LOS ESTUDIOS GENERALES O LA EDUCACIÓN LIBERAL EN MEDICINA

José Félix Patiño Restrepo1

 

Resumen

Los Estudios Generales, también denominados Educación Liberal en la nomenclatura anglosajona, tienen como propósito formar a la persona como ciudadano intelectualmente maduro, dueño de una vasta cultura general y con una concepción ética de su existir, de sus derechos, de sus deberes y de sus responsabilidades con la sociedad. Los Estudios Generales suelen tener una duración de cuatro años y se entienden como anticipo a la iniciación de las carreras profesionales, por ejemplo, la medicina, la ingeniería o el derecho. La Educación Liberal o los Estudios Generales están destinados a la educación por su mismo valor, es decir, a la formación mental del estudiante recién egresado del bachillerato o educación secundaria, a su enriquecimiento y madurez intelectual mediante la enseñanza de los valores.

En el caso de la Medicina, los Estudios Generales son de especial importancia porque todo médico debe ser, ante todo, una persona culta y un humanista. Son estas las cualidades que luego se traducen en la ética, el profesionalismo y el humanitarismo, características fundamentales del ejercicio de la Medicina

Palabras clave: Estudios liberales; Educación Liberal; Medicina; humanismo; ética; cultura general.


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1 Miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina. Miembro del Consejo Superior de la Universidad Nacional. Profesor Honorario Universidad Nacional, Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia.

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GENERAL STUDIES OR LIBERAL EDUCATION IN MEDICINE

Abstract


General Studies, also called Liberal Education in the Anglo-Saxon nomenclature, are intended to educate the person as an intellectually mature citizen, possessing a vast general culture, with an ethical attitude of its existence, aware of its rights, but also of its duties and responsibilities towards society. General Studies are usually completed in a four-year program and are understood as the general cultural fundament for initiating the professional careers, such as medicine, engineering or law. General Studies are destined to education for its own value, to the intellectual enrichment of the students that have completed secondary education, to their personal maturity by the teaching of values.

In the case of Medicine, General Studies are of special importance because every physician must be, above all, an educated person and a humanist. These are the qualities that are then translated into ethics, professionalism and humanitarianism, fundamental characteristics of the practice of Medicine.


Key words: Liberal studies; Liberal Education; Medicine; humanism; ethics; general culture.

 

Introducción

Colombia, al igual que varias naciones de América Latina, atraviesa por una crisis marcada por la corrupción rampante que afecta al sector público, pero también, y aún más, al sector privado. Los niveles de cultura de nuestra sociedad parecen haber descendido o desaparecido, y de aquella denominación hecha por los gramáticos y poetas bogotanos del siglo XIX de Bogotá como “la Atenas de Suramérica”, queda apenas un tenue recuerdo. Los valores que otrora marcaron nuestras vidas parecen haber sido sustituidos por metas enfocadas fundamentalmente hacia el lucro. Por ejemplo, la atención en salud pasó a ser un negocio, tal como ocurre también en la Educación Superior y en concreto en instituciones que el Ministerio de Educación Nacional vigila y que, en algunos casos, han sido sancionadas y cerradas.

Proliferan las denominadas “universidades de garaje”, todas de carácter privado, mientras la Educación Superior pública se debate en la más seria crisis económica de su historia, y la formación universitaria pasó de ser académica a meramente profesionalizante. En nuestro medio, el orden civil parece haber desaparecido, y se ha deteriorado y confundido la misión de la Universidad.

Esto contrasta con la sociedad anglosajona, que tuve el privilegio de conocer como estudiante de medicina de pregrado y de posgrado por algo más de diez años en la Universidad de Yale. En la cultura anglosajona es marcada la misión de la Universidad por formar ciudadanos cultos y conscientes de sus responsabilidades cívicas, a fin de que su actuación profesional se ejerza en un riguroso marco ético autorregulado.

