Antecedentes o proceso de gestación
Desde cuando me senté por primera vez
en este auditorio y vi una gran superficie en blanco sobre el estrado,
me dije entusiasmado: “¡Esa pared está que pide
a gritos un mural!”. Lo mismo me decía cada vez que
asistía a las sesiones de la Academia, hasta que, por
fin, en agosto del 2003 decidí a dar el primer paso:
quiénes podrían ser los personajes que debían figurar.
Con la disculpa de que estaba interesado en escribir
un
Opúsculo histórico de la Medicina Nacional, me dirigí
a siete reconocidos académicos historiadores: Efraín
Otero, Roberto de Zubiría, José Félix Patiño, Juan
Mendoza Vega, Hernando Forero Caballero, Alfonso
Vargas Rubiano y Adolfo de Francisco, para que me
ilustraran sobre quiénes deberían aparecer en mi escrito. La intención al elevar esa consulta era evitar que
una vez pintado el mural se me dijera que la escogencia de los personajes había sido arbitraria.
De esa encuesta tomé no solamente los diez nombres
con los cuales estaban todos de acuerdo, sino también
otros que en mi concepto también merecían figurar.
En total fueron 14 los personajes escogidos. Yo añadí
otro, no mencionado por ninguno, pero que consideré
que no podía estar ausente: el Paciente.
Transcurría el tiempo y no me atrevía a embarcarme
en el proceso de ejecución de la obra. No me sentía capaz, pues era algo monumental (5 metros de ancho por
2,85 de alto), y yo no había pintado nunca un mural.
Acudí a mi maestro Ángel Loockartt y le pregunté si
era válido pintar la obra en paneles y luego montarlos
sobre la pared. Pintar directamente sobre el muro, trepado en un andamio como se hacía en otras épocas,
era para mí un imposible, por mis mermadas condiciones físicas a causa de mi avanzada edad. Yo no era
un titán como Miguel Ángel. El maestro Loockartt me
dijo que hoy era totalmente válido un mural montable
y desmontable, y que podía pintarlo en lienzo sobre
bastidores, usando pigmentos al óleo y acrílicos, es decir, una técnica mixta.
Contenido del mural
Así las cosas, comencé a planear el contenido del mural. Hice varios
bocetos en el 2016, otros en el 2017
para, finalmente, en el 2018 tener ya decidida la obra:
se compondría de seis paneles o piezas (políptico) que
por su tamaño pudieran caber en mi estudio o taller,
que es un patio acondicionado para tal fin en la parte
posterior de mi residencia. En los tres paneles principales irían los
personajes más representativos de la Medicina nacional. El primero,
correspondería a los inicios de la enseñanza científica de la Medicina
(principios
del siglo XIX); el segundo, a la introducción de la Medicina
anatomoclínica y florecimiento de la cirugía y
la clínica (segunda mitad del siglo XIX y principios del
XX); el tercero, a la Medicina actual (finales del siglo
XX, principios del XXI) (ver Figura 1). Los otros tres
paneles, los de la mitad superior, constituirían el fondo
o background del mural. Para ello me serviría del telón
de fondo que Rafael Sanzio pintara entre 1510 y 1512
en el gigantesco fresco titulado
La Escuela de Atenas, o
La Academia, y que reposa en El Vaticano
1 Médico-Cirujano de la U. Nacional. Profesor Titular, Emérito y Honorario, Exdecano de la Facultad de Medicina y Exrector de la
U. Nacional. Miembro Honorario y Académico Ejemplar de la Academia Nacional de Medicina. Bogotá, Colombia.
En el primer panel de la mitad inferior aparecen los
doctores José Celestino Mutis, Miguel de Isla y Vicente Gil de Tejada (Figura 1). Los tres personajes
discuten algún asunto científico. Gil de Tejada se fundamenta en los famosos
Aforismos del holandés Hermann Boerhaave, en tanto que Isla lo hace en un autor
no identificado, seguramente Hipócrates. Atento, el
maestro Mutis los escucha, sosteniendo en su mano
derecha una flor, representante de la Naturaleza que él
tanto admiró y estudió. Como reconocimiento al sabio
Mutis me atreví a colgar en su cuello la bandera de España y, en su pecho, la Gran Cruz de Plata –Honor al
Mérito- de la Academia Nacional de Medicina.
