Resumen
Galeno, médico de la línea hipocrática, nacido en Pérgamo en el siglo
II después de Cristo, narraría en
su estancia a Roma los casos de una enfermedad exantemática asociada a
diarrea y fiebre que tomaría
la vida de millones de ciudadanos del imperio romano. Esta enfermedad
se diseminó por medio de
los legionarios que, posteriormente a la campaña contra los Partos en
oriente medio, marcharon de
vuelta a la capital imperial para ver como una ola de muerte seguía su
paso. El ímpetu de conquista
militar perduraría en el espíritu de los emperadores, corregentes de
ese entonces, llevando las tropas
a la frontera germana y situando nuevamente a Galeno en el frente
contra la plaga. En su regreso a
Roma, posterior a la muerte del emperador Lucio Vero a manos de la
enfermedad, Galeno se encargó
de ser curador de la salud del hijo del emperador Marco Aurelio durante
varios años, lo que le permitió
continuar con sus estudios y su escritura, correspondiendo con su
periodo de mayor productividad.
La plaga Antonina, como se le conoció a este suceso, perduró por 23
años, tiempo durante el que se
presentó en picos reincidentes y llevó el nombre de la dinastía de
emperadores que vivieron durante
su apogeo. Su impacto fue masivo en todas las áreas de la sociedad
romana, con desenlaces fatales,
debilitando la estructura misma del imperio y sembrando las bases para
su colapso décadas más tarde.
Palabras clave: Pandemias; Enfermedades Transmisibles;
Antropología cultural.
![](https://revistamedicina.net/index.php/Medicina/article/download/1512/version/1437/1910/7328/dots.png)
1 Médico cirujano. Fundación para la
Investigación Clínica y aplicada del Cáncer (FICMAC). Grupo de
investigación en Oncología Molecular y Biología de Sistemas (FOX-G),
Universidad el Bosque. Bogotá, Colombia.
THE ANTONINE PLAGUE
Abstract
Galen, a doctor of the Hippocratic line, born in Pergamum in the 2nd
century AD, would narrate in his stay in Rome the cases of an
exanthematous disease associated with diarrhea and
fever that would take the lives of millions of citizens of the Roman
Empire. This disease spread
through the legionaries, who after the campaign against the Parthians
in the Middle East
marched back to the imperial capital to see how a wave of death that
followed. The impetus
for military conquest would last in the spirit of the emperors,
co-regents of the time, taking the
troops to the German border and placing Galen again at the forefront
against the plague. On
his return to Rome, after the death of the emperor Lucio Vero at the
hands of the latter, Galen
was in charge of curating the health of the son of the emperor Marco
Aurelio for several years,
allowing him to continue his studies and writing, corresponding to his
period of highest productivity. The Antonine plague, as this event was
known, would last for 23 years, appearing in
recurring peaks in this time period and named after the dynasty of
emperors who lived during
its heyday. Its impact was massive in all areas of Roman society, with
fatal outcomes, weakening the empire’s very structure and laying the
groundwork for its collapse decades later.
Keywords: Pandemics; Communicable Diseases; Cultural
anthropology.
A comienzo de la década de 160 d.C. bajo el mandato
del emperador romano Antonio Pio, los pueblos vecinos al imperio,
especialmente en Bretaña, Germania
y Recia en Europa, así como Partia en las fronteras
orientales, se encontraban a la espera de su fallecimiento con
intención de dirigir campañas militares en
su contra (1), valiéndose del momento de debilidad de
Roma en el periodo de transición de regentes. El 7 de
marzo del año 161 d.C., la tragedia golpea al imperio
cumpliendo el deseo de sus enemigos y viendo a Marco Aurelio, hijo
legítimo del Pio, ser nombrado por el
senado como regente imperial de Roma. La biografía
de Marco Aurelio narra que, en los últimos años de
la vida de su padre, él no se había preparado en los
escenarios bélicos ni en las provincias como era de
costumbre en los herederos del trono, sino que pasó
sus primeros años al lado de su padre en Roma, causando que en el
momento de la ascensión al trono éste
se encontrara poco preparado (2,3). Adicionalmente,
Marco Aurelio era un individuo que tenía preferencia
por la vida filosófica, era estoico en su formación y carecía de
interés por la vida política, por lo que asumió
su cargo por un llamado al deber más que por deseo
de regir (2).