¿Por qué esta diferencia? En los círculos académicos se ha planteado con firmeza que este ominoso fenómeno se debe al deterioro de la Educación en Colombia, tanto de la Educación Secundaria y Media como, principalmente, de la Educación Superior. Carlos Caballero Argáez, exdecano de la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de los Andes, se refirió al fenómeno de descomposición social que ocurre en Colombia en una de sus columnas periodísticas, así:

“¿Por qué pasa lo que pasa? ¿No será que esta educación no es la adecuada para mantener los sistemas democráticos liberales? … El problema parece ser que la educación se considera hoy en día un factor clave para el crecimiento económico. En ese proceso, y sin demeritar para nada la buena calidad de la educación en ciencia y tecnología, tiende a despreciarse ´el espíritu de las humanidades´. Los padres se preocupan básicamente por el futuro económico de sus hijos y consideran superflua la enseñanza de las artes, la literatura, la filosofía; de las humanidades, en una palabra. Pero lo uno no excluye lo otro. Por el contrario, el individuo que desde pequeño está expuesto a la música, a las bellas artes, al teatro, a la danza y a la lectura va a desarrollar la capacidad de pensar, de imaginar, de interactuar con los demás, de comprender que en la vida hay diferencias y complejidades” (1).

Martha Nussbaum, una de las pensadoras más reconocidas de la actualidad , se refiere así a la educación liberal:

“Actualmente predomina una nueva concepción que gira en torno de la rentabilidad y que ha dejado de lado la idea del desarrollo personal basado en la imaginación y en el pensamiento crítico… Según ese modelo de desarrollo, la meta de toda nación debería ser el crecimiento económico. No importa la distribución de la riqueza ni la igualdad social. No importan las condiciones necesarias para la estabilidad democrática… En el mundo empresarial es importante la innovación, y existen motivos más que suficientes para suponer que la educación humanística fortalece la capacidad de la imaginación y la independencia de criterio, que son fundamentales para una cultura innovadora” (2).

Al revisar qué grado de Educación Superior tienen los presidentes (CEO, Chief Executive Officers) de las grandes empresas de los Estados Unidos, se encuentra con que una buena parte ha completado los Estudios Generales college) y nada más; aproximadamente un 40% tienen un MBA. Ello indica que la Educación Liberal, los Estudios Generales, que en los Estados Unidos se ofrecen en el college universitario con una duración de cuatro años, forman a la persona como ciudadano intelectualmente maduro, dueño de una vasta cultura general y con una concepción ética de su existir, de sus derechos, de sus deberes y de sus responsabilidades en la sociedad, capaz de presidir una gran empresa o incluso de ser presidente de la nación. De ahí que a las universidades anglosajonas se las denomina académicas y a las universidades latinoamericanas, con algunas excepciones, profesionalizantes.

En la Educación médica es importante la Educación Liberal, como la llamó el cardenal Newman para diferenciarla de la educación utilitarista (3). Hace más de 100 años Abraham Flexner planteó el médico ideal como una persona educada, alguien en quien se unen en forma indisoluble la ciencia y el humanismo (4). Edmund Pellegrino siempre abocó por el humanismo como fundamento de la Educación médica, y sostuvo que el humanismo médico es lo que se traduce en humanitarismo (5).


Un retraso histórico

Cuando se fundaron las universidades más antiguas de los Estados Unidos, Harvard en 1636, William and Mary en 1693 y Yale en 1701, ya había catorce universidades funcionando en América Latina, entre ellas las dos de mayor antigüedad, fundadas ambas en 1523, con la Universidad de Salamanca como modelo (6): la Universidad de San Marcos en Lima y la Universidad de México. El Colegio Mayor del Rosario, la universidad más antigua de Colombia, fue fundado en 1653. Hoy Yale y Harvard aparecen entre las diez mejores del mundo, y ninguna de las latinoamericanas se ubica entre las mejores 100 en los rankings más recientes.

