máxima
expresión en diciembre de ese año, en abril del siguiente apareció una
segunda ola (27,30) que creció
a un ritmo de 5.000 casos al día (27). Contabilizaba,
en agosto del 2017, un total de 527.000 casos y 1.997
muertes (27). Al sobrepasar, en el 2018, el millón de
casos sospechosos, se convirtió en la mayor epidemia
de cólera documentada de los tiempos modernos (30).
Aún persiste.
En el 2018, fueron informados a la OMS un total de
499.447 casos de cólera y 2.990 muertes (42) por 34
países. La letalidad fue de 0,6% (42). Del total referido,
371.326 casos y 505 muertes fueron de Yemen -datos
imprecisos, según la OMS-. El total de casos de cólera
en el 2018 fue 60% más bajo que en el año precedente,
situación atribuida a la reducción de casos en Yemen,
República Democrática del Congo, Somalia y Sudán
del Sur (42). Fue la menor cantidad de casos reportados en todo el
mundo desde el 2004, año en que hubo
101.383 con 2.345 muertes (42).
En el 2018 la cifra de casos, muertes y mortalidad por
regiones fue la siguiente: Asia -13 países-, 374.888, 512
y 0,14% respectivamente; África -16 países-, 120.652,
2.436 y 2%; América -4 países-, 3.906, 42 y 1,1%;
Oceanía, 1 caso en Nueva Zelanda, y Europa no reportó casos (42).
En África el país con mayor número de casos fue Nigeria, con 45.037; en
Asia, Yemen, con 371.326; en
América, Haití con 3.777 (42). Los restantes 129 casos
de América fueron informados por República Dominicana (118), México (1)
y Estados Unidos (10) (42).
Consideraciones clínicas y microbiológicas
El
Vibrio cholerae no es una
bacteria invasiva, la principal manifestación de la enfermedad,
responsable de
la letalidad, es la diarrea. Aparece tras un periodo de incubación de
horas a pocos días. Es aguda, acuosa y
abundante -hasta 1 litro por hora-, como agua de arroz
y es producida por la toxina colérica, tras colonizar el
epitelio del intestino delgado (27). La dosis infectante es de 108 a
109 vibrios (5). Habitualmente, la letalidad de la enfermedad es
inferior al 1%, cifra que,
muchas veces, ha sido desbordada en los brotes de la
séptima pandemia. La microscopía con identificación
de la bacteria en las heces sirve para el diagnóstico, así
como también el cultivo de las evacuaciones (27).
De los más de 200 serogrupos de V. cholerae que se
conocen en la actualidad, solo dos con antígeno somático O, el O1 y el
O139, cepas toxigénicas, producen
brotes epidémicos (26,27,28,29,36,38). El O1 incluye
dos biotipos, el Clásico y El Tor, cada uno con tres
serotipos: Hikokima, Inaba y Ogawa (38). La séptima
pandemia, que comenzó en 1961, fue originada por el
Vibrio cholerae El Tor. La cepa O139 fue descubierta
en Bangladés en 1992, y es propia de Asia (27). El
agente causal de la pandemia en Latinoamérica fue el
serotipo Inaba, relacionado con las cepas encontradas
en la octava y décima décadas del siglo pasado en África (38).
Avances contra el cólera después del final
de la sexta pandemia
La higiene y las medidas de salud pública son, hoy
como ayer, pilares de la prevención y contención de
la enfermedad. La reposición de líquidos, precoz y generosa, es la
piedra angular del tratamiento. Los antibióticos, terapia
complementaria, reducen la excreción fecal de vibrión colérico, reducen
la mortalidad,
la duración de la enfermedad y podrían utilizarse en la
profilaxis de contactos cercanos (29).
