En un día de marzo vi por última vez a José Félix Patiño. Sentado en el
Auditórium de la Academia Nacional de Medicina, esperaba el inicio de
la sesión
ordinaria donde se presentaba un nuevo miembro
Correspondiente con el novedoso trabajo sobre Cáncer de Pulmón y los
modernos tratamientos para extender la supervivencia (Cardona A.) Verle
sentado, a
este hombre de 93 años, para cumplir la invitación y
asistir a la sesión fue toda una enseñanza. Con cánula
nasal y bala portátil de oxígeno escuchó toda la exposición. Atento,
siguiendo la disquisición y escuchando
los comentarios de discusión del experto. Marcadores
tumorales, estudios genéticos e inmunoterapia. Aprendiendo a los 93
años, llevando a ese cerebro prodigioso
más estímulos para crear nuevas redes sinápticas en
ese conglomerado ya existente. Con gran tino, el presidente de la ANM
le dio una cálida bienvenida sin
saber que sería su última sesión.
Muchas letras se han escrito sobre el Doctor Patiño. Se
graduó de Médico Cirujano de la Universidad de Yale,
con tesis laureada y sobresalientes investigaciones. Su
pasión por la enseñanza la afianzó en el Hospital La
Samaritana, como Jefe de Cirugía, donde sus textos
sobre metabolismo, nutrición, gases e insuficiencia
respiratoria fueron de obligada consulta a números
estudiantes, que crecieron bajo su influencia. Siempre
adelante en todo, fue impulsor de bancos de datos y
de la telemedicina e información a distancia. Se destacó por su discernimiento inquieto y sus observaciones
juiciosas sobre las modalidades del conocimiento y de
la enseñanza.
En mi caso, admiraba más al educador que al cirujano.
Fue Rector de la Universidad Nacional y proyectó su
rumbo para las próximas décadas; allí reestructuró su
currículo y con pensum renovados, cambió la misión
de la institución universitaria; mantuvo una actitud vigilante y
preocupada por el recurso humano, y buscó
dar siempre las mejores opciones a los estudiantes. Se
desveló para darle vida a la carrera docente y su formación continua;
de ahí que la actualización de los Profesores fue su constante
motivación. Innovar e investigar su lema. También fue Fundador de la
facultad de
Medicina de la Universidad de los Andes, con un sello
propio: los estudiantes deben ser integrales y con sólida formación
cultural para que exploten las ventajas
de los currículos flexibles del programa de pregrado.
1 MD. Esp. Neurocirugía, Fellow Microcirugía. Especialista en Gerencia de Servicios de Salud. Especialista en gobierno, Finanzas
y Asuntos Públicos. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
El bienestar de los colombianos y la salud pública
fueron otras fuentes de motivación y reflexión para el
Dr. Patiño. Ocupó de forma notoria muchos cargos y no hubo manto de duda al entregar su gestión para
que otros continuaran el camino ya empezado. Entre
diversos cargos notables que este ser humano excepcional desarrolló con altura y responsabilidad, están el
de Ministro de Salud, presidente de la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME)
y presidente de la Academia Nacional de Medicina.
Además de su trascendental trayectoria académica y
profesional, es preciso mencionar su gran carácter humanista. El Dr.
Patiño fue el ser humano de los imperativos éticos, que concebía al
médico como un ser
integral. Se hallaba sumergido en una cultura oceánica
que le permitía bucear hondo, las entrañas y misterios
del conocimiento. Fue un ser Generoso y como muestra de ello, donó su
biblioteca personal (cerca de 11mil
libros) o sus “mejores amigos” -como le decía a sus
libros- a la Universidad Nacional de Colombia.
Una anécdota final con el Doctor Patiño, ocurrida
hace un par de años, refleja la elegancia del Maestro. En la última
campaña electoral manifestó abiertamente su apoyo por un candidato que
prometía un
revolcón en el sistema de salud. Mi visión era distinta:
seguir con el modelo actual mediante ajustes, para no
caer en el abismo de la no cobertura e improvisación.
Me sorprendió su manifestación y expresé que la Academia Nacional de
Medicina, como órgano consultor
y asesor del Estado en el sector salud, debía mantener
una postura distante e independiente de los movimientos políticos.
Al día siguiente recibí una llamada el Profesor Patiño
quien, en tono gallardo y amable, me comentó que él
hablaba a título personal, pues No era vocero de ningún gremio, institución médica o asociación. Entendí
su explicación. Al despedirme le dije: “Maestro, usted
es la Academia.”
Fecha: 1 de marzo de 2020
Correspondencia:
Remberto Burgos de la Espriella
rembertoburgos@hotmail.com