 

¿Por qué nos tomaron esta ventaja?

Porque en las universidades colombianas y latinoamericanas el estudiante recién graduado como bachiller de segunda enseñanza y con edad promedio de 17 años, ingresa directamente a una facultad profesionalizante, como medicina, ingeniería o derecho, en tanto que en el modelo anglosajón, ese adolescente de 17 años ingresa a Estudios Generales, al college universitario, para estar inmerso durante cuatro años en las humanidades, las artes y las ciencias. Solo a los 21 años, ya maduro intelectualmente, dueño de una sólida cultura general, cuando ya es un ciudadano consciente de sus deberes, derechos y responsabilidades, ingresa a la facultad profesionalizante.

Las elevadas tasas de deserción que registran nuestras universidades colombianas se deben en gran parte a que el estudiante, inmaduro a los 17 años o menos, todavía no sabe escoger su plan de vida, su carrera profesional. Es claro que existe una diferencia con el estudiante anglosajón que ingresa a la formación profesional a los 21 años, después de haber cursado cuatro años de Estudios Generales o Educación Liberal y cuando ya es un ciudadano formado.

Uno de los factores asociados a las tasas de deserción en el contexto colombiano, tiene que ver con la inmadurez del joven recién egresado de la educación secundaria, quien no posee todavía la capacidad para definir su plan de vida, porque aún no tiene la madurez intelectual que dan los Estudios Generales o Educación Liberal. Así también, nuestros planes de estudio, bastante rígidos o inflexibles, se limitan principalmente a horarios de clases magistrales, en contraste con los planes de estudio tan flexibles de las universidades anglosajonas, en las cuales la clase magistral prácticamente ha desaparecido.


Humanismo, Conocimiento, Saber y Estudios Generales o Educación Liberal

El conocimiento, el saber, como un fin en sí mismo y no simplemente un medio, es la propuesta fundamental del cardenal John Henry Newman (1801-1890) de la Universidad de Oxford. En su reconocida obra, La Idea de una Universidad (The Idea of a University, 1851) (7) plantea: “Como su mismo nombre indica, una universidad [Del lat. universîtas, - ãtis, universalidad, totalidad] es un lugar donde se imparte conocimiento universal.” Newman, además, define la Educación Liberal así: “…la búsqueda de bienes liberales son un ejercicio de la mente, de la razón, de la reflexión; es un conocimiento libre, no necesita de otros objetos, sino que se basta así mismo… El conocimiento es, entonces, en esencia liberal cuando se encuentra desligado de cualquier objeto externo, cuando es simplemente filosófico.” También expresa que hay “dos tipos de educación: una filosófica y una profesional… en la medida que el conocimiento se vuelve más y más aplicado, deja de ser conocimiento.”

Según Newman la misión de la universidad consiste en la formación del intelecto. No necesita dar más a sus estudiantes, puesto que la Universidad ideal es una comunidad de pensadores en busca de la excelencia intelectual sin ningún otro propósito, sino como un fin en sí mismo. A esto Newman llama Educación Liberal, que es la que “enseña al estudiante a pensar y razonar, a comparar, discriminar, razonar y analizar.” The Idea of a University es la recolección de sus conferencias cuando en 1854 Newman fue nombrado rector de la nueva Universidad Católica de Irlanda en Dublin, luego denominada Royal University of Ireland y, actualmente, University College Dublin.

La ausencia de los estudios generales en las universidades latinoamericanas las ha llevado a una caracterización profesionalizante , cuya misión quedó reducida a cumplir un currículo rígido o poco flexible que conduce al estudiante a la obtención de un grado, a lograr un diploma profesional como su producto. Ello convierte al estudiante en un tecnócrata y no en un verdadero profesional humanista y humanitario, estas últimas indispensables en el ejercicio de la Medicina.

