Resumen
La violencia sexual en contra de
niños, niñas y adolescentes es un
problema de enorme magnitud que
tiene múltiples enfoques analíticos y su abordaje depende de la
intersección de múltiples servicios.
Como respuesta al problema de salud pública, en el año 2012, el
Ministerio de Salud y la Protección
Social instituyó un Protocolo y Modelo de Atención Integral en Salud
para Víctimas de Violencia
Sexual. No existen estudios que verifiquen su utilidad o cumplimiento.
En este sentido, decidimos
realizar el primer estudio que verifique el cumplimiento del protocolo
en el servicio de urgencias de
pediatría de un hospital en Bogotá. Se realizó un estudio retrospectivo
de 129 historias que cumplían
con los criterios de inclusión de la totalidad de historias de las
víctimas de violencia sexual que fueron
atendidas en el servicio de pediatría del Hospital de San José de
Bogotá, entre el 1 de enero de 2013 y
el 31 de diciembre de 2017.
Se construyeron 20 indicadores para
evaluar el cumplimiento del
protocolo. Encontramos un cumplimiento con media de 73% del total de
todos los indicadores analizados. No es posible describir con
certeza los motivos que se encuentran detrás del bajo porcentaje de
cumplimiento, teniendo en cuenta
que el protocolo es de obligatorio acatamiento y su adherencia debería
ser del 100%. Creemos que la
creación de un grupo multidisciplinario especializado, dentro de los
servicios de urgencias de pediatría, contribuiría favorablemente a la
atención de las víctimas de abuso sexual infantil.
Palabras clave: Delitos sexuales;
maltrato infantil;
atención a víctimas de violencia.
1 Pediatra. Antropólogo. Especialista
en Derecho Médico-Sanitario. Fundación Universitaria de Ciencias de la
Salud, Hospital de San José. Bogotá, Colombia.
2 Residente de pediatría de tercer
año. Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Hospital de San
José. Bogotá, Colombia.
3 Pediatra. Docente asociado.
Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, Hospital de San José.
Bogotá, Colombia.
COMPLIANCE ASSESSMENT OF THE
COMPREHENSIVE
PROTOCOL OF HEALTH ATTENTION OF SEXUAL
VIOLENCE VICTIMS, IN A PEDIATRICS DEPARTMENT
IN BOGOTÁ (COLOMBIA)
Abstract
Sexual violence against children
and adolescents is a serious problem
with multiple analytical focusing and its approaches depends on the
cross-sectorial work of multiple services. In
response to a public health problem, in 2012, Colombian Ministry of
Health and Social Protection instituted a protocol and comprehensive
model of health attention towards sexual violence victims. There are
not studies about its efficacy or compliance, so we decide to do the
first analysis of protocol’s adherence in a pediatrics department at
Bogotá’s private hospital.
This was a retrospective study of 129 clinical records which met the
inclusion criteria among
all the sexual violence victims treated in the pediatrics department
between January 1th, 2013
and December 31 of 2017.
20 indicators were constructed in
order to assess compliance with the protocol. We found a
compliance of 73% of all the analyzed indicators. It is not possible to
describe the reasons
behind low compliance, especially because it should be of 100%. We
believe that creation of
specialized multidisciplinary group, among the pediatric emergency
department, would help
to advocate for all victims of child sexual abuse in our center.
Key words: Child Abuse; Sexual
Harassment; Sex Offenses.
Introducción
No existe una definición
universalmente aceptada sobre el abuso sexual
infantil (ASI). En términos muy generales se puede decir que cualquier
acto en el cual un
niño, niña o adolescente es sometido a la participación
en actividades sexuales por parte de una persona que
domina al niño debido a una mayor madurez física,
psicoafectiva o emocional, con el objetivo de estimular sexualmente a
la persona dominante o gratificar a
otros, se incluye dentro de la definición de violencia
sexual (1).
De forma más específica, en el
ámbito penal colombiano, la violencia
sexual se define como «todo acto
o comportamiento de tipo sexual ejercido sobre un
niño, niña o adolescente, utilizando la fuerza o cualquier forma de
coerción física, psicológica o emocional, aprovechando las condiciones
de indefensión, de
desigualdad y las relaciones de poder existentes entre
víctima y agresor» (2).
La violencia sexual quizá es una de
las mayores vulneraciones de los
derechos fundamentales de las personas (3). No solamente impide el
adecuado ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, sino que
atenta
contra los derechos a la vida, la salud, la integrad física, la libre
expresión y el libre desarrollo de la personalidad, todos ellos
consagrados dentro de nuestra
carta magna y los diferentes acuerdos supranacionales
promovidos por los organismos multilaterales.
