EFRAÍM OTERO RUIZ: UNA VIDA SÚMMUM DEL HUMANISMO.

MÉDICO, INVESTIGADOR, HISTORIADOR, EDUCADOR, ETICISTA, POETA

Por  José  Félix  Patiño Restrepo *

Un hombre bueno, médico, investigador científico, historiador, educador, eticista, poeta. Ciertamente el súmmum del humanismo. Dueño de una excepcional inteligencia y una vasta cultura, Efraím Otero Ruiz fue el hombre de quien uno puede decir con total seguridad que es paradigma de la excelencia humana.

De profundas -y muy orgullosas- raíces santandereanas, Efraím estudió siempre con los jesuitas: bachiller del Colegio de San Bartolomé La Merced y médico con grado cum laude de la Universidad Javeriana. Para su formación de posgrado viajó a los Estados Unidos a especializarse en endocrinología y medicina nuclear. Su portentoso talento, su inquietud intelectual y esa permanente búsqueda del saber lo llevó a los mejores centros de la época: el Instituto de Estudios Nucleares de Oak Ridge, Tennessee, por entonces el lugar de concentración de los más grandes físicos; la Universidad de California con su campus en Berkeley; el Presbyterian Hospital de la Universidad de Columbia en Nueva York. Eran centros donde, como él mismo me dijo una vez, "pululaban los premios Nobel". Y fue con ellos, codo a codo, que Efraím maduró el altísimo nivel académico y científico que caracterizó su vida profesional.

Elegante y refinado escritor, Otero Ruiz tradujo los poetas ingleses y norteamericanos, y quienes hayan leído tales traducciones, estarán de acuerdo conmigo en que ¡son mejores que los textos originales!

Los Versos melánicos, que la Academia Nacional de Medicina publicó en el año 2003 en una edición especial, es una obra fascinante, "salpicada también de anécdotas, versos y apuntes múltiples en que el autor ha sido maestro y versificador de notas, lo mismo que un repentista e inspirado y oportuno vate", como lo escribe el prologuista Académico Humberto Roselli Qujjano. La califiqué de fascinante, y lo es, porque es realmente autobiográfica, donde aparecen sus versos, que él denominó melánicos, con ocasión de los grandes acontecimientos nacionales e internacionales que le tocó vivir. El Académico Guillermo Sánchez Medina escribió el Epílogo, el cual termina así: "Pero,¿dónde está la creación en Los Versos Melánicos?
¿en donde está lo nuevo? La respuesta surge en dos sentidos: uno en la significancia, el otro en el encuentro con los hechos naturales, las personas (objetos), la representación de los mismos con palabras y sentidos; en descubrir espacios de ilusiones, de paz, aún en la muerte, rechazando con ironía lo que implique más ansiedad y haciendo perdurar, con la palabra, el recuerdo viviente de los amigos." Leer Los Versos Melánicos es comprender la vida de Efraím Otero Ruiz, porque esa obra es la expresión de su profundo sentido humano, de su humor, de su manera de interpretar el acontecer cotidiano y de su elegancia literaria.

La medicina fue el eje principal en su vida. La entendió a la manera de William Osler, quien, ante los estudiantes de la Universidad de Yale en 1913, dijo: "Medicine arose out of the primal sympathy of man with man; out of the desire to help those in sorrow, need and sickness." 1 ("La Medicina surgió de esa compasión primaria del hombre ante el hombre; de ese deseo de ayudar a aquellos con penas, necesidades o enfermedad").

Esa fue su visión humanitaria de la medicina. Pero su visión científica lo llevó a logros monumentales. No tengo duda en afirmar que Efraím Otero Ruiz ha sido una de las personas más influyentes en el desarrollo científico de Colombia. Formado en Oak Ridge, por los más distinguidos físicos de la época, a su regreso a Colombia y durante siete años (1965-1971) fue Consultor en Medicina Nuclear para la antigua Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos (USAEC), en la cual estuvo a cargo de los cursos en dicha especialidad que se desarrollaron en ocho países latinoamericanos. Por todo ello fue designado Ciudadano Honorario del Estado de Tennessee en 1968 y de la ciudad de New Orleans en 1980.

Fue director de investigación científica en el Instituto Nacional de Cancerología, que para él fue como su segunda alma máter. Por entonces publicó su conocido artículo Nódulos tiroideos: incidencia en 100 autopsias, que apareció en la Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional en 1972.2

En Colombia, país de bocio endémico, éste era estudiado por investigadores de otras naciones. En Yale se adelantaba un trabajo similar al que desarrollaba Otero en Colombia, y él fue referente para los investigadores de esa gran universidad norteamericana.