Desde 1923, final de la sexta pandemia, a la fecha, el
manejo del cólera se ha visto engrandecido con progresos médicos de los
que no dispusieron epidemias
anteriores. Una de las más utilizadas soluciones para
hidratación parenteral, el lactato de Ringer, apenas se
introdujo a mediados de la novena década del siglo
XIX, inventada por el fisiólogo y farmacólogo inglés
Sydney Ringer, cuando estudiaba el latido extracorporal del corazón de
la rana; modificada por Alexis
Hartmann en los años 30 del siglo pasado, dio origen a
la solución bautizada con su nombre (43).
Los antibióticos utilizados contra el vibrión, son posteriores al final
de la sexta pandemia. El primer macrólido, la eritromicina, fue
obtenido del Streptomyces
erithreus en 1952, año en que también la tetraciclina,
producida por Lloyd H. Conover, entra a la historia
(44,45). Las fluoroquinolonas, sintetizadas a partir
del ácido nalidíxico, aparecieron casi tres décadas
después. La norfloxacina se introdujo en 1980 (46).
También surgieron las unidades de cuidados intensivos, con compleja
tecnología para el manejo de los
pacientes críticos, y aparecieron las primeras vacunas
eficaces contra el cólera.
Los sistemas de vigilancia epidemiológica, también se
han perfeccionado. Los avances en las comunicaciones, al igual que toda
la ciencia y la técnica que inundan al mundo, obran contra la pandemia.
Por algo,
la letalidad de las epidemias ha disminuido de 70% a
menos del 1% (26).
En cuanto a las vacunas, es preciso señalar que la
memoria inmunológica que deja la enfermedad no es
garantía contra el cólera, aunque después del cólera
clínico, la protección puede durar hasta una década
(26,40). En 1885, se desarrolló la primera de varias
vacunas inyectables contra el cólera. Fabricadas con
células enteras, no resultaron eficaces ni adecuadas
para los programas de salud pública (41), al punto que
en 1973 la OMS excluyó la vacunación de sus recomendaciones para el
control del cólera (41). Casi dos
décadas después (1991), la primera vacuna oral, desarrollada en los 80
en la Universidad de Gotemburgo (Suecia) y denominada Dukoral®, fue
autorizada (41). Diez años después fue precalificada por la OMS
(41). No obstante, su costo y la necesidad de una solución tampón para
administrarla, limitaron su uso, que
quedó restringido a los viajeros (41).
En busca de acelerar el desarrollo de la vacuna el Instituto
Internacional de Vacunas (IVI) terminó por asociarse
con una productora de vacunas vietnamita: VaBiotech
(41). Vietnam producía, desde los 80, una vacuna oral
monovalente de células muertas contra el cólera, que
no contenía la subunidad recombinante B del cólera
que era la que demandaba el uso de solución tampón
(20:6608). Con la adición de V. cholerae O139 se produjo la vacuna
bivalente, de tal manera que en 1997 salió
al mercado ORC-Vax. Para cumplir con los requisitos
de producción de la OMS, tanto IVI como VaBiotech
se asociaron y utilizaron cepas Inaba y Ogawa, con lo
que obtuvieron una vacuna segura y más inmunogénica
(41). Finalmente, en el 2009, la vacuna con los nombres
de mORCVAX®, en Vietnam, y Shanchol®, en India,
fue autorizada en esos dos países y aprobada en el 2011
por el programa de Precalificación de la OMS, por lo
que se convirtió en la primera vacuna oral para el cólera, asequible en
el mundo (41). Es relativamente inocua
y se administra en dos dosis (16, 26, 28).
Las vacunas proporcionan protección anticolérica del
65% durante dos a cinco años, dependiendo el producto
(28). Han sido recomendadas por la OMS en áreas con
cólera endémico, en crisis humanitarias con alto riesgo
de cólera y durante brotes de cólera (28,40). Hasta junio
del 2017, más de 11 millones de dosis se habían utilizado en campañas
masivas de vacunación (28).
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Recibido: : 15 de Junio de
2020
Aceptado:
28 de Junio de 2020
Correspondencia:
David Vásquez Awad
Vasconia12008@gmail.com