La
obtención de hidrocarburos por métodos no convencionales, como el
fracturamiento hidráulico con
perforación horizontal –más conocido como fracking–
no está exenta de riesgos. Esta técnica, desarrollada
y perfeccionada en Estados Unidos desde principios
de este siglo, consiste en romper la roca a una profundidad mayor de la
empleada en los yacimientos
convencionales, para liberar el gas y el petróleo que se
encuentran atrapados en formaciones rocosas de lutita
(mal llamada “esquisto”, o en inglés shale)
(1). Según
algunos estimados, por lo menos dos terceras partes de
las reservas mundiales de hidrocarburos estarían allí,
fuera del alcance de los métodos convencionales de
extracción (2).
Cuando mi nombre fue propuesto para
hacer parte de
la Comisión de Expertos, o “Comisión Interdisciplinaria Independiente”,
asumí el reto sin pensarlo dos
veces. Aunque me declaro inexperto en el tema de
los hidrocarburos (en estos seis meses he aprendido
mucho), debo sacar a relucir mi maestría en Políticas
de Salud, mi cargo como profesor de Economía de la
Salud en la Javeriana, mi experiencia con numerosas
publicaciones en la revisión y resumen de la evidencia
científica en el Departamento de Epidemiología Clínica, mi experiencia
en un cargo directivo del Ministerio
de Salud y de la Cruz Roja Colombiana, incluso mi
período como magistrado del Tribunal Nacional de
Ética Médica.
Al integrarme a la Comisión, tenía
la convicción de
que mi papel iba a ser decir no, en aras de la salud
humana y del medio ambiente. Un no rotundo. Aquí
quiero explicar por qué cambié de parecer.
El
contexto global. No es exageración decir que el
fracking cambió el mapa
geopolítico petrolero. Mediante esta técnica, empleada profusamente en
estados
como Pensilvania, Texas y Colorado, Estados Unidos
pasó de ser un país importador a ser autosuficiente,
incluso con un enorme y casi que imprevisto potencial
de exportación de gas licuado (3). Rápidamente el gas
desplazó al carbón como principal fuente de energía
eléctrica en ese país (4), y Estados Unidos se convirtió
en el principal productor de gas, superando a Rusia,
que suministra a través de gasoductos casi la mitad del
gas que se consume en Europa (5).
El desarrollo del fracking ocurrió cuando el precio
del
petróleo, controlado por la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), estaba en su punto
más alto. La baja súbita de los precios internacionales,
presionada por Arabia Saudí y otros países del Medio
Oriente, y que tantas consecuencias ha tenido en Colombia y otros
países de la región, buscaba desestabilizar a la industria petrolera
americana (6). Pero no lo
lograron. La producción de hidrocarburos de Estados
Unidos se ajustó a los nuevos precios, y no solo sobrevivió, sino
incluso siguió fortaleciéndose. Para los grandes productores de
petróleo del Medio Oriente, y
para Rusia, el fracking se
convirtió en una amenaza.
Esta técnica potencialmente permite extraer gas y petróleo de muchos
lugares del planeta que nunca antes
habían tenido esa posibilidad, y se quebranta de ese
modo el oligopolio ejercido por la OPEP (6).
1 MD, EdM, MSc. Profesor
Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística, Facultad de
Medicina, Pontificia Universidad
Javeriana. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Medicina.
Bogotá, Colombia.
El surgimiento de la técnica. A
manera de un experimento natural de una magnitud colosal, las empresas
petroleras estadounidenses se embarcaron en el
fracking antes de que este
tuviera un marco regulatorio.
A diferencia de lo que se plantea en Colombia, allá la
técnica primero se masificó, y luego se reglamentó. No
hubo estudios piloto, monitorizados de cerca, ni hubo
análisis y control de las sustancias, muchas de ellas
reconocidamente tóxicas, que se requieren para la perforación
horizontal de pozos y para el fracturamiento
de la lutita. No se reguló tampoco cómo extraer los
grandes volúmenes de agua que se requieren, ni cómo
disponer luego de las aguas residuales que resultan del
proceso. Como hecho ventajoso para los que llegamos
después a estudiar el tema, en estos últimos 15 años se
han recogido grandes cantidades de datos que permiten una evaluación
juiciosa de los efectos del fracking
sobre los ecosistemas, sobre los acuíferos y sobre la
salud humana y animal.