Fue amigo e interlocutor científico de otra figura preclara de la endocrinología colombiana: Eduardo Gaitán, quien adelantó importantes investigaciones sobre bocio endémico en la Universidad del Valle, en Cali, Colombia. El interés de Otero Ruiz por la glándula tiroides y sus enfermedades lo llevaron a convertirse en la primera autoridad clínica en ese campo; fueron muchos los pacientes con enfermedad tiroidea que tratamos y que investigamos, él como endocrinólogo, yo como cirujano. En uno de mis primeros libros, Bocio y Cáncer de Tiroides, publicado en 1976 3, hago referencia a su importante trabajo realizado en el Instituto Nacional de Cancerología; el capítulo Bocio nodular y nódulos tiroideos fue discutido en forma extensa con Efraím Otero Ruiz y con Eduardo Gaitán antes de ser enviado a impresión.

Sostengo que Efraím Otero Ruiz ha sido uno de los grandes impulsores de la ciencia en Colombia. Fue el segundo Director de COLCIENCIAS (Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología, hoy DACT), luego de Alberto Ospina, durante once años, entre 1972 y 1983. Sin duda, fue la época de oro de COLCIENCIAS. Bien lo recuerda Colombia, en su despacho del edificio que él construyó para COLCIENCIAS, rodeado de un brillante grupo de colaboradores, entre ellos el antropólogo-sociólogo Milciades Chaves, el químico Jaime Ayala Ramírez, el sociólogo de Lovaina con doctorado en Princeton, Fernando Chaparro Osorio, quien años más tarde también dirigió esa institución.

1         Osler W. The Evolution of Modern Medicine. A series of lectures delivered at Yale University on the Silliman Foundation in April,
1913. Yale University Press, New Haven, MDCCCCXXI.
2         Otero E y Martín F. Nódulos tiroideos: incidencia en 100 autopsias. Rev Fac Med 1972:38:66-72.
3         Patiño JF. Con la colaboración de E. Gaitán y JE Ospina. Bocio y Cáncer de Tiroides. Bogotá, Fondo Educativo Interamericano y
FEPAFEM, 1976.

Repasando la vida ilustre de Otero Ruiz creo que la época de COLCIENCIAS fue una de las más productivas y de mayor impacto sobre la ciencia en Colombia y en América Latina. Fue el gestor del muy importante préstamo COLCIENCIAS-BID-I, y luego fue evaluador de los proyectos de salud financiados por tal préstamo.

Efraím mantuvo, con orgullo especial, la presidencia, desde 1990 hasta su muerte, de la Junta Directiva de la Fundación CIDEIM (Centro Internacional de Entrenamiento e Investigaciones Médicas) con sede en Cali. Me sorprendía y admiraba como, hasta sus últimos días, abordaba con especial entusiasmo el avión hacia Cali para presidir la junta de ese prestigioso centro de investigación.

Efraim otero Ruiz

Sesión de la academia Nacional de medicina en la academia Colombiana de la lengua (Paraninfo). Conmemoración de los 100 años del nacimiento del Profesor luis Patiño Camargo. 21 de noviembre de 1991.  Carlos lleras restrepo y Efraím Otero ruiz, Presidente de la academia Nacional de medicina.

Una faceta que pocos conocimos, pero que también marca su personalidad generosa y universal, fue su vinculación desde 1982 con el grupo internacional de Médicos por la Prevención de la Guerra Nuclear (International Physicians for the Prevention of Nuclear War), grupo ganador del Premio Nobel de Paz en 1986. Efraím fundó y fue presidente del capítulo de ese grupo en Colombia.

En una histórica, concurrida y tensa -por las presiones de los diversos intereses continentales-, Asamblea General de la Federación Panamericana de Asociaciones de Facultades (Escuelas) de Medicina, FEPAFEM, celebrada en el año 1980 en la Ciudad de Panamá, Efraím Otero fue elegido presidente, que equivale a ser presidente de las facultades de medicina de América, cargo que desempeñó con singular brillo, y fue reelecto en 1982 hasta completar los dos periodos estatutarios en 1984. En este último año presidió la X Conferencia Panamericana de Educación Médica celebrada en Bogotá. Esta etapa de puro sabor académico fue una de las más importantes en la vida de Otero Ruiz.