En el segundo panel, dos son los personajes centrales:
Antonio Vargas Reyes y el Paciente (Figura 1). Al primero, considerado como uno de los más sobresalientes
exponentes de la medicina colombiana del siglo XIX,
lo he pintado dictando cátedra a la cabecera de la cama
de un enfermo. El tamaño de su figura sobrepasa a la
de los demás personajes del módulo, para significar su
importancia. Su mano derecha, con el índice extendido, está recordando el principio intemporal hipocrático:
Primum non nocere, “Primero no hacer daño”. Para
representar al paciente me serví del cuadro pintado al
óleo
Lamentación sobre el Cristo muerto
del pintor italiano del Renacimiento Andrea Mantegna, obra que se
conserva en Milán, Italia. Escogí esta magistral obra
por la genial perspectiva utilizada por el artista: los
pies en primer plano y la cabeza al fondo, los volúmenes resaltados a
base de luces y sombras, como los
pliegues de la sábana, todo lindando con la perfección
estética. Yo le suprimí aquello que representara a un
personaje muerto y le di vida trocándolo en un personaje enfermo. No
quise representar a Cristo muerto sino a Juan Lanas, un Don Nadie, un
hombre del
montón, de pobre condición socio-económica, cuya
crítica situación de salud suscita la atención y la preocupación de lo
más granado de la Medicina de la época. Su estatura supera a la de
todos los representados
en el módulo. Lo pinté así para poner de presente la
importancia que tiene el paciente en el quehacer médico. Flanqueando al
paciente, muy atentos, figuran los
profesores Manuel Uribe Ángel, José Félix Merizalde,
Nicolás Osorio Ricaurte, Juan de Dios Carrasquilla,
José María Lombana Barreneche y Evaristo García.
Figura 1. Mural: Homenaje a la Medicina Nacional
En el tercer panel, correspondiente a la Medicina actual, aparece en primer lugar y de izquierda a derecha,
Rodolfo Llinás sosteniendo en su mano derecha un
cerebro humano. Nótese la firmeza con que lo sostiene, significando con ello que está seguro del resultado
de sus investigaciones sobre la fisiología del cerebro.
Enseguida aparece el rostro de José Félix Patiño, la
mirada fija en el cerebro, es decir, muy interesado en
el trabajo de Llinás, al igual que Hernando Groot,
quien manifiesta su complacencia con una sonrisa.
¿Por qué Patiño y Groot? Porque considero que son
los médicos y humanistas contemporáneos con mayores merecimientos para ocupar un lugar en los anales
de la Medicina nacional. El último es Manuel Elkin
Patarroyo, sosteniendo en su mano derecha un tubo
de ensayo que aloja un zancudo anofeles, transmisor
del paludismo (Figura 1); su brazo izquierdo reposa
en un procesador de aminoácidos y sobre su hombro
descansa un mico de la especie
Aotus, que es la especie
animal con la cual ha venido experimentando. La cara
de preocupación, de extrañeza, del doctor Patarroyo,
la vista fija en el anofeles, expresa lo difícil que le ha
sido desentrañar una vacuna efectiva.
En el ángulo inferior derecho del panel aparece mi
firma y mi último autorretrato reducido a su mínima
expresión. Le he colocado “Yo, pintor” para que no se
piense que he querido incluirme como personaje de la
Medicina. Por la intención y el contenido, el mural lo
he titulado Homenaje a la Medicina Nacional. Para aquellos que no están familiarizados con nuestra historia
médica, voy a presentarles rápidamente los personajes
del mural.
Minibiografías de los personajes
Panel No. 1
En él aparece la trilogía médica que inició la enseñanza científica de la Medicina entre nosotros.
Figura central,
José Celestino Mutis
(1732-1808), natural de Cádiz (España), médico y catedrático de la
Facultad de Medicina de Madrid. Designado médico
de cámara del virrey Pedro Messía de la Zerda, llegó
al Nuevo Reino de Granada en 1761. Además de la
Medicina, Mutis cultivaba la astronomía, la botánica,
la mineralogía, la química, las matemáticas y la filosofía moderna. Su
mentalidad, producto de la Ilustración, estaba abierta al progreso en
todos los campos.