Entendida de este modo, la
violencia sexual infantil,
como problema de salud, corresponde al personal
médico -especialmente a los pediatras- su adecuado
diagnóstico y atención inicial. En esa perspectiva, el
Ministerio de la Salud y la Protección Social protocolizó, mediante
resolución proferida en el año 2012
(4), un modelo de atención en salud a las víctimas de
violencia sexual (5), que cumple dos características
importantes: (i) es de obligatorio cumplimiento para la
atención de las víctimas de violencia sexual por parte
de las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud;
y (ii) no se centra en los aspectos de detección, sino
en atención a las víctimas una vez se haya detectado
el caso. Esto implica que la observación de dicho protocolo debe
realizarse siempre en los servicios de urgencias.
Si bien es cierto que el protocolo
del Ministerio de la
Salud y Protección Social no es el único lineamiento
vigente en Colombia para la atención de las víctimas
de ASI (6), en términos generales, ofrece una guía
sobre las condiciones mínimas que se deben cumplir
para realizar un adecuado diagnóstico, tratamiento
y seguimiento a las víctimas de violencia sexual que
ingresan al sector salud y detalla una serie de 15 pasos que son de
obligatorio cumplimiento. La figura 1,
adaptada de la resolución 459 del 2012 del Ministerio
de salud, describe los pasos fundamentales a los que se
refiere dicho documento.
Protocolo para la atención integral
en salud de víctimas de violencia
sexual. Ministerio de Salud y Protección social. Adaptado de República
de Colombia.
Figura 1. Pasos fundamentales en la atención integral de las
víctimas de violencia sexual.
Ministerio de Salud y Protección Social. Resolución
000459 de 2012
Prima facie, no parecería que
existiera mayor dificultad
para la aplicación de este, en los casos de presunta violencia sexual
que se conozcan en un servicio de urgencias típico; sin embargo,
creemos que esto está lejos de
la realidad.
Una investigación previa (6), por
medio de un análisis cualitativo de estudio de contenido, sugiere que
el modelo de atención integral en salud para víctimas
de violencia sexual, entre otros protocolos nacionales
evaluados, no cumple explícitamente las categorías
que determinan la protección integral al menor establecidas en la Ley
de Infancia y Adolescencia de Colombia.
El objetivo perseguido por el
Ministerio de Salud y de
Protección Social al adoptar el protocolo mencionado
es « [b]rindar a los equipos de salud una herramienta
metodológica y conceptual con los criterios básicos e
indispensables para el abordaje integral de las víctimas
de violencia sexual que garanticen una atención con
calidad y el restablecimiento de los derechos de las víctimas» (4).
Como plantean las autoras de ese
trabajo, quizá las
únicas evidencias disponibles para evaluar el cumplimiento de este
objetivo, son las escandalosas cifras del
Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias
Forenses que indican que, en promedio, en el año 2017
realizaron 55 exámenes médico-legales al día (7) por
presunta violencia sexual en contra de niños, niñas y
adolescentes, o también la ridícula tasa condenatoria
de estos delitos en el sistema judicial colombiano: una
investigación de doctorado señala que de 13.000 investigaciones
realizadas por acceso carnal en menores de
14 años en el periodo de un año, solamente se dieron 4
sentencias condenatorias (8).
En este contexto, los profesionales
de la salud vinculados al área de la pediatría, y especialmente
aquellos
que laboran los servicios de urgencias, tienen un papel relevante en la
prevención, detección y atención a
las víctimas de violencia sexual; adicionalmente a las
obligaciones legales de toma de evidencias forenses,
les compete realizar las medidas de protección a las
víctimas, denunciar/reportar los casos a la autoridad
competente, etc.
No obstante la normatividad
vigente, las víctimas de
violencia sexual se ven enfrentadas a:
«i) las dificultades que enfrentan
las mujeres para tener acceso a un
proceso penal contra sus agresores que
sea respetuoso de sus derechos como víctimas, ii) las
deficiencias institucionales, iii) el incumplimiento de
las obligaciones legales de atención a las víctimas de
delitos sexuales, iv) la falta de tratamientos médicos
y psicológicos adecuados para las víctimas de violencia sexual y vi) la
falta de acceso a exámenes y medicamentos para tratar enfermedades de
transmisión
sexual y para prevenir el embarazo» (9).
Muchas de estas deficiencias
podrían ser producto de
un inadecuado cumplimiento de los protocolos nacionales concebidos para
la atención integral a las víctimas de violencia sexual.