Presidió la Comisión Ejecutiva Permanente (CEPCIECC) de la Organización de Estados Americanos, OEA, en Washington entre los años 1979 y 1981. Fue miembro del jurado que otorga el Premio Bernardo A. Houssay de la OEA a científicos prominentes, y miembro del Comité de Investigaciones del National Research Council (Programa Bostid) en Washington. También presidió el Comité de Evaluación Externa del Programa Especial sobre Investigación en Enfermedades Tropicales (TDR) de la Organización Mundial de la Salud.

Efraím Otero Ruiz fue el último Ministro de Salud en el gobierno del Presidente Belisario Betancur, y en tal posición tuvo que enfrentar la tragedia volcánica de Armero, uno de los más grandes desastres naturales en la historia de la humanidad, con la muerte de más de 33.000 personas.

Compañero de trabajo en la Fundación Santa Fe de Bogotá, fue Jefe de Endocrinología y Presidente del Comité de Investigaciones Biomédicas. Como uno de los fundadores de la Asociación Médica de los Andes, que agrupa a los médicos de la Fundación Santa Fe de Bogotá, mantuvo su consultorio de endocrinólogo a lo largo de todos estos años, inclusive en los últimos, durante los cuales sufrió serios quebrantos de salud.

Su vida brillante fue reconocida por universidades, academias y sociedades científicas nacionales y extranjeras. Recibió numerosos premios y condecoraciones. Solo menciono unos pocos: Premio de la Fundación Ángel Escobar ("el Premio Nobel de Colombia"), Orden de la Universidad Javeriana, la Medalla Justus Liebig de la Universidad de Giessen (Alemania), la Medalla "Claudius Regaud" de los 50 años del Instituto Nacional de Cancerología, el Premio Internacional del Cuento de la Revista Adiós de Madrid, España, la Orden de Bucaramanga en el Grado de Comendador.

Otero Ruiz fue miembro de número, presidente y luego miembro Honorario de la Academia Nacional de Medicina y fue el editor de la Revista Medicina de la Academia, hasta su reciente ascenso a la categoría de Editor Emérito. También fue miembro de la Academia de la Lengua, miembro Honorario de la Academia Colombiana de Historia y miembro Honorario de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Una parte muy importante de su vida fue la presidencia del Tribunal Nacional de Ética Médica y la presidencia de la Sociedad Colombiana de Historia de la Medicina, cargo que ostentó por varios años.

Prolífico escritor científico, he contabilizado más de 300 artículos en revistas nacionales y extranjeras. Y qué decir de sus libros histórico- literarios: Ciencia y Tecnología en la Época Bolivariana, 1783-1830 (1994); Santa Eulalia: Memorias de una Casa Abierta (es la biografía de Enrique Uribe White, con prólogo de Belisario Betancur, 1998); El Arte de Curar- Un Viaje a través de la Enfermedad en Colombia (coeditor con Mauricio Pérez, 1998); Setenta Años del Cáncer en Colombia (con prólogo de Virgilio Galvis, es la Historia del Instituto Nacional de Cancerología, 1999); La Medicina Nuclear Temprana. Historia y Reminiscencias Personales (con prólogo de Roberto Esguerra, 2002); Los Versos Melánicos (con prólogo de Humberto Roselli Quijano, 2005); Cuasi Una Fantasía. Cuentos y Relatos (con prólogo de Adolfo de Francisco Zea, 2005); Presencia desde el Tiempo (con prólogo e ilustraciones de Fernando Sánchez Torres, 2008).

Efraím fue un amigo entrañable. Modelo de marido y de padre. Su bella esposa, Gloria Leongómez, la compañera e inspiración de toda su vida, le dió unos hijos maravillosos: Jorge, Efraim, Ernesto, Andrés y Pilar. He tenido el privilegio de seguir de cerca las brillantes carreras de todos ellos, pero en especial las de Jorge en Yale y la de Ernesto en la Clínica Barraquer, y quien ya es miembro de la Academia Nacional de Medicina. ¡Qué bella familia construiste, Efraim!

Recorrida ya una larga vida, sé que hay hombres de hombres, hombres que se distinguen por sus cualidades intelectuales, su calidad humana y sus ejecutorias. Ciertamente Efraím Otero Ruiz es paradigma del científico y, lo repito, el súmmum del humanismo.