Fue nombrado director de la Expedición Botánica. En
1802, por mandato de una Real Cédula emanada de
Carlos IV, Mutis dio inicio en el Colegio Mayor del
Rosario al primer plan de estudios de Medicina, serio
y bien estructurado académicamente dentro del marco
de la llamada “Medicina de la Ilustración”. Sus colaboradores en la
implementación del primigenio plan
de estudios fueron los frailes Miguel de Isla y Vicente
Gil de Tejada. Por eso encontré justificado incluirlos.
Mutis murió en Santafé de Bogotá.
A la diestra de Mutis está
Vicente Gil de Tejada
(1766
- ?), natural de Buga, Valle. Se hizo miembro de la Orden de los
Hospitalarios de San Juan de Dios, donde
tuvo como maestro al padre Miguel de Isla, con quien
se inició en el estudio de la Medicina. En 1801, el sabio Mutis lo
propuso como profesor de Medicina Teórica en el Colegio Mayor del
Rosario. La Universidad
Tomística le concedió el título de Doctor en Medicina en 1806. Regentó
la cátedra hasta 1810. Murió en Maracaibo, sin que se precise la fecha.
Como ya dije, fue
colaborador de Mutis en la formación de las primeras
promociones médicas entre nosotros.
Al lado izquierdo de Mutis aparece
Miguel de Isla(entre
1744 y 1745 – 1807). Nacido en Santafé de Bogotá, estudió humanidades
en el Colegio de San Bartolomé y filosofía en la Universidad Javeriana.
En 1761
ingresó a la Orden de los Hospitalarios de San Juan de
Dios. En 1770 se le concedió licencia para ejercer la
profesión médica. La Universidad de Santo Tomás le
confirió el doctorado. Establecida la cátedra de Medicina según el plan
de estudios propuesto por Mutis, fue
designado para dirigirla en 1802. Falleció en Santafé
de Bogotá.
Panel No. 2
El personaje central es
Antonio Vargas Reyes
(1816-
1873), natural de Charalá (Santander). Estudió literatura y filosofía
en el Colegio Mayor del Rosario y Medicina en la Universidad Central.
Viajó a París donde
renovó los estudios médicos, siendo discípulo de los
más importantes profesores de la época. Por sus reconocidos méritos
profesionales se le autorizó a ejercer
en Francia. En 1843 regresó a Bogotá, donde fue nombrado catedrático en
los Colegios de San Bartolomé y
el Rosario. Fue un admirable clínico y cirujano, y un
reconocido maestro. Se le considera como el introductor de la Medicina
anatomo-clínica entre nosotros. En
1852 editó el periódico médico
La lanceta,
primero en
su género en Colombia. Fundó una escuela de Medicina privada la que, en
1867, cuando se creó la Universidad Nacional, se constituyó en la
Facultad de Medicina de ésta. Fue designado como su primer rector, o
decano. El doctor Vargas Reyes falleció en Villeta.
El segundo personaje central es el
Paciente, razón de
ser la Medicina. De él me ocupé atrás. A la derecha
del paciente aparece, en primer lugar,
Manuel Uribe
Ángel (1822-1904), considerado como el más eminente médico de Antioquia en el siglo XIX. Natural de
Envigado, estudió latín y filosofía en el Colegio Mayor del Rosario y Medicina en la Universidad Central,
donde se graduó en 1845. Incursionó como escritor
en varios campos. En el campo histórico publicó
La
medicina en Antioquia y Geografía y Compendio histórico
de Antioquia; en el de la novela,
Pedro Serrano; en el de
la Medicina, estudios sobre la lepra, el carate, la tos
ferina y el sarampión. En la Facultad de Medicina de
la Universidad de Antioquia regentó las cátedras de
anatomía topográfica, clínica terapéutica y medicina
legal. Fundó la Academia de Medicina de Medellín, la
Antioqueña de Historia y el Museo Francisco Antonio
Zea. Murió en Medellín.
A continuación figura
Nicolás Osorio Ricaurte (1838-
1906). Estudió su bachillerato y la carrera de Medicina en París, donde se graduó en 1865. En Bogotá
fue nombrado cirujano del Hospital San Juan de Dios
y catedrático de terapéutica y de materia médica en
la Escuela de Medicina Privada que fundara Antonio Vargas Reyes. En la Facultad de Medicina de la
Universidad Nacional fue profesor de clínica y de terapéutica. Fue prolífico escritor de artículos médicos,
decano de la facultad de Medicina, miembro fundador
de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales, y de
la Academia Nacional de Medicina, de la que fue su
presidente. Murió en Bogotá.