Marco Aurelio no gobernó solo. Lucio Vero, hijo mayor de Lucio Aelio
César, hijo adoptivo de Adriano,
fue aceptado en la familia real y cultivó una estrecha
relación con Marco Aurelio, a tal punto de que cuando éste fue nombrado
por el senado como emperador,
dijo que rechazaría el cargo si Lucio Vero no era nombrado como
corregente, suceso que correspondió a la
primera vez que el imperio romano era regido por dos
emperadores (4). Estos eventos fueron aprovechados por los enemigos de
la nación romana. Vologases IV,
rey de reyes del Imperio de Partia, vio este momento
como la oportunidad de debilitar la presencia romana
en el oriente medio, por lo que en el verano de 161 d.C.
invadió el reino de Armenia, que se encontraba bajo la
protección de Roma, y expulsó a su regente e instauró
a uno de los suyos (1).
La respuesta imperial no se hizo esperar. Marco Sedatio Severano,
gobernador de Capadocia, región fronteriza a Armenia, vio la
oportunidad de traer gloria a sí
mismo a condición de derrotar a las fuerzas partas en
batalla. A cargo de la IX legión (Hispana) marchó a
Armenia; sin embargo, al tercer día de su campaña, fue
rodeado por tropas partas en Elegia, donde fue derrotado y, al darse
cuenta de su fracaso, cometió suicidio (2).
Las derrotas en Oriente llegaron al imperio e instauraron una respuesta
de emergencia; se movilizaron la X
legión desde Viena, la I desde Bonn, la II desde Aquincum y la V desde
Troesmis (2). Esto, indudablemente,
debilitó las fronteras del norte del imperio, sirviendo de
escalón para los eventos venideros. En el invierno, entre 161 y 162
d.C., una rebelión en Siria llevó a que el
senado decidiera enviar a Lucio a comandar en persona la campaña contra
Partia. Las campañas a cargo del
emperador fueron exitosas y llevaron a la recaptura de
Armenia. A pesar de estas victorias, el ejército parto intervino en
Osroena -un Estado semiautónomo a cargo
de Roma, localizado en Mesopotamia al este de Siria- y
logró conquistar su capital Edessa.
La campaña de recaptura, liderada por Martio Vero y al
mando de la V legión, favoreció la invasión de Mesopotamia, la
recaptura de Edessa y el posicionamiento de
las tropas a lo largo del río Éufrates en 165 d.C. (4). Con
los legionarios en esta región, se narra que un soldado
irrumpió en el templo de Apolo, ubicado en la ciudad
de Seleucia, donde rompió una arqueta de la cual emanó una nube
miasmática que originó una enfermedad,
la cual se esparció por la tierra de Partia y siguió a las
tropas romanas de vuelta a la península itálica (5). Otras
fuentes de la época establecen el origen de esta epidemia en Egipto o
en Etiopía, consideradas regiones propensas a originar plagas, debido a
que el calor de la zona
propiciaba la proliferación de un gran número de insectos (6). Autores
contemporáneos, así como también el
historiador Cassio Dio, plantean que para el año 164
d.C., la enfermedad se encontraba presente en Armenia
(7) y fue el asedio de Seleucia por parte de las legiones
romanas, lo que causó que ésta entrara en contacto con
las tropas itálicas (8).
Para la mitad del año 165 d.C., la peste se había propagado por la
región, sometiendo las tropas itálicas a la
evacuación de Mesopotamia. Ello forzó un armisticio
con los ejércitos Partos, así como el retorno a territorio
romano (4), con lo que la peste se diseminó por los territorios
cercanos de manera acelerada. Para 166 d.C.,
Egipto había sido alcanzada por la peste, la cual en el
siguiente quinquenio iba a ser responsable de la muerte
de casi la mitad de sus habitantes (9). Después de la retirada de las
fronteras orientales, Lucio Vero emprendió
su regreso a Roma. Paralelo a su avance por los modernos caminos en su
marcha triunfal, los soldados presenciaban las muertes que su paso
ocasionaba por las
provincias hasta culminar en Roma misma. El honor
ganado por Lucio en esta campaña sería opacado por su
responsabilidad en la propagación de la peste.
