Resumen
Las epidemias han acompañado a la humanidad desde tiempos remotos. Se
ha visto que su comportamiento sigue unos patrones matemáticos que poco
a poco se han ido precisando. En este artículo
se revisan las seis fases que la OMS ha establecido para clasificar las
pandemias, se revisan la última
gran pandemia, la gripa española de 1918 y su impacto en Colombia, y el
último brote importante
ocasionado por un coronavirus: el SARS de 2002 y 2003. Finalmente, se
menciona la importancia de
los modelos matemáticos explicativos y predictivos, y se plantean
varios escenarios para el comportamiento futuro de la epidemia en
Colombia.
Palabras clave: epidemiología; pandemia; política;
democracia; simulación.
1 MD, EdM, MSc, Neurólogo.
Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística, Facultad de
Medicina, Pontificia Universidad Javeriana. Miembro Correspondiente,
Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
EPIDEMIOLOGY OF PANDEMICS
Abstract
Epidemics have accompanied humanity since ancient times. It has been
seen that their behavior follows mathematical patterns that have been
gradually clarifi ed. This article reviews the six phases that WHO has
established to classify pandemics, reviews the last major pandemic, the
Spanish fl u of 1918 and its impact in Colombia, as well as the last
major outbreak caused by a coronavirus: the 2002 and 2003, SARS.
Finally, the importance of explanatory and predictive mathematical
models is reviewed, and several scenarios are proposed for the future
behavior of the epidemic in Colombia.
Keywords: epidemiology; pandemic; politics;
democracy; simulation.
Epidemiología, pandemia y
democracia
Epidemiología, pandemia y democracia comparten su
origen, por lo menos desde la etimología; la raíz griega
“demos” (δhμος), “pueblo”, está incluida en los tres
términos. Desde su origen, que se remonta a los textos
clásicos de Hipócrates, Aristóteles y Galeno, que usaron también
“endemia” y “epidemia” con significados
similares a los actuales, la palabra “pandemia” designa
una enfermedad que afecta a todos (“pan”) los pueblos
(“demos”) (1). El término “pandemia” podría aplicarse a cualquier
epidemia que logre extenderse ampliamente, como lo afirma el
Diccionario de la lengua
española, cuando dice “enfermedad epidémica que se
extiende a muchos países o que ataca a casi todos los
individuos de una localidad o región.” Sin embargo, la
Organización Mundial de la Salud (OMS) ha buscado
poner algo de orden, y proporcionar para “pandemia”
una definición operativa, que implica la afectación de
seres humanos (aunque uno podría describir pandemias porcinas o
aviares), y que cumpla con un citerio
de severidad manifiesta. Se argumentó que, detrás de
esa decisión podría haber influencias políticas cuando,
en 2009, la página de la OMS modificó su definición
del término para incluir, además de su extensión geográfica, la
severidad y letalidad en seres humanos (2).
El temor a causar zozobra con el término parece haber
sido la razón.
Desde 1999, y luego con su actualización en 2005 (3),
la OMS venía planteando unas guías para que todos
los países estuvieran preparados para enfrentar una
posible pandemia. La oportunidad llegó en 2009, con
el brote de influenza H1N1. Interesante ver cómo en
esa ocasión la OMS fue atacada por haber “sobreactuado” y haber
exagerado la importancia de la enfermedad (4,5), mientras que en este
brote de Covid-19
se la ha acusado de lo contrario, y haber demorado la
declaratoria de pandemia (6). La interpretación de este
dilema entre sembrar un pánico innecesario o promover la indiferencia,
tanto para la epidemiología como
para la historia, es un claro indicador de la complejidad inherente al
comportamiento biológico de los brotes infecciosos. Aunque la pandemia
de H1N1 llegó a
Colombia (7) y dejó numerosas víctimas fatales (8) el
interés en el tema se desvaneció rápido.
