HISTORIA DE LA ESCLERODERMIA.

Comentario del Académico Alfredo  Jácome  Roca  *

*  Editor, revista MEDICINA.

 

Editorial: Mejoras, Barranquilla

Autor: Antonio Iglesias Gamarra

Prólogos: Carlo Vinicio Caballero Uribe, Rafael Valle Oñate y Javier Ramírez Figueroa

Portada: Pintura de Paul Klee

Año de edición: 2015

ISBN: 978-958-46-6216-3

Páginas: 684

Capítulos: 32

Patente de invención # 29069

 

La Esclerodermia

Pareciera que cada uno de los libros que el académico numerario, Profesor Antonio Iglesias Gamarra fuera su opus magnum, es decir, su mejor, más extenso o más famoso libro. De García Márquez no hay duda que se trata de “Cien años de Soledad”. De Iglesias (aunque no son comparables pues este es autor científico) se diría que la “Historia del Lupus”. Quien sabe, porque “Historia de la Es- clerodermia” luce similar a la anteriormente citada.

Como he participado en la elaboración de un par de documentos del académico Iglesias (el libro “Historia de la vitamina D” y el artículo de revisión “La historia de las enfermedades órgano-específicas. La conexión endocrina”, conozco algo la técnica de comenzar desde el principio de la historia y terminar con conceptos actualizados y válidos hasta la fecha de la publicación. Así resulta algo novelado y más fácil de leer, porque en el camino se cuentan muchas anécdotas.

Este libro incluye numerosas referencias. En sus búsquedas de información, el autor acostumbra visitar las mejores bibliotecas de Bogotá y luego pasa a Estados Unidos donde pasa un tiempo revisando material, por ejemplo en la biblioteca de la Universidad de Harvard. Así logra datos muy fidedignos que puede interpretar desde su punto de vista muy bien informado.

Por supuesto, “Historia de la Esclerodermia” tiene varios distinguidos coautores. Se incluyen 3 prólogos (algo que el autor viene haciendo en sus obras previas) escritas por los doctores Carlo Vinicio Caballero Uribe (reumatólogo y doctor en la Universidad del Norte, hijo de mi gran amigo y compañero ya fallecido Jaime Caballero Corba- cho), Rafael Valle Oñate (Jefe de Reumatología del Hospital Militar Central de Bogotá) y Javier Ramírez Figueroa (Presidente de la Asociación Colombiana de Reumatología). Los coautores son los especialistas Federico Rondón Herrera, Daniel Jaramillo Arroyave, Carlos Arteaga Unigarro, Kelly Vega Castro y Neil Pertuz Charris. Aunque no son solo ellos, hay otros del grupo de docentes de reumatología, principalmente de la Universidad Nacional de Colombia.

El libro tiene 684 páginas y 32 capítulos, la bibliografía es extensa y los textos van ilustrados con números gráficas, particularmente de facsímiles de artículos antiguos que –por obedecer a las primeras publicaciones sobre el tema- tienen un indiscutible interés histórico. Hay fotografías clínicas y de material diagnóstico y científico impresas a color, y se incluyen pequeñas biografías de personajes importantes en el estudio de cada capítulo.

El doctor Carlos Francisco Fernández escribió en un artículo en el diario El Tiempo, de la capital colombiana: “La extensa obra, primera en el mundo en su género, contiene documentos, reseñas, anécdotas y las referencias de todos los autores e investigadores que, de manera directa e indirecta, contribuyeron a la consolidación del conocimiento de una entidad calificada de enigmática dentro de la clínica universal. Es una historia novelada que se puede leer sin el temor de enfrentarse a un texto médico”.

Aunque desde tiempos remotos se describieron casos de enfermos que pudieron haber presentado esclerosis sistémica (otro nombre que se le ha dado a esta patología), la primera descripción concreta la hizo el médico holandés Isabrand von Diemerbroeck, en 1685. Precisamente, el autor incluye una tabla sobre la nomenclatura de la esclerodermia en los siglos XVIII y XIX, que es de por sí informativa de lo que se imaginaban nuestros antecesores sobre esta patología. Afirma él que en esos tiempos flo- reció la dermatología, especialmente en el hospital Saint Louis de Paris, en Londres y en Alemania; la medicina se encontraba en su despertar y primaban las descripciones semiológicas. De esta manera la esclerodermia recibió varias denominaciones como:

•     Ichthyosis Cornea (Willan, Bateman yAlibert 1808, 1814, 1818)
•     Scleremia (Alibert 1818)
•     Oedématie concréte (Lionville)
•     Scléreme Cordacée (Besnier)
•     Sclerostenosis Cutánea-Morphée (Forget)
•     Rheumatische Sclerose des Unterhautze- llgewebes (Eisenberg)
•     Scléreme simple ou non oedémateux (Gi llette)
•     Sclerema or pachydermatous disease(McDonnell)
•     Cacirnuseburneus (Alibert)
•     Cutis Tensa Chronica (Fuchs)
•     Elephantiasis sclerosa (Rasmussen)
•     Sclerosis telae cellulariset adiposal (Wilson)
•     Trophoneurosis disseminate (Hallopeau)
•     Cicatriciorendes Hautsclerosum (Wernicke)
•     Scleriasis-Keloides (Addison 1854)
•     Scléreme des adultes (Thirial)
•     Textus Cellularisduritiens-Scleroma (Chaus sier)
•     Simple Atrophic Sclerema (John Harley 1876)
•     Scirrhosarca (Wolters 1892)

Es una enfermedad autoinmune del tejido conectivo de causa desconocida y sin tratamiento curativo definido, que afecta fundamentalmente la piel (que se vuelve fibrosa, dura y degenerada), pero al ser multisistémica, afecta varios órganos. Daña progresivamente las membranas de las articulaciones, los vasos sanguíneos, los músculos, las vías digestivas, el corazón, los pulmones y el riñón. Esta es una enfermedad de incidencia baja, más frecuente en mujeres que en hombres en una relación de 9 a 2 y más común por encima de los 40 años, aunque hay una forma infantil. El manejo se hace con moduladores del sistema inmunológico para frenar su acción contra el tejido conectivo, drogas antifibróticas para retardar el proceso de endurecimiento de las estructuras de soporte y la intervención específica, de acuerdo con los sín tomas de cada órgano afectado. Teniendo como características clínicas sobresalientes el fenómeno de Raynaud y los cambios fibróticos cutáneos, el objetivo de su investigación histórica es presentar las descripciones clínicas y patológicas históricas, mostrando la evolución en el enfoque y manejo de estos pacientes, desde siglos atrás hasta la actua- lidad. En la gráfica vemos un modelo sobre yute inspirado en el cuadro de Paul Klee, El prisionero, 1922, que ilustra la portada del libro “Historia de la Esclerodermia” del académico Iglesias Gamarra.

Los que hemos ejercido la profesión por varias décadas, mostramos simpatía por la historia y escribimos sobre ella. Es inevitable un sentimiento de nostalgia al rememorar tantas cosas que aprendimos y utilizamos y que ahora se guardan en el baúl de los recuerdos. Pareciera que estudiantes y médicos jóvenes pensaran que la medicina nació con ellos y que lo que tantos con tanto esfuerzo descubrieron y enseñaron no valiera la pena estudiarlo. Es cierto, muchas cosas han dejado de ser válidas, pero muchas otras se convirtieron en paradigmas.