El tercero es
José María Lombana Barreneche
(1854-
1928), nacido en Santa Marta. Fue considerado como
el padre de la Medicina Interna en Colombia. En 1869
ingresó a la Escuela de Filosofía y Literatura de la Universidad
Nacional, en Bogotá, y luego a la de Medicina, donde se graduó. Regentó
las cátedras de anatomía
patológica, de patología interna, de patología general y
de terapéutica. Dirigió el Instituto de Medicina Legal.
Fue miembro de la Academia Nacional de Medicina
y su presidente en el periodo 1904-1906. Incursionó
en política siendo miembro de la Asamblea Nacional Constituyente en
1910 y candidato a la Presidencia de
la República en 1918. Murió en Bogotá.
A la izquierda del paciente está el bogotano
José Félix
Merizalde (1787-1868). Cursó estudios de literatura en
el Colegio de San Bartolomé y de Medicina en el Colegio Mayor del Rosario, donde se graduó en 1810. Fue
considerado el mejor alumno del doctor Vicente Gil
de Tejada. Se incorporó al ejército libertador, hecho
prisionero y obligado a servir a los ejércitos realistas.
Formó parte de la Academia de Medicina que funcionó en 1816. En 1812 fundó una cátedra de Medicina
en el Colegio de San Bartolomé. Fue profesor en los
Colegios de San Bartolomé y el Rosario. Escribió varios estudios que sirvieron de textos de enseñanza. Fue
dirigente político habiendo participado en la Convención de Ocaña; además, fue presidente del senado de
la república en 1844. En el ejercicio de la profesión fue
un ejemplo de probidad, de generosidad y de desinterés en el servicio de sus semejantes. Murió en Bogotá.
Sigue
Juan de Dios Carrasquilla Lerma
(1833-1908),
natural de Bogotá. A partir de 1845 adelantó estudios
de filosofía y literatura en el Seminario Conciliar de
Bogotá, y de Medicina en el Colegio del Rosario y de
San Bartolomé, recibiendo el grado en 1852. Ejerció la
profesión en Medellín, Salamina y Remedios, fijando
luego su residencia en Funza (Cundinamarca), donde,
sin abandonar la Medicina, se dedicó a la práctica de
la agricultura y agronomía, siendo nombrado Director del Instituto
Nacional de Agronomía en 1880. En
1886 se trasladó a Estados Unidos y Europa donde se
consagró al estudio de la Medicina y la paleontología.
Fue presidente de la Sociedad de Medicina y Ciencias
Naturales, y de la Academia Nacional de Medicina.
Adelantó estudios sobre el paludismo, pero su más
destacada contribución científica fueron sus investigaciones sobre la
aplicación de la seroterapia en la lepra.
El gobierno creó el Instituto Carrasquilla para facilitar
sus investigaciones. En la Conferencia de Lepra reunida en Berlín en
1897 presentó sus trabajos que le dieron reconocimiento internacional.
Murió en Bogotá.
El último,
Evaristo García Piedrahita (1845- 1921),
natural de Cali, se graduó de médico en la Universidad Nacional en 1872. En su Facultad de Medicina
llegó a ser profesor y jefe de clínica. Entre 1875 y 1877
permaneció en Londres y París perfeccionando sus conocimientos. Fue el primero en estudiar en Colombia
el beri-beri. Fue presidente de la Academia de Historia
del Valle del Cauca y miembro fundador de la Academia Nacional de Medicina. En reconocimiento a su
trayectoria médica, el Hospital Departamental Universitario de Cali lleva su nombre. Murió en su ciudad
natal.
Panel No. 3
De izquierda a derecha, en primer lugar está
Rodolfo
Llinás Riascos,
nacido en Bogotá en 1934. Médico de
la Universidad Javeriana. En Australia obtuvo el doctorado en
neurofisiología y luego se radicó en los Estados Unidos, siendo
discípulo de los premios Nobel
W. Rudolph Hess y John Ecles. Durante más de cincuenta años ha
desarrollado una brillante carrera en el
Departamento de Fisiología de la Escuela de Medicina de Nueva York. Es
el primero y único “University
Professor” que ha tenido esa Escuela en sus 180 años
de existencia. Ese título le permite dictar cursos de nivel
universitario en cualquier área del conocimiento
humano. Es el médico colombiano con más reconocimientos
internacionales, entre ellos, miembro de la
Academia de Ciencias de EE.UU.; Medalla de Oro Albert Einstein en
Ciencias, de la Unesco; miembro de la
Real Academia de Medicina de España; miembro de
la Academia de Ciencias de Francia; Premio Koetsler
sobre Investigación Cerebral, Zurich, Suiza; Premio
“Ragnar Granit”, Instituto Nobel de Estocolmo; doctor Honoris Causa de
nueve universidades internacionales. El doctor Llinás reside en Nueva
York.