En el contexto colombiano, solo la Universidad de los Andes en Bogotá mantiene, aunque considerablemente disminuidos, los Estudios Generales, que fueron la razón de su fundación por el matemático, físico y humanista colombiano Mario Laserna Pinzón (1923-2013). Laserna ocupó la rectoría de la Universidad Nacional en el período 1958-60, y trató de establecer los Estudios Generales, pero esto solo se logró en la rectoría de J.F. Patiño Restrepo con la Reforma 1964-1966, cuyo pilar fundamental fue la integración de las tres grandes facultades donde se imparte el conocimiento universal: Ciencias, Artes y Ciencias Humanas (8).

Es así como el fundamento de la reforma académica cumplida en la Universidad Nacional de Colombia en el periodo 1964-1966 fue la introducción de los Estudios Generales, para lo cual se propuso y se cumplió la integración de las tres grandes facultades. Los Estudios Generales fueron implementados como fundamento de todas las carreras profesionales, reorganizando los currículos a fin de no alargarlas. Escribe Hésper Eduardo Pérez, quien vivió la Reforma 1964-1966:

“En el nuevo modelo organizativo tres grandes facultades básicas, Ciencias, Artes y Ciencias Humanas, se encargarán de proporcionar una formación integral a los futuros profesionales por medio de los Estudios Generales y los Estudios Básicos. Se apunta con esa formación integral a hacer de los estudiantes «hombres y ciudadanos», con una base cultural y humanista y actualizados en relación con los problemas sociales de su país. A la estructura institucional existente se le critica que por el unilateral «adiestramiento profesional» que le es propio no correlaciona la cultura y la profesión, formando así profesionales incultos y ajenos a las necesidades del desarrollo nacional. Los Estudios Generales constituyen la pieza maestra de la nueva orientación. Es por medio de la enseñanza en los primeros semestres de las ciencias (los Estudios Básicos), y de la economía, la sociología, la antropología, el arte, etc. (los Estudios Generales), que adquirirá el estudiante, esa visión integral que le permitirá poner sus destrezas especializadas al servicio del desarrollo colombiano. Se advierte que esos Estudios Generales no son un preuniversitario sino parte integrante de las carreras. Se establece así una diferencia importante con el modelo norteamericano del cual provienen” (9).

Los Estudios Generales están orientados a la formación integral del estudiante mediante el cultivo de las humanidades, las artes, las ciencias sociales y las ciencias “duras”. Allí cabe la investigación social y humanística, como proceso: a la Universidad no se va a cumplir un currículo como un derrotero para la obtención de un diploma que permita ejercer un oficio para ganarse la vida; la Universidad es una vivencia en un ambiente de cultura y de inquietud intelectual, de creación de conocimiento, reflexión y discusión. En la Reforma de 1964-1966 se planteó que la formación del universitario debe ser primero como persona culta (en el sentido de cultura general) e intelectualmente madura mediante los Estudios Generales, es decir, iniciar con el conocimiento universal, para luego proporcionarle las competencias intelectuales y las habilidades propias de cada profesión. Esto quiere decir que la formación integral tiene una base cultural y humanística que le proporciona al estudiante un fundamento sólido para, ahora sí, emprender los estudios propios de la profesión que haya escogido.

También a lo largo de la carrera profesional se continúa la formación cultural y humanística. Con esta perspectiva se pretendió formar ciudadanos activos y cultos, que luego fueran excelentes profesionales. Para ello fue necesario diferenciar la formación básica de la profesional y, por lo tanto, se introdujeron los Estudios Generales -denominados por el cardenal Newman de Oxford como “Educación Liberal”-, para lo cual en la universidad Nacional, como ya se dijo, se integraron las tres grandes facultades poseedoras del conocimiento universal: Ciencias, Artes y Arquitectura, y la de Ciencias Humanas (10).