En la bibliografía revisada, no
existen determinaciones
sobre el cumplimiento del sector salud con relación a
sus obligaciones con las víctimas de violencia sexual.
En efecto, la naturaleza propia del abuso sexual, los
tabúes alrededor de éste y la dificultad que entraña la
realización de investigaciones de este tipo, solamente
ahondan las dificultades a las que se enfrentan las víctimas de
violencia sexual en el momento de acceder
adecuadamente al modelo de atención.
Nos parece que el primer paso para
acercase a un problema de tamaña
magnitud, parte desde un diagnóstico de las condiciones del sector
salud en relación con
el cumplimiento de las obligaciones con las víctimas
de violencia sexual que implique, tanto el estudio de su
prevalencia como la revisión de sus actuaciones, con
base en los protocolos institucionales y nacionales.
Según el protocolo institucional
del Hospital de San
José, todos los casos de presunta violencia sexual en
niños, niñas y adolescentes, son atendidos por un
equipo interdisciplinario formado por los servicios de
pediatría, ginecología, trabajo social y psiquiatría. En
este contexto, consideramos indispensable ayudar a
disminuir las barreras a las que las víctimas infantiles
de violencia sexual se enfrentan en el ámbito hospitalario para recibir
una adecuada atención en salud integral; por ello es relevante, no
solamente conocer la
magnitud del problema al que nos enfrentamos en el
Hospital de San José, a través del estudio demográfico
de nuestros pacientes, sino también evaluar el cumplimiento del
protocolo.
Métodos
Se llevó a cabo un estudio
descriptivo retrospectivo,
cuya población correspondió al conjunto de todas
las presuntas víctimas de violencia sexual que fueron
atendidas en el servicio de pediatría del Hospital de
San José de Bogotá, entre el 1 de enero de 2013 y el 31
de diciembre de 2017. Las historias se recuperaron de
tres fuentes: (I) El reporte de intervenciones por violencia sexual
realizado por el servicio de trabajo social
del cual se recopilaron historias de 70 pacientes, (II)
los casos de violencia infantil reportados por la oficina
de estadística del Hospital de San José de Bogotá al
Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública -SIVIGILA- del cual se
recuperaron 147 historias y (III)
de la base de datos del servicio de estadística del Hospital de San
José de Bogotá, utilizando como filtro los
pacientes cuyo diagnóstico final reportado en los códigos CIE-10
estuviera relacionado con violencia sexual,
hallando por este medio 158 historias clínicas.
Teniendo en cuenta que se trata de
3 bases de datos
diferentes para recopilación de historias clínicas y que
en cada una de ella se encontraban pacientes mal asignados, adultos,
mujeres embarazadas y pacientes duplicados, la muestra se redujo a 187
historias clínicas
que cumplían el criterio de inclusión, es decir, aquellas
que pertenecieran a pacientes menores de 17 años, y
364 que fueron atendidos en el servicio de pediatría
del Hospital de San José de Bogotá. Por otra parte, se
excluyeron 64 historias clínicas de pacientes cuyo motivo de consulta
principal no fuera abuso sexual o cuyo
lugar de atención inicial no haya sido el servicio de urgencias de
pediatría del Hospital de San José, sino los
servicios de consulta externa, urgencias de ginecología
o urgencias de adultos. La Figura 2 muestra el esquema de recolección
de datos que se utilizó.
Se construyó una base de datos en
una hoja de cálculo
digital con los datos epidemiológicos de los 123 casos
analizados. Para verificar el cumplimiento de los pasos del protocolo
se definieron 15 características que
debían cumplir las historias clínicas y se construyeron
indicadores que evaluaran su cumplimiento, teniendo
en cuenta las principales acciones, cuyo resultado debe
ser consignado en la historia clínica. Éstos se deben
realizar en cada uno de los pasos determinados en el
protocolo de atención a víctimas de violencia sexual
para, de esta forma, dar a cada indicador 2 o 3 opciones de respuesta
con lo cual determinar si se cumplían
cada uno de esos pasos. Cada indicador fue construido
en consenso con el grupo de investigadores. Los datos
fueron recogidos de forma independiente por dos investigadores,
entrenados en el protocolo de atención
a las víctimas de violencia sexual; después se compararon los datos
recopilados y las diferencias entre ellos
fueron resueltas por consenso.