Las fases de una pandemia
Sea como fuere, en 2009 la OMS estableció y divulgó
las seis fases de una pandemia (9). Quizás previendo
el mal uso de esta fases y la proliferación de lo que
ha venido a llamarse “infodemia” (10), con abuso de
noticias falsas y campo abonado para charlatanes que
se aprovechan de la ignorancia y el temor de los ciudadanos (11), la
misma OMS hizo entonces algunas
aclaraciones sobre su documento, como por ejemplo
advertir que las fases son una herramienta de planificación, no
pretenden ser usadas como guía para predecir
lo que sucederá en la pandemia, ni necesariamente implican que estas
fases siempre ocurrirán en el mismo
orden. Esta guía tampoco, advierte la OMS, se aplica
a los períodos posteriores al pico, ni a la post pandemia (que sería
más acertado llamar inter pandemia),
con sus respectivas actividades de recuperación social
y económica. Aunque la descripción original se refiere a brotes de
influenza, estas fases se pueden aplicar
a otras enfermedades infecciosas que se manifiesten a
manera de brotes.
La fase 1 corresponde a la interpandemia, cuando se
identifican e idealmente se vigilan los virus que existen
en animales, y que tengan potencial de afectar seres
humanos. Se denomina fase 2 cuando ya se detectan
seres humanos afectados por alguno de estos virus de
animales, ya sean estos últimos salvajes o domésticos.
En la fase 3 se describen grupos de personas (clústeres)
afectadas por la enfermedad con características comunes; aunque ya
puede haber transmisión de persona a
persona, esta no es suficiente para desarrollar y mantener un brote en
la comunidad.
Es en la fase 4, en el momento en que se describe transmisión
comunitaria de persona a persona, cuando los
países deben notificar la situación a la OMS y se debe
organizar una intervención focalizada. En la fase 5,
hay comunidades afectadas en, por lo menos, dos países de una misma de
las regiones en que la OMS divide
al mundo. La fase 5 indica que una pandemia puede
ser inminente, pero ésta se declara cuando se llega a la
fase 6, cuando hay transmisión comunitaria en países
de dos o más regiones de la OMS.
Nótese que estas fases están pensadas específicamente
para influenza, o quizás para otras enfermedades infecciosas de
transmisión de humano a humano, y no para
enfermedades transmitidas por vectores, pero que también muestran un
comportamiento epidémico, como
podrían ser la fiebre amarilla (12,13) o el dengue (14).
El SARS
Cuando la OMS actualizó sus pautas de clasificación y
su definición de pandemia todavía estaba fresco el recuerdo de los
estragos y los temores del SARS, ese otro
coronavirus que se extendió por el mundo en 2002 y
2003. El sars afectó 29 países y dejó más de ocho mil
víctimas fatales (15) pero, por alguna caprichosa razón, no tocó
tierras latinoamericanas. Esta pandemia
previa por coronavirus dejó numerosas lecciones para
la que vivimos actualmente. Conviene comenzar resaltando la cercanía
filogenética de las dos especies de
coronavirus (16). Los coronavirus han estado entre
nosotros desde hace muchos años, y sus primeras descripciones, así como
su designación (que es realmente
un alusión astronómica a la “corona solar”) data de los
años 60. Hasta los 90, sin embargo, la virología poco
se ocupó de ellos ya que, a pesar de que la Medicina
veterinaria los había encontrado asociados a plagas en
varias especies aviares y de mamíferos de interés comercial, como los
cerdos, no se había demostrado su
importancia en la Medicina humana (17).
Actualmente, se reconocen 49 especies de coronavirus
(18); por lo menos, tres de ellas, se sabe que producen
síndromes respiratorios de curso relativamente benigno en seres
humanos, pero otras tres, incluyendo el
actual SARS-CoV-2, han sido responsables de importantes brotes
epidémicos en este siglo: el SARS y el
MERS. Es interesante resaltar que la cercanía genética entre las
especies de coronavirus que afectan a los
humanos (que es de cerca de 70% entre los virus del
SARS y del Covid-19) es menor que la que existe entre el SARS-CoV-2 y
los coronavirus identificados en
murciélagos, cuya cercanía filogenética supera el 95%
en varios estudios (19,20).