Aelio Galeno, también conocido como Galeno de Pérgamo, considerado
acaso el más importante de los investigadores en las ciencias médicas
de antaño, habría
nacido en el año de 129 d.C. en la ciudad de Pérgamo,
en la actual Turquía. Sus travesías por el Mediterráneo
fueron responsables de muchas de sus descripciones
de dolencias y, además, le permitieron observar y estudiar a los
individuos afligidos. Sus viajes lo llevaron
a Roma en el año 162 d.C., ciudad donde se asentó e
inició la práctica de la Medicina. Al retorno de Lucio,
Galeno se encontraba en la ciudad y fue testigo de la
llegada de la enfermedad a la capital (10). La semiología descrita por
él, es una de las pocas evidencias con las que se cuenta sobre el
cuadro clínico de esta enfermedad. Es pertinente mencionar que las
descripciones
no son claras, por lo que la ausencia en las narraciones
de ciertos síntomas no garantiza que estos no estuvieran
presentes.
El primer hallazgo reportado es un exantema que se
presenta en toda la superficie corporal. El tratamiento
se enfocaba en administrar agentes secantes con el fin
de acelerar el proceso de cicatrización. Este brote causaba la
aparición de vesículas que evolucionaban a úlceras
de fondo seco, y se obtenía un color negro debido a su
fondo hemorrágico y necrótico. Una vez la úlcera cicatrizaba, el tejido
circundante permanecía sano, con el
desarrollo de cicatrices a los dos días de haber cerrado.
En cuanto a la fiebre, los pacientes no parecían cursar
con elevación de temperatura al tacto, sino que presentaban un fenómeno
que Galeno describe como fiebre
interna, similar a las descripciones de Tucídides en su
caracterización de los síntomas de la plaga ateniense del
siglo IV a.C. Otro hallazgo cardinal era el compromiso
gastrointestinal, en el que las melenas estaban presentes en todos los
pacientes, ya fuera que fallecieran o se
curaran de la enfermedad. Inicialmente, se presentaba
diarrea que empezaba de un tono castaño e iba virando
en color, pasando por amarillo y rojo hasta culminar
en negro. La diarrea estaba presente en todos los casos.
Los síntomas respiratorios incluían la tos y el catarro,
y la primera llegaba a ser severa, lo que resultaba en la
hemoptisis y la expectoración de costras, tal como es
referido por Galeno. En cuanto al tiempo de evolución,
se describe una duración aproximada de 9 a 12 días
(11). Entre las evidencias anecdóticas de su tratamiento, descritas por
el mismo Galeno, se incluye la leche
proveniente de Stabiae, cerca de Pompeya en adición a
la tierra de Armenia, así como la orina de niño.
Varios académicos han buscado la identificación etiológica de tales
descripciones sobre la enfermedad. Los
estudios contemporáneos de enfermedades prevalentes
descritas previamente a este episodio, del que no tenían
recolección de casos similares, sugieren que la enfermedad fue un
evento irruptivo donde un patógeno, desconocido para las poblaciones
mediterráneas, fue introducido en ese entonces. Esta hipótesis es
planteada por
William H. McNeill quien al recopilar descripciones
de médicos, tanto griegos como romanos y estudios de
momias del antiguo Egipto, no pudo identificar descripciones que
pudieran corresponder con brotes exantemáticos, ni siquiera en
población infantil (12).
Otra posibilidad que plantea la explicación de la elevada mortalidad de
esta entidad se puede extrapolar
de los brotes de viruela, posterior a su importación por
parte de exploradores y colonos europeos en las Américas, y que llevó a
la muerte de millones de nativos
americanos en un corto periodo de tiempo. Su velocidad, así como su
letalidad, explican en cierta medida
el efecto de un nuevo patógeno sobre una población
que nunca había tenido contacto y, por ende, inmunidad contra tal
agente biológico. Si le sumamos las
interpretaciones de las descripciones de Galeno, esta
hipótesis se vuelve robusta. Otro de los candidatos es
el virus del sarampión, caracterizado por las lesiones
exantemáticas y la tos, congruentes con las descripciones. Sin embargo,
recientemente se propuso que
la evolución filogenética sitúa la aparición de este patógeno alrededor
del siglo X d.C. (13), de ahí que se
sugiera a la viruela como el responsable de la misma.