Los pasos 1 y 2 se refieren a la
preparación de la comunidad para
acceder a los servicios de salud dirigidos
a las víctimas de violencia sexual, y la verificación y
mantenimiento de las condiciones necesarias para la prestación de
dichos servicios. En este apartado destacamos como actividades
dependientes del personal
médico, en primer lugar, la explicación de los derechos
de las víctimas y, en segundo lugar, la debida obtención del
consentimiento informado con el fin de preservar la autonomía del
paciente (10).
Figura 2. Diagrama de
recolección de datos.
El paso 3 se refiere a la recepción
inmediata de la víctima de
violencia sexual en el servicio de urgencias médicas, el registro de su
realización queda consignado
en la historia de acuerdo con el sistema de clasificación de triage,
reglamentado en la resolución 5595 de
2015 (11) y los criterios se especifican claramente en
el protocolo:
«La violencia
sexual en las primeras 72
horas
de ocurrida la victimización, constituye una
prioridad I dentro de triage [cursiva en el original] de urgencias;
luego de 72 horas se puede clasificar como prioridad II, excepto que
la víctima acuda con ideación depresiva, de
muerte o suicida, sangrado vaginal o uretral
severo secundario a trauma, retraso menstrual
con sangrado vaginal y dolor severo, agitación
psicomotora, confusión, alucinaciones, u otros
síntomas y signos físicos o psicológicos que indiquen alto riesgo para
la vida o la salud, ante
los cuales se dará también prioridad I de triage
independientemente del tiempo transcurrido
entre el momento de la victimización y el de la
consulta»
(4).
El cuarto paso indica realizar la valoración completa inicial de la
víctima, realizando una división en 4
partes: (A) La realización de anamnesis de la víctima
de violencia sexual; (B) Realización del examen físico
completo, el cual debe registrarse en la historia clínica; (C) el
examen clínico genital y anal de la víctima
de violencia sexual y (D) el diagnóstico clínico en la
víctima de violencia sexual, los cuales están codificados en la
clasificación internacional de enfermedades
CIE-10.
El paso 5 indica la toma de pruebas
diagnósticas necesarias para explorar el estado de salud de la víctima
las cuales incluyen serología para sífilis, toma endocervical para Gram
y cultivo orientado a la detección
del gonococo, frotis en fresco para la búsqueda de tricomonas y pruebas
de tamizaje para VIH y hepatitis
B. Adicionalmente, en el caso de las mujeres, se recomienda tomar
prueba de embarazo, cuya solicitud
debe ser consignada en la historia clínica.
El paso 6 obliga la profilaxis para
ITS para todos los
casos de asalto sexual y el criterio clínico para decidir
la profilaxis en casos de abuso sexual y otras formas
de violencia sexual en las que se encuentren signos o
síntomas sugestivos de enfermedades.
El paso 7 hace referencia
específica a la profilaxis contra VIH/sida durante la consulta inicial
de salud en los
casos indicados, es decir, todos los de asalto sexual en
las primeras 72 horas o aquellos que cumplan con los
criterios de alto riesgo descritos por el CDC estadounidense (12).
El paso 8, por su parte, indica los
criterios para suministrar anticoncepción de emergencia, mientras que
el
paso 9 promueve la remisión al profesional de salud
mental. Los pasos 10, 11 y 12 se refieren a la remisión
a los planes de atención ambulatoria, seguimiento por
trabajo social y reporte al ICBF y sector justicia.
El paso 13 hace referencia al
reporte y seguimiento epidemiológico, es decir, el adecuado
diligenciamiento de
los diagnósticos del CIE-10 y la notificación mediante
fichas de vigilancia epidemiológicas del SIVIGILA.
Por otra parte, los pasos 14 y 15
se refieren al seguimiento rutinario
y cierre del caso, adecuados y materializados por la información y
asesoría suministrada
sobre el proceso de atención integral a las víctimas de
violencia sexual y asesoramiento de derechos sexuales
y reproductivos. Dos autores (Víctor Caballero y Paola
Gómez) revisaron en momentos diferentes cada una
de las historias, respondiendo en una hoja de cálculo
si las anotaciones consignadas en las historias clínicas
cumplían cado uno de los pasos del protocolo; luego
compararon las bases de datos y resolvieron las diferencias por
consenso. Para el análisis de frecuencias se
utilizó el programa IBM SPSS Statistics 22.
Esta investigación de tipo
descriptivo, no realizó ninguna intervención
ni tuvo acceso a datos sensibles, según las definiciones de la
resolución 8430 que regula
en Colombia la investigación en salud. Al tratarse de
revisión de historias clínicas, se define como una investigación sin
riesgo por lo que no requirió ningún
tipo de formalidad legal o ética para su realización,
incluida la obtención del consentimiento informado.