He aquí una breve cronología del SARS: la enfermedad
se describió por primera vez en noviembre 2002 en la
provincia de Guangdong, en el sur de China. Estuvo
contenida en ese país, en donde se describieron 305
caos de esta infección respiratoria febril antes de que,
en febrero de 2003, se presentaran los primeros casos
en Hong Kong, afectando en gran medida a trabajadores de la salud. En
marzo de 2003, ya tres laboratorios
habían identificado el agente viral y, al poco tiempo,
siete grupos habían secuenciado su genoma. Del brote
de Hong Kong a la aparición de casos en Vietnam, de
nuevo afectando personal de salud, transcurrieron escasos días;
Singapur y Tailandia vinieron después, en
una larga lista que para mayo de 2003 incluía 29 países
de Asia, Oceanía, América del Norte, África, y Europa
(España, Finlandia, Francia, Italia, Irlanda, Polonia,
Reino Unido y Suecia) (21). Un caso importado probable en Colombia, y
otro en Brasil fueron luego desmentidos, aunque nuestro país hizo
algunos preparativos de
bioseguridad (22). Tal vez lo más enigmático del SARS
fue la forma como desapareció: el último caso se presentó en Toronto en
junio de 2003, ocho meses después
del primer paciente en China (23). Las autoridades sanitarias aducen
que esto se debió a la efectividad de sus
controles sanitarios, pero la posibilidad de una atenuación progresiva
del virus ARN de cadena única, podría
ser una explicación alternativa (16).
La gripa española
Otra pandemia de consecuencias demoledoras que nos
deja valiosas lecciones fue la denominada gripa española de 1918 a
1920, cuyo legado de muertes ha sido
estimado entre 50 y 100 millones de personas (24,25).
El brote parece haberse originado en el Estado de Kansas, o más
probablemente en Texas (26), en Estados
Unidos, y haber sido llevado a Europa por soldados
americanos.
La enfermedad llegó relativamente rápido a Colombia, en donde los
primeros casos se registraron en
Bogotá en octubre de 1918. En su recuento histórico,
Ospina Díaz y cols., no solo describen su presencia en
numerosos municipios de Boyacá, sino que recogen registros de prensa en
Barranquilla, Bucaramanga, Cartagena, Manizales, Medellín, Tunja y
Túquerres (26).
No puedo dejar pasar esta oportunidad de describir un
registro inédito que, en la ciudad de Sogamoso, dejó
mi bisabuelo Marcos Quijano retirado entonces para
huir de la epidemia a su casa campestre “Las Lomitas”, ubicada en las
afueras del pueblo. Cuenta don
Marcos que en la casa vecina en donde vivían 5 personas, una
sobrevivió: “los otros cuatro amortajados
en lienzos y transportados en unas parihuelas fueron
llevados al cementerio. No se conseguían cajas mortuorias, ya que los
fabricantes, unos habían muerto y
los que quedaban no daban abasto para satisfacer los
pedidos. Cualquier lesión de bronquios, pulmones o
corazón con la gripa era definitiva”. La presencia de
comorbilidades, entonces, como ahora, eran factor de
riesgo para mortalidad.
Desde la perspectiva epidemiológica, hay varias características de la
pandemia del siglo pasado que conviene
mencionar, una de ellas fue su velocidad de diseminación; lo que le
tomó semanas o meses a esa pandemia,
le ha tomado días al Covid-19. Entonces, como ahora,
los grandes centros urbanos y los sitios que eran confluencia de
caminos fueron atacados más temprano y
con más virulencia. Otro hecho significativo fue que
la pandemia de influenza de hace un siglo se ensañó
con los adultos jóvenes, incluyendo a las madres gestantes, una
diferencia significativa con la pandemia
actual. Otra característica de esa pandemia fue su presentación en
“olas” independientes, tres en total (cuatro según algunos). Cuando
vamos apenas a mitad de
la pandemia actual es difícil predecir si algo similar
podría ocurrir con el Covid-19. Ya hay un país, sin
embargo, que podría estar presentando esa segunda
ola, se trata de Irán. Según las estadísticas de ourworldindata.org/,
en ese país se presentó un primer pico a
finales de marzo, que llevó a que se registraran 3.186
casos nuevos el 31 de marzo. Una intervención que
incluyó cuarentena estricta, logró reducir el número de
casos nuevos a 802 el 3 de mayo. Desde entonces, sin
embargo, se presenta un crecimiento progresivo que ha
llegado hasta 3.134 casos nuevos el 4 de junio (datos
no publicados).