Por esa época de mitad de los años 60, en Colombia estaba en auge la creación de las facultades de salud que reunían Medicina, Odontología, Enfermería y demás carreras de la salud. Pero se trataba no de una integración, sino de una agrupación fundamentalmente de carácter administrativo, y es claro que hay una diferencia entre una integración académica y una agrupación administrativa. También se hizo la propuesta de crear la Facultad de Salud en la Universidad Nacional liderada por algunos profesores de medicina, pero esta no tuvo el respaldo de la rectoría y tal agrupación administrativa nunca se llevó a cabo, como tampoco la de ciencias agropecuarias.

Por los años 1960 estaba en ebullición el interés por los Estudios Generales en todas las universidades de Colombia y de América Latina y el 6 de marzo de 1966, Ascofame (Asociación Colombiana de Facultades de Medicina) realizó su V Asamblea General en la ciudad de Buga sobre los Estudios Básicos Generales en Educación Médica. Allí se advirtió que “Lo cierto es que nuestras universidades se agotan por completo en la tarea de la instrucción profesional. Hay, entonces, un vacío en la formación humana del individuo, una laguna que necesita ser llenada, y que da a muchas de nuestras ´casas de estudio´ un aire de edificios incompletos, desequilibrados, carentes de estructura y base de sustentación” y estas fueron sus conclusiones:

“Los campos del conocimiento indispensables en el mundo actual para que cualquier profesional, y especialmente el médico, adquiera la formación necesaria que le permita desarrollar adecuadamente sus actividades, tanto las específicas de su profesión como las complementarias de su personalidad humana, comprenden: las humanidades, las matemáticas, las ciencias naturales o experimentales y las ciencias sociales. Son ellas verdaderos cimientos de la cultura y ninguna persona educada, mucho menos el médico, puede prescindir de ninguna de ellas” (11).

 

La concepción moderna de los Estudios Generales

Los Estudios Generales, también denominados Educación Liberal en la nomenclatura anglosajona, son la responsabilidad principal de una universidad, como lo afirmó el ya citado Cardenal J.H. Newman de Oxford a mediados del siglo XIX. En la actualidad, dichos estudios han llevado a las universidades anglosajonas a ocupar los primeros lugares en los rankings internacionales.

Los Estudios Generales se entienden como anticipo a la iniciación de las carreras profesionales, por ejemplo, la medicina, la ingeniería o el derecho. Los Estudios Generales, o Educación Liberal, están destinados a la educación por su mismo valor, es decir, a la formación mental del estudiante recién egresado del bachillerato o educación secundaria, a su enriquecimiento y madurez intelectual mediante la enseñanza de los valores.

La Asociación Americana de Colleges y Universidades (Association of American Colleges and Universities) define la Educación Liberal, así: “A philosophy of education that empowers individuals with broad knowledge and transferable skills, and a stronger sense of values, ethics, and civic engagement... characterized by challenging encounters with important issues, and more a way of studying than a specific course or field of study.” (“Una filosofía de la educación que empodera a las personas con amplios conocimientos y habilidades transferibles, y un hondo sentido de los valores, la ética y el compromiso cívico… caracterizada por estimulantes abordajes de temas de importancia, y más ser una manera de estudiar que un derrotero específico o campo de estudio profesional”).

De igual modo, la American Association for the Advancement of Science, presenta esta definición: "Ideally, a liberal education produces persons who are open-minded and free from provincialism, dogma, preconception, and ideology; conscious of their opinions and judgments; reflective of their actions; and aware of their place in the social and natural worlds" (“Idealmente, la Educación Liberal produce personas de mente abierta y libres de provincialismo, dogma, preconcepción e ideología; conscientes de sus opiniones y juicios; capaces de reflexionar sobre sus acciones; y sabedores de su lugar en el mundo social y natural”).