Aparece luego
José Félix Patiño Restrepo, nacido en
1927 en San Cristóbal, Venezuela. Inició estudios de
Medicina en la Universidad Nacional de Colombia
y en 1948 ingresó a la Universidad de Yale, EE.UU., donde recibió el título de médico y cirujano en 1952
con tesis laureada mediante el Premio Borden de Investigación. Se especializó en cirugía general, torácica
y cardiovascular. Fue Jefe de cirugía del Hospital de
La Samaritana y después de la Fundación Santa Fe
de Bogotá. Se desempeñó como profesor de la Universidad Nacional, director ejecutivo de la Asociación
Colombiana de Facultades de Medicina, ministro de
Salud y rector de la Universidad Nacional, donde
adelantó una gran reforma académico-administrativa.
El gobierno nacional le concedió la Gran Cruz de la
Orden de Boyacá. Se destacó como escritor prolífico
y miembro de múltiples instituciones científicas nacionales e internacionales. El doctor Patiño reside en
Bogotá y ha sido una especie de faro en el campo de la
Medicina nacional.
Hernando Groot Liévano (1917-2016) nació en Bogotá. Se graduó como médico de la Universidad Nacional en 1939 y magíster
Cum Laude
en Salud Pública
de la Universidad de Harvard en 1942, donde también
se especializó en Medicina tropical. Adelantó investigaciones de gran
importancia en el campo de la parasitología. Fue presidente de la
Academia de Medicina
y presidente del Tribunal Nacional de Ética Médica,
profesor de parasitología y Medicina tropical de la
Universidad Javeriana, decano de la Facultad de Ciencias de la
Universidad de Los Andes, asesor de la Oficina Panamericana de la Salud
(OPS) y miembro de
numerosas sociedades científicas. Recibió el Premio
“Abraham Horowitz” de la OPS y las medallas “Jorge
Bejarano” y “José Fernández Madrid” de autoridades
colombianas. Fue un ciudadano ejemplar y un médico
paradigmático. Falleció en Bogotá.
El doctor
Manuel Elkin Patarroyo
nació en Ataco,
Tolima, en 1946. Médico de la Universidad Nacional
en 1981, especializado en Inmunología y Virología en
la Universidad Rockefeller, EE.UU. Fundó en Bogotá
el Instituto de Inmunología del Hospital San Juan de
Dios donde, en 1984, obtuvo una vacuna sintética contra la malaria, que
le dio renombre internacional. Recibió el Premio Príncipe de Asturias y
varios doctorados Honoris Causa. En 1984 fue nominado al Premio
Nobel de Medicina. El gobierno nacional le concedió
la distinción Caballero de la Orden de San Carlos. Infortunadamente,
los resultados de la vacuna han sido
pobres, pero él insiste en perfeccionarla. No obstante,
lo hecho por el doctor Patarroyo es importante, sobre
todo por haber despertado el espíritu de investigación
en los jóvenes. La esperanza de que pueda descubrir
una vacuna confiable, no se ha perdido. Reside en Bogotá.
Con estas reseñas biográficas finalizo la presentación
de la biografía del mural políptico “Homenaje a la
Medicina Nacional”. No fue una labor de fácil ejecución. En efecto, fue un esfuerzo grande de mi parte,
expresión del afecto que conservo hacia la Medicina y
a esta Academia, testimoniados en esta obra que dono
con satisfacción y con la certeza de que con ella, los
nombres de estos grandes personajes de la Medicina
serán recordados, al igual que el mío. Si ustedes me
lo permiten, quisiera que las encargadas de su develación fueran mi hija Mónica, médica, y su hija Paula
Catalina -es decir, mi nieta-, estudiante de Medicina.
Muchas gracias.
Noviembre 22 de 2019