No obstante, el trabajo se sometió al comité de ética
institucional y obtuvo aprobación expedita.
Resultados
Características demográficas
Las principales características
demográficas de los pacientes cuyas historias fueron analizadas se
resumen
en la Tabla 1.
Cabe destacar que la mayoría de las
víctimas de violencia sexual
atendidas en nuestra población son de
sexo femenino, casi por cada 7 niñas víctimas de ASI,
un niño sufre esta situación. Si se compara el sexo del
agresor, cuando se conoce, esta relación se hace casi de
100:1, es decir, por cada 100 agresores de sexo masculino, 1 mujer
comete violencia sexual. En nuestra población podría señalarse que, más
allá de la categoría
de poder, ampliamente utilizada para explicar la violencia sexual, es
necesario realizar un abordaje intersectorial para poder explicar por
qué los niños, niñas y adolescentes son más frecuentemente víctimas de
abuso sexual (7). La Figura 3 muestra la distribución
bimodal en la edad de las víctimas de violencia sexual,
existiendo un pico de frecuencia entre las niñas de 1-3
años y otro entre las de 11-13 años.
Tabla 1. Características
demográficas de víctimas de violencia sexual, atendidas en el
servicio de pediatría del Hospital San
José de Bogotá. Periodo 2013-2017.
Con respecto a la procedencia de
los casos de violencia
sexual atendidos en el Hospital de San José, se destaca
en el análisis gráfico por localidades (Figura 4), la ausencia de un
patrón geográfico determinado.
El Hospital de San José de Bogotá
está localizado en
el centro oriente de Bogotá, por lo que, muchos de
nuestros pacientes provienen de localidades contiguas
al hospital. Sin embargo, un número importante de
estos viven en la zona suroccidental de Bogotá, especialmente en la
localidades de Kennedy y Bosa, y muy
pocos pacientes provienen del norte de Bogotá.
Figura 3. Distribución por edad
según sexo de las víctimas de violencia sexual, atendidas
en el servicio de urgencias de pediatría Hospital de San José de Bogotá
(2013-2017).
Figura 4. Localidad de
procedencia, en Bogotá, de las víctimas de violencia sexual
atendidas en el servicio de pediatría del Hospital San José. Periodo
2013-2017.
Respecto a la relación del agresor con la víctima, vale
la pena resaltar que nuestra población se comporta de
forma similar a la población general, en la cual, la mayoría de las
veces, los niños, niñas y adolescentes son
agredidos por personas cercanas a su entorno familiar.
Así, son las personas provenientes del grupo familiar
reconstituido, quienes con mayor frecuencia agreden
a nuestros menores, tal como se puede interpretar de
la Tabla 2.
Tabla 2. Tipo de relación de los
agresores con las de víctimas
de violencia sexual atendidas
en el servicio de pediatría del
Hospital San José de Bogotá. Periodo 2013-2017.
La Tabla 3 resalta la relación
existente entre la edad
del agresor con el lugar de los hechos de la agresión.
En términos generales, los menores de edad que son
agresores sexuales, se aprovecharían de la privacidad
de los ámbitos familiares como el hogar, las instituciones educativas o
las viviendas para cometer los delitos.
En contraste, los agresores desconocidos, atacan a sus
víctimas en espacios públicos. A primera vista, esta
tendencia parece insignificante; sin embargo, desde
la perspectiva interseccional, podría ayudar a explicar
modelos en los que empleen categorías más complejas
para explicar el asalto sexual (13).
Cumplimiento del protocolo
Se construyeron 20 indicadores para
evaluar los 15 pasos a los que hace referencia el protocolo de atención
en salud a las víctimas de violencia sexual. El cumplimiento de cada
uno de los indicadores del protocolo
se puede agrupar de forma arbitraria en tres conjuntos:
(1) bajo porcentaje de cumplimiento, (2) alto porcentaje de
cumplimiento y (3) muy alto porcentaje de cumplimiento.
En el grupo de bajo porcentaje de
cumplimiento, que
varía entre el 8 y el 49%, hacen parte los siguientes indicadores: (i)
obtención del consentimiento informado
para la realización del examen, (ii) asignación del seguimiento
ambulatorio por pediatría, (iii) socialización
sobre los derechos sexuales y reproductivos, (iv) diligenciamiento de
la ficha de notificación, (v) explicación del
proceso de atención y (vi) clasificación de triage. En el
grupo de alto porcentaje de cumplimiento, que varió
entre el 76,4 y el 87%, están los indicadores: (i) adecuada profilaxis
contra hepatitis B, (ii) administración del
esquema de tratamiento para ITS, (iii) adecuada indicación del
profilaxis de VIH y (iv) utilización adecuada de
los códigos diagnósticos CIE-10 (Tabla 4).