Los Estudios Generales, con duración de cuatro años (college) en las universidades anglosajonas, forman a la persona intelectual y cívicamente. La llevan a una madurez que la hace actuar consciente de sus derechos pero también de su responsabilidad social, de su actuar ético, de su papel como ciudadano de bien y, en ese sentido, la capacita para ejercer las diversas actividades de la realidad comunitaria. Al término de los Estudios Generales, la persona, ya intelectualmente bastante madura y dueña de una sólida cultura general, sabrá escoger su plan de vida, que puede ser el inicio de una carrera profesional como el derecho, la medicina o la ingeniería, o emprender cualquier tipo de actividades para lo cual ya está intelectualmente capacitado.


Con la implementación de los Estudios Generales, los planes de estudio para las carreras profesionales podrán ser considerablemente más cortos: por ejemplo, en Colombia y en América Latina, el plan de estudio de medicina es de seis años, en tanto que en los Estados Unidos y en el mundo anglosajón es de cuatro.

Los Estudios Generales son de especial importancia en medicina, porque todo médico debe ser, ante todo, una persona culta y un humanista. Son estas las cualidades que luego se traducen en la ética, el profesionalismo y el humanitarismo, características fundamentales del ejercicio de la Medicina.

Así lo señaló Ruy Pérez Tamayo (12) en una conferencia mundial, al citar a Ignacio Chávez, aquel legendario fundador del Instituto Nacional de Cardiología de México y destacado rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM):

“¿Tenía razón el Maestro Ignacio Chávez, cuando hace más de 50 años nos decía que el humanismo (entendido como conocimiento de idiomas, de historia y de las artes) debía cultivarse porque conducía al humanitarismo en la práctica de la medicina? ¿La escasez o ausencia de este tipo de humanismo en muchos de los médicos contemporáneos -tan ocupados salvando vidas que no tienen tiempo de aprender alemán o italiano, estudiar historia en los libros de M. León Portilla, viajar a Salzburgo a escuchar a D. Fisher-Dieskau cantar canciones de Mahler, o leer los textos filosóficos de L. Villoro-, es la responsable de la frecuentemente señalada «deshumanización» del médico actual? O, como también se dice, ¿es la tecnología moderna la que ha alejado al médico de su paciente y lo ha «deshumanizado»? Aunque estas opiniones tienen el peso de su reiteración cotidiana, y «cuando el río suena agua lleva», ninguna me convence del todo. Yo no creo que el humanismo (entendido como el Maestro Ignacio Chávez) sea el único o principal camino hacia el humanitarismo en la práctica médica, como tampoco creo que la tecnología sea culpable de la «deshumanización» de los médicos contemporáneos.” Pero en la conferencia “Humanismo y medicina” que clausuró la edición 2018 de la cátedra que lleva su nombre en la Universidad Veracruzana sostuvo que “El médico debe ser humanista para ser humanitario.” Y añadió: “un médico culto es un mejor médico, pero no porque sea culto sino porque es un mejor ser humano; esta circunstancia no sólo le permite, sino que le obliga a un mejor trato con otros seres humanos en el tejido social en el que existe” (13)

En mi libro Humanismo, Medicina y Ciencia (14) escribí: “Al humanismo se puede aproximar desde diferentes perspectivas: histórica, filosófica, filológica, artística, pero siempre se lo entiende como la «doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos»”. Así lo define la Real Academia Española de la Lengua: en forma más sencilla, podemos decir que Humanidades significa el conjunto de disciplinas que contribuyen a la formación cultural del hombre y que no estudian al hombre propiamente, sino a sus expresiones, sus creaciones, sus pensamientos tales como la literatura, la filosofía, la historia o la música en oposición a las disciplinas de carácter tecnológico-científico, que se fundamentan y utilizan las «ciencias duras», la física, la química, las matemáticas… El humanismo ha acompañado a la medicina desde su origen como ciencia con Hipócrates de Cos, el Padre de la Medicina (nació en el 460 a.C., año de la 84ª Olimpiada, y murió entre los años 377 y 351 en Larisa, en Grecia continental), esa tierra donde el bondadoso y sabio centauro Quirón enseñó medicina al mismo dios Asclepio (Esculapio para los romanos). Como lo afirma Val-Bernal (15), la Medicina debe a Hipócrates de Cos dos contribuciones fundamentales: la figura del médico y la creación de un método… Es la más grande inspiración que jamás ha tenido la Medicina, a la cual aportó un riguroso marco ético, moral y deontológico, y representa un ideal de humanitarismo, discreción y altruismo... Los dos grandes médicos de la antigüedad, Hipócrates de Cos, siglos V-IV a.C., y Galeno, siglo III d.C., sus vidas separadas por unos 600 años, son claros ejemplos de humanismo como parte integral de la medicina” (15).