Desde el año 161 d.C., las tribus bárbaras asentadas al
norte de los ríos Rin y Danubio, aprovechando la reducción en el número
de tropas romanas estacionadas
en las fronteras, decidieron invadir el territorio romano e iniciaron
la primera guerra marcomana. El éxito
de los germanos fue inicialmente escaso y solo hasta el
año 167 lograrían una victoria decisiva al invadir Dacia. Marco
Aurelio, con la plaga afectando Roma y el
imperio, se vio en necesidad de posponer su campaña
contra los germanos hasta el año siguiente.
Para el año 168, Galeno había abandonado Roma y
retornado a Asia menor, cuando habría de ser convocado por los
emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero
(14). En la planeación de la campaña militar, los emperadores requerían
de su presencia; sin embargo, no se
conoce si fue solicitado para ser el médico personal de
los regentes o médico de la legión. El campamento de
las legiones fue establecido en Aquilea, desde donde se
lanzaron varias campañas exitosas a cargo de las legiones II y III
itálicas. Durante el invierno de este mismo
año, las tropas retornaron a la ciudad con el fin de resguardarse del
frío alpino, el que coincidió con la llegada de Galeno.
Coincidentemente, éste arribó cuando
la plaga había descendido sobre la ciudad. Sus escritos
narran la huida de los dos emperadores hacia Roma,
abandonando a los legionarios en Aquilea, no solo a
perecer por cuenta de la enfermedad, sino también por
las duras condiciones climáticas. En el camino de regreso a la capital,
Lucio Vero fallecería posiblemente a
causa de la plaga. Sin motivos para permanecer en las
tierras fronterizas, Galeno buscaría retornar a Roma
con el fin de asentarse y continuar con sus observaciones. En este
punto de su carrera ya había ganado bastante reputación entre la corte
romana. Es porte esto
que Marco Aurelio, no habiéndose retractado de continuar su campaña
militar expansionista sobre la frontera germana, le ordena acompañarlo
en su conquista
como el médico personal del emperador. Con motivos
de eludir esta obligación, Galeno inventó un sueño en
el cual Asclepio, hijo de Apolo y dios de la Medicina,
le había prohibido que se embarcara en dicho viaje.
A raíz de esto, Galeno fue enviado a Roma donde velaría por la salud
del heredero imperial, Cómodo. En
este punto, el médico se retiraría de la vida pública a
fin de disfrutar de tiempo de ocio y enfocarse en sus
observaciones, investigaciones y escrituras. Este periodo
correspondería a los 17 años que tardaría la campaña de Marco Antonio
hasta su regreso a Roma. Posterior a este periodo de tiempo, Galeno y
el emperador
se verían esporádicamente. Como se ha dicho, al haber
sido responsable de la buena salud de Cómodo, el médico continuaría
ganando prestigio en la corte imperial
romana (15).
A pesar de la disminución de los casos, especialmente
en la capital, nuevos brotes en los años venideros llevarían a Galeno a
nombrar esta enfermedad como la
“larga plaga” y posteriormente la “muy larga plaga”
(15). Determinar la mortalidad de esta entidad ha sido
motivo de debate y controversia, especialmente entre
autores contemporáneos. Muchos factores vuelven difícil dicha
determinación, especialmente por la poca
solidez de los relatos romanos y la tendencia a exagerar
las cifras, al generalizar el impacto, y la extrapolación
de datos de una ciudad como Roma. Actualmente, se
sabe que incluso entre rutas de contagio, el impacto de
esta enfermedad varía ampliamente entre poblaciones
y asentamientos. Es esperable entonces que la mortalidad fuera mayor en
las ciudades, dados determinantes sociales como el hacinamiento, la
proximidad con
individuos afectados, las condiciones sanitarias y las
estrategias de respuesta de las mismas (11).
