Realizamos la revisión bibliográfica de dos textos, Latarjet & Ruiz Liard (2004) y Rouvière & Delmas (2005), ambos referidos a anatomía descriptiva, topográfica y funcional. En ellos hemos podido observar el uso de epónimos, que han sido parte del lenguaje médico durante muchos años; acerca de su origen, puede afirmarse que su procedencia es griega y latina, aunque últimamente se han incorporado de forma continua, palabras de origen en inglés. “Durante muchos años surgió la tendencia de poner un término epónimo a las estructuras que se describían dentro de la morfología humana, cayendo en incoherencias, tales como en un solo elemento o una estructura anatómica, pudiese tener varios epónimos calificativos al mismo tiempo, todos sin ningún valor descriptivo ni morfológico” (1).
Nuestro interés fue identificar el uso adecuado de la terminología anatómica internacional ya que la medicina ha avanzado notablemente, a tal punto de entender el funcionamiento del cuerpo humano. La nomenclatura internacional de anatomía humana (FCAT), menciona la identificación de un término apropiado para cada estructura anatómica.
Al revisar la literatura se encontró que las estructuras del sistema reproductor son nombradas de diferentes formas. “En muchas ocasiones se denominan por medio de epónimos: células intersticiales o de Leydig, trompas de Falopio o trompas uterinas, células de Sertoli, glándulas de Skenne o parauretrales, glándulas de Bartolino o vestibulares mayores, folículo de DeGraff o folículo maduro, glándulas de Cowper o glándulas bulbo-uretrales, conducto mesonéfrico (Wolff) y paramesonéfrico (Müller), entre otros” (2).
Tras el proceso de nuestra formación como futuros médicos y en el desarrollo del curso de anatomía humana mediante clases, prácticas y seminarios, pudimos constatar que no se sigue la recomendación de la FCAT. Por tanto, es necesario que los médicos y estudiantes universitarios de Medicina, eviten el uso de epónimos, sustituyéndolos por la terminología anatómica actual que está en vigencia para facilitar la comunicación en su desempeño profesional.
Finalmente, consideramos que la utilización de epónimos genera una confusión en el uso de términos, por tal razón es recomendable el manejo adecuado de éstos bajo las normas de la Nomenclatura Internacional de Anatomía Humana (FCAT), a fin de que se utilice un apropiado lenguaje médico.
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Las dos autoras estuvieron a cargo de la realización de búsqueda bibliografía, redacción, revisión final y aprobación.
No se contó con financiamiento.
Las autoras declaran no tener ningún conflicto de interés.
Recibido: 27 de octubre de 2018
Aceptado: 2 de noviembre de 2018
Correspondencia: Sara Diana Condori Pacheco saradiana17@hotmail.com