Discurso pronunciado en la ceremonia religiosa celebrada
en memoria del Doctor José Félix Patiño Restrepo, en la
capilla de los santos apóstoles del Gimnasio Moderno en
Bogotá.
Estamos aquí para honrar la vida de un ser superior
porque, como pocos, José Félix Patiño merece ese calificativo.
No voy a hacer un recuento de su monumental obra
como médico, cirujano, profesor y gran maestro, prolijo autor de libros
y artículos científicos, rector de la
Universidad Nacional de Colombia, Ministro de Salud, fundador de la
Fundación Santa Fe de Bogotá y
de la Facultad de Medicina de la Universidad de los
Andes, presidente de la Academia Nacional de Medicina, además de muchas
otras actividades, cuya trascendencia se encuentra bien documentada.
Hoy los invito a ver su vida desde la dimensión humanista, humanitaria y, sobre todo, humana.
Fue un Humanista sublime, poseedor de una sólida
cultura que abarcó todos los campos del arte, las letras,
la música y la historia, temas que estaban presentes
en su completísima biblioteca, que hace unos pocos
años donó a la Universidad Nacional. Su pasión por la
ópera, que se inició desde que era estudiante en Yale,
lo convirtió en asiduo asistente a las temporadas en
Nueva York, las últimas veces en compañía de sus hijas, lo que para él constituía el mejor plan imaginable.
La biografía de María Callas, libro que trabajó y documentó cuidadosamente, es una obra extraordinaria.
No solo poseía una cultura envidiable, sino que estaba
convencido de que ciencias, artes y ciencias humanas,
constituían el alma de una universidad y su integración fue la esencia de su famosa “
Reforma Patiño” en la
Universidad Nacional. Pensaba que una universidad
debía, ante todo, formar buenos ciudadanos y que la
estructura de las profesiones debía construirse sobre
una sólida base de cultura general.
El humanitarismo fue el motor de su pasión por la Medicina. La vivió
intensamente, desde su época de estudiante hasta los últimos días de su
vida. Escribí hace
unos días sobre él: “
Es de esos pocos seres que simplemente
con mirarlos uno podría saber que se encuentra ante un gran
médico, por su porte, por su actitud, por su mirada”. Todo
en él tenía que ver con su pasión por la Medicina.
1 MD.
MACP. Esp. en Medicina Interna y Medicina Nuclear. Miembro de la
Asociación Colombiana de Medicina Interna y de la Asociación Colombiana
de Hospitales y Clínicas. Fundador del Instituto de Humanismo y
Bioética, Fundación Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Colombia.
No solo la ejerció siempre, sino que se preocupó como
el que más por el sistema de salud, por las condiciones
de trabajo de los médicos y, especialmente, por evitar
que la Medicina se desprofesionalizara, se comercializara y perdiera su dimensión social. Por eso presidió
hasta hace poco la Comisión de Salud de la Academia
de Medicina.
Ese mismo humanitarismo lo llevó, en no pocas ocasiones, a terminar pagando de su bolsillo, la atención
hospitalaria y los medicamentos de pacientes con escasos recursos, a los que muchas veces les salvó la vida,
pero no logró que los sistemas de seguridad social cubrieran los costos.
Así como no entendía la Medicina sin una sólida formación cultural, tampoco la entendía sin la docencia.
Por eso, siempre estuvo rodeado de estudiantes, que
querían estar cerca de él para poder asimilar su sapiencia. Le fascinaba enseñar, transmitir su conocimiento
y estimular en los jóvenes la disciplina del estudio, del
trabajo y la pasión por investigar.
Siempre portó su bata blanca con orgullo, tal como
hacía cuando, vestido de cirujano, entraba a la sala de
cirugía a ejercer su pasión por la práctica quirúrgica.
Allí, el gran cirujano se transformaba por completo:
era su expresión máxima, estaba realizando un procedimiento que curaría a un paciente, le salvaría la vida
o le regresaría su bienestar.
Entendió que la atención de la salud requería del concurso de diferentes profesionales. Valoró y reconoció
siempre el papel esencial de las enfermeras y su carácter profesional, insistió en la importancia de otras
disciplinas y consideró esencial la nutrición, de la cual
fue abanderado.
La dimensión humana de José Félix Patiño es apasionante. Más allá de ser poseedor de una inteligencia
privilegiada, en muchas ocasiones, su corazón lograba
imponerse sobre su cabeza, conduciéndolo a situaciones que resultarían de difícil comprensión para quien
no le conociera bien.
Lo humano lo gobernaba, lo conmovía. El ejercicio de
la profesión médica no lo concebía sino en el marco
de una actividad profundamente humana, en donde la
capacidad de ponerse en el lugar del paciente, de entender y vivir su sufrimiento, como expresión máxima
del altruismo, constituía la base moral de la profesión.
El humanismo fue su obsesión en los últimos años,
en que se constituyó en el adalid del humanismo y la
bioética en el ejercicio de la Medicina. Consideró éstos
como elementos fundamentales para preservar la profesión, ante la preocupación que le producía constatar
la ausencia de esas disciplinas en la formación y en el
actuar de muchos profesionales.
Su aspecto humano tuvo una dimensión especial ante
el inmenso dolor que le ocasionó la prematura partida
de Lucía, la segunda de sus cuatro hijas, y luego, la de
Blanca, su esposa. Desde entonces, disfrutó del amor
y la devoción con que sus hijas María Isabel, Mariana,
María Olga y también sus nietos, lo rodearon y lo hicieron feliz.
Cuando sintió que la muerte estaba cerca, él mismo
se fue para “su” hospital, el de la Fundación Santa
Fe de Bogotá, que tanto le debe, porque quería morir
allí y no concebía que su vida terminara en un lugar
diferente. Como tampoco habría entendido que esta
ceremonia se hubiera realizado en parte distinta a su
colegio, el Gimnasio Moderno, que llevó siempre en
su corazón porque fue un gimnasiano integral.
Por eso vinimos a decirle que su inmenso legado será
conservado y cuidado por los millares de alumnos,
discípulos y amigos, e igualmente que la Medicina colombiana mantendrá
vivas sus enseñanzas y que la sociedad lo recordará siempre con
admiración y afecto.
Fecha: 4 de marzo de 2020
Correspondencia:
Roberto Esguerra Gutiérrez
resguegu@hotmail.com