De los casos de picos reincidentes, el más notable fue
en el año 189 d.C., cuando se reporta que en Roma
causó aproximadamente 2.000 muertes al día, lo que
afectó a un cuarto de la población de la ciudad. La
extensión estimada de la plaga en el territorio romano
se limitó hasta las fronteras del Rin y Galia, sin encontrar evidencia
de su expansión por Bretaña, Hispania
o el norte de África. Si bien los esfuerzos bélicos continuaron durante
los brotes, la escasez de soldados llevó
al reclutamiento de ciudadanos itálicos que se habían
asentado en Hispania (6). A lo largo de la historia,
las tasas de mortalidad para la viruela, considerada
sospechosa de la etiología de dicha plaga, han variado ampliamente,
desde cerca del 10% hasta un 20%.
Tomando en cuenta el brote inicial, desde el año 165
hasta el 168, se estiman hasta 5 millones de muertes.
Sin embargo, brotes subsecuentes, como el observado
en el año 189, continuarían por un total de 23 años y elevarían los
estimados hasta 10 millones de fallecidos
(11). Para entonces, rutas marítimas romanas que se
habían adentrado en el océano índico permitiendo el
comercio con naciones del sudeste asiático, se vieron
permanentemente afectadas. Por otro lado, y en coincidencia cronológica
con brotes de plagas en el imperio Han del Este en los años 151, 161,
161, 173, 179
182 y 185, se estima que estuvieran relacionadas con
los viajes de emisarios romanos o que, por otro lado,
fueran responsables de haber llevado inicialmente la
plaga al imperio (16).
La plaga Antonina recibe entonces su nombre de la
dinastía a la cual pertenecía Marco Aurelio, así como
su abuelo, su padre y su hijo. Se recuerda a este emperador por ser
considerado por Maquiavelo como el
último de los cinco buenos emperadores y el último regente de la Pax
Romana, periodo en donde el imperio
gozó de tranquilidad en sus fronteras, logró su mayor
expansión territorial, así como el pico en sus números
poblacionales (17). Con el debilitamiento de las fronteras por las
campañas en Medio Oriente, la alta mortalidad de habitantes del
imperio, especialmente soldados, -que produjo el incremento de ataques
por parte
de las tribus barbáricas y gestó la crisis del siglo tercero-, y
también con el nombramiento de Cómodo como
emperador de Roma, se selló el destino y la caída del
imperio romano. La plaga Antonina fue, posiblemente
entonces, un cataclismo nacido en un imperio que por
su gran extensión con modernas ciudades cosmopolitas y su compleja red
de caminos que permitían a los
soldados romanos desplazarse rápidamente, puso en
jaque a la sociedad romana, pues la plaga atacó a pobres y ricos por
igual, e incluso se insinúa que el propio
emperador sucumbiría a la enfermedad sobre el año
180 (18).
Es por medio de la crónica de los eventos narrados por
Galeno, contribuyente a la Medicina socrática, que tenemos
entendimiento de los sucesos de ese entonces.
Adicionalmente, estos hechos sirven de modelo para
evidenciar cómo una civilización -que se consideraba la más avanzada en
esa época- fue, gracias a sus
políticas y haciendo un paralelo con las condiciones
modernas globales, un paradigma similar respecto a la
pandemia que nos aflige actualmente. Es imposible no
tomar el ejemplo histórico de la plaga Antonina para
darnos cuenta que muchas de las condiciones que propiciaron la
expansión de una pandemia en pleno siglo
XXI, también constituyen elementos de la modernidad y aunque no
contamos con soldados los cuales
regresan marchando de un frente lejano, tenemos la
posibilidad de viajar más lejos que nunca en nuestra
historia. En ausencia de tratamientos efectivos durante
dicha peste, los romanos solamente contaban con la
superstición para hacer frente a la pandemia, algo que
tristemente se ha mantenido en nuestros tiempos.
En conclusión, como todo modelo de estudio histórico, el aprendizaje
que se puede derivar de las experiencias del penúltimo emperador
Antonino nos permiten plantear cómo las sociedades, por modernas y
sólidas que sean, siempre serán susceptibles de eventos
catastróficos, cuyas consecuencias perdurarán muchos
siglos después de ser superadas, ya sea para el entendimiento de las
problemáticas que los causaron y fomento de su mejora o para el
debilitamiento de sus
estructuras y el cambio de sus cimientos.
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Recibido: : 5 de Junio de
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Aceptado:
20 de Junio de 2020
Correspondencia:
Alejandro Ruiz-Patiño
Alejandro.ruiz.pat@gmail.com