Fracking
y calentamiento global. La
dependencia
de la humanidad en los combustibles fósiles –carbón,
petróleo y gas– es una de las principales causas del
cambio climático, y la búsqueda de otras fuentes de
energía es una prioridad para nuestra supervivencia
(4). Pero incluso en los escenarios más optimistas pasarán decenios
antes de que la humanidad deje atrás
a los combustibles fósiles como su principal fuente de
energía (2). El gas genera menos gases con potencial
efecto invernadero que el petróleo y, sobre todo, que
el carbón (7). Paradójicamente, Estados Unidos, tras
retirarse de los Acuerdos de París para detener el cambio climático, ha
logrado reducir su emisión de gases
de efecto invernadero al hacer la transición del carbón
al gas en sus plantas termoeléctricas (7). En China
podría pasar lo mismo (8). En Colombia, aunque las
hidroeléctricas generan más energía que las termoeléctricas, estas
últimas siguen basándose en el carbón (9).
La
magnitud de los riesgos. Toda
actividad humana tiene riesgos, y la extracción de hidrocarburos está
lejos de ser una excepción. La explotación de pozos
convencionales, con más de siglo y medio de tradición, ha dejado muchas
lecciones tanto sobre impacto
ambiental (10) como en los de salud ocupacional y
salud pública (11). Muchos de los riesgos del fracking
sobre la salud, como la contaminación del aire por
compuestos orgánicos volátiles, son compartidos con
los métodos convencionales de explotación (11), y se
asocian con la proximidad a los pozos (12). Algunos,
como la contaminación de acuíferos, son anteriores
a la reglamentación de esta práctica (13). Hay otros,
como el potencial cancerígeno de algunos compuestos, que se basan en
estudios de laboratorio, así como
en la aparición de algunos casos esporádicos tanto de
leucemia (14) como de cáncer de vejiga (15), ameritan
una monitoría cercana. Se ha descrito también un aumento de los
nacimientos de niños de bajo peso (16),
cuyo vínculo causal con el fracking
no es claro, además
de la descripción de casos de impacto psicosocial en
las comunidades, con aumento de enfermedades de
transmisión sexual, prostitución y drogas (17). En resumen, el riesgo
no es despreciable, pero es mitigable
con intervenciones técnicas, con monitoría cercana y
con empoderamiento de las comunidades. Es llamativo que, como ocurre
con otros proyectos mineroenergéticos, en los lugares en donde ha
habido participación activa de la comunidad en la planeación, el
seguimiento, y el desarrollo, el balance puede terminar
siendo positivo al mejorar el acceso de la comunidad
al sistema de salud (18,19).
La
macroeconomía colombiana. La
economía
colombiana ha desarrollado una alta dependencia de
los hidrocarburos (9). El precio del barril de petróleo
tiene una gran incidencia sobre nuestros indicadores
y nuestro producto interno. Las proyecciones de la
producción petrolera, sin embargo, no son halagüeñas
(20). Buena parte de los aportes del Estado a salud, educación y
pensiones, provienen de la renta petrolera. La denominada “bomba
pensional”, y más en un
país envejeciendo a gran velocidad (21), así como los
costos crecientes que enfrenta la salud, y la necesidad
de financiar la educación pública, requieren una pronta inyección de
recursos.
La
decisión política. Cada país
sigue diferentes procesos en la consideración de si hace o no fracking.
Estados Unidos, como se dijo, entró a reglamentarlo cuando ya el
proceso llevaba años de ventaja. A su agencia
ambiental, la Environmental
Protection Agency (EPA), le
tomó seis años, y tras múltiples revisiones por pares y
reuniones de consenso, se pronunció al respecto (22)
(en un informe minucioso que sirvió de insumo importante para el
nuestro [23]). Canadá, con su reconocida prioridad por cuidar sus
reservas naturales y las
tierras asignadas a sus pueblos originarios, ha sacado
una reglamentación acorde con su manera de pensar
(24). China, con su régimen totalitario, ha impuesto
el fracking sin preguntar.
Algunos países como Francia que lo prohibió
(25), o Alemania que le impuso
una moratoria (26), tienen también sus razones políticas; ninguno de
los dos países ha tenido un gran potencial petrolero, ni una economía
dependiente de los
hidrocarburos, así que esta decisión fue fácil. El caso
ha sido diferente en el Reino Unido; tanto Inglaterra
(27) como, de manera independiente, Escocia (28),
ambos países con una larga tradición de participación
comunitaria, han aceptado el fracking
con el apoyo de
las comunidades afectadas así como con una serie de
condiciones técnicas.
El
caso colombiano. La Autoridad
Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) se encontraba tramitando tres
propuestas independientes para adelantar fracking, propuestas que
cumplían con los requerimientos
técnicos del sector de hidrocarburos. El Consejo de
Estado, mediante un auto del 8 de noviembre de 2018
se interpuso. Los dos candidatos presidenciales, Iván
Duque y Gustavo Petro, habían manifestado públicamente su oposición al
fracking, empujados sin duda
por
la creciente presión de los medios y las redes sociales.