Adolfo Vera Delgado en su conferencia titulada Lombana Barreneche, Humanismo y medicina y algunas reflexiones pertinentes durante el XVIII Congreso Colombiano de Medicina Interna en 2004, se pronunció así:

“La crisis de principios y valores, como fenómeno endémico en todos los estratos sociales y económicos de nuestro conglomerado y, por supuesto, en todos los niveles de la profesión médica, ha generado una nefasta corriente de desculturización colectiva y una masificación amorfa de los subproductos egresados, como deplorable contribución a la pérdida de un clima favorable para la enseñanza y perpetuación de las dimensiones humanas del cuidado médico. Hemos pospuesto irresponsablemente, el diseño de nuevas estrategias para recuperar senderos de educación integral que incidan en la promoción y adopción de valores y actitudes de estudiantes, residentes y profesores mismos. El humanismo en Medicina se redefine como actitudes y acciones del médico que demuestran interés y respeto por su paciente, direccionadas hacia los intereses, inquietudes y valores de los enfermos, generalmente relacionados a los aspectos espirituales, psicológicos y sociales y que ubica al ser humano como su preocupación esencial, en el centro de la reflexión y como eje gravitatorio de todo el universo. El verdadero humanista valora la vida y sus circunstancias en toda su profunda significación y acepta con generosa inteligencia y sin resignada derrota la dimensión trascendente de la muerte; el médico humanista disfruta del conocimiento científico más actualizado, pero además asume una actitud combativa y eminentemente ética frente a los fenómenos vitales del ser humano como son el dolor, la enfermedad, la discapacidad orgánica o funcional de su paciente, su deterioro emocional y afectivo y, finalmente, su muerte. Esto lo diferencia abismalmente del técnico erudito en medicina” (16).

Para terminar cito a Adolfo De Francisco Zea, quien en su libro Humanismo y Medicina (17) dice: “Llama la atención la amplia visión humanística del sabio gaditano. El médico concebido por Mutis [José Celestino, 1732-1808] no debía ser formado con exclusividad en las ciencias relacionadas directamente con la Medicina. Debía tener además bases muy firmes en ética y en filosofía general a la par que buenos conocimientos de idiomas antiguos y modernos. Para Mutis y sus colaboradores y discípulos, debía tener una formación y unos conocimientos que llegaran más allá de lo que la Medicina misma podía ofrecerles, y en este sentido, al igual que los griegos de la antigüedad y los árabes del siglo XII, pensaban que el sólo conocimiento de la Medicina producía practicantes de la profesión pero no médicos en el sentido cabal de la palabra.” Y en otro capítulo referente al siglo XIX, escribe: “En algunas universidades, médicos humanistas de la talla de Sir William Osler [1849-1919], aconsejaban a sus discípulos que adquirieran una «formación interior», es decir, una formación humanística, además de obtener en forma adecuada los conocimientos médicos necesarios para la práctica de la profesión.” También De Francisco se refiere in extenso a Luis Patiño Camargo [1871-1978], gran investigador científico, salubrista y verdadero humanista y cita J.F. Socarrás, quien se refirió así al profesor Patiño Camargo: “al humanista que se mantenía oculto por auténtica humildad y no por falsa modestia. Como todos los rosaristas de su época, el doctor Patiño estudió latín y griego. Dominaba esas lenguas y se complacía en la lectura de los clásicos, cuyas obras forman parte importante de la biblioteca que legó a sus descendientes.” Y finaliza De Francisco su libro con el Epílogo donde se lee: “En ese empeño por lograr un Humanismo que valore realmente al hombre en su totalidad, y una Medicina que a la vez cumpla su misión con altura y dignidad, los seres humanos deben esforzarse por llenar esas nobles aspiraciones y hacerlas realidad mediante su dedicación y trabajo, teniendo en cuenta la sentencia de Cervantes que dice que no es un hombre más que otro si no hace más que otro”.