Cabe destacar que la mayoría de
indicadores se encontraron en el grupo de alto cumplimiento, que varió
desde 90,2% hasta el 100% de cumplimiento; los siguientes indicadores
formaron parte de este grupo: (i)
indicación correcta de pruebas diagnósticas de ITS, (ii)
registro completo de examen genital, (iii) registro de
toma de evidencias forenses cuando estaban indicadas,
(iv) registro de examen físico completo, (v) derivación
a servicios de trabajo social, (vi) llamado al ICBF y
al sector justicia, (vii) anticoncepción de emergencia
y (viii) toma de prueba de embarazo cuando estaba
indicada.
Tabla 3. Edad del agresor,
según lugar de los hechos, de víctimas de violencia sexual
atendidas en el servicio de pediatría
del Hospital San José (2013-2017).
El tipo de investigación de este
trabajo no nos permite describir con certeza los motivos que se
encuentran
detrás del bajo porcentaje de cumplimiento de estos
indicadores. Sin embargo, es claro que estos seis, tienen que ver más
con los aspectos psicosociales de la
atención en salud que con los puramente biológicos;
estos últimos, por el contrario, muestran porcentajes
de cumplimiento entre el 74% y el 100% (Figura 5). Al
agrupar cada uno de los indicadores, encontramos un
cumplimiento medio del 74%, lo que consideramos un
porcentaje bajo, especialmente porque al ser un protocolo de
obligatorio cumplimiento, éste debería ser del
100%.
Discusión
Como habíamos mencionado
inicialmente, el abuso
sexual es una de las mayores vulneraciones de los derechos
fundamentales de las personas, no solamente
por las consecuencias físicas y biológicas que tiene sobre los cuerpos
de las víctimas (14), sino también por
los profundos cambios psicológicos que experimentan
quienes han sufrido sus estragos (15,16). Este estudio
permite describir de manera retrospectiva el cumplimiento del protocolo
de atención integral en salud
para las víctimas de violencia sexual que fueron atendidas en el
servicio de urgencias pediatría del hospital
de San José durante los años 2013-2017. Durante el
periodo de 2013 a 2017, en el servicio de urgencias del
Hospital de San José de Bogotá se atendió al menos un
caso por semana.
El abuso sexual implica el
ejercicio de la violencia sobre
la víctima y, lastimosamente, los niños, niñas y adolescentes son las
víctimas favoritas de la violencia ejercida
por los adultos. Generalmente aceptamos que mientras
más atrás se vaya en la historia, mayor es el grado de
violencia, abuso y maltrato al cual los niños están expuestos (17). Por
este motivo no se puede entender que
2017 ha pasado a la historia como el año en que más
víctimas de presuntos delitos sexuales han sido reportadas en el país,
en relación con la última década.
En Colombia, la mayor fuente de
información sobre
abuso sexual es el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses; su informe más reciente indica que, solamente en Bogotá, se
realizan 9 valoraciones médico-legales al día por presunto abuso sexual
en niños, niñas y adolescentes (7). Teniendo en cuenta la
baja tasa de denuncia de esta clase de delitos, podemos
estar hablando de cerca de 90 casos de abuso sexual
infantil ocurridos en Bogotá durante cada día del año
2017.
Tabla 4. Cumplimiento de indicadores
del protocolo de atención integral en salud a las víctimas de abuso
sexual.
Servicio de
pediatría Hospital de San José (2013-2017) N=123.
Al igual que en el resto de Bogotá, en
nuestra población la mayoría
de las víctimas de violencia sexual fueron las niñas. La razón
mujer/hombre de Bogotá en el
año 2017 fue de 52:1, mientras que en el Hospital de
San José de Bogotá fue de 7:1. En todo el mundo es
cierto que las mujeres son, en mayor proporción, víctimas de violencia
sexual de cualquier tipo, con respecto
a los hombres (18). Cabría preguntarse si la diferencia
en la proporción de mujeres y hombres que son atendidos por ASI en el
Hospital de San José, eventualmente podría ser explicada por la
dificultad existente en
detectar tempranamente los casos de abuso sexual en
contra de los hombres y los estigmas relacionados con
la inequidad de género en el momento de acceder a los
servicios de salud.
Figura 5. Proporción del cumplimiento de indicadores del
protocolo de atención integral en salud a las víctimas de
abuso sexual.
Servicio de pediatría Hospital de San José (2013-2017) N=123.
Aunque la evidencia de esta y otras
investigaciones
podría señalar que la violencia sexual es solamente
un problema de género (19,20) es necesario tener en
cuenta que los fenómenos complejos requieren explicaciones complejas.
En ese sentido, se hace necesaria
la utilización de los modelos que permitan traer a colación categorías
analíticas tales como la historia, la raza
o la edad, sin olvidar la enorme cantidad de evidencia
que indica que las mujeres son las principales víctimas
de violencia sexual.
Existen modelos conceptuales que
reconocen múltiples puntos de
convergencia a la hora del explicar la
violencia sexual. Uno de estos enfoques, reconoce 5
teorías que deben tenerse en cuenta para el análisis de
la violencia sexual. (i) El reconocimiento de la violencia sexual como
un acto sexual con consecuencias sexuales para el sobreviviente (ii),
que el abuso sexual
tiene múltiples causales, no solamente persigue el poder/control, sino
también abarca motivaciones como
la gratificación sexual, venganza, recreación, diferentes clases de
filias, expresión de la masculinidad, etc.
(iii) La violación como acto político para el mantenimiento del
patriarcado y, al mismo tiempo, como una
acción con consecuencias específicas a nivel personal.
(iv) La importancia del análisis intersectorial con las
categorías de raza, identidad de género, clase, pobreza en los ámbitos
político, personal e histórico y (iv) las
consecuencias personales del abuso sexual (21).
Por lo anterior, deben hacerse más
estudios de corte cualitativo, con metodologías mixtas que permitan
realizar
análisis inter o transdisciplinares. Al mismo tiempo que
se crea un marco complejo como herramienta analítica para entender el
abuso sexual desde la academia, se
debe tener en cuenta que la violencia sexual existe en la
vida real. En nuestros pacientes no existe primero la clase, el sexo o
la motivación de poder en sus experiencias,
sino que todo ocurre al mismo tiempo, por lo cual es necesario velar
por la prestación de una atención integral a
todas las presuntas víctimas que atendemos.
Cumplimiento del protocolo de
atención a
las víctimas de violencia sexual
En términos generales, se considera
aceptable un cumplimiento entre el 75% y 95% en las diferentes guías de
práctica clínica basadas en la evidencia. El protocolo de
atención integral en salud para la atención de las víctimas de
violencia sexual no es una guía de práctica clínica basada en la
evidencia, sino la herramienta más
importante disponible para garantizar la adecuada atención en salud de
las víctimas de violencia sexual. Además, es un modelo que sirve como
marco de referencia
en el seguimiento de la atención a personas víctimas de
violencia sexual (4), razón por la cual, su cumplimiento
aceptable debería ser muy cercano al 100%.
En el servicio de pediatría del
Hospital de San José de
Bogotá, la media de cumplimiento de 74% se considera, en general, baja,
teniendo en cuenta lo anterior.
Sin embargo, haciendo énfasis en los indicadores con
cumplimientos mayores al 90%, casi todos ellos se refieren propiamente
a la atención médica. El tipo de
investigación de este trabajo no nos permite describir
con certeza los motivos que se encuentran detrás del
bajo porcentaje de cumplimiento de estos indicadores. Sin embargo, es
claro que estos seis indicadores
de bajo cumplimiento, tienen que ver más con los aspectos psicosociales
de la atención en salud que con
los puramente biológicos. Esto podría indicar que se
requiere mayor socialización y reforzamiento en el
servicio de urgencias de pediatría, a fin de fortalecer
el bajo cumplimiento de algunos indicadores previamente descritos.
No obstante, algunos autores
señalan que la dificultad para el cumplimiento de las recomendaciones
de
las guías de práctica clínica, puede ser producto de su
mala calidad (22). Otro tipo de abordajes podrían evaluar si la falta
de cumplimiento puede deberse más a la
baja calidad del modelo de atención que ha implementado el Ministerio
de Salud y la Protección Social (6).
Lo que es cierto es que, en la
literatura médica especializada, existe consenso en que la evaluación
de los
niños víctimas de violencia sexual debe ser realizada
por los profesionales más sensibles, quienes cuenten
con el mayor conocimiento y la mejor habilidad (23)
en este tipo de escenarios. Lo anterior, puesto que es
evidente que un diagnóstico médico bien realizado,
documentado y sustentado, influirá positivamente en
la sustentación de las acusaciones, protección del futuro abuso y
remisión para el seguimiento de las secuelas
físicas y psicológicas de los niños, niñas y adolescentes
víctimas de violencia sexual. La evaluación del niño
víctima de violencia sexual implica múltiples habilidades que se
adquieren a través de la práctica médica; no
solamente se requiere pericia para obtener una historia
clínica adecuada (24), también son necesarias destrezas al momento de
documentar los hallazgos encontrados de forma que la historia clínica
sea clara, cuidadosa y sustentable (25) con el objeto de no socavar la
credibilidad de la evaluación diagnóstica (26).
Lo anterior, se suma a que en
nuestro medio existen múltiples carencias que complican la evaluación,
diagnóstico y seguimiento de las víctimas de violencia sexual como
pueden ser: (i) la ausencia de centros integrales para la atención
integral a las víctimas de
violencia sexual; (ii) las limitaciones impuestas por el
sistema de aseguramiento que promueven el fraccionamiento de la
atención; (iii) la escasa disponibilidad de
medios técnicos institucionales y formación adecuada
en la documentación digital de los hallazgos del examen físico; y (iv)
la atención por profesionales de salud
no formados en abuso sexual (27).
Algunos autores han señalado que el
desconocimiento
de los médicos sobre el abuso sexual (28,29,30) es una
limitante a la hora de realizar el abordaje integral a los
pacientes que han sido víctimas de violencia sexual.
Incluso van más allá, al señalar la incapacidad de muchos pediatras
para identificar adecuadamente las estructuras anatómicas femeninas
normales prepuberales (31,32,33). Ninguno de estos aspectos es tenido
en
cuenta por el protocolo de atención integral en salud a
las víctimas de abuso sexual del Ministerio de Salud y
de Protección Social.
No hay estudios que describan el
cumplimiento de
estos mismos protocolos o similares, en otras instituciones dedicadas a
la atención en salud infantil en
Colombia. Lo más parecido es una encuesta citada
por Barrios que sugiere que los conocimientos sobre
maltrato infantil – categoría que abarca abuso sexual
infantil – en el hospital pediátrico más grande del país
son, cuando menos, decepcionantes (27).
Conclusiones
El abuso sexual infantil es un
problema complejo, por
lo tanto, su abordaje requiere soluciones complejas. La
creación de un grupo multidisciplinario especializado,
dentro de los servicios de urgencias de pediatría, contribuiría
favorablemente a la atención de las víctimas
de abuso sexual infantil. Tengamos en cuenta que en
nuestro servicio, 2 de cada 3 pacientes evaluados por
presunto abuso sexual infantil, llegan después de 72
horas o han venido sufriéndolo de forma crónica. En
consecuencia, su atención podría diferirse debido a
que su último contacto fue hace más de 72 horas y hay
baja probabilidad de (i) encontrar evidencias forenses, así como (ii)
poco éxito en la implementación de
esquemas terapéuticos profilácticos (24,34). Por otro
lado, los niños que fueron víctimas de abuso sexual
infantil ocurrido en las últimas 72 horas, pero que no
refieren contacto con secreciones ni expresan incomodidad o molestia,
también podrían ser evaluados de
forma diferida por un grupo de expertos.
Crear un grupo multidisciplinario
que se encargue de
forma exclusiva de la atención de los casos de abuso
sexual infantil y que trabaje en el mejoramiento de los
protocolos internos, ofrecería a nuestra población de
menores una atención en salud de mejor calidad, y posicionaría al
servicio de pediatría del Hospital de San
José de Bogotá como una referencia a nivel local en el
abordaje del abuso sexual infantil.
Agradecimientos
Agradecemos al personal de la
unidad de estadística y
análisis en Salud, por su ayuda en la identificación de posibles
pacientes para participar en el estudio. Así mismo,
a Hilda Acuña, coordinara de trabajo social del Hospital de San José de
Bogotá, por su amable colaboración
para la identificación de pacientes víctimas de violencia
sexual. Por otro lado, queremos hacer un reconocimiento
especial al Dr. Juan Sebastián Abaúnza, médico especialista en
epidemiología, quien nos asesoró para la realización del análisis
estadístico de los datos.
Conflicto de interés
Los autores declaran no tener
ningún conflicto de interés.
Financiación del proyecto
El proyecto no recibió financiación.
Financiación del proyecto
El proyecto no recibió financiación.
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Recibido: 1 de septiembre de 2019
Aceptado:
13 de noviembre de 2019
Correspondencia:
Víctor Alfonso Caballero Blanco
vacaballerob@gmail.com