Así como he resaltado las diferencias entre la gripe española y el
Covid-19, también conviene señalar sus similitudes. En ambos casos se
presentaron ejemplos de
encubrimiento de la realidad con fines políticos y buscando no
ocasionar alarma. En común con muchos
otros procesos epidémicos, tanto en esa como en esta
pandemia, se buscó culpar a alguien y discriminar a
determinados grupos humanos (27). Entonces, como
ahora, la epidemia se ensañó en los grupos humanos
más vulnerables (28).
La Figura 1 muestra las líneas de tendencia de la pandemia en tres
regiones de la tierra: Europa, Norteamérica y Suramérica, según los
datos suministrados por el
portal Our World in Data (ourworldindata.org). Aquí se
agrupan los datos de numerosos países, sin embargo, se
hace evidente un pico más agudo del continente europeo,
seguido de un lento declinar; una morfología de meseta
aunque con algo de reducción progresiva en Norteamérica, y una curva
ascendente que sugiere que en Suramérica el problema está todavía en
sus fases iniciales.
Figura 1. Número de casos nuevos diarios confirmados (Promedios de
5 días previos) de tres regiones del
mundo: Europa, Norteamérica y Suramérica.
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Our World in Data
(ourworldindata.org). Adaptado de (29).
La simulación matemática
Las enfermedades, en su distribución en la población,
siguen patrones que se pueden describir, y potencialmente proyectar en
el futuro, en términos matemáticos. Ese es, entre otras, el campo de
estudio tanto de la
bioestadística como de la epidemiología (30). Es claro
que la predicción de enfermedades crónicas sea relativamente más
sencilla y, por ende, más precisa. Con enfermedades infecciosas,
particularmente epidémicas y
emergentes, el reto es mucho mayor (31). Lo modelos
dinámicos más empleados para estas predicciones se
denominan SEIR, que corresponde a la letras iniciales
de susceptibles, expuestos, infectados y recuperados
(en donde se incluyen los fallecidos) (32).
La elaboración de estos modelos requiere una serie
de variables que no siempre se conocen, lo que hace
que sus predicciones deban verse con mucha cautela.
La tasa de contagio, por ejemplo, puede sufrir muchas
modificaciones de magnitud impredecible con las intervenciones
gubernamentales (33). Otro gran reto es
establecer el porcentaje de la población susceptible
(que el caso del covid-19 es el 100%) que se infectará.
Empleando esta metodología el autor ha realizado
unas proyecciones de la epidemia de covid-19 que
aparecen en la Figura 2. En ella se ilustran diferentes
escenarios.
Conclusiones
Aunque para los seres humanos actuales, esta pandemia es algo único y
de gran trascendencia, la especie
ya ha vivido brotes epidémicos aún más devastadores
en el pasado. Aunque su comportamiento, su dispersión y su letalidad
siguen patrones matemáticos, éstos
solo se aclaran cuando son revisados a posteriori. Los
modelos matemáticos son útiles para predecir los días
o quizás semanas siguientes, pero su incertidumbre aumenta con el
tiempo de la misma manera como crecen
las epidemias: de manera exponencial.
Figura 2. Curvas de comportamiento hipotético de la epidemia en
Colombia. Los porcentajes corresponden al
porcentaje de la población susceptible que se infectaría
simultáneamente. De izquierda a derecha corresponden a
si la epidemia se hubiera seguido comportando como lo hizo en las
primeras dos semanas, la segunda a las metas
esperadas con las medidas iniciales de cierre de centros educativos, la
tercera con las medidas de apertura parcial
actuales y la última de mantenerse una cuarentena rígida.
Fuente: elaboración del autor a partir de datos oficiales
del Instituto Nacional de Salud (34).
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Recibido: : 8 de Junio de
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Aceptado:
22 de Junio de 2020
Correspondencia:
Diego Rosselli
diego.rosselli@gmail.com