Referencias

1. Caballero Argáez C. ¿Por qué pasa lo que pasa? El Tiempo 6 de enero de 2017.
2. Nussbaum M. Sin Fines de Lucro. Katz Editores. Buenos Aires, 2010. Págs. 22,34, 82.
3. Newman JH. La idea de una universidad. Editorial de la Universidad Católica de Chile, Santiago, 2016. ISBN 978-956-14-1929-2
4. Patiño JF. Abraham Flexner y el flexnerismo. Fundamento imperecedero de la educación médica moderna. Medicina 1998; 20: 6-14.
5. Pellegrino E. The reconciliation of technology and humanism: A flexnerian task 75 years later. En: Flexner: 75 Years Later. A Current Commentary on Medical Education. Edited by C. Vevier. University Press of America, Inc. Lanham, Maryland, 1987.
6. Rodríguez Cruz A. historia de las Universidades Hispanoamericanas. 1973, Imprenta Patriótica, 1973.
7. Newman JC. La Idea de una Universidad. Ediciones Universidad Católica de Chile. Santiago, 2016. Pp. 45, 91, 94, 121. ISBN 978-956-14-1929-2.
8. Magnusson WL. La Reforma Patiño 1964-1966. Una experiencia de construcción institucional. Prólogo y traducción por G. Restrepo y colaboradores. Unilibros, Bogotá. ISBN 958-701-662-9.
9. Pérez HER. 25 años de la Reforma Patino 1965 -1990. En: Transformación Social y Transformación de la Universidad. Análisis de las propuestas académicas 19651989, Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Págs. 19-22.
10. Patiño Restrepo JF. Informe del Rector, Vol. I. Hacia la Universidad del Desarrollo. Bases de una Política de Reforma Universitaria. Bogotá, Imprenta Nacional, 1968. Págs. 28-34.
11. ASCOFAME. Conclusiones y recomendaciones de la V Asamblea General. B Moreno y J Castellanos (eds). Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1966.
12. Pérez Tamayo R. Humanismo y medicina. Gaceta Médica de México. 2013; 149:349-53.
13. Pérez Tamayo R. Conferencia R. Pérez Tamayo 2018. Universidad Veracruzana
14. https://www.uv.mx/.../el-medico-debe-ser-humanistapara-ser-humanitario-ruy-perez-t...
15. Patiño Restrepo JF. Humanismo, Medicina y Ciencia. Prólogo de M. Wasserman. Editorial Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2011. ISBN 978-958-719-8254 Pág.42-45
16. Val-Bernal J, Garijo M. Hipócrates y su vigencia en la anatomía patológica actual. Rev Esp Patol 2003; 36(1): 95-100
17. Vera-Delgado A. Rev Colomb Cardiología 2004; 11(6): 270-76.
18. De Francisco Zea A. Humanismo y Medicina. Academia Colombiana de Historia. Bogotá, 1998. ISBN 95895765-0-8. Págs. 150, 153, 205, 240.


 

Recibido: 22 de enero de 2019
Aceptado: 8 de febrero de 2019
Correspondencia: José Félix Patiño Restrepo jfpatinore@gmail.com