La
Comisión de Expertos. En estas
circunstancias,
el Ministerio de Minas y Energía optó por conformar
una “Comisión de Sabios”, multidisciplinaria e independiente,
conformada por 10 profesionales colombianos y tres extranjeros (un
venezolano y dos estadounidenses). El grupo, liderado por el ingeniero
mecánico
Armando Zamora, incluía a tres geólogos, tres economistas, un abogado,
un ingeniero civil, un ingeniero de
petróleos, un filósofo, un zoólogo y un médico. Fueron muchas reuniones
entre nosotros, con las comunidades del Magdalena Medio y el sur del
Cesar (en donde se propone hacer los primeros estudios piloto), con
directivos de empresas petroleras, con ambientalistas y
líderes sociales. Fue así como se llegó finalmente a un
consenso (y a un documento final (23).
Las
recomendaciones. Las propuestas
y recomendaciones que la Comisión le hace al gobierno colombiano se
encuentran detalladas en el documento final
(23). Allí se discuten todas las posibles consecuencias
del fracking, como los
efectos potenciales sobre la salud
humana y sobre la biodiversidad. Se hace énfasis en la
necesidad de transparencia y provisión permanente de
información, en las líneas de base ambientales y sociales, en el
análisis y gestión de riesgos, en el fortalecimiento institucional
particularmente en las regiones,
en el mejoramiento de esas capacidades regionales y
locales, en la participación de las comunidades en las
decisiones y en los beneficios, y en la inspección, vigilancia y
control permanentes.
En el documento, las
recomendaciones se encuentran
sintetizadas en los siguientes cinco puntos:
- Construir confianza durante la ejecución de los
proyectos piloto entre las comunidades locales, las
instituciones públicas y las empresas.
- Tramitar la licencia social para la explotación comercial.
- Mejorar el nivel de conocimiento en aspectos técnicos y
científicos para disminuir y manejar los
riesgos.
- Fortalecer la institucionalidad para garantizar la
aplicación de la regulación ambiental y usar el conocimiento generado
para hacer un efectivo seguimiento y control de las actividades para
generar el
mínimo impacto ambiental posible.
- Asegurar transparencia en la información y comunicación con la
sociedad civil y generar oportunidades
económicas para el país y los territorios, asegurando
un beneficio neto para las comunidades locales y favoreciendo la
gestión de territorios sostenibles.
Los primeros estudios exploratorios
piloto, con una
función investigativa, se propone que tengan tres fases. Una primera
para actividades relacionadas con
temas sociales, y apoyo de las comunidades, así como
para unos análisis de línea de base, y fortalecimiento
técnico e institucional. Una segunda, con cercano seguimiento al
proceso de perforación y fracturamiento;
y una tercera de evaluación de los componentes técnicos, sociales y de
salud. Solo con estos requisitos podría pasarse a la explotación
comercial.
La sección de recomendaciones en el
informe se cierra
con un “pacto de Estado por la sostenibilidad” en el
que se insta al Gobierno a buscar esa transición energética que sea
consecuente con los compromisos adquiridos por Colombia al ser firmante
del Acuerdo de
París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Conclusión
Las grandes políticas públicas
deben ser procesos concertados, en los que se valoren muchos
componentes.
Este caso muestra la multiplicidad de enfoques y de
intereses que pueden rodear una decisión política. Es
fácil llegar a conclusiones simples y rotundas, aceptables para esa
mayoría de ciudadanos poco informados,
o peor aún, desinformados. Un no rotundo al fracking suena atractivo,
pero pondría en apuros a las finanzas
del Estado para sus compromisos en pensiones, salud
y educación. Un sí sin condiciones podría comprometer el medio ambiente
y la salud poblacional. Por
eso, todos los integrantes de la Comisión llegamos al
consenso de que la mejor respuesta era: “Sí, pero…” y
añadir ahí una serie de condiciones realistas y viables,
que le convengan al país.
Referencias
1. Xavier M, Goethem N, Novotny
A.
A simplified model of
fracking based on the topological derivative concept. Int
J Sol Struct. 2018; 139-140:211-23.
2. The World Energy Council.
World energy resources.
London, United Kingdom: World Energy Council 2016;
2016 p. 5-7.
https://www.worldenergy.org/wp-content/uploads/2016/10/World-Energy-Resources-Full-report-2016.10.03.pdf.
Access date: April 5th, 2019.
3. Joskow P. Natural gas: From
shortages to abundance in
the United States. Am Econ Rev. 2013; 103 (3): 338-43.
4. Saundry PD. Review of the
United States energy system
in transition. Energy Sustain Soc. 2019; 9 (1): 4-35.
5. Rosenberg A, Partiyal P,
Goldman G, Branscomb LM.
Exposing fracking to sunlight. Issues Sci Technol. 2014;
31 (1): 74-9.
6. Bojacá Matiz A. Análisis
histórico de los determinantes
del precio internacional del petróleo a partir de mediados
del siglo XX. Bogotá: Fundación Universidad de América; 2017 p. 34-8.
