ASPECTOS SOCIOCULTURALES Y MÉDICOS DEL EUNUCOIDISMO HISTÓRICO

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Alfredo Jácome Roca1


Resumen

Introducción: El eunucoidismo histórico floreció en muchas culturas antiguas, principalmente orientales. El objetivo de este artículo es el de revisar los aspectos sociales, demográficos y culturales de los eunucos a través de los tiempos, al igual que sus aspectos médicos. Métodos: Se revisó la información sobre el tema en bases de datos como Pubmed y Google académico. Se consultaron también algunos libros de historia que hacen referencia al eunucoidismo. Resultados: Se encontró información suficiente, tanto en el aspecto científico como en el sociocultural. Aunque el tema del hipogonadismo en sí, empezó a mostrar datos desde el siglo XVIII (cuando se fue formando un robusto cuerpo de literatura médica), es muy interesante conocer los aspectos relacionados con la persona del eunuco, con su papel en la historia y en la sociedad de la época y con los aspectos médicos de la castración. Se seleccionaron los artículos considerados más relevantes. Conclusiones: Se encontraron variaciones en los aspectos socioculturales de los eunucos de diferentes épocas y regiones, así como en los objetivos y aceptación voluntaria de la castración. Actualmente, el eunucoidismo sobrevive en algunos países subdesarrollados. Al parecer, los eunucos tienen una vida más larga que el común de la gente.

Palabras clave: Eunucoidismo; hipogonadismo masculino; historia; testosterona



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1  Internista-Endocrinólogo. Miembro de Número de la Academia Nacional de Medicina, y Honorario de la Asociación Colombiana de Endocrinología, Diabetes y Metabolismo.
Editor Emérito, revista MEDICINA. Bogotá, Colombia.

SOCIOCULTURAL AND MEDICAL ASPECTS OF HISTORICAL EUNUCHOIDISM


Abstract

Introduction: Historical eunuchoidism flourished in ancient oriental cultures. Tis paper aims at reviewing their social, demographic, cultural and medical aspects. Methods: Search was done in PubMed and Scholar databases and history books covering the subject as well. Results: Enough information in the scientific and the cultural fields was found. A robust body of literature on hypogonadism started to be built since the eighteen century, is also important to know the cultural and political input of eunuchs as persons and a group with specific medical characteristics. More relevant articles were reviewed. Conclusions: Variations in all these aspect were found in different groups, objectives and voluntary acceptance of castration as well. Currently eunuchs may be found in some underdeveloped countries; apparently eunuchs, particularly those orchiectomized as youngsters have a greater life expectancy than common people.

Key words:
Eunuchoidism; male hypogonadism; history; testosterone.


Introducción

El eunucoidismo (hoy llamado hipogonadismo) –cuadro que se desarrolla por la castración masculina-, representa el hecho endocrinológico más protuberante en las culturas milenarias y, aún hoy, se observa como parte de las tradiciones en países orientales y africanos. Esto, contrario a occidente, donde esporádicamente ocurre con automutilaciones, cirugías para los transgeneristas y como un método terapéutico para el cáncer de la próstata, orquidectomía que en Estados Unidos es realizada en 40.000 personas al año (1).

El comienzo de esta práctica se sitúa en el periodo neolítico (6000-3000 a.C.) en la zona llamada “creciente fértil”, situada sobre el río Éufrates. Está presente en las primeras comunidades históricas, como la sumeria y la asiria. Ocho siglos antes de Cristo empiezan a conocerse los primeros datos sobre esta práctica (que en ciertos países fue un sistema social) y el historiador Heródoto afirma que se trata de ‘una costumbre persa para lograr subalternos más confiables” (2,3).

Este término viene del latín eunuchus, que a su vez procede del griego eunoukhos (eune, cama y eko, guardar), así pues es un “guardián de lecho”. Tal vez se denominó así por tener entre sus funciones el proteger al emperador, a la familia real y a las concubinas en sus harenes. Esta es una palabra mencionada en libros antiguos como la Biblia y el Talmud, el texto central del judaísmo rabínico. Algunos autores han considerado que el título de “eunuco” se usaba en la Biblia (en la que hay 47 menciones a este nombre) para evitar usar el término “homosexual”. El Deuteronomio condena esta práctica: “El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la Asamblea de Yahveh” (4-7).


El ser humano comenzó castrando las bestias y otros animales, cuando observó que dicho procedimiento reducía su agresividad. Luego empezó a hacer lo mismo con los esclavos jóvenes. La castración deliberada tuvo objetivos políticos y socioculturales o también se empleó como forma de castigo. En el caso de la automutilación, ésta se usó por razones religiosas (Tabla 1). Entre persas, chinos y otomanos, el asunto era algo tradicional, al igual que en la Grecia y Roma anteriores al primer milenio (3).

El pensamiento de los antiguos sobre el tema del hipogonadismo (o de la deficiencia de testosterona) podríamos resumirlo en las palabras de Aristóteles, el filósofo griego interesado en la naturaleza. Este discípulo de Platón afirma, refiriéndose al gallo capón y al hombre castrado, que “la cresta del gallo se vuelve pálida, ya no canta más y abandona sus actividades sexuales, características que nunca aparecen si la castración se realiza antes de su juventud... tal como pasa en el hombre, que –castrado antes de su pubertad- no le aparece vello y su voz se mantiene atiplada” (2).

En la Antigua Grecia se hablaba de las Amazonas, sociedad matriarcal que solo se entendía con los hombres con el fin de procrear, y luego de esto, los mutilaban. Hipócrates escribió: A los eunucos no les da gota ni son calvos (8). Al parecer esto de la gota tiene sus excepciones. Galeno incluso consideraba que como muchos eran indolentes y viciosos, sí eran susceptibles a ataques de gota. Encontramos un par de casos documentados (9,10), como el de McFazean en 1965, quien informó sobre un enfermo de gota con tofos ulcerados en manos y pies; se trataba de un eunuco de 70 años, proveniente del norte de la China. Los tofos contenían cristales de ácido úrico (9).


El tercer sexo artificial

La historia de los eunucos es un tema socio-político y cultural muy rico en sus diversas facetas, aunque posiblemente hubiese lugar a algunos mitos. Una confusión podría existir en cuanto a su actividad y orientación sexual. Una de ellas, relacionada con una presunta incapacidad para atraer o ser atraído por las mujeres, y otra, en cuanto a que se supondrían homosexuales. Pero la realidad generalmente fue diferente. Dependiendo de la extensión de la castración, orquidectomía o total emasculación, y del momento de realizarla (antes o después de la pubertad), se podrían encontrar diferentes grupos. Un niño eunuco era asexual, podía estar con las mujeres en su intimidad y eran considerados angelitos hasta que fueran grandes (9). El autor de este artículo tuvo, alguna vez, la oportunidad de ver a un hombre de 28 años, de aspecto eunucoide, que había sido mordido y emasculado por un perro a la edad de un mes. No presentaba signos de pubertad, no había genitales externos presentes. Se observaba un pequeño orificio correspondiente a la uretra, pero no tenía problemas urinarios. Su estado psicológico era normal, sin evidencia de estrés postraumático.

Los castrados pospúberes, así se les redujera la libido, podían tener actividad sexual –generalmente algo limitada- y ser deseados por mujeres y por hombres de acuerdo con su orientación, pero esta última en realidad no cambiaba (2-6). Muchos se casaban. A algunas mujeres les gustaba tener sexo con ellos, ya que estaba garantizado que no habría embarazo. Al gobernante solo le interesaba que los herederos fueran con certeza hijos suyos (3). Debido a este buen desempeño social y hasta sexual, Aucoin considera que estos datos históricos deben ser estimulantes para aquellos enfermos de cáncer que deben ser orquidectomizados (1).


Autoestima de los eunucos

Otra falacia podría ser la de considerar a los castrados como personas irremediablemente sometidas, pobres, con una autoestima baja, propensos a la depresión y quizá al suicidio mismo. Aunque en algunos casos o en ciertas épocas esto pudo ser cierto, no siempre fue así. Muchos fueron ricos y poderosos, tanto así que había niños y jóvenes que solicitaban castrarse con el objeto de superar su situación de pobreza y de exclusión social, y así lograr ingresar al círculo de los gobernantes, a la élite de los ricos, convirtiéndose en verdaderos personajes (9). En la China, los eunucos eran despreciados pero a la vez temidos por los ministros, ya que aun sin desempeñar un cargo determinado, podían hablarle al emperador mirándolo a los ojos, o a la emperatriz, o a las concubinas favoritas. El recelo y desprecio eran mutuos con los funcionarios del imperio (2).

En realidad, la autoestima depende más de factores socio-económicos que de la castración misma, que jugaría un papel secundario. Un estudio realizado recientemente en Pakistán, que incluyó 140 castrados, mostró que si tenían buena educación, eran jóvenes con altos ingresos y eran solteros, tenían muy buena autoestima (11).


Tráfico de personas

El denigrante comercio de negros sub-saharianos se lucraba de los eunucos, pues uno de ellos podía tener el valor de 20 esclavos “enteros”, es decir, no emasculados. El valor se aumentaba si al eunuco se le cortaba la lengua, impidiéndole revelar secretos a los que tenía acceso. Si bien el milenario tráfico de personas extrajo algo menos de 2 millones de africanos para enviarlos al continente Americano, esta cifra es pequeña en relación con los 17 millones “exportados” a países islámicos. Muchos morían en la travesía, y era frecuente que los sobrevivientes fueran castrados (12,13). En algunos casos la castración era rechazada por las religiones dominantes, pero en otros casos no y, por el contrario, era deseada para poder llevar una vida de castidad y de celibato. Su pasividad, indolencia y obediencia no fue necesariamente así, tanto que hubo una rebelión organizada por eunucos (4). Ésta tuvo lugar durante el reinado de Assarhaddon, rey de Asiria, en el 671 a.C. Para tratar de colocar a su jefe, los castrados dieron un golpe de Estado.


Técnica quirúrgica

El acto quirúrgico era un procedimiento bárbaro, realizado bien por sacerdotes o por “especialistas”. En la China, 3 de cada 4 sobrevivían a la operación, realizada con una técnica burda (13).

La situación era peor en el antiguo Egipto. Antes de emascular al paciente, el sacerdote amarraba fuertemente los genitales con una tira de lana y, luego de la mutilación, el ahora eunuco era enterrado en arena caliente hasta el ombligo, donde se dejaba por 5 a 6 días. La mortalidad rondaba el 60% (7). En el sur de la India, al menos se le daba opio antes de la “cirugía”. Se presionaban los genitales con 2 piezas de bambú y se cortaba a ras. Luego se lavaba la herida con aceite vegetal hirviente y se cubría con un trapo humidificado con aceite. Se acostaba y alimentaba con leche por varios días hasta que había cicatrización. Se mencionan pocas pérdidas de vidas con este sistema (7, 14,15).

La castración realizada a finales del siglo XIX durante la dinastía Quing, fue descrita con detalle por Stent en 1878 (16), también por Matignon (17) y otros como Korasow, Wong y Wu, aunque posiblemente tomando datos del primero.

El detalle del procedimiento es impresionante: “…Se le ataban los pies y las manos, se le vendaban los ojos y acto seguido se le desnudaba. El barbero envolvía tanto el pene por su base, como el escroto y los testículos, con una venda que ajustaba fuertemente, para luego retorcerla hacia un lado. Después, cogía el cuchillo curvo bien afilado y preguntaba al futuro eunuco si estaba completamente seguro acerca de lo que iba a hacer. En el caso de los menores, la respuesta la daba sin titubear la familia, pues ya habían tomado la decisión. Si era un adulto y este mostraba la más mínima duda, se suspendía el proceso. Pero si la respuesta era afirmativa, realizaba un corte fuerte y veloz que cercenaba los genitales, quedando solo visible el conducto urinario, que se le cortaba al ras del pubis para poder orinar, y el conducto espermático que le replegaba e insertaba en la carne”.

Una hemorragia severa y gritos escalofriantes de dolor hacían parte del espectáculo. En un paciente que asumimos estaba hipotenso, solo se le dejaba acostar después de hacerlo caminar en la habitación por un par de horas. Y a pesar de que además estaba deshidratado, la sed que le embargaba era terrible, pues no se le permitía tomar líquidos por 3 días con el objeto de dejar descansar la uretra. La supervivencia se lograba si se superaban las complicaciones agudas (hemorragia incontrolable, infecciones) y las crónicas, cuando quedaba patente la uretra; de lo contrario, tarde o temprano el paciente moriría de falla renal de tipo obstructivo (18). La herida era esterilizada por medio de la aplicación de cenizas ardientes.

El tratamiento posterior era con sales y aceites, algo que añadía más molestias a la castración en sí. La cicatrización tomaba unos 100 días. Luego era necesario que el eunuco usara un instrumento de plata que se insertaba en la uretra para controlar el flujo urinario; para miccionar (en cuclillas), se retiraba el tubo (Figura 1). El eunuco sobreviviente, a menudo presentaba incontinencia urinaria y hedía a amoníaco.


La castración en las diferentes culturas

Aunque las consecuencias de una castración dependen ante todo de la edad en que se practica (si es prepúber o ya ha pasado la pubertad), de la extensión del procedimiento (orquidectomía o emasculación) y de la duración del hipogonadismo, es claro que también los aspectos políticos, socioculturales, demográficos, religiosos y étnicos, eran variables en las diferentes culturas. Además, los objetivos de la castración podían ser diferentes (Tabla 1).

Figura 1. Instrumentos usados en castraciones otomanas y probablemente también en la China
Figura 1. Instrumentos usados en castraciones otomanas y probablemente también en la China.
a) Cuchillo cuya hoja medía 3,7 cm. b) Dilatador que se insertaba en la uretra. c) tapón uretral que se utilizaba para prevenir la incontinencia.




Figura 2. Caricatura de dos famosos castrati italianos, una mujer en medio, y atrás un enano.
Figura 2. Caricatura de dos famosos castrati italianos, una mujer en medio, y atrás un enano.
El hipogonadismo prepuberal de estos famosos cantantes muestra su estatura y largas extremidades (6,7).




Tabla 1. Objetivos de la castración

Tabla 1. Objetivos de la castración



China

En las dinastías imperiales chinas, la fórmula para lograr vivir en la Ciudad Prohibida era la castración, costumbre particularmente común durante las dinastías Ming y Quing, esta última a finales del siglo XIX. Matignon dice que “en China se es eunuco por la fuerza, por gusto, por pobreza y por pereza” (17).

Aunque estos hombres castrados en un principio pertenecían a tribus conquistadas, en tiempos posteriores el número de ellos seguían el principio económico de la oferta y la demanda. De manera legal o ilegal, por voluntad propia o por la fuerza, debería ser posible su consecución. El fenómeno iba de la mano de los harenes, es decir, de las emperatrices, favoritas y concubinas. Esta relación especial entre este grupo de castrados y mujeres, es la explicación del inmenso poder que algunos afortunados lograron acumular (13).

Es importante anotar que el número de eunucos y de concubinas se originaba en cálculos aritméticos basados en creencias religiosas o en datos astrológicos. La religión de Confucio intentaba mejorar la relación amorosa, teniendo en cuenta que las mujeres tenían un listado de defectos en cierto orden de importancia, siendo el primero el de los celos. A veces este “defecto”, considerado típicamente femenino, aunque no sea esto cierto, era la forma como una mujer preferida retenía a su hombre que temía perderla. En aquellas culturas (China, países del Islam), aun las más conservadoras, se permitía tener varias mujeres. Los más pobres, solo una. Prevalecían teorías sobre el retiro de la actividad sexual de las mujeres después de los 40 (aunque en el oriente poca atención genera la menopausia), edad que se relacionaba también con la pérdida del atractivo físico, que el consumo de soya rico en flavonas antiosteoporóticas y con cierto poder estrogénico, tiende a mitigar. En cambio, el hombre después de los 50 permanecía sexualmente activo; así que, podemos sospechar, que de la disfunción eréctil no se hablaba, o si existía, se ocultaba (7).

En un momento y un imperio dados (chino u otomano), podrían existir miles de eunucos. Para entender la dimensión del fenómeno puede decirse que existían en la China cientos de eunucos al servicio del emperador (éste llegó a tener 2.000); había también para los 8 príncipes herederos, para la emperatriz y las princesas imperiales y otras princesas, quienes mantenían cada una 30 eunucos y otros miembros de la familia real, 10.

El número de concubinas era abundante; por ejemplo, el emperador Yong, de la dinastía Ming, mantenía 73. Dicen que el primer emperador Quing encontró a 2.000 de ellas (7). La competencia y los celos eran mitigados por los eunucos, mientras que posiblemente los emperadores no eran tales hipersexuales supermachos, que a nivel histórico intentarían competir con Luis XIV, el “Rey Sol” francés (“El estado soy yo”), de quien se decía que cada noche se acostaba con una cortesana diferente, mientras que con la reina solo lo hacía cuando estaba buscando herederos. Entre los árabes la relación heterosexual está bellamente descrita en “Las mil y una noches”.

La vida en la "Ciudad Prohibida" era complicada, llena de chismes y de conspiraciones. Aunque el emperador Yong poseía eunucos para su servicio, tenía reticencias sobre esta práctica. Cuando los Ryukyuans castraron a varios de sus propios niños y se los enviaron para su servicio, él expresó horror con esta situación y se los devolvió con el mensaje de que estos inocentes no merecían ser castrados.

Cuando un padre con familia numerosa y que residía en una aldea pobre, se desesperaba ante su situación,  escogía a uno de sus hijos varones para castrarlo con la esperanza de que consiguiera puesto en el palacio imperial. El candidato a salir de pobre, acompañado de su familia, cumplía su cita con el barbero-cirujano, y este cobraría seis lingotes de plata por emascularlo (Figura 3).


Figura 3. Seis lingotes de plata cuesta convertirte en
Figura 3. Seis lingotes de plata cuesta convertirte en eunuco, reza este aviso, donde además se explican detalles del procedimiento.


Los nuevos eunucos harían parte de una especie de “casta”. Trabajarían exclusivamente en la burocracia del emperador, la emperatriz y las concubinas. Desde luego, no tendrían familia y, como tal, no habría hijos que trataran de heredar el puesto. El “sexo” amputado (o “precious”) se conservaría en un recipiente y sería enterrado junto con el cuerpo del eunuco cuando muriera, ya que para entrar al cielo taoísta era necesario llegar completo si no quería reencarnarse como un mulo. Hace un siglo, cuando cayó el último emperador de la China, los eunucos no permitieron que los sacaran antes de que les devolvieran sus “precious”, palabra con la que llamaban al recipiente que contenía sus órganos genitales amputados (7, 24,25). La vida de las concubinas, y eventualmente la de algún hijo que fuera resultado de una “noche loca” con el emperador, estaba ligada a la de los eunucos. La emperatriz intentaba todos los medios para que ese infante no naciera.

Un eunuco que llegara a esa cercanía con el emperador y sus esposas/concubinas, no lo lograba de repente. Se trataba, inicialmente, de un niño que realizaba su educación al lado del futuro gobernante que era de su misma edad. Así que el emperador y el “guardián del lecho” eran amigos de toda la vida y se tenían mucha confianza. En las noches, el eunuco se presentaba ante el gobernante cuando éste terminaba de cenar, llevándole una serie de tarjetas de color verde en su parte superior y que corresponden a un número preseleccionado de concubinas. Le preguntaba si quería tener sexo esa noche y, en caso afirmativo, el emperador escogía una de las tarjetas. De allí pasaba donde la emperatriz, que debía autorizar la relación. Con estas dos aprobaciones, el eunuco iba por la concubina, se la echaba al hombro y la colocaba en el lecho imperial.

Cuando el emperador tenía relaciones con la emperatriz, el eunuco anotaba la fecha y la hora. Igual hacía si el emperador afirmaba que quería tener un hijo de la concubina. Si no, el eunuco procedía a limpiar la vagina después del sexo y, seguramente, se encargaba de colocar algún espermicida. Después la cargaba y la dejaba en su lecho. Cuando esta concubina y el emperador estaban juntos, después de un tiempo prudencial el eunuco levantaba su voz para decir: “se acabó el tiempo”. Si el emperador no respondía, volvía a decirlo hasta 3 veces con ciertos intervalos y, si al final no había respuesta, el eunuco abría la puerta y simplemente se llevaba a la concubina. La autorización de la emperatriz era tan importante que hubo un caso en que ésta nunca autorizó la existencia de un harén, a pesar de la presión de los ministros, interesados en que al menos tuviera 12 concubinas para garantizar una larga prole (7).

En las diferentes dinastías hubo algunos eunucos destacados, aunque no siempre para bien. Los hubo de carácter mafioso, manipuladores y que ganaban o que perdían batallas, conservándose en el poder. No faltó el que se asoció con poderosos y luego los traicionó. Aunque parece que, en general, fueron leales y confiables, y la mayoría se desempeñó en oficios menores del palacio imperial. Los que tuvieron poder, no necesariamente fueron ministros.


Estudios médicos sobre los eunucos de la corte china

En 1930, Ferdinand Wagenseil realizó un estudio antropométrico sobre 31 eunucos chinos, en el Hospital Alemán de Pekín. Este investigador pertenecía al Instituto de Anatomía de Friburgo, pero por aquel tiempo trabajaba en la Universidad Tungchi de Shanghái, donde previamente había estudiado hombres normales del norte de China con los mismos parámetros. Tomó los datos de talla, peso y una variedad de dimensiones esqueléticas, radiografías de cráneo, descripciones de piel y vello corporal. Estos individuos habían salido de la Ciudad Prohibida, por razones de destitución o desempleo. Tenían entre 57 y 38 años promedio de haber sido castrados (26). Exámenes físicos (que incluían tacto rectal) practicados en 26 eunucos por Wu y Gu en 1960 (27), arrojaban un promedio de edad de 72 años y una duración aproximada de la castración de 54 años.

Wilson (12) revisó los 6 únicos estudios que existen sobre el efecto a largo plazo de la castración en eunucos Skopsy, chinos y otomanos, como el agrandamiento de la hipófisis a los rayos X, o cambios esqueléticos como la falla en el cierre epifisiario y la osteoporosis. Los castrados prepuberales eran altos y tenían largas extremidades. Presentaban ginecomastia, generalmente ausencia o escaso vello andrógeno-dependiente, no eran calvos y adolecían de “aparente” desaparición de la próstata (12,27). Wagenseil logró una importante colección de fotografías de eunucos (Figura 4). A estos se les reconocía por su voz atiplada, con cifosis generalmente marcada (por la osteoporosis) y porque daban pasos cortos para caminar (7). Por su incontinencia urinaria, despedían el clásico olor amoniacal. En algunas oportunidades se toleraba este desagradable aroma, pero en otros casos eran sometidos a castigos físicos por no emplearse a fondo en su limpieza. Las descripciones sobre eunucos en otras culturas tienden a coincidir.

Figura 4. Ocho eunucos y ocho castrados chinos de 56 y 38 años promedio.
Figura 4. Ocho eunucos y ocho castrados chinos de 56 y 38 años promedio.
Se observa la ginecomastia y la cifosis. Reproducido de JD Wilson (12), que a su vez tomó la imagen de F. Wagenseil



Todo castrado tiene tendencia a la sarcopenia y al sobrepeso. Si la castración es realizada a temprana edad, el individuo no desarrollará hiperplasia prostática, ni cáncer de esta glándula accesoria o del testículo. Los bajos niveles de andrógenos reducirán la libido y en castrados prepuberales, no se perderá la voz aguda y el pene será de tamaño pequeño.


Eunucos en Turquía

Persas, babilonios, otomanos, árabes, turcos, les tenían diferentes nombres a los eunucos. En la era bizantina, la del Imperio Romano de Oriente, durante el reinado del emperador Justiniano El Grande, se inició la costumbre de tener eunucos para diferentes servicios, incluidos el de cuidar los harenes. Pero no precisamente por gusto del emperador, quien era un agudo censor de esta costumbre. Incluyó castigos en el código bizantino, pero como generalmente ocurre, la práctica se generalizó. Diocleciano ejerció un poder despótico y en el palacio, los cargos estratégicos fueron usurpados por eunucos serviles que atendían los más mínimos deseos del Emperador. Durante el Imperio Otomano, tener eunucos no solo era privilegio de la Corte, sino de cualquier ciudadano que contara con los recursos. También se hacían cargo de los harenes. Dichos eunucos procedían originalmente del sur de Rusia o de la península de los Balcanes, pero en épocas más tardías eran negros que procedían de Sudán o Etiopía. Es preciso recordar que Felipe el apóstol, bautizó a un ministro etíope que era eunuco (4,5).

La historia de los eunucos de Bizancio está llena de anécdotas y de conspiraciones entre emperadores, emperatrices y también a apelaciones de los eunucos a patriarcas de la Iglesia, incluso de santos como Juan Crisóstomo, para que los ayudaran cuando estaban en líos (28).

Aunque el procedimiento de castración era similar al realizado en la China, la mortalidad era alta. El código penal bizantino utilizaba la castración como castigo. Hikmet y Regnault (citados por Wilson) (12), hicieron los primeros estudios sobre eunucos de la corte en Estambul (Imperio Otomano), pero durante la I Guerra Mundial, Ferdinand Wagenseil estudió otros; el primero, un paciente suyo que murió de tifo, a quien se le practicó una autopsia. Luego, estudió otros 10 eunucos a los que les practicó exámenes físicos, medidas antropométricas y rayos X de cráneo. La mayoría tenían dificultades para orinar (26).


Historia de los castrati

En Europa occidental, hubo presencia de eunucos en diferentes épocas y regiones. Fabricio de Aquapendente menciona a un cirujano que practicaba unas 200 castraciones anuales como parte de la cirugía para hernias. Otros, hacían la castración para curar la lepra, algo que obviamente no funcionaba. Ambrosio Pare, padre de la cirugía, ponía la voz en el cielo contra esta técnica que “acababa con la paz de los hogares”. Pablo de Egina también la criticaba, aunque ante la presión de hombres poderosos, igualmente la realizó (4).

La castración en niños por motivos musicales y religiosos para preservar una bella voz de soprano, empezó a realizarse en Huesca, España (siglo XII). Se ha culpado a personas de la Iglesia sobre esta práctica prohibida y considerada pecaminosa, acusándolos de hacerse los de “la vista gorda”, al contratar a los ya castrados para preservar la inversión económica en la educación musical de estos prepúberes. Ante un mal ya hecho, el uso de su voz en los coros de la Capilla Sixtina y también en teatros de ópera, constituía una reparación del pecado por la alegría y bienestar generados a quienes los oían. Alguna encumbrada dama confesó una sensación orgásmica al oír un prolongado do de pecho de Farinelli, que podía mantenerlo por un minuto. Voces hasta de cuatro octavos se lograron, debido a que las cuerdas vocales no sufrían cambios, como en el sexo femenino, pero la capacidad pulmonar sí aumentaba notoriamente.

En el siglo XV aparece una nueva moda, la de los coros polifónicos que necesitan una combinación de voces femeninas y masculinas. Las mujeres, sin embargo, no podían cantar en coros eclesiásticos y en su defecto, se incluían castrados y expertos en el ‘falsetto’. Hubo una serie de famosos cantantes “castrati,” como Senesino (utilizado por Haendel en 17 óperas suyas), Farnacias y Farinelli (recordado en una película), que entre otras cosas pasó una década en la corte de Felipe V de España porque su voz lo aliviaba de su depresión (Figura 2). Ciertos sitios practicaban la castración (no emasculación) y llegó a practicarse la operación ilegalmente 4.000 veces al año, aunque la mayoría de estos orquidectomizados no lograban sobresalir en la música. También hubo en hospitales, “maestros de castrados” con salarios documentados, como el de Santa María Nueva.

Melinkow (21) afirma que “los castrati eran usualmente de alta estatura, con un tórax desproporcionadamente grande, laringe infantil, piernas largas y delgadas, y pies planos. La mayoría eran buenos mozos, con características faciales afeminadas. No tenían barba pero sí cabello en abundancia. Su ginecomastia era a veces prominente; de caderas anchas, algo obesos, algunos tenían esteatopigia”.

Este mismo autor narra la historia amorosa heterosexual de algunos de ellos, que incluso lograron casarse aunque el matrimonio les estaba prohibido. Tenducci, amigo del coqueto Casanova, le presentó a dos hijos que había tenido con la esposa. Al preguntarle cómo lo había logrado, el castrati le dijo que disponía de un “tercer testículo”. Esta malformación denominada “triorquidia”, aunque existe, es sumamente rara, por lo que la veracidad de la afirmación queda en duda (20, 21).


África

Hemos mencionado la castración en esclavos subsaharianos que lograban sobrevivir durante su largo viaje para ser trasladados a países islámicos. Caso aparte es el de Yuti, en el cuerno del continente negro, pueblo en el que un joven que deseaba casarse, tenía que otorgarle a la novia los órganos genitales de algún extranjero, enemigo, o quien se dejara, como prueba de su capacidad de lucha y valentía. La escogida conservaba ese recuerdo toda la vida. Esta extraña e inhumana práctica nos recuerda la de los sicarios colombianos que –para graduarse en la escuela de sicarios- deben matar a alguien desconocido en la calle, y así poder demostrar su falta de miedo o de repugnancia para hacerlo en otros, ya que generalmente esto ocurre ante todo la primera vez (13). En una guerra entre italianos y etíopes en el siglo XIX, guerra que perdieron los primeros, miles de estos soldados europeos fueron castrados.


La secta religiosa de los Skoptsy (“castrados”)

En el siglo XVIII existió esta secta herética derivada de los Khlysty, escindidos de la religión ortodoxa rusa. Creían que Jesús había reencarnado por segunda vez en la Tierra, en la persona de un tal Selivanov, a quien consideraban el Cristo. Para escapar de la sexualidad y conservar el celibato tanto de hombres como de mujeres, se procedía a quemar los testículos con un hierro candente (“bautismo de fuego”), mientras que a las mujeres se les mastectomizaba. Esto lo consideraban un sacramento. En su mejor época, llegaron a ser unos cien mil individuos. Aunque perseguidos y diezmados por los soviéticos, en el siglo XX persistían algunos del grupo, cuyas costumbres fueron descritas por Trotsky en uno de sus viajes a Rumania. Este político menchevique tenía fama de ponerse siempre del lado de los perdedores, y terminó sus años asesinado en México por sus enemigos bolcheviques, con la ayuda del pintor Diego Rivera quien estaba furioso por la relación que tuvo el ruso con su mujer, la pintora Frida Kahlo, a quien se le asignan actividades bisexuales (4).

Trotsky se interesó por estos escopticos, que eran exiliados rusos durante la Guerra contra “el turco”. A estos últimos, el inglés Lawrence los sacaría de Arabia durante la Primera Guerra. Regresando a Trotsky, observó que la región que habitaban dichos castrados, ellos y los de su área de influencia, presentaban un aspecto triste, rutinario y francamente aburrido. Encontró el eslavo que el altruismo, el amor, los hechos interesantes y agradables de la vida, los generaba la actividad sexual. Sin libido, sin atracción entre los sexos, todo se tornaba gris.

Las castraciones entre los Skopsy eran verdaderas emasculaciones (llamadas “Gran Sello”, cuando se cortaban tanto los testículos como el pene) pero en otros casos se retiraban sólo las gónadas (o “Pequeño Sello”), lo que a veces permitiría una actividad sexual limitada. De hecho, después de varias décadas de existencia, a los miembros de esta secta se les permitía primero tener uno o dos hijos para luego ser castrados.

Wilson (12) menciona tres grupos de investigadores que practicaron en Rumania estudios en la secta Skopsy. Pittard hizo medidas antropométricas en 30 de ellos, notando que eran más altos que el común de la gente. Otros (Tandler, Grosz, Koch) hicieron estudios similares, realizando en algunos eunucos estudios radiológicos de cráneo.


Eunucos en la India

En la India existe un tercer sexo oficial, que figura incluso en sus pasaportes. Son los denominados “Jihras“, que en realidad son una heterogénea mezcla de individuos que constituyen una cierta casta y son utilizados en algunos ritos religiosos (4). Las características, desde el punto de vista endocrino, son descritas por Kaira (14). Dominque Lapierre da pinceladas de algunos de estos personajes que habitaban en un barrio miserable de Calcuta, donde un sacerdote católico presta sus servicios. La novela (y la correspondiente película) se titulan “La ciudad de la alegría”. Estos personajes de apariencia trasvestista son estigmatizados, socialmente marginalizados, empobrecidos y humillados en forma permanente. Reaccionan de manera violenta ante personal e instalaciones de salud, ya que con frecuencia los discriminan o los tratan despectivamente. Con frecuencia, son vigilados por la policía y los vecinos, de modo que no tienen conciencia de sus derechos. No interactúan con otros grupos, sino solo entre ellos. Tienen entonces un parecido con los “sin casa” (homeless) y desechables encontrados en el continente Americano (4). Los Jihras, emasculados en la niñez, no son atraídos sexualmente hacia ningún sexo, pero a menudo son utilizados en prostitución homosexual pasiva. La incidencia de seropositividad para VIH es mayor en este grupo (29).


Eunucos en Corea

Durante el reinado de la dinastía Chosun en Corea (1392- 1910), hubo jóvenes que se castraron para tener acceso a una vida privilegiada en el palacio y estar al servicio de mujeres bellas, sin riesgo alguno (querían poder, ¿para no poder?). Estos empleados eunucos podían casarse, formar hogar y adoptar hijos, autorización que no tenían los eunucos chinos. De los eunucos de Corea se ha mencionado que son longevos (30), aunque esto se ha cuestionado (31). En el primer estudio, Min, Lee y Park encontraron que los eunucos históricos de esta zona vivían de 14 a 19 años más que los varones intactos de clase social similar (30). Hamilton y Mestler estudiaron los efectos de la orquidectomía en la expectativa de vida de retardados mentales y encontraron que éstos vivían 13 años más, si la operación se realizaba en edad prepuberal, algo menos en los castrados posteriormente (32). Otra revisión (33) coincide en este punto.

En algunas especies de animales se ha demostrado que la castración prolonga su vida, pero estos resultados no se pueden extrapolar a los humanos. La testosterona se ha visto involucrada en la enfermedad coronaria y se dice que los calvos (en relación con su testosterona) tienen mayor tendencia a desarrollar hiperlipidemias. Siempre ha surgido la pregunta de por qué (como grupo) las mujeres viven más que los hombres.

Aunque los castrati italianos vivieron igual que sus congéneres comunes (20,21), Gem afirma que la ausencia de testosterona protege al mejorar el sistema inmune, ya que los eunucos morían mucho menos de infecciones como la tuberculosis (33). Ha habido complicaciones cardiovasculares en pacientes con cáncer de próstata con medicamentos que bloquean la producción de andrógenos, pero estos tratamientos se hacen en pacientes de mayor edad.


Los eunucos de la actualidad

Además de los Jihras, actualmente existen eunucos en África y en Pakistán, pero no forman un grupo importante. El término actual “eunuco” o “eunucoide” se aplica a pacientes con hipogonadismo primario o secundario, como los que tienen los síndromes de Klinefelter, Pascualini, Kallmann, Noonan. El vocablo también se aplica a los que genéticamente presentan una deficiencia de 5-alfa-reductasa, una enzima que transforma intraprostáticamente a la testosterona en la más potente dihidrotestosterona, esto es, la hormona tisular que juega un papel importante en el cáncer de próstata, no propiamente la testosterona circulante (34). Existen además los transgeneristas, que se someten a cirugías de cambio de sexo y los que se automutilan. Sobre estos grupos se está obteniendo bastante información, aunque este tema no se tratara en el presente artículo (35-44).


Referencias

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Recibido:
  25 de abril de 2019
Aceptado: 29 de mayo de 2019

Correspondencia:
Alfredo Jácome Roca
ajacomeroca@gmail.com