Disponible en:
http://repository.uamerica.edu.co/bitstream/20.500.11839/7149/1/886978-2017-II-NIIE.pdf.
7. Jackson R, Vengosh A, Carey
J, Davies R, Darrah T,
O’Sullivan F et al. The environmental costs and benefits
of fracking. Annual Rev Environ Resources. 2014; 39(1):
327-62.
8. Gunningham N. A shale gas
revolution for China? Climate Pol. 2013;
14(2): 302-20.
9. Castillo Y,
Castrillón-Gutiérrez M, Vanegas-Chamorro M,
Valencia G, Villicaña E. Rol de las fuentes no convencionales de
energía en el sector eléctrico colombiano.
Prospect. 2015; 13(1): 40-2.
10. Patterson LA, Konschnik KE,
Wiseman H, Fargione J,
Maloney KO, Kiesecker J, et al. Unconventional oil and
gas spills: risks, mitigation priorities, and state reporting
requirements. Environ Sci Technol. 2017; 51(5): 2563-73.
11. Kovats S, Depledge M,
Haines A, Fleming L, Wilkinson
P, Shonkoff S et al. The health implications of fracking.
Lancet. 2014; 383(9919): 757-8
12. McKenzie L, Witter R,
Newman L,
Adgate J. Human
health risk assessment of air emissions from development of
unconventional natural gas resources. Sci Total
Environ. 2012; 424: 79-87.
13. Meng Q. The impacts of
fracking on the environment: a
total environmental study paradigm. Sci Total Environ.
2017; 580: 953-7.
14. Vogel L. Fracking tied to
cancer-causing chemicals.
CMAJ. 2016; 189(2): E94-5.
15. Regli S, Chen J, Messner M,
Elovitz M, Letkiewicz F,
Pegram R et al. Estimating potential increased bladder
cancer risk due to increased bromide concentrations in
sources of disinfected drinking waters. Environ Sci Technol. 2015;
49(22):13094-102.
16. Saunders P, McCoy D,
Goldstein R, Saunders A, Munroe A. A review of
the public health impacts of unconventional natural gas development.
Environ Geochem
Health. 2016; 40(1): 1-57.
17. Deziel N, Humeau Z, Elliott
E, Warren J, Niccolai L.
Shale gas activity and increased rates of sexually transmitted
infections in Ohio, 2000–2016. PLOS ONE. 2018;
13(3): e0194203.
18. Devlin D, Beatty P, White
R, Naufal Z, Sarang S. Collaborative
industry initiative to assess potential health
effects related to the production of unconventional resources. SPE
International Conference on Health, Safety, and Environment. 2014.
Disponible en: https://www.onepetro.org/conference-paper/SPE-168518-MS
19. Finkel M, Hays J, Law A. The shale gas boom and
the need for rational policy. Am J Public Health. 2013;
103(7): 1161-3.
20. González S, Hernández E.
Impactos indirectos en los
precios del petróleo en el crecimiento económico colombiano. Lect Econ.
2016; 84(1): 132-4.
21. Rosselli D,
Hernández-Galvis J. El impacto del envejecimiento sobre
el sistema de salud colombiano. Salud
Pública Mex. 2016; 58(6): 595-6.
22. U.S Environmental
Protection Agency. Hydraulic fracturing for oil
and gas: Impacts from de hydraulic fracturing
water cycle on drinking water resources in the United
States. Washington DC; 2016.
23. Andrade G, Donado L,
Escobar JF, García M, Muñoz
M, Neslin D, et al. Informe sobre efectos ambientales
(bióticos, físicos y sociales) y económicos de la exploración de
hidrocarburos en áreas con posible despliegue
de técnicas de fracturamiento hidráulico de roca generadora mediante
perforación horizontal. Disponible en:
http://www.foronacionalambiental.org.co/wp-content/uploads/2011/09/aba.pdf
24. Olive A. What is the
fracking story in Canada? Can
Geogr. 2016; 60(1): 32-45.
25. Weile R. Beyond the
fracking ban in France. J Eur Manage Public Aff
Stud. 2014; 1(2).
26. The German Federal
Government. No fracking in Germany. 2017.
https://www.bundesregierung.de/breg-en/issues/sustainability/no-fracking-in-germany-391340.
27. Government UK. Guidance on
fracking: developing
shale gas in the UK. 2019. Available from:
https://www.gov.uk/government/publications/about-shale-gas-and-hydraulic-fracturing-fracking/developing-shale-oil-and-gas-in-the-uk
28. Stephan H. The discursive
politics of unconventional gas
in Scotland: Drifting towards precaution? Energ Res Soc
Sci. 2017; 23: 159-68.
Recibido:
10 de mayo de 2019
Aceptado:
29 de mayo de 2019
Correspondencia:
Diego Rosselli
diego.